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2011/02/28

Grietas en el imperio - Mumia Abu Jamal

La Haine

A pesar de las afirmaciones de las cabezas parlantes y los medios de comunicación masivos, no han ocurrido revoluciones en los países norafricanos de Túnez y Egipto, tampoco en Bahréin en el Golfo Pérsico. Lo que ocurren son rebeliones. Una revolución transforma la sociedad entera. No simplemente saca del poder a unos pocos líderes. Por eso muchos de los reportajes en Estados Unidos confunden a la gente. Pretenden anunciar una revolución, aplaudirla y congelarla mientras unos líderes cuidadosamente seleccionados o ejércitos comprados agarran las riendas del poder.

Dicho esto, ¿no es curioso que la mayoría de los países donde las rebeliones son más extensas sean encabezadas por presidentes o príncipes aliados con Estados Unidos? ¿Y que estos aliados han utilizado sus ejércitos y policías para someter a la gente que se oponga a sus políticas profundamente impopulares?

Estas rebeliones presentan fuertes desafíos al imperio estadounidense porque amenazan con desmantelar los regímenes represivos que sostienen la política de EU en el Medio Oriente. Siguen surgiendo y creciendo en la región entera, abogando por una democracia que EU no quiere y no apoya en realidad. Entre la democracia y la estabilidad, siempre escogerá la estabilidad porque la globalización la requiere y la globalización es el instrumento del Imperio. De hecho, es solo otro término para el colonialismo ––el control de otros estados por un estado imperial central.

Pero este Imperio también es una nación deudora que produce poco y tiene que rogar en el extranjero para pagar su vasto ejército y apoyar su aparato global. Mientras las colonias se desvinculan o se recuperan por sus pueblos, el Imperio se desmorona, primero perdiendo unos centímetros, luego unos metros, y luego unos kilómetros. Tal vez estamos presenciando el final de algo enorme.

Desde el corredor de la muerte, soy Mumia Abu Jamal.

2011/02/23

¿Qué es el socialismo? Iñaki Gil de San Vicente

"...el capitalismo no se hundirá nunca por sí mismo si no es vencido por los pueblos trabajadores."

Preguntar sobre qué es el socialismo, parece algo obvio a estas alturas de la lucha de clases a nivel mundial. Por todas partes vemos escrita la palabra “socialismo”, pero si observamos con cierto detalle qué uso se le da en cada caso, vemos que pueden ser muy diferentes, llegando a contradecirse entre ellos. Ocurre así, sobre todo, cuando las masas avanzan en sus reivindicaciones y aparecen diferentes partidos “socialistas”: socialdemócratas, socialcristianos, socialiberales, socialistas a secas y socialistas con todos los matices. La cosa se complica al leer los debates sobre el “socialismo del siglo XXI”, como si con el cambio de milenio de la era cristiana el socialismo adquiriera un contenido nuevo. En este breve artículo intentaremos aclarar un poco este galimatías.

El socialismo premoderno

Desde finales del siglo XIV las luchas contra la explotación asalariada empiezan a arrojar alguna luz sobre características básicas iniciales del socialismo. En el norte de Italia y algo más tarde en algunas ciudades europeas, un complejo movimiento formado por artesanos y trabajadores urbanos, campesinos desarraigados y masas empobrecidas, plantean reivindicaciones entre las que destacan tres: aumento salarial y reducción del tiempo de trabajo, forma de propiedad colectiva y forma de poder popular que vigile el cumplimiento de los dos logros anteriores. Según la ubicación espacio-temporal de cada lucha, las reivindicaciones toman diversos ropajes y van acompañadas por otras como la prohibición de torturas, justicia igual para todos, fin de la corrupción, fin de los privilegios de la Iglesia y de la devolución de sus riquezas, etc. Pero la lección fundamental es que ya entonces aparecen en ciudades como Florencia reivindicaciones que serán esenciales del socialismo moderno.

Bastantes de estas reivindicaciones van dentro de una visión bíblica porque ciertas partes de La Biblia justifican algunas ideas sociales más o menos enfrentadas con las clases ricas. Su influencia fue más fuerte en las luchas campesinas que en las urbanas, y se mantuvo hasta la primera mitad del siglo XIX, como es el caso del metodismo en las franjas obreras inglesas con menos conciencia de clase. Una buena parte del socialismo utópico se formó integrando estas ilusiones. Pero otra parte, creada por intelectuales de origen noble y burgués, buscó su inspiración en las costumbres sociales de los pueblos no europeos expoliados por el colonialismo, sobre todo de las culturas americanas. Las formas de vida colectivas de muchas de estas civilizaciones, así como algunos restos de costumbres colectivas sobrevivientes cada vez menos en Europa, sirvieron para crear la tesis del “buen salvaje”, de la persona buena y no corrompida por el dinero y por la riqueza, y en el caso de las utopías más radicales, por la propiedad privada. De este modo, a comienzos del siglo XIX tenemos un socialismo utópico creado sobre el sincretismo de tres grandes corrientes: las versiones justicialistas del cristianismo, las versiones comunalistas del “buen salvaje” y las versiones sociopolíticas del incipiente movimiento obrero europeo. A esto se le unió luego, durante el tránsito de la utopía a la ciencia crítica, un cuarto componente: el marxismo.

En la cultura europea existía una clara separación: La elite burguesa admiraba el “lujo persa”, la “finura de la India”, la “sabiduría oriental”, el “exotismo asiático”, etc.; pero el movimiento obrero y socialista-utópico admiraba el “buen salvaje”. Con el ascenso del socialismo reformista, con la integración del movimiento obrero gracias en parte a los beneficios del colonialismo y del imperialismo, y debido también a la debilidad del socialismo marxista dentro del socialismo en su conjunto, por estas razones desaparecieron estas dos “admiraciones”, y se impuso el racismo eurocéntrico, componente vital para cimentar el tránsito del colonialismo al imperialismo y obtener la colaboración de las clases trabajadoras en las guerras imperialistas. Los datos y las noticias económicas, políticas, culturales, etc., que llegaban a Europa provenían de los continentes más productivos para el imperialismo, sobre todo de la India y China, mucho de Rusia y Asia Central, y poco de África. La mejor filosofía del momento, la hegeliana, es un ejemplo de la importancia concedida al choque entre Asia y Europa. Los conocimientos sobre las Américas, siendo importantes, eran sin embargo dejados en un segundo lugar porque la prioridad económica, política y cultural estaba en otros continentes. Esto explica en parte la casi total ausencia de estudios sobre las luchas populares y sociales en las Américas por parte del socialismo europeo en todas sus corrientes, no sólo en la marxista.

“Socialismo del Siglo XX”

La II Internacional, la socialdemócrata, apoyaba en la práctica el socialimperialismo de sus respectivas burguesías, pero en los Congresos condenaba el imperialismo. Es muy significativo el que el deliberado impulso a la ideología occidentalista y nacionalista burguesa se produjera coincidiendo con los grandes saltos teóricos dentro del socialismo en su conjunto. Mientras que el socialismo utópico perdía terreno desde la derrota de las revoluciones de 1848 y era poco a poco sustituido por la formación del marxismo; desde que el anarquismo perdía terreno tras la derrota de la Comuna de 1871 y era sustituido por el marxismo ya bastante desarrollado, y desde que este marxismo entró en choque con el socialismo lassalleano y reformista, en este mismo proceso, la burguesía alentó premeditadamente el racismo y el nacionalismo imperialista y militarista. Estas y otras razones, como la degeneración burocrática de la URSS, explican por qué el socialismo ha tardado en recuperar dos de los cuatro componentes: el valor de lo común, de la propiedad comunal, del ideal y del sueño comunista que laten en algunas críticas religiosas y en las formas comunales precapitalistas.

Desde esta perspectiva, si bien hablar de socialismo del siglo XXI puede ser pedagógico en algunos casos, es mucho más acorde con la experiencia de la humanidad explotada hablar del socialismo como un proceso que engloba tres fases: la primera es la postcapitalista y la protosocialista, en la que se destruyen muchos de los pilares del capitalismo, sobre todo el poder político armado burgués, su Estado que es sustituido por el Estado obrero y el pueblo en armas, se instaura la democracia socialista y los derechos de los pueblos y de las mujeres, se reduce el tiempo de trabajo explotado y aumenta el tiempo libre. La segunda, la fase socialista como antesala del comunismo, en la que se va superando la propiedad privada, las clases y el Estado, el dinero y la ley del valor, la división entre el trabajo intelectual y manual, y el sistema patriarcal, bajo el lema “de cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo”. Y por último, la fase del comunismo, o socialismo definitivamente realizado, en la que rige el principio: “de cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades”, fase comunista sobre la que apenas podemos imaginar e intuir algunos de sus logros humanos.

Esta perspectiva de fases históricas en el tránsito revolucionario del capitalismo al comunismo, mediante el socialismo, nos ayuda a evitar los errores de mecanicismo dogmático, y nos exige una praxis abierta, autocrítica y sabedora de que el capitalismo no se hundirá nunca por sí mismo si no es vencido por los pueblos trabajadores.


EUSKAL HERRIA 27-I-2011

Texto publicado en la revista La Época, Bolivia, Año IX, N. 464, 19-II-2011

Egipto: Un buen comienzo - Mumia Abu Jamal

"La lucha en Egipto apenas está en su comienzo, no en su fin."

