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2008/12/22

Fascismo de “rostro humano”

Ser radical abertzale de izquierdas es ser vasco, políticamente navarro, independentista, libre en lo individual y comprometido en lo social, heterodoxo y revolucionario de cara al Sistema que niega nuestra existencia colectiva y secuestra nuestra libertad individual (...)

Gabirel Ezkurdia
Nabarralde
En esta vida hay dos tipos de personas. Con todas las gamas de grises que se quieran, los hay claros y oscuros. Hay gente nítida como la patena y los hay retorcidamente opacos.

Hace pocos meses uno de estos últimos, nos la jugó. Además de un importante palo económico, nos deshizo en el plano moral. Él, un gernikarra peto, todo comedimiento, moderación, corrección… ¡un tío 10! no acabó siendo más que un vulgar ladrón sin clase ni principios, un “pringao”, eso sí, muy correcto. Como él hay muchos moderados de la vida, gente que reivindica la compostura hasta al que se indigna porque le han robado.

Gente fría que incluso para entrar en la cámara de gas exige evitar cualquier estridencia, como así era en general en los campos de la muerte nazis. No subvertir el orden, no alzar la voz, atemperar las voluntades, las ideas, los principios. Modelarse para mimetizarse con lo que corresponda, con lo establecido, lo vigente. Y así, hay personas que son continentes en muchos planos, o que presumen de serlo, hasta el día en el que, por ejemplo, se les va la mano con “su” mujer, y “se entera La Sociedad”. Gente de dulce continente pero de indeterminado contenido. Decentes padres de atemperada y cristiana vida familiar con vástagos no reconocidos por aquí o por allá. Composturosos papás con inconfesables trastiendas sexuales. Todos ejemplos de gran cordura pública, ejemplares, paradigmas de lo que se denomina gente decente, de bien, que es a la que se dirigen fundamentalmente nuestros centrados y moderados políticos profesionales, que también redundan en el “de bien”. Terciopelo puro.

Nuestra clase política, espejo de la sociedad o quizá sea la sociedad espejo de su modelo y ejemplo de fatua contemporización. Tanto monta, monta tanto. Los políticos son profesionales de la moderación, aquellos que hacen de la disminución ideológica una praxis. Personas que viven de la política y no para la política, que se levantan por y para la frugalidad, reivindicando sistemáticamente la mesura como valor en relación directa con la tolerancia, la actitud más fascista de todas las actitudes. Te perdono la vida, te tolero. De ahí a respetarte un abismo, ya que el respeto es una concepción radical, inconcebible desde la moderación camaleónica, desde la jerarquización “de lo correcto”, de lo debido. La mitigación, el recato perpetuo son los ejes de la actitud disciplinada del pensamiento correcto establecido y obligatorio. Cóctel perfecto, porque además, la gente que presume de estar centrada, es fría, contemporiza, y es por eso acrítica, conservadora, tradicional en los fondos, la moderación personificada. Pero es moderación en las formas, en la estética, conductualismo basado en la “educación” tradicional y la neomística de la falsa calma, de comedimiento conductual sobreactuado.

Moderación por la moderación. Principio y fin. Y por ende, todo el que se aleje de estos parámetros es un radical, un inadaptado, un mestizo “de acracia, marginalidad, beligerancia, antisistema y mucho antisabinianismo militante” como nos recuerda uno de los extremistas de la moderación más paradigmático, Iñaki Anasagasti.
En política, existe un paradigma internacional claramente paralelo al PNV. Salvando las evidentes distancias, el PRI mexicano que fue partido-estado durante siete décadas y aún hoy sigue siéndolo en amplias zonas de México, es una referencia de gran mimetismo con el PNV del siglo XXI. Democracia interna vertical, mimetización partido-instituciones, hegemonía social inducida, caciquización, policía política, corrupción, moderación “revolucionaria” y modelación de la moderación…El Partido Revolucionario Institucional ha sido el centro hegemónico, la moderación extrema, la difuminación de toda ideología por la praxis gerencial, el poder por el poder, un espejo transoceánico para una realidad en declive.

