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2010/04/05

LA HUELLA FRANCESA EN EL GENOCIDIO RUANDES. Periodico Diagonal

"...más de 15 años después de los hechos, ningún supuesto genocida presente en suelo francés haya sido juzgado..."

Raphaël Doridant y François Crétollier
Asociación Survie

Francia sabía que un genocidio podía ocurrir. Las autoridades francesas estuvieron informadas de la posibilidad de un genocidio contra los tutsis ruandeses desde el otoño de 1990, como lo demuestran un telegrama diplomático del agregado de Defensa del 24 de 1990 y el testimonio del embajador de Francia en Kigali, antes de la misión de información del Parlamento francés de 1998.

Los oficiales franceses integrados en la jerarquía militar en Ruanda entre 1990 y abril de 1994, hasta el más alto nivel –como es el caso del asesor del jefe de Estado-Mayor de las Fuerzas Armadas de Ruanda– sabían que el régimen de Habyarimana estaba poniendo en marcha un sistema de autodefensa civil para involucrar a la población en la lucha contra el Frente Patriótico Ruandés (FPR) y sus ‘cómplices’, es decir, para los ojos del régimen, todos los tutsis de Ruanda. Sin embargo, después de las primeras matanzas de tutsis patrocinadas por el poder en varias regiones de Ruanda entre 1990 y 1993, las autoridades francesas siguieron apoyando al régimen de Kigali con armas, entrenamiento de soldados de las Fuerzas Armadas de Ruanda (FAR) y de milicias Interahamwe (de apoyo directo al combate). Sin el apoyo crucial de Francia es muy probable que el régimen de Juvenal Habyarimana hubiese sido derrotado militarmente y la historia hubiera sido otra.
Cooperación en el genocidio Las autoridades francesas fueron inmediatamente informadas del inicio del genocidio, como demuestra la orden de la operación Amaryllis (evacuación de los franceses y europeos), del 8 de abril de 1994, indicando que desde el día antes se estaba produciendo en la capital “la eliminación de los oponentes y los tutsis”.
Sin embargo, el ejército francés, presente en el mismo lugar, no recibió órdenes de socorrer a las víctimas. En cambio, sí las tenían de no mostrar a los medios de comunicación a “soldados franceses no interviniendo para hacer cesar las masacres de los que eran testigos cercanos” .
Según el coronel belga Luc Marchal –comandante de las fuerzas de paz de las Naciones Unidas en Kigali e interrogado por los diputados franceses en 1998–, la operación Amaryllis también permitió a los franceses entregar, durante la noche del 8 al 9 de abril de 1994, municiones a las FAR, quienes dirigían el genocidio que empezaba a extenderse. El 27 de abril de 1994, las más altas autoridades francesas recibieron en París a dos de los más destacados extremistas hutus, responsables del genocidio en curso. En el Elíseo fueron acogidos por Bruno Delaye, asesor para África de François Mitterrand; y en Matignon, por el primer ministro Edouard Balladur, y el ministro de Exteriores, Alain Juppé. Francia fue el único país que reconoció de facto al Gobierno interino ruandés (GIR), brazo político del genocidio. Hay que tener en cuenta que el GIR se había formado, al menos parcialmente, en el recinto de la embajada de Francia al día siguiente del atentado contra Juvénal Habyarimana.
Del 9 al 13 mayo de 1994, el asesor del jefe del Estado Mayor de las FAR, que perpetraron el genocidio, se reunió en París con el general Jean-Pierre Huchon, jefe de la misión militar de cooperación. Lejos de cualquier desaprobación, el general Huchon subrayó la urgente necesidad de dar la vuelta a la opinión internacional a favor del GIR, ya que determinaría otras operaciones posteriores por parte de Francia.
Durante el genocidio, el mismo general Huchon recibió periódicamente al director de finanzas del ministerio de Defensa de Ruanda, que organizó seis entregas de armas entre el 18 de abril y 19 de julio 1994. El 22 de mayo de 1994, frente al avance de las tropas del FPR, el presidente interino de Ruanda envió una carta a François Mitterrand en la que declaraba “una vez más [sic] acudo a su generosa comprensión y a la del pueblo francés”. A esta fecha, la mayoría de los tutsis ya habían sido masacrados en Ruanda.
Francia presta auxilio A mediados de junio de 1994, François Mitterrand encuentra urgente intervenir para –oficialmente– poner fin a las matanzas. Francia busca y obtiene por poco el aval de la ONU. La zona humanitaria de seguridad creada por la operación militar francesa Turquoise en el oeste de Ruanda es inmediatamente utilizada como refugio por los autores del genocidio, en proceso de ser derrotados militarmente por el FPR. Ante esta situación, el embajador francés Yannick Gérard envió un telegrama a París el 15 de julio 1994 indicando: “En la medida en que sabemos que las autoridades tienen una gran responsabilidad en el genocidio, no tenemos otra elección, cualesquiera que sean las dificultades, que detenerlos o que ponerlos inmediatamente bajo arresto domiciliario a la espera de que los órganos judiciales internacionales competentes se pronuncien sobre su caso”. La decisión tomada por París fue muy diferente: los líderes y autores del genocidio (soldados de las FAR, milicianos...), presentes en la zona bajo control francés, quedaron libres para buscar refugio en Zaire, con armas y el resto de sus pertenencias. El número de octubre de 1994 de la revista Képi blanc de la Legión Extranjera –cuerpo de élite del ejército francés–, incluso escribió a propósito de ello que “el Estado Mayor provoca y organiza la evacuación del Gobierno ruandés hacia Zaire”, en referencia a la operación militar francesa Turquoise.
Una alianza que perdura Con la operación Turquoise, las autoridades francesas no sólo permitieron huir a los responsables del genocidio, sino que también han mantenido una alianza con ellos después del genocidio, suministrándoles alimentos, armas, entrenamiento militar...
En el verano de 1995, el gobierno francés se negó a cumplir la solicitud del Gobierno belga para detener al coronel Bagosora, uno de los cerebros del genocidio, que prodigaba, al igual que otros genocidas de primer orden, estancias en Francia. Theoneste Bagosora estuvo condenado por genocidio por el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR) en diciembre de 2008. Había sido evacuado en julio de 1994 en un helicóptero francés, según The Times.
Numerosos presuntos genocidas encontraron refugio en Francia. El caso más emblemático es el de Wenceslas Munyeshyaka. En 2004 –con Jacques Chirac como presidente– Francia fue condenada por la Corte Europea de DD HH. La denuncia contra el supuesto genocidio, protegido por la Iglesia Católica en Gisors, nunca ha sido cursada.
Además de Agathe Kanziga –ex esposa del presidente Habyarimana– se encuentran en Francia otros sospechosos del genocidio como los médicos Eugène Rwamucyo, Sosthène Munyemana o Charles Twagira, que ocupan u ocuparon puestos en los hospitales públicos franceses. Militares de las fuerzas armadas ruandesas durante el genocidio como Serubuga, Kayumba, Bivugabagabo, Neretse y Simbikangwa, así como muchos otros, también figuran en la lista de aquellos contra quienes se han presentado denuncias.
¿La justicia francesa se pondría no obstante en marcha? Con el viaje de los jueces Pous y Ganascia en comisión rogatoria en Ruanda, las cosas empezaron a moverse. Los ministros Bernard Kouchner, y Michèle Alliot-Marie han dado a conocer recientemente su intención de crear un ‘centro de investigadores especializados en genocidio’. Eso no impide que hoy, más de 15 años después de los hechos, ningún supuesto genocida presente en suelo francés haya sido juzgado...
Y Francia también sigue siendo un refugio para los miembros de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR). Esta organización, heredera de los grupos armados genocidas ruandeses que se refugiaron en la República Democrática del Congo, es una de las organizaciones –entre otras– responsables de masacres todavía hoy en el Congo. Callixte Mbarushimana, representante de las FDLR, continúa en Francia, sorprendentemente, publicando comunicados de prensa en nombre de su organización. Y mientras las Naciones Unidas trata de identificar quiénes apoyan internacionalmente a las FDLR, el periódico Charlie Hebdo reveló el 2 de diciembre de 2009 que Francia se negaba a enviar a los investigadores de las Naciones Unidas la identidad requerida de los usuarios de números de teléfono franceses en contacto con los FDLR.