La Haine

Los sucesos en Egipto durante las últimas semanas ponen en el tapete más preguntas que respuestas. Mientras parece que algunas cosas siguen cambiando, otras quedan bastante claras:

1) Las revoluciones no simplemente cambian un soberano por otro; cambian los sistemas.
2) Las revoluciones para ganar la democracia no pueden terminar en el dominio militar porque las dos cosas son intrínsecamente opuestas entre sí.
3) La lucha en Egipto apenas está en su comienzo, no en su fin.

La renuncia obligada de Hosni Mubarak de las riendas del poder se logró por una confluencia de fuerzas: las manifestaciones en Cairo, Alejandría y el país entero (incluso con numerosas huelgas); la presión de los intereses comerciales que perdieron miles de millones de dólares debido a los autobuses turísticos vacíos; y los elementos del ejército que estaban preocupados porque veían el potencial para cada vez más caos y tal vez una pérdida de su propio poder.

Mubarak no se fue fácilmente o de buena gana. Su elección de Omar Suleiman como vice-presidente hubiera sido un golpe maestro en cualquier otro momento porque Suleiman se distingue por su pericia en la tortura. Su nombramiento fue diseñado para enviar murmullos de temor y pavor por la Plaza Tahrir.

Pero cosa sorprendente, tuvo el efecto opuesto. Impulsó mayor resistencia, y aceleró la salida de Mubarak.

Aún así, el poder todavía está en manos de los militares en Egipto igual que en Túnez. Tanto Ben Ali como Mubarak eran hombres que dependían de la fuerza militar para conservar su poder y controlar a los disidentes. En Túnez, Ben Ali tenía dos títulos: ¡Presidente y General! Mubarak había sido piloto de caza. Por eso, sus instintos eran de pelear, no negociar.

El estallido en Egipto tuvo sus orígenes en la desesperación de Mohamed Abouazizi enTúnez, quien, después de repetidos esfuerzos para obtener justicia de un régimen corrupto e indiferente, se prendió fuego.

Abouazizi era un hombre de 26 años que había ganado su doctorado pero no pudo encontrar empleo. Trabajaba como vendedor de fruta y su mercancía fue injustamente confiscada por la policía. El fuego que él encendió acabó con su vida pero inspiró a millones de tunecinos, quienes a su vez despertaron la rebeldía en millones de egipcios que sentían una profunda identificación con la desesperanza de Abouazizi.

Quién sabe qué tan lejos estos fuegos se extenderán.

Puede ser que Egipto esté en un largo camino para despertar de su largo y desagradable dormir. Pero esto es el comienzo del camino, no el fin.

--(c) '11maj
12 de febrero de 2011
Audio grabado por Noelle Hanrahan:
http://www.prisonradio.org/
Texto circulado por Fatirah
Litestar01@aol.com
Traducción Amig@s de Mumia, México

Entrevista a Nidal Tahrir, anarquista egipcio

"Los aliados de los anarquistas de Egipto son los marxistas, por supuesto, tenemos en este momento el debate ideológico, toda la izquierda está llamando a la unidad y luego no debatiendo de nada. Los anarquistas de Egipto somos parte de la izquierda"

A las barricadas

¿Me puedes decir tu nombre y de qué movimiento provienes? Soy Nidal Tahrir, de Bandera Negra, un pequeño grupo de anarco-comunistas de Egipto.

El mundo está mirando lo que pasa en Egipto, e incluso moviéndose en solidaridad. Sin embargo, debido a los cortes de internet, es difícil de encontrar información. ¿Me puedes contar lo que ha ocurrido desde la semana pasada en Egipto? ¿Qué te parecía, desde tu perspectiva? La situación en Egipto es crucial justo ahora. Comienza con una invitación al “día de rabia” contra el régimen de Mubarak el 25 de enero. Nadie esperaba esta invitación a un “día de rabia” de un grupo tan variopinto, de una página del facebook, no muy organizada llamada “Todos somos Khalid Said”. Khalid Said es un joven egipcio que fue asesinado por la policía de Mubarak en Alejandría el pasado verano. Fue ese martes cuando empezó todo. Fue la chispa de todo el incendio, y el martes tuvieron lugar grandes manifestaciones en todas las ciudades egipcias. El miércoles comienza la masacre, comienza al tratar de acabar con las sentadas de la plaza de Tahrir el martes por la noche, y continuaron los días siguientes, especialmente en Suez. Suez tiene un valor especial en el corazón de todos los egipcios. Fue el centro de la resistencia contra los sionistas en 1956 y en 1967. En el mismo distrito en el que combatieron las tropas de Sharon en las guerras egipcio-israelíes, la policía de Mubarak hizo una masacre, matando al menos a 4 personas, con 100 heridos. Bombas de gas, pelotas de goma, armas de fuego, una extraña sustancia amarilla tirada desde arriba, quizás gas mostaza. El viernes se le llamó, el Jumu’ah de rabia. Jumu’ah es viernes en árabe. Es el día fin de semana nacional en Egipto, y en muchos países islámicos también. Es un día sagrado en el islam, porque los grandes oradores en este día, llamados los oradores del Jumu’ah, planearon manifestaciones después de las oraciones, al mediodía. La policía intentó evitar las marchas con todo su poder y violencia. Hubo muchos enfrentamientos en El Cairo (en el centro, en Mattareyah (este de El Cairo)), y en todo Egipto, especialmente en Suez, Alejandría, Mahalla (en el delta, uno de los centros de clase trabajadora), desde el mediodía a la puesta del sol la gente iba en El Cairo hacia el centro, a sentarse en la Tahrir hasta que cayera el régimen de Mubarak, cantando un lema “el pueblo pide la dimisión del régimen”.

A la puesta de sol, a las 5 de la tarde, Mubarak declaró el toque de queda y sacó al ejército a las calles egipcias. Este toque de queda seguido por una huida planificada por la policía, que dejó escapar a los delincuentes y matones llamados Baltagayyah, y los planes de la policía de dejar escapar a los delincuentes de muchas prisiones egipcias para asustar al pueblo en Egipto. Ya ni la policía ni las muchas tropas del ejército podían controlar la calle. Se asustaba al pueblo, con noticias en todos los canales de TV de Egipto, radios, periódicos que hablaban de “ludditas”, de ladrones disparando a la gente… la gente entonces organizó “comités populares” para asegurar cada calle. Le venía bien al régimen asustar a la gente con la inestabilidad en el país, pero también era un punto desde el que se podía empezar a construir consejos obreros.

El miércoles hubo enfrentamientos entre la gente pro- y anti-Mubarak. ¿Es correcto describirlos así? ¿Quiénes son los “partidarios de Mubarak”? ¿Cómo están afectando estos enfrentamientos las actitudes de la clase obrera media egipcia?

Es totalmente equivocado llamarlo enfrentamientos entre grupos anti y pro-Mubarak. La manifestación pro-Mubarak se componía de muchos Baltagayyah y policías secretas para atacar a los manifestantes de Tahrir. Sólo tuvo lugar después del discurso de Mubarak de ayer [el miércoles], y después del de Obama también.

Personalmente creo que Mubarak se siente como un buey sacrificado que intenta tirar su sangre contra sus carniceros. Se siente como Nerón, quiere quemar Egipto antes de su sucesión, intentando hacer que la gente crea que es sinónimo de estabilidad y seguridad. En esta vía ha hecho realmente algunos progresos, se ha formado una alianza nacional sagrada contra los Tahrititas [los manifestantes de la plaza Tahrir] y la Comuna de Tahrir. Mucha gente está diciendo, especialmente las clases medias, que las manifestaciones deben terminar porque Egipto ya ha sido incendiado, el hambre ha comenzado y no es del todo cierto, es solo una exageración, toda revolución tiene sus dificultades y que Mubarak use el miedo y el terror para quedarse más, personalmente digo que incluso si los manifestantes fuesen los responsables de esta situación Mubarak se tendría que ir, tendría que salir, por su incapacidad de tratar con la situación en este momento.

¿Qué crees que puede ocurrir en las próximas semanas? ¿Cuánto está afectando a la situación allí la posición tomada por el gobierno de los EE.UU.?

El obstáculo más difícil que los revolucionarios egipcios pueden afrontar es el corte de comunicaciones. Los revolucionarios de Occidente deben presionar a sus gobiernos respectivos para evitar que el régimen nos haga esto. Esto por ahora, pero nadie puede decir lo que pasará a largo plazo, si la revolución triunfa entonces los revolucionarios de Occidente deben construir solidaridad con sus compañeros egipcios contra la esperada agresión de los EE.UU. e Israel. Si los revolucionarios fueran derrotados entonces sería una masacre segura para todos los revolucionarios egipcios.

¿Cuál ha sido la participación hasta ahora de los anarquistas sociales allí? ¿Quiénes son sus aliados?

El anarquismo en Egipto no es muy importante, podrías encontrar algunos anarquistas, pero no muchos aún. Los anarquistas de Egipto se unieron tanto a las protestas como a los comités populares para defender las calles de matones. Los anarquistas de Egipto ponen sus esperanzas en estos consejos. Los aliados de los anarquistas de Egipto son los marxistas, por supuesto, tenemos en este momento el debate ideológico, toda la izquierda está llamando a la unidad y luego no debatiendo de nada. Los anarquistas de Egipto somos parte de la izquierda.