El PNV ha implementado un patrón de actuación público basado en la imagen de la moderación. Una actitud que ha reivindicado la política bonancible, más preocupada por la imagen y los medios, que por los fines y principios. Y de esa frugalidad, se ha derivado su personalidad módica, presuntamente razonable, sobria en lo colectivo, huraña, templada. El PNV ha sido históricamente parco en la nitidez que se espera correlativa a su fundamento, se ha atenuado sistemáticamente respecto al motivo de su nacimiento como instrumento de liberación nacional, ha condicionado por su posterior vocación de centralidad y moderación la respuesta a las motivaciones originales, al origen de su ser, a la raíz, la cepa, el principio. Por ello es obvio que el PNV nunca ha sido radical, y están orgullosos de ello. Si bien es cierto que siempre ha estado acomplejado por la incapacidad de articular respuestas a su origen teórico preso de su obsesión por la moderación, ha logrado históricamente reconvertir esta contradicción, haciendo de ella su fin último, perpetuarse hasta el infinito haciendo doctrina de su praxis sistemática. Moderación, centralidad, templanza, mesura, educación, corrección, obediencia por encima de principios u objetivos. Ha conseguido rizar el rizo y puede decirse que es el paradigma claro de lo que es un extremista de la moderación.
Pero de nada vale absolutizar conductas si no hay un principio o valor de convergencia. Hacer del extremismo de la moderación un fin en sí mismo está conceptualizado en el papel del Partido como universo absoluto: “Alderdia da gure Aberria! Euskadi como tal es el proyecto político del PNV, y lo que en un principio o de raíz era un instrumento pasa a ser un fin en sí mismo, el PNV es a Euzkadi, lo que Euzkadi es al PNV: todo en uno: el Partido-Patria. Euskotarren aberria EAJ da! Da igual que la doctrina del fundador esté en la antípoda de la praxis y los objetivos, Da igual que Euzkadi sean siete, que Euskadi de tres, que Bizkaia por su independencia de una…el objetivo es patrimonializar desde el pragmatismo más extremista el poder existente y su institucionalización desde el partido y para el partido como fin en sí mismo.

Fuera del Partido-Patria no hay nada, no hay nadie. Solo enemigos al acecho… gente menor, radicales, gente peligrosa, gente insensata, tosca, “sin educación”.

Pero el partido-patria lleva tiempo en declive, su extrema moderación lo ha sesgado extremadamente. La disposición por la moderación con mano de hierro comenzó a pasar factura en las últimas consultas electorales. Cada día son más los ejemplos de que son la gente está harta de conductas prepotentes y extremas de imposición “de rostro humano” y corbata de seda. No hay serena reflexión, solo la huída hacia delante. La fusión de cajas, las selecciones nacionales, la consulta, las banderas en las instituciones, los presupuestos… extremismo puro en el cumplimiento de la legalidad vigente y la salvaguarda de esta.

Son demasiados años de poder con un talante extremista. No hay autocrítica en el PRI vasco. No hay más que otear como se confeccionan las listas, qué se cuece en los desangelados batzokis, la riada de enfrentamientos abiertos entre la militancia, los 9000 de Alderdi Eguna. Los ortodoxos del extremismo de la moderación intuyen que el barco hace aguas, pero siguen gobernando con mano de hierro, ya que siguen en la idea de que el barco y el mar son todo uno, y es de ellos. ¡Insumergibles!

De ahí las rabietas de los últimos días. Síntoma de impotencia, de declive. La pataleta que engrandece la cada vez mayor bola de nieve que se está haciendo desde que 165 futbolistas vascos hicieran público un sencillo comunicado de carácter histórico (nunca antes se había hecho), y que es susceptible de traer determinantes derivas constitucionales para Euskal Herria, como en su momento, y sin caer en comparaciones, supuso para la resistencia al franquismo el famoso documento de los 333 sacerdotes que en los 60 cuestionaron la dictadura, será un punto de inflexión en el futuro. El año pasado el PNV asumió que la selección nacional de los vascos, de todos los navarros, pasase a denominarse Euskal Herria. ¿Flaqueo en las convicciones? ¿Deriva populista? ¿Falta de rigor de los comisarios ideológicos? A día de hoy casi 1000 deportistas de múltiples ideologías y de todas las proyecciones han refutado el texto inicial de los futbolistas…pero todos son unos radicales inconscientes, equivocados y manipulados que no hacen sino perjudicar… a Euskadi, o es ¿Euzkadi?, ¿Bizkaia por un casual?

Euskadi no es una Nación, es una comunidad autónoma. Puede tener selección, pero no selección nacional Puede jugar una pachanga recaudatoria, pero no un partido de reivindicación nacional, como el año pasado. El oráculo de Sabin Etxia ha decidido: No controlamos, no hay partido. Siempre ha sido así. Como en su momento fue HABE versus AEK, Euskalmet versus EHMT o “las Federaciones” versus ESAIT. No controlo, alternativa o lo hundo. Y además reivindicar Euskal Herria, es superar la legalidad vigente, romper el marco bajo control, ir directamente contra el Partido-Patria. ¿No lo visteis con “la Consulta”? Acato y cumplo. ¡Aquí mandan “las instituciones”!”Nuestras Instituciones”, las de Euskadi. Punto. Eso sí, “con rostro humano”, con moderación y sumisión al orden constitucional, a España, que es de donde emanan. La gallina de los huevos de oro, aunque sean rojigualdos, no se puede perder, por “un quítame allá esas pajas”.