Charlie Hebdo, sin embargo, logró identificar a algunos de ellos “especialmente aquellos cuyos propietarios tienen nombres bien conocidos por el TPIR o por la Interpol. Como la persona que lleva el mismo nombre que el ex gerente de la planta de té de Gisovu, condenado por el Tribunal Internacional de Arusha”.

CRONOLOGÍA DEL PAPEL FRANCÉS EN LA MASACRE
1990-1994 El Gobierno y el ejército francés son informados de que el régimen del presidente ruandés Habyarimana está preparando un genocidio. Francia suministra armas y entrenamiento militar pese a las primeras matanzas de tutsis entre 1990 y 1993.

6 DE ABRIL DE 1994 El helicóptero donde viaje el presidente ruandés Habyarimana es derribado por un misil. Las masacres producidas tras su muerte son consentidas por el ejército francés, que no interviene. El 9 de abril Francia entrega municiones al ejército ruandés, uno de los responsables del genocidio.

27 DE ABRIL Dos destacados líderes extremistas hutus ruandeses son recibidos en París por el entonces primer ministro. Francia es el único país que reconoce al Gobierno Interino Ruandés (GIR). En ningún momento se interrumpe la cooperación bilateral.

MAYO-JUNIO 1994 Entre el 18 de abril y 19 de julio Francia organiza seis entregas de armas al ejército ruandés. La operación militar francesa Turquoise es utilizada como cobertura por los autores del genocidio.


INTERVENCIONES ¿HUMANITARIAS?
La operación Turquoise fue la primera operación militar en la que las autoridades francesas trataron de resguardarse tras una instancia internacional con un mandato oficial ’altruista’. Desde entonces, Francia también está tratando de hacer jugar a la UE un papel similar de socio que le otorgué respaldo moral en su política africana. Hasta ahora, Francia consiguió desarrollar tres operaciones militares bajo bandera europea en el continente africano. En primer lugar la Operación Artemis en RDC en 2003 para proteger a los civiles en Ituri, la EUFOR RDC en 2006 para impedir la reanudación de la guerra civil durante las elecciones, y la EUFOR Chad/RCA en 2008, una vez más oficialmente para ayudar a la población civil

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