¿Qué formas de solidaridad se pueden hacer entre los revolucionarios de Egipto y los revolucionarios de “Occidente”? ¿Qué se puede hacere inmediatamente y que se debería hacer a largo plazo?

Nadie puede saber lo que pasará mañana o la semana que viene. Mubarak es un idiota obstinado y los media Egipcios están haciendo la mayor campaña de su historia para detener las protestas. El próximo viernes, el 4 de Febrero, hay convocada otra manifestación del millón en [la plaza] Tahrir [de El Cairo], llamada “Jumu’ah” de salvación.

La posición tomada por el gobierno de los Estados Unidos nos afecta más que la manifestación. Mubarak es un traidor tal que podría matar al pueblo entero, pero no le diría que no a sus dueños.

¿Cuáles serán las principales tareas una vez que Mubarak se vaya? ¿Ha habido mucha planificación de esto a nivel de la calle? ¿Qué han propuesto los revolucionarios anticapitalistas?

La principal tarea ahora, hablando de las peticiones de la calle, es una nueva constitución y un gobierno provisional, y luego nuevas elecciones. Hay muchos planes sobre estos temas de muchas tendencias políticas, especialmente de los Hermanos Musulmanes. Los revolucionarios anticapitalistas no son muchos en El Cairo. Los comunistas, la izquierda democrática, los trostskistas están haciendo las mismas peticiones de constitución y nuevas elecciones.

Pero nosotros los anarquistas, anti-capitalistas y anti-estado también, intentaremos hacer que los comités que se han formado para protestar y asegurar las calles sean más fuertes, intentando convertirlos en verdaderos Consejos.

¿Qué le quieres decir a los revolucionarios del extranjero?
Queridos compañeros de todo el mundo, necesitamos solidaridad. Una gran campaña de solidaridad y la revolución egipcia triunfará.

2011/02/19

JM Esparza Zabalegi reflexiona sobre la izquierda abertzale en su articulo Ahí se queda Lerín

"Una nueva trinchera, una nueva expresión de resistencia"


¿Qué pasa con la izquierda abertzale? ¿Se ha bajado los pantalones? ¿Van expulsar del nuevo partido a los que aplaudan al Che, a Mandela, a Martí y a tanto amigo armado? ¿Es el primer paso para parecerse a los demás? Algunos militantes veteranos andan sorprendidos con Sortu, y muchos amigos de fuera de Euskal Herria nos hacen preguntas inquietas. Otros, más maliciosos, esbozan sonrisas satisfechas y dicen “ese camino ya lo iniciamos otros hace diez años…”. Para todos ellos van estas reflexiones.

*Desde la “Alternativa Democrática” de 1995, ETA y la izquierda abertzale estaban intentando llevar el conflicto vasco al estricto terreno de la consulta democrática a la ciudadanía vasca. Aquél fue el primer gran paso estratégico. La evolución del mundo ha reforzado esa idea: el parto de 19 nuevas naciones europeas; el atentado de Nueva York y su secuelas “antiterroristas”; el espacio policial europeo; el fin de los ciclos armados en otros lugares; el éxito electoral de las izquierdas latinoamericanas…

*No son menos relevantes los cambios en la sociedad vasca, fruto en buena medida de la lucha y tensión anterior: la ruta independentista de la mayoría sindical vasca; el fenómeno, antes impensable, del Plan Ibarretxe, la actitud de partidos como EA… Y, frente a todo esto, la radicalización de un españolismo que, como hizo en Cuba, ha recurrido al extremo de unirse (liberales y conservadores entonces, PSOE y PP hoy día) para mantener el control de las últimas colonias. Si la derecha y el PSOE necesitan juntarse para gobernarnos, y además con trampas electorales, es el principio de su fin. ¿Que la actividad armada estaba dando recursos al Estado, arrinconaba a la izquierda abertzale y dificultaba las mayorías abertzales y progresistas? Pues se abandona Lerín y punto.

*Los vascos y su lengua han sobrevivido los últimos milenios por su capacidad de resistencia y de adaptación. Atrapado entre grandes potencias, todo pueblo pequeño es guerrillero. Ante Carlomagno no pudimos defender Iruñea; así que le esperamos en Orreaga donde le hicimos trizas. Si en algo insisten todos los viajeros decimonónicos es en la capacidad guerrillera y en el valor de los vasconavarros. Sin embargo, se sorprendían de que no tuvieran sentido del honor al uso de las milicias profesionales. En 1837, el inglés Richard Ford decía que una gente tan belicosa “no considerara vergonzoso volver la espalda y correr cuando una intentona fracasaba, ni tampoco encontraran que fuese deshonrosa cualquier injusta ventaja”. Ese principialismo estético, útil para los poderosos, es letal para los pequeños. Scott, en su libro “Los dominados y el arte de la resistencia”, (Txalaparta, 1990) lo explica perfectamente.

-En la última guerra carlista, el ejército español metió en las cuatro provincias 160.000 hombres, el mayor contingente de toda su historia, para “expurgar el rincón que faltaba y acabar la unidad española”. Uno a uno fueron cayendo los pueblos vascos. Aguantaron lo que pudieron y de alguno quedó una copla: “Si vienen mil, quietos en Lerín / Si vienen mil quinientos, en Lerín quietos / Y si vienen dos mil, ahí se queda Lerín”. Ya les esperarían luego en un Orreaga cualquiera. Tras aquella guerra, perdimos los Fueros pero surgió el abertzalismo. Una nueva trinchera, una nueva expresión de resistencia.

-De Lerín ha salido la izquierda abertzale con una disciplina militante, con un orden y con una cohesión, como para quitarse la txapela. En plena clandestinidad, cayéndoles encima condenas brutales, los dirigentes de todas las organizaciones que lo han llevado a cabo han demostrado una cintura, una entrega y una capacidad digna de liderar este país. Además, desde el punto de vista de la alquimia política, el trabajo merecerá más de una tesis doctoral. No conozco en toda Europa un grupo de izquierdas, con la importancia, complejidad y tradición de la izquierda abertzale, que haya sido capaz de salir de un brete semejante sin desgarros.

-De Lerín salieron antes algunos, alentando una desbandada general que no se dio. La mayoría quedó quieta, a la espera de la decisión colectiva. Cargados sin duda de audacia y de razones, unos argumentaban que había que continuar resistiendo allí. Los más dijeron de salir, volver a los pueblos, reagrupar fuerzas y tornar al ataque con las armas, ahora exclusivas, de la política. Y todos, ordenadamente, emprendieron la marcha. Para una sola cosa sirvieron los pocos que corrieron antes de tiempo: para señalarnos la senda equivocada, lo que no se debe hacer. Y ahí andan todavía, entre abrojales, sin hallar la salida.

-Llegados a este punto, el acatamiento de la Ley de Partidos, como antes de la Constitución, llevar el carnet de identidad español o soportar un control policial, no son más que obstáculos de papel que pone el enemigo, y que el resistente vasco debe asumir para esperar al Estado donde ahora es más débil, allá donde hoy tenemos más ventaja: en el Orreaga de la política. Hay razones, fuerza y paisanaje para lograr la libertad. Se puede ganar la batalla del futuro como vamos a ganar la de la memoria histórica. Y digan lo que digan sus leyes, siempre seremos amigos del Che y de sus seguidores. Por eso los sorprendentes Estatutos de Sortu no son ninguna demostración de debilidad, sino un derroche de fuerza y cohesión interna. Lo dijo muy claro el dirigente del Sinn Féin, Alex Maskey. Y el Gobierno español lo sabe: no ha podido destruir Lerín; no ha conseguido ninguna desbandada, ninguna escisión, ninguna conversión, ninguna rendición. Todavía harán mucho daño físico, pero moralmente, están derrotados.

Aunque este articulo ha sido publicado en cantidad de medios, este blog lo ha klikeado desde Boltxe.info

2011/02/17

Entrevista con el historico militante anarquista Jose Luis Garcia Rua

"Franco podía permitirse iniciar la Seguridad Social y ahora están tratando de liquidarla, vamos a peor desde ese punto de vista. La dictadura cruel y férrea de Franco pasa a otra forma de dictadura, digamos suave, es decir, no hay peor situación para el esclavo que aquélla en la que el esclavo no se reconoce como tal..."

José Luis García Rúa (Gijón, 1923) sigue siendo un referente ético desde su larga militancia en el anarquismo y uno de los pocos intelectuales que todavía se atreven a analizar la situación de España desde los planteamientos de la izquierda heterodoxa. Anoche pronunció una conferencia, titulada «La revolución semiótica, el arma pesada del Sistema: medios y globalización», dentro de la XV Semana del aula popular que lleva su nombre. Antes, hizo las siguientes reflexiones:

NODO 50

-¿Qué representan actualmente los medios de comunicación de masas?

-Son un arma muy poderosa del Sistema; empezaron siendo una herramienta del sistema de producción capitalista, pero desde hace unos cuantos años han adquirido carácter independiente y han tenido su propia globalización, ya son el Sistema propiamente; ya son el poder.

-Usted conoció muy bien la dictadura franquista y el papel de los medios en ella, ¿qué ocurre ahora, en democracia?

-Son cosas diferentes, pero la situación es mucho más grave hoy. Por ejemplo, Franco podía permitirse iniciar la Seguridad Social y ahora están tratando de liquidarla, vamos a peor desde ese punto de vista. La dictadura cruel y férrea de Franco pasa a otra forma de dictadura, digamos suave, es decir, no hay peor situación para el esclavo que aquélla en la que el esclavo no se reconoce como tal. La Transición sirvió para crear un sistema de manipulación, de cautivación y de integración que, cuando te ves dentro de él, ya no te reconoces y no sabes si enciendes la televisión por tu gusto o por el imperativo de la costumbre, del consumo compulsivo; es decir, has sido manipulado sin saberlo, poco a poco.

-¿También internet?

-Es otra cosa, pero por donde circulan trescientos billones, con be, de dólares y con la posibilidad, tal vez no muy lejana, de que sea privatizado y se convierta en un oligopolio. Desde ese punto de vista internet es un instrumento que nace en el sistema capitalista. Junto a ello internet tiene algunas ventajas; los medios de comunicación se definen por dos elementos antitéticos, en el sentido de que son asimétricos, o sea, un medio que emite y que es eminentemente activo en la emisión, y otro que es perfectamente pasivo como receptor, no hay posibilidad de intercomunicación, lo que impide la devolución de la palabra, no hay respuesta. En internet ya es otra cosa, en internet el hombre puede buscar no los medios que le dan oficialmente, sino los que él quiere buscar, y de esa manera hay un porcentaje de actividad ganado para el usuario. Momentáneamente, internet sí puede ser contemplado como la comunicación total.

-¿Los llamados «papeles de Wikileaks» pueden ser un ejemplo de ello?

-Es una de las cosas que deben aprovecharse para poner al Sistema donde hay que ponerlo. Tampoco hay que olvidar que internet puede favorecer al periodista, pero también puede ser su enemigo, y hay que poner al periodista en su sitio para que, en la medida en que pueda, deje de ser un instrumento de los medios y, por tanto, cómplice, obligado o no, de la pasividad y de la situación en la que se encuentra el conjunto de los receptores. En ese sentido, internet es una de las cosas de las que hay que servirse y valerse para romper con esta pasividad del Sistema.

-Los medios lanzan prácticamente a diario casos de corrupción. ¿Ese altavoz mediático constante y bien cebado acaba por convertir el mensaje en ruido para el receptor?

-Es una forma astuta del Sistema de descargar su propia culpa en otros. La fuente de corrupción es el Sistema, pero hay un desplazamiento de la culpabilidad hacia individuos que realmente son corruptos como derivado de la propia corrupción del sistema. Por ello, al convertirse el Sistema en divulgador de las corrupciones de individuos, lo que quiere es descargarse de su propia culpa de ser la fuente propiamente de todas esas corrupciones.

-¿Le preocupa la situación de España?

-Es gravísima y, además, los medios ahora están desempeñando un papel de tapadillo también. Como lo que temen es la revuelta social, entonces están justificándose argumentando que no quieren agravar la cosa y dando, por tanto, informaciones, o falsas, o atenuadas, o desplazando la información hacia otros sitios. Ninguna nación de Europa tiene el índice de paro de España y la deuda española es incalificable, pero no van a más, no convendría que fuera a más. La reciente visita de Angela Merkel a España tiene esa misión: taparlo, para que no les fastidiemos el euro.

-¿Qué se hizo mal?

-Desde la Transición se hizo mal todo; se jugó a una falsa democracia, y al movimiento obrero lo han constreñido, y han comprado de mala manera a los sindicatos oficiales para que pactaran con ellos. Les interesaba una España socialmente estable, ya que España fue siempre, sobre todo desde el siglo XX, un país con un crecimiento obrero muy fuerte y avanzado. Así hicieron una llamada transición falsa (de la dictadura) a base de crear una democracia de apariencia.

-¿Dónde están los intelectuales para marcar el camino?

-Hay intelectuales orgánicos. Mire, una de las cosas de la falsedad de la Transición consiste precisamente en eso, en dar apariencia de que se quiere libertad, pero con un punto en el que hay que callarse cuando llegas al Estado, a la monarquía... Eso es intocable. La falsedad también tiene su propia lógica, como todo, que es que la falsedad redunda en falsedad y se multiplica y así va creciendo.

-¿El Estado de las autonomías, ahora combatido desde una parte de la derecha, forma parte de la falsedad?

-Las autonomías en sí mismas, que como tales, parecen el inicio de un camino a la federación, es un concepto asequible y defendible, pero aquí se establecieron las comunidades autónomas como tope para cerrar el paso a la federación; de manera que no hay posibilidad de una situación federal conjunta y por ello las autonomías tienen un poder falso, el que les permiten, lo mismo que este régimen falso permite las grandes corrupciones y el acaparamiento de riqueza. Una de las maneras de que las autonomías no exigieran libertad real para llegar a la situación federal conjunta era, precisamente, darles una situación falsa y con ello una posibilidad de desarrollar, en el sentido material de la palabra. Lo mismo ocurrió con los intelectuales, hay ese tope y, entonces, el intelectual entiende que tiene una libertad limitada, pero a cambio de eso no serán mileuristas... En una palabra, viven como dios y, claro, ese vivir como dios amengua las ganas de combatir.

Despliegues, disputas y sentimientos - Jakue Pascual


GARA

Por el cambio rápido y radical, Herri Programa. La izquierda abertzale llama a las bases. Construid programas pueblo a pueblo y barrio a barrio. Zure ahotsa, gure hitza.

Los firmantes del Acuerdo de Gernika se convocan en la Delegación del Gobierno en Iruñea para interesarse por el trato que puedan estar dispensando a los detenidos en dependencias policiales. Elma Sáiz no recibe. Euskal Preso Politikoen Kolektiboa valora la importancia del Acuerdo de Gernika. La Audiencia Nacional absuelve a los procesados en el sumario Udabiltza. «La premisa de que todo lo que nombre ETA está bajo su control» lleva «contra toda lógica» a «criminalizar la cultura y el deporte vasco o las ideas independentistas». Instituciones Penitenciarias reitera su inmovilismo. En el trigésimo aniversario de la muerte de Joxe Arregi las movilizaciones censuran la lacra de la tortura.

PNV y Aralar vetan a la izquierda abertzale la entrada en NaBai. Para Zabaleta, el «dejar sin valor los diferentes acuerdos suscritos con Batasuna» debe entenderse como «una exigencia social» para permitir a EA el regreso a sus filas. La izquierda abertzale reitera su disposición al acuerdo. Sin respuesta. Las posiciones neoliberales jeltzales devienen hegemónicas. Para Txentxo Jiménez, la «salvaguarda» de NaBai son PNV e independientes. EA, expulsada de facto. La dialéctica bipolar de Aralar emplaza a AB y a la izquierda abertzale a debatir sobre futuro y a diferir unión. Para Hamaika Bil Gaitezen el cambio debe interpretarse en términos de izquierda, Euskal Herria y unidad y llegará de abajo hacia arriba.

«No vamos a vivir más episodios de lucha armada». Rufi Etxeberria planta su convicción en el epicentro del debate mediático. No contempla más escenario que el de la legalización. Euskalduna: la izquierda abertzale cumple con la Ley de Partidos. El sol amanece en un horizonte naranja. Sortu: sencillo de pronunciar y fácil de recordar, dicen los expertos del marketing. Un congreso de 300 delegados, máximo órgano del nuevo partido de afiliados. Registro en el Ministerio y presentación en el Club de Amigos de la Unesco. Rubalcaba pasa la pelota al Tribunal Supremo. Para Alvaro Reizabal, se trata de dilatar el proceso con «declaraciones de insuficiencia». «Si Sortu no puede estar, EA y Alternatiba iniciarán la vía», asevera Pello Urizar. »Bakerantz, legalizazioa», Bilbo 19 de febrero.

A pesar de la dispersión de los ítems en múltiples subdivisiones estatutarias (autonomía actual 14%, transferencias completas 18%, reforma con autogobierno 12% o estado federal 9%) la independencia es la opción mayoritaria (21%) según la encuesta de febrero de Lakua...

Ultima hora. Una triste noticia. Txus Congil ha fallecido. La unidad popular de la izquierda abertzale está de luto, ha perdido a un destacado militante político así como a un cualificado representante en los servicios sociales de base. Y, sobre todo, a una buena persona. El mundo que proyectamos juntos es mejor que el que tienen en propiedad unos pocos. Eso lo aprendí contigo, camarada. Allá nos vemos.

2011/02/14

Redes imperiales y reordenación del poder mundial – James Petras

"Los mecanismos para la transferencia de poder a un Estado cliente emergente combinan propaganda imperial y la financiación de organizaciones de masas y partidos políticos, así como golpes de estado violentos o «levantamientos populares». Los regímenes autoritarios con burocracias osificadas basadas en el control policial para limitar o combatir la expansión imperial son «objetivos blandos»"

Los Estados imperiales construyen redes que vinculan las actividades económicas, militares y políticas en un sistema coherente en el que se refuerzan entre sí. Las diversas instituciones del Estado imperial son las que en buena medida desarrollan la tarea. Así, la acción imperial no siempre es de naturaleza económica directa, puesto que en un país o región puede ser precisa la acción militar para abrir o proteger zonas económicas. Tampoco todas las acciones militares se deciden por intereses económicos si el sector líder del Estado imperial es decididamente militarista.

Es más, la secuencia de la acción imperial puede variar según las condiciones específicas necesarias para construir el imperio. Así, la ayuda estatal puede servir para comprar colaboradores y la intervención militar se puede utilizar para conseguir regímenes clientes a los que después siguen inversores privados. En otras circunstancias, la entrada de empresas privadas puede preceder a la intervención del Estado.
En la penetración militar y/o económica, tanto privada como estatal, en apoyo de la construcción del imperio, la finalidad estratégica es explotar los elementos económicos y geopolíticos particulares del país en cuestión con el fin de crear redes que giren en torno al imperio. En el mundo colonial post-eurocéntrico, la posición privilegiada de Estados Unidos en sus políticas, tratados, acuerdos comerciales y militares en torno al imperio se disfrazan y justifican mediante una pátina ideológica que varía con el tiempo y las circunstancias. En la guerra librada para desintegrar Yugoslavia y establecer regímenes clientes, como Kosovo, la ideología imperial se sirvió de la retórica humanitaria. En las guerras genocidas de Oriente Próximo ocupa un papel central la ideología antiterrorista y antiislámica. Contra China predomina la retórica democrática y de derechos humanos. En América Latina, la potencia imperial en retirada depende de la retórica democrática y antiautoritaria esgrimida contra el gobierno democráticamente elegido de Chavez.

La efectividad de la ideología imperial es directamente proporcional a la capacidad del imperio de promover alternativas de desarrollo viables y dinámicas en los países que se fija como blanco. Con ese criterio, la ideología imperial ha ejercido poco poder de persuasión entre las poblaciones diana. La fobia islámica y la retórica antiterrorista no ha causado ningún impacto en el pueblo de Oriente Próximo y ha perdido el apoyo del mundo islámico. Las lucrativas relaciones comerciales de América Latina con el gobierno de Chavez y la decadencia de la economía estadounidense han socavado la campaña ideológica de Washington para aislar a Venezuela. La campaña estadounidense en favor de los derechos humanos contra China ha sido absolutamente ignorada en la Unión Europea, África, América Latina, Oceanía y las 500 multinacionales más grandes de Estados Unidos (y hasta por el Departamento del Tesoro estadounidense, que se ha dedicado a vender bonos a China para financiar el creciente déficit presupuestario estadounidense).

La débil influencia de la propaganda imperial y la cada vez menor capacidad de influencia económica de Washington significa que las redes imperiales estadounidenses forjadas en el último medio siglo han sufrido la erosión o, cuando menos, están sometidas a fuerzas centrífugas. Las redes antes bien integradas en Asia son hoy simples bases militares conforme las economías de la región van obteniendo mayor autonomía y se orientan hacia China y otros lugares. Dicho de otro modo: hoy día las redes imperiales se están transformando en destacamentos de operaciones limitadas, en lugar de ser núcleos de saqueo económico imperial.

Las redes imperiales: El esencial papel de los colaboradores La construcción de un imperio es esencialmente un proceso de penetración en un país o región para establecer una posición privilegiada y conservar el control con el fin de (1) asegurar recursos lucrativos, mercados y mano de obra barata, (2) establecer una plataforma militar que se pueda expandir hacia países y regiones vecinas, (3) fundar bases militares para asegurar una presa sobre rutas terrestres o marítimas estratégicas con el fin de denegar o limitar el acceso a competidores o adversarios y (4) desarrollar actividades de inteligencia y clandestinas contra adversarios y competidores.
La historia ha demostrado que el menor coste para mantener la dominación imperial a largo plazo y gran escala es buscar colaboradores locales en forma de dirigentes políticos, económicos y/o militares que actúen desde los regímenes clientes. El gobierno político-militar imperial declarado se traduce en guerras muy caras y en perturbaciones, sobre todo para un amplio espectro de clases negativamente afectadas por la presencia imperial.

La formación de gobernantes y clases colaboradores es fruto de diversas políticas imperiales a corto y largo plazo, que comprenden desde las actividades militares directas, electorales y extraparlamentarias hasta el reclutamiento, la formación y la orientación a medio o largo plazo de líderes jóvenes y prometedores a través de propaganda y programas educativos, incentivos económico-culturales, promesas de respaldo político y económico cuando asuman cargos políticos y mediante apoyo económico clandestino sustancial.

El atractivo básico de los legisladores imperiales para las «nuevas clases gobernantes» en los Estados clientes emergentes es la oportunidad de participar en un sistema económico ligado a los centros imperiales, en el que las élites locales comparten riqueza con sus benefactores imperiales. Para recabar el apoyo de las masas, las clases colaboradoras enmascaran las nuevas formas de servidumbre imperial y explotación económica haciendo énfasis en la independencia política, la libertad personal, la oportunidad económica y el consumo privado.

Los mecanismos para la transferencia de poder a un Estado cliente emergente combinan propaganda imperial y la financiación de organizaciones de masas y partidos políticos, así como golpes de estado violentos o «levantamientos populares». Los regímenes autoritarios con burocracias osificadas basadas en el control policial para limitar o combatir la expansión imperial son «objetivos blandos». Las campañas selectivas de derechos humanos se han convertido en el arma organizativa más eficaz para reclutar activistas y promocionar a dirigentes del nuevo orden político centrado en el imperio. Una vez que se lleva a cabo la transferencia de poder, los antiguos miembros de la élite política, económica y cultural son proscritos, reprimidos, detenidos y encarcelados.

Emerge entonces una nueva cultura política homogénea de partidos rivales que suscriben el universo centrado en el imperio. La primera orden de negocio más allá de la purga política es la privatización y la cesión de los principales activos de la economía a las empresas imperiales. Los regímenes clientes pasan a suministrar soldados para que se alisten como mercenarios en guerras imperiales y a transferir bases militares a las tropas imperiales con el fin de que ejerzan de plataformas de intervención. Toda la «farsa de la independencia» va acompañada del desmantelamiento generalizado de los programas públicos de bienestar social (pensiones, sanidad y educación gratuitas), la legislación laboral y las políticas de pleno empleo. La promoción de una estructura de clases muy polarizada es la consecuencia última del gobierno cliente. Las economías de los regímenes clientes centrados en el imperio, como una réplica de cualquier Estado sátrapa común y corriente, se justifican (o se legitiman) en nombre de un sistema electoral apodado democrático; en realidad, es un sistema político dominado por las nuevas élites capitalistas y su medios de comunicación bien financiados.

Los regímenes centrados en el imperio y dirigidos por élites colaboradoras que van desde los Estados Bálticos, Europa Central y del Este hasta los Balcanes son el ejemplo más asombroso de expansión imperial del siglo XX. La desintegración y apropiación de la Unión Soviética y el bloque del Este y su incorporación a una OTAN dirigida por Estados Unidos y a la Unión Europea desencadenó manifestaciones de orgullo imperial. Washington realizó declaraciones prematuras de que el mundo era unipolar mientras Europa occidental se dedicaba a saquear recursos públicos que iban desde las fábricas hasta las propiedades inmobiliarias, explotando mano de obra barata, extranjera y procedente de la inmigración, con lo que reclutó un formidable «ejército de reserva» para socavar los niveles de vida de la mano de obra sindicada de Occidente.

La unidad de acción de los regímenes imperiales europeos y estadounidenses facilitó la apropiación conjunta de la riqueza de regiones nuevas por parte de monopolios privados. Los Estados imperiales subvencionaron en un principio a los nuevos regímenes clientes con transferencias y préstamos a gran escala con la condición de que permitieran que las empresas imperiales se apoderaran de los recursos, las fincas, la tierra, las fábricas, el sector servicios, los grandes núcleos mediáticos, etcétera. Unos Estados muy endeudados pasaron de una crisis aguda en el periodo inicial a un crecimiento «espectacular» y, luego, a una crisis social profunda y crónica con tasas de desempleo de dos cifras en los 20 años del periodo de construcción de clientes. Aunque hubo protestas de los trabajadores cuando los salarios se degradaron, el desempleo aumentó, se recortaron prestaciones de bienestar y se propagó la miseria. Sin embargo, la «nueva clase media» inserta en los aparatos políticos y mediáticos y en las iniciativas económicas conjuntas están lo bastante bien financiadas por instituciones económicas del imperio para preservar su supremacía.

No obstante, la dinámica de expansión imperial en Europa oriental, central y meridional no proporcionó el ímpetu necesario para el avance estratégico debido a la ascendencia de un capital financiero muy volátil y de una casta militar poderosa en los núcleos políticos euroamericanos. En aspectos importantes, la expansión militar y política dejó de ir emparejada con la conquista económica. Era más cierto lo contrario: el saqueo económico y la supremacía política sirvieron como instrumentos para proyectar el poderío militar.

Secuencias imperiales: De la guerra para la explotación a la explotación para la guerra
Las relaciones entre las políticas militares imperiales y los intereses económicos son complejas y cambian con el tiempo y el contexto histórico. En algunas circunstancias, un régimen imperial invertirá con fuerza en personal militar e incrementará los gastos monetarios para derrocar a un gobernante antiimperialista y establecer un régimen cliente que trascienda cualquier beneficio económico estatal o privado. Por ejemplo, las guerras de Estados Unidos en Iraq y Afganistán o las guerras por poderes en Somalia y Yemen no han arrojado mayores beneficios para las multinacionales estadounidenses ni han aumentado la explotación privada de materias primas, mano de obra o mercados. En el mejor de los casos, las guerras imperiales han proporcionado beneficios a contratistas de mercenarios, empresas de construcción e «industrias de la guerra» anexas porque se han beneficiado de las transferencias del tesoro y de la explotación de contribuyentes estadounidenses, en su mayoría asalariados.

En muchos casos, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, el Estado imperial estadounidense emergente no escatimó préstamos multimillonarios y programas de ayuda para Europa occidental. El Plan Marshall impidió levantamientos sociales anticapitalistas y restableció la supremacía política capitalista. La medida permitió que apareciera la OTAN (una alianza militar liderada y dominada por Estados Unidos). A continuación, las empresas multinacionales estadounidenses invirtieron en Europa Occidental y comerciaron con ella obteniendo beneficios muy lucrativos una vez que el Estado imperial había creado unas condiciones políticas y económicas favorables. En otras palabras, la intervención político-militar del Estado imperial precedió al auge y la expansión del capital multinacional estadounidense. Un análisis miope y a corto plazo de la actividad inicial de la posguerra minimizaría la importancia de los intereses económicos estadounidenses privados como fuerza impulsora de la política estadounidense. Si se amplia el periodo de tiempo analizado a las dos décadas posteriores, la interacción entre los elevados gastos militares y económicos del Estado al principio con los elevados beneficios privados posteriores nos brinda un ejemplo perfecto de cómo opera el proceso del poder imperial.

El papel del Estado imperial como instrumento para abrir, proteger y expandir la explotación del mercado privado, la mano de obra y la explotación de los recursos se corresponde con una época en la que tanto el Estado como las clases dominantes encontraban motivación fundamentalmente en la construcción de un imperio industrial.

La intervención militar y los golpes de estado dirigidos por Estados Unidos en Irán (1953), Guatemala (1954), Chile (1973) y República Dominicana (1965) estuvieron vinculados a empresas e intereses económicos imperiales específicos. Por ejemplo, las empresas petroleras estadounidenses y británicas trataron de invertir el proceso de nacionalización del petróleo en Irán. La empresa estadounidense United Fruit Company se opuso a las políticas de reforma agraria en Guatemala. Las principales empresas estadounidenses del sector del cobre y las telecomunicaciones apoyaron y promovieron el golpe de estado respaldado por Estados Unidos en Chile.

En cambio, las actuales intervenciones militares y guerras estadounidenses en Oriente Próximo, el sur de Asia y el Cuerno de África no están promovidas por multinacionales estadounidenses. Las políticas imperiales están promovidas por militaristas y sionistas encastrados en el Estado, medios de comunicación y organizaciones «civiles» poderosas. Los mismos métodos imperiales (golpes de estado y guerras) sirven a diferentes gobernantes e intereses imperiales.

Clientes, aliados y regímenes títeres
Las redes imperiales comportan garantizar múltiples «bases de recursos» económicos, militares y políticos complementarios que pasen a formar parte del sistema imperial y, al mismo tiempo, conserven diferentes grados de autonomía política y económica.

En las primeras fases dinámicas de la construcción del imperio estadounidense, aproximadamente desde la década de 1950 a la de 1970, las multinacionales y el conjunto de la economía estadounidenses dominaron la economía mundial. Sus aliados en Europa y Asia dependían enormemente de los mercados, la financiación y el desarrollo de Estados Unidos. La hegemonía militar estadounidense se reflejaba en una serie de acuerdos militares regionales que garantizaban casi el apoyo instantáneo a las guerras regionales, los golpes militares y la construcción de bases militares y puertos navales estadounidenses en sus territorios. Los países se dividían en «sectores de especialización» que servían a los intereses particulares del Imperio estadounidense. Europa occidental era un destacamento militar, un socio industrial y un colaborador ideológico. Asia, sobre todo Japón y Corea del Sur, ejercían de «destacamentos militares de primera línea» y de socios comerciales. Indonesia, Malasia y Filipinas eran en esencia regímenes clientes que suministraban materias primas y bases militares. Singapur y Hong Kong eran almacenes financieros y comerciales. Pakistán era un régimen militar cliente que actuaba como elemento de presión de avanzada contra China.

Arabia Saudí, Irán y los pequeños Estados del Golfo Pérsico, gobernados por regímenes autoritarios clientes, suministraban petróleo y bases militares. Egipto y Jordania e Israel afianzaban los intereses imperiales en Oriente Próximo. Beirut ejercía de centro financiero para los banqueros estadounidenses, europeos y de Oriente Próximo.

África y América Latina albergaban regímenes clientes y nacionalistas-populistas que eran una fuente de materias primas y de mercados para manufacturas y mano de obra barata.

La prolongada guerra entre Estados Unidos y Vietnam y la posterior derrota de Washington erosionó el poder del imperio. La expansión industrial de Europa occidental, Japón y Corea del Sur puso en cuestión la supremacía industrial estadounidense. La búsqueda en América Latina de políticas nacionalistas y de reemplazo de importaciones forzó el desplazamiento de la inversión estadounidense hacia las manufacturas extranjeras. En Oriente Próximo, los movimientos nacionalistas derrocaron a clientes estadounidenses en Irán e Iraq y socavaron los destacamentos militares. Las revoluciones de Angola, Namibia, Mozambique, Argelia, Nicaragua y otros lugares redujeron el acceso euroamericano «indefinido» a las materias primas, al menos por el momento.

El declive del Imperio estadounidense se vio detenido temporalmente por el derrumbamiento del comunismo en la Unión Soviética y Europa del Este y el establecimiento de regímenes clientes en toda la región. Asimismo, entre mediados de la década de 1970 y finales de la de 1990 el recrudecimiento de regímenes clientes centrados en el imperio en América Latina produjo la impresión de cierta recuperación imperialista. Sin embargo, la década de 1990 no fue el principio de una reedición del despegue imperial de comienzos de la de 1950: fue un «último hurra» antes de un declive irreversible a largo plazo. La totalidad del aparato político imperial, que tanto éxito había tenido en sus actividades clandestinas para subvertir los regímenes soviético y de Europa del Este, desempeñó un papel marginal cuando llegó el momento de capitalizar las oportunidades económicas subsiguientes. Alemania y otros países de la Unión Europea encabezaron la conquista de empresas lucrativas privatizadas. Los oligarcas ruso-israelíes (siete de los ocho primeros) conquistaron y saquearon industrias estratégicas privatizadas, bancos y recursos naturales. Los principales beneficiarios estadounidenses fueron los bancos y las empresas de Wall Street que lavaron miles de millones de beneficios ilícitos y recaudaron cuotas muy lucrativas de fusiones, adquisiciones, registro de inventarios y otras actividades poco transparentes.

Dicho de otro modo, el derrumbamiento del colectivismo soviético fortaleció al sector financiero parasitario del Imperio estadounidense. Peor aún, la presunción promovida por los ideólogos estadounidenses de que el mundo es «unipolar» hizo el juego a los militaristas, que ahora daban por sentado que habían desaparecido las restricciones anteriores contra los ataques militares estadounidenses a nacionalistas y aliados soviéticos. En consecuencia, la intervención militar se convirtió en la principal fuerza impulsora de la construcción del imperio estadounidense, que desembocó en la primera guerra de Iraq, la invasión de Yugoslavia y Somalia y la expansión estadounidense de bases militares por todo el bloque de la antigua Unión Soviética y Europa del Este.

En el momento culminante del poderío político y militar global de Estados Unidos, en la década de 1990, con todos los regímenes latinoamericanos importantes revestidos del envoltorio neoliberal centrado en el imperio, arraigaron las semillas de la decadencia y el declive . La crisis económica de finales de la década de 1990 desencadenó levantamientos importantes y derrotas electorales de prácticamente todos los clientes estadounidenses de América Latina y profetizó el declive del dominio imperial norteamericano. El crecimiento extraordinariamente dinámico y acumulativo de China desplazó el capital manufacturero estadounidense y debilitó la capacidad de influencia estadounidense sobre los gobernantes de Asia, África y América Latina. La descomunal transferencia de recursos estatales estadounidenses para las aventuras imperiales en el exterior, las bases militares y el sustento de clientes y aliados llevó a la decadencia en el interior.

El imperio estadounidense, que afronta con pasividad el desplazamiento que le imponen los rivales económicos en mercados esenciales y se ha entregado a guerras prolongadas e interminables que han vaciado sus arcas, atrajo a una cohorte de legisladores mediocres que carecían de una estrategia coherente para rectificar políticas y reconstruir el Estado al servicio de una actividad productiva capaz de «recuperar mercados». En cambio, las políticas de guerras indefinidas e insostenibles ha favorecido a un subgrupo especial de militaristas (sui generis): los sionistas norteamericanos. Ellos han capitalizado su infiltración en cargos estratégicos del Estado y aumentado su influencia en los medios de comunicación y en una inmensa red de «grupos de presión» organizados para reforzar la subordinación de Estados Unidos al impulso de Israel para la supremacía en Oriente Próximo.

El resultado ha sido el «desequilibrio» total del aparato imperial estadounidense: la acción militar estaba desengarzada de la construcción económica del imperio. Una casta superior muy influyente de militaristas y sionistas enjaezó el poderío militar estadounidense a un Estado económicamente marginal (Israel), en hostilidad perpetua con los 1.500 millones de habitantes del mundo musulmán. Los ideólogos y legisladores sionistas norteamericanos promovieron unas instituciones y legislación represivas y una propaganda ideológica islamófoba igualmente nociva, concebida para aterrorizar a la población estadounidense. Asimismo, la ideología islamófoba ha servido para justificar la guerra permanente en el sur de Asia y Oriente Próximo y los presupuestos militares desorbitados en una época de condiciones socioeconómicas muy deterioradas en el interior. Se han gastado centenares de miles de millones de dólares de forma improductiva bajo el epígrafe de «Seguridad Nacional» con los que se pretende hacer todo lo posible para reclutar, entrenar, entrampar y detener a musulmanes afroamericanos por «terroristas». Miles de agencias secretas con centenares de miles de funcionaros nacionales, estatales o locales han espiado a ciudadanos estadounidenses que en algún momento pudieron haber tratado de hablar o actuar para rectificar o reformar las políticas imperialistas económico-militares sionistas

Al final de la primera década del siglo XXI, el imperio estadounidense solo podía destruir adversarios (Iraq, Pakistán y Afganistán), provocar tensiones militares (península de Corea, Mar de China) y socavar las relaciones con socios comerciales potencialmente lucrativos (Irán, Venezuela). El autoritarismo galopante se fundió con el militarismo sionista quintacolumnista para fomentar la ideología islamófoba. La convergencia de mediocridades autoritarias, truhanes rampantes y quintacolumnistas tribales leales del régimen de Obama descartan cualquier cambio previsible en el signo de la decadencia imperial.

La creciente red económica global de China y el avance dinámico en tecnología aplicada puntera en todos los sectores, desde las energías alternativas hasta los trenes de alta velocidad, contrastan con un imperio estadounidense infestado de sionismo y militarismo.

Las exigencias que los norteamericanos imponen a los gobernantes paquistaníes clientes para que vacíen sus arcas en apoyo de las guerras islámicas estadounidenses en Afganistán y Pakistán contrastan con los 30.000 millones de dólares de inversión china en infraestructura, energía y energía eléctrica y en el incremento multimillonario del comercio.

Los 3.000 millones de dólares de ayuda militar estadounidense a Israel contrastan con las inversiones multimillonarias de China en acuerdos comerciales y petroleros con los iraníes. La financiación estadunidense de guerras contra países islámicos en el centro y el sur de Asia contrastan con la expansión del comercio y los acuerdos de inversiones de Turquía en la misma región. China ha sustituido a Estados Unidos como socio comercial clave en países destacados de Sudamérica, mientras que el desigual acuerdo estadounidense de «libre comercio» (NAFTA) empobrece a México. El comercio entre la Unión Europea y China supera al que la Unión Europea mantiene con Estados Unidos.

En África, Estados Unidos financia guerras en Somalia y el Cuerno de África, mientras que China firma acuerdos comerciales e inversiones multimillonarias construyendo infraestructuras africanas a cambio de acceso a materias primas. No cabe duda de que el futuro económico de África está cada vez más vinculado a China.

En cambio, el Imperio estadounidense está dando el abrazo de la muerte a un Estado militarista colonial insignificante (Israel), a los Estados fallidos de Yemen y Somalia, a los regímenes clientes estancados y corruptos de Jordania y Egipto y a los decadentes Estados petroleros absolutistas y recaudadores de Arabia Saudí y el Golfo Pérsico. Todos forman parte de una coalición atávica e improductiva tendente a conservar el poder mediante la supremacía militar. Pero los imperios del siglo XXI se construyen sobre los cimientos de economías productivas con redes globales vinculadas a socios comerciales dinámicos.

Reconociendo la primacía económica y las oportunidades mercantiles vinculadas a la participación en la red china global, los clientes estadounidenses antiguos o actuales, y hasta los gobernantes títeres, han empezado a apartarse de la sumisión a las órdenes estadounidenses. Por toda América Latina se han producido desplazamientos fundamentales de las relaciones económicas y las alineaciones políticas. Brasil, Venezuela, Bolivia y otros países apoyan el programa nuclear no militar de Irán para defenderse de la agresión de Washington encabezada por el sionismo. Varios países han desafiado a los legisladores estadounidenses-israelíes reconociendo al Estado palestino. El comercio con China supera al comercio con Estados Unidos en los países más grandes de la región.

Los regímenes títeres de Iraq, Afganistán y Pakistán han firmado acuerdos económicos importantes con China, Irán y Turquía aun cuando Estados Unidos vierta miles de millones para reafirmar su posición militar. Turquía, antiguo cliente militar del mando EE UU-OTAN amplía su propia búsqueda de hegemonía capitalista ensanchando los lazos económicos con Irán, el centro de Asia y el mundo árabe-musulmán y desafía a la hegemonía militar de Estados Unidos e Israel.

El Imperio estadounidense sigue conservando clientes importantes y casi un millar de bases militares por todo el planeta. Cuando los regímenes clientes y títeres declinan, Washington incrementa de 50 a 80 países el papel y el alcance de las actividades extraterritoriales de escuadrones de la muerte. La independencia creciente de regímenes del mundo en vías de desarrollo se alimenta especialmente de un cálculo económico: China ofrece mayores beneficios económicos y menos injerencias político-militares.

La red imperial de Washington se basa cada vez más en los lazos militares con aliados: Australia, Japón, Corea del Sur y Taiwán en el Lejano Oriente y Oceanía; la Unión Europea en Occidente; y unos rudimentos de Estados centro y sudamericanos en el Sur. Aun aquí, los aliados militares han dejado de ser dominios económicos: los principales mercados de las exportaciones de Australia y Nueva Zelanda se encuentran en Asia (China). El comercio entre China y la UE crece a ritmo exponencial. Japón, Corea del Sur y Taiwán están cada vez más unidas a China mediante el comercio y las inversiones… como Pakistán y la India.

Igualmente importante es que las nuevas redes regionales que excluyen a Estados Unidos estén creciendo en América Latina y Asia, forjando un potencial para nuevos bloques económicos.

En otras palabras, la red económica imperial estadounidense creada tras la Segunda Guerra Mundial y ampliada mediante el derrumbamiento de la URSS se encuentra en fase de decadencia, aun cuando las bases y los tratados militares sigan siendo una «plataforma» formidable para nuevas intervenciones militares.

Lo que está claro es que los beneficios militares, políticos e ideológicos de la construcción estadounidense de la red por todo el mundo tras el derrumbamiento de la URSS y las guerras post soviéticas no son sostenibles. Por el contrario, la sobredimensión del aparato ideológico, militar y de seguridad despierta expectativas económicas y reduce los recursos económicos derivados de la incapacidad de explotar oportunidades económicas o consolidar redes económicas. Estados Unidos financió «levantamientos populares» en Ucrania que desembocaron en regímenes clientes incapaces de fomentar el crecimiento. En el caso de Georgia, el régimen se comprometió en una guerra aventurera con Rusia que se ha traducido en pérdidas comerciales y territoriales. Es cuestión de tiempo que los vigentes regímenes clientes de Egipto, Jordania, Arabia Saudí, Filipinas y México afronten levantamientos importantes debido a los precarios cimientos de gobierno de unos mandatarios corruptos, inmovilistas y represores.

El proceso de decadencia del Imperio estadounidense es al mismo tiempo causa y consecuencia del reto planteado por potencias económicas emergentes que establecen núcleos de crecimiento y desarrollo alternativos. Las transformaciones en el seno de países de la periferia del imperio y el endeudamiento creciente y los déficit comerciales del «centro» del imperio están erosionándolo. La clase dirigente estadounidense actual, tanto en sus variantes financiera como militarista, no manifiestan voluntad ni interés por plantar cara a las causas de la decadencia. Más bien se refuerzan mutuamente: el sector financiero reduce los impuestos, lo que aumenta la deuda pública y saquea las arcas públicas. La casta militar esquilma las arcas en busca de guerras y destacamentos militares e incrementa el déficit comercial socavando conquistas comerciales y de inversión.

Artículo original: http://petras.lahaine.org/articulo.php?p=1834 – Traducido del inglés para Rebelión por Ricardo García Pérez



2011/02/13

Entrevista con Ffrancisco Etxeberria, forense de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y testigo de la memoria colectiva

"...el Estado actual es derivado del anterior; rompe en parte, pero es derivado de él. Cómo no va a tener ese Estado responsabilidades de atender a las víctimas, de darles una verdad oficial."

GARA


Ustedes dicen que no indagan el porqué de las muertes, sino el cómo. No obstante, las exhumaciones revelan que, en la guerra, donde no hubo frente de combate hubo represión, y que no sólo morían los soldados sino también los civiles. Eso es explicar bastante...

Efectivamente, incluso habría que añadir otra cuestión: no hubo espacio geográfico donde no existiera la represión; y estamos hablando de población civil -hombres, mujeres, niños, ancianos- que no estuvieron en ninguna guerra. Además, nunca antes se han investigado los hechos. No estamos hablando de las víctimas de un bombardeo o de quienes fueron al frente y murieron en una batalla, que también es trágico; estamos hablando de personas que casi ni se enteraron de que hubo guerra porque los mataron directamente los dos o tres primeros meses, y a otros muchos los mataron en juicios sumarísimos y tramposos en la posguerra. Por lo tanto, estamos hablando de víctimas olvidadas que no están en los libros de historia, las víctimas «no oficiales».

Toda dictadura genera una dinámica perversa: provoca miedo que lleva al olvido, y el olvido a la ignorancia... ¿Cómo se rompe la cadena?

Se ha roto, precisamente, con el tema de las exhumaciones. Han servido para romper ese recorrido perverso: estábamos llegando a finales del siglo XX y había quien lo negaba, decían que se exageraba mucho, que no era para tanto, que Franco fue un beneficio, que nos salvó de algo peor como podía ser el comunismo... Cada fosa es una evidencia; tiene mucha fuerza la fotografía, más cuando sabes que es un chaval de 15 años o un anciano o el secretario judicial o un sindicalista... Eso tiene tal fuerza que con ello hemos logrado neutralizar precisamente ese recorrido perverso.

Uno de los argumentos que emplean quienes se oponen a recuperar la memoria es que se abren heridas...

Ese concepto de reabrir la herida es tanto como reconocer que no ha cicatrizado. Eso sería terrible si lo reconociéramos con caracter general y en la totalidad de ciencias sociales. Pero la derecha siempre está con lo mismo, asustando. ¿Puede haber una involución? ¿Se quiere decir que esto no es una democracia completamente consolidada y que tenemos déficits? Ciertamente los tenemos, pero cuanto más hablan de esa manera, más parece que la democracia todavía es imperfecta y muy inmadura.

¿Ha llegado a sentir miedo haciendo este trabajo?

No hemos sentido preocupación ni miedo porque hemos tenido una cobertura y una comprensión. Afortunadamente, cuando abrimos la primera fosa en el País Vasco nos llamaron algunas instituciones -Diputación de Gipuzkoa y Gobierno Vasco- y nos dijeron que si teníamos algún problema les avisáramos de inmediato, pero aquello se debía hacer.

Verdad, justicia y reparación son las claves y los derechos de la víctimas. ¿Cómo se consigue materializar los tres aspectos?

Tendría que haber un equilibrio entre los tres, y lo cierto es que el segundo pilar, el de la justicia, no se ha puesto en marcha. Es decir, hay unas políticas públicas que se han realizado con dudas en este tiempo pasado. Por ejemplo, que se haga una plaza dedicada a la II República don-de se encontraron unas fosas, hace 20 años hubiera sido imposible, pero es una acción reparadora que corresponde a las instituciones

Entre verdad, justicia y reparación, como técnicos, nosotros trabajamos en el pilar de la verdad, en buscar información para conocer la verdad, pero después esa verdad hay que usarla legítimamente también en lo político y en lo pedagógico. Hay muchas dimensiones que se pueden desarrollar desde las autoridades públicas.

¿Cree que se quedan cortas las autoridades?

Sí, creo que sí. Yo suelo poner un ejemplo: En Beasain, un buen día se celebró un pleno monográfico para hablar de este tema y poner en el acta el nombre de todas las víctimas del lado republicano. En otro momento se convocó a las familias y se les entregó el acuerdo de aquel pleno -con el nombre y el apellido de las víctimas-, donde se consideraba que aquello fue injusto, etc... Eso se puede hacer en todos y cada uno de los municipios del País Vasco, no cuesta siquiera dinero.

El orden es verdad, justicia y reparación. En los lugares del mundo donde han querido saltarse este recorrido o hacerlo de otra manera, el tema ha funcionado muy mal. Hace falta verdad que sirva para administrar justicia, que sirva para la reparación. Luego hay un cuarto pilar del que cada vez se habla más, que son las garantías de no repetición.

Hay grupos sociales que demandan rescatar la memoria histórica, pero a veces podría parecer que el motor es la propia irritación que producen algunas actitudes desde instituciones públicas; por ejemplo, en Nafarroa, donde el propio Gobierno llega a obstaculizar...

Algunas asociaciones de memoria histórica dicen que su lucha ni siquiera es contra la dictadura franquista -eso está resuelto-, sino contra actuales estamentos democráticos que todavía hoy siguen encubriendo un pasado al que no se quieren enfrentar.

Eso se está dando en algunos ejemplos -increíbles-, cuando se propone hacer un mapa de fosas para preservar el espacio y que no se desbaraten, y hay quienes se atreven a decir públicamente que no quieren hacerlo. El argumento vuelve a ser que se reabre una herida... Seguramente hacen eso por un complejo de culpabilidad. Igual todos tenemos un poco de complejo con este asunto...

¿La memoria histórica contribuye a asentar una democracia?

Yo creo que sí; lo que estamos haciendo sirve para consolidar algunos valores, y creo que algunos partidos se están dando cuenta. Normalmente, en democracia se habla mucho de valores que tienen un significado simbólico. En la consideración de las víctimas, la tragedia individual se incorpora a lo colectivo porque tenemos que saber que eso ha ocurrido; esa víctima merece un respeto y eso debe servir para hablar del futuro. Y podemos hablar del desaparecido, pero también del que le quitaron todo...

Además, se puede hacer otra consideración: el Estado actual es derivado del anterior; rompe en parte, pero es derivado de él. Cómo no va a tener ese Estado responsabilidades de atender a las víctimas, de darles una verdad oficial.

Usted empezó a ejercer como médico forense a comienzos de los ochenta, en un territorio conflictivo y en una época convulsa: lucha armada muy intensa, tortura a detenidos, guerra sucia, toxicomanías y delincuencia, violencia de género... Sospecho que no fue fácil...

En aquel momento casi no nos daba tiempo a reflexionar sobre lo que teníamos todos los días. A la semana se producía -al menos en Gipuzkoa- una incidencia de gran trascendencia; había una actividad constante que se imponía con mucho peso: un atentado, un secuestro... No acababas la tarea en un caso concreto y ya estabas metido en el siguiente.

Dentro de las cosas terribles de aquella etapa, recuerdo la muerte, desde luego, pero también el sufrimiento infligido intencionadamente; el mal trato y la tortura eran la norma. Veníamos de donde veníamos, eran los mismo actores y era horroroso ir a la comandancia de la Guardia Civil, sobre todo en El Antiguo y en Intxaurrondo. La forma como a uno mismo le trataban era increíble. Yo era el médico forense e iba allí porque me ordenaba el juez de guardia, que tenía legitimidad, y no me trataban ni siquiera de manera correcta, educada, sino siempre como en sospecha...

Recuerdo alguno de los primeros reconocimientos médicos de detenidos de ETA en incomunicación, y nos decían que no podíamos ni hablar con el detenido. ¡¿Qué es esto? ¡Era terrible lo que había ahí!

A usted le tocó constatar casos de tortura en aquellos años. ¿Qué se siente ante un detenido en comisaría al que sabe que le han torturado hasta el momento de llegar usted?

Era una sensación de una enorme intranquilidad, con inseguridad en ese instante. Yo no tenía inseguridad en el Palacio de Justicia, pero ahí sí. Al mismo tiempo, era una tragedia porque creo que debía haber hecho más de lo que hice, incluso; lo digo ahora desde una posición madura; yo no soy aquel que tenía veintipocos años. Yo debería haber hecho más cosas.

Algunas de las cosas que hicimos, por ejemplo, es ir a casa del juez a comentarle lo que acabábamos de ver el secretario judicial y yo. Salimos tan horrorizados que no dijimos «mañana a la mañana ya hablaremos», sino que fuimos a casa del juez, le contamos lo que había y el juez dijo «voy inmediatamente». Son cosas que no están en el reglamento pero uno las puede poner en funcionamiento. Podíamos haber sido mucho más enérgicos en torno a eso.

Todavía se siguen denunciando torturas... Y para que subsista la tortura se necesita tolerancia política, planificación, premeditación, complicidad jerárquica e institucional... ¿Cómo se podría erradicar definitivamente la tortura?

El día que sea posible -porque la reglamentación lo posibilite- reprochar eso a la propia autoridad judicial...

Pero los jueces escuchan a los propios detenidos el relato de lo que acaban de sufrir en dependencias policiales o comprueban las marcas físicas, y casi nunca pasa de ahí...

Yo creo que la Audiencia Nacional no ejerce la tutela que le corresponde respecto a los detenidos, en tanto que son detenidos de una autoridad judicial, aunque el brazo ejecutivo sea una policía u otra. Ejerce la tutela desde la distancia, en base a una serie de normas y protocolos que son de risa en este terreno, y cuya última modificación es del año ochenta y tantos, cuando Belloch estaba en el ministerio... Así se puede entender que pasen estas cosas. Luego están los malhechores que llevan a cabo el maltrato, pero tiene que haber por encima de ellos alguien que les diga que eso no vuelva a pasar.

Si a un juez con conciencia le ocurre esta situación un par de veces, tiene mecanismos para que no vuelva a sucederle lo mismo. La prevención de la que se habla en ocasiones debe ser norma aquí, ya que hay una historia acreditada en la que no valen cálculos