Lo cierto es que un año después al desdecirse de tal decisión demuestra que el rictus de presunta moderación desde el extremismo es absurda, es extremismo puro y duro. Y el extremismo puro y duro, es irracional, autoritario, es el porque lo digo yo. El porque lo digo yo con “rostro humano” más evidente que nunca en este caso. Si fueran moderados, como presumen, hubieran tenido en cuenta que con ¡165 futbolistas plurales! y todo un movimiento social detrás, no se puede caer en la descalificación fácil y faltona del “incultura oceánica de unos chavales de ikastola, ácratas, antisistema, marginales antisabinianos… ”; del “para jugar con España, no tienen problemas” o el “es que algunos futbolistas tiene encargado un viaje de vacaciones que coincidía con el partido!” También ejemplo de moderación, la difamación de “rostro humano”.

No es nuevo ni casual que desde ciertos ámbitos se insista sistemáticamente en tildar el radicalismo como una actitud peyorativa, negativa, impositora. Usar “izquierda radical” como sustantivo sustituto para definir a la “izquierda abertzale” es de un tiempo aquí una clara y militante forma del extremismo institucional para tratar de desdibujar realidades hirientes que los evidencian. El radicalismo abertzale y el radicalismo de izquierdas son los dos referentes en el ámbito moral que el PNV detesta, lo mismo que el PRI hacía con el concepto “revolucionario”. Es la mala conciencia. Creen que tildando de radical adjetivan extremista, cuando son conceptos que sustantivamente son paralelos, no sinónimos. Un radical puede ser o no extremista, pero lo que sí es, es que es claro y nítido respecto a sus principios, medios y objetivos. Podrá estar equivocado o no, pero el radical es honesto, diáfano, resolutivo, contundente, documentado. El radical es la antítesis del moderado doctrinal. Pero para el diccionario de los extremistas de la moderación, “pulpo” siempre ha sido, “animal de compañía”.

Ese abismo moral entre los planteamientos del radicalismo y los del pragmatismo moderado extremo es el eje sobre el que se comprende el papel histórico de ambas posiciones en todos los conflictos. También es paradigmático. A los moderados, los ciudadanos modélicos, que gestionaban el “ghetto” de Varsovia siempre les molesto más la resistencia radical, a la que reprimían, que el cumplimiento de las ordenanzas nazis que les exigían el cupo de deportados diario a los campos de exterminio; lo mismo que a los “moderados” que vivían bajo Vichy, a los que molestaba sobremanera la actividad resistente contra la ocupación. El cuestionamiento del orden establecido, “sea el que fuera” vigente es la trasgresión de toda conducta moderada que siempre tiende a “no meterse en líos”.

Respecto al poder, la radicalidad está mucho más condicionada en el acceso al mismo. La radicalidad es el espejo de las contradicciones del pragmatismo moderado y por eso es generalmente revolucionaria. En cambio al pragmatismo moderado, su caterva de recursos contradictorios, le permiten acceder al poder y modelarse en función de los requisitos de permanencia a este. De ahí que hoy sea imposible diferenciar entre la derecha y la izquierda institucional, ya que todos los partidos de la moderación, han diluido sus principios acabando por ser meros gestores de “la cosa pública”: primero moderados, luego lo demás. Moderación por el poder.

Ser radical abertzale de izquierdas es ser vasco, políticamente navarro, independentista, libre en lo individual y comprometido en lo social, heterodoxo y revolucionario de cara al Sistema que niega nuestra existencia colectiva y secuestra nuestra libertad individual. Todo un honor, ajeno a la sumisión perpetua, la obediencia ciega, el pensamiento correcto, la estética correspondiente y el cambio de chaqueta sistemático en aras de “la paz social”. Nada cambiaría en el mundo si todos fuésemos de los de “no te metas en líos”, de los que entienden la moderación como un fin en sí mismo.
Claro que a la actual generación de jelkides “no radicales”, el no meterse en líos les ha reportado el carrerón del que hoy disfrutan. ¡Para que cambiar nada! Hay que seguir cómodos en España, porque estamos cómodos rigiendo nuestro Partido-Patria, jugando la pachanga recaudatoria. Ni clandestinidad, ni cárcel, ni paro, ni gruesas hipotecas, ni precariedad, ni penurias, ni largas becas, ni duros años de estudio y formación… una protegida y elitista generación que nunca ha sufrido nada para disfrutar de todo: Poder y dinero. Unos pijos, eso sí “nada radicales” pero extremadamente pijos…y autoritarios.

21/ 12 / 2008

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