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2008/12/21

Universidad y Víctimas en Rusia

"Los últimos cinco años han sido más de 300 los asesinatos racistas cometidos en Rusia, y sólo este último año ya son más de 110 las víctimas de los ultraderechistas"

Asier Blas (Cartas del Este blog)
Cuando volví a Rusia en el 2004 muchas cosas habían cambiado desde mi última visita en el 2001. Fue un mes y medio intenso, recorriendo el país de oeste a este y de norte a sur, y sobre todo compartiendo experiencias con amigos rusos y latinoamericanos que estudiaban en la Universidad de Amistad de los Pueblos Patricio Lumumba.

Esta universidad fue construida por la Unión Soviética en 1960, durante el gobierno de Nikita Khrushchev, con el objetivo de facilitar la formación de los estudiantes provenientes de países más pobres. Este objetivo era parte de un programa solidario con los países empobrecidos a los cuales entre otras medidas se les facilitaba subsidiar los estudios en la Unión Soviética en la citada universidad. La experiencia, sin duda alguna, es una de las más hermosas dentro del mundo universitario soviético. Alumnado de países de África, América, Europa y Asia se encontraban en aulas y en una ciudad universitaria compartiendo cultura, estudios y vida. Era como un Erasmus gigante cuando a penas existía movilidad estudiantil en el mundo.

Tras el colapso de la Unión Soviética, la universidad cambió de nombre, pasando a llamarse Universidad de la Amistad de los Pueblos. Pero en un contexto de declive y de privatizaciones de lo público, un proyecto como el de la Universidad de la Amistad de los Pueblos no encajaba muy bien con la nueva visión del capitalismo salvaje que se imponía en el gobierno y la economía de Rusia. Por ello, la UNESCO se comprometió a ayudar, de alguna manera, para sostener el proyecto de intercambio cultural y aprendizaje universitario a través de subvenciones y escuetas becas para el alumnado. De todas maneras, sin importantes inyecciones de dinero por parte de las autoridades rusas, sus instalaciones cayeron en el abandono por falta de mantenimiento, especialmente las residencias de estudiantes de la Universidad de la Amistad de los Pueblos.

Esta fue una de las justificaciones para explicar el incendio acaecido en noviembre de 2003. Alrededor de 40 estudiantes resultaron muertos y casi 200 heridos. La mayoría de ellos africanos, latioamericanos y asiáticos. Las autoridades señalaron que el incendio pudo haberse originado en una habitación compartida por tres jóvenes nigerianas.

Meses más tarde, en el verano de 2004, allí estabamos nosotros revolviendo con nuestros amigos estudiantes el campus universitario: comiendo en el comedor, hablando con estudiantes y visitando residencias. En más de una ocasión, el arco iris de estudiantes allí presentes, nos expresaron su certeza de que el incendio fue provocado por skinheads de ultraderecha. Las sospechas creían que eran más que fundadas.

Este era un fenómeno emergente en Moscú, cada vez tenían más protagonismo los grupúsculos de ideología racista y xenófoba, y por ello, cada año no paraban de aumentar el número de atentandos contra extranjeros. Eran los inicios, y cuando no hay voluntad política de abordar la problemática desde el principio, los problemas crecen de manera exponencial.
Los últimos cinco años han sido más de 300 los asesinatos racistas cometidos en Rusia, y sólo este último año ya son más de 110 las víctimas de los ultraderechistas. La situación es grave, y el pasotismo de las autoridades rusas parece algo más que un simple despiste. Hace gracia ver al gobierno de Putin hablar del pasado respecto a los países Bálticos y Ucrania porque estos hacen revisionismo histórico respecto a la Segunda Guerra Mundial, atemperando las responsabilidades de los Nazis sino ensalzándolas, y no le falta razón, pero a mí más que estos hechos me preocupan los atentados de la ultraderecha en Rusia que en la actualidad es el terrorismo más peligroso al que debería de hacer frente el gobierno.

Esa es la lucha contra el fascismo que tienen en casa y que no abordan. Los servicios de inteligencia rusos y los militares prefieren dedicarse a perseguir a disidentes políticos, naciones que reivindican respecto a sus derechos culturales, lingüísticos y como pueblo, o a simples habitantes de zonas con conflictos militares del Cáucaso norte. Mientras, parece que no le molesten demasiado los atentados contra la vida de extranjeros y militantes antiracistas y antifascistas. Una vez más, patético el hijo de putin (Medvedev), y el propio Putin.
PD: muchos amigos de latinoamerica están haciendo las maletas para volverse a casa por miedo a la violencia racista.

Nota de la redaccion de este blog:
Se calcula que en la actualidad en Rusia existen 60.000 personas vinculadas directamente a grupos de ultraderecha y neonazis.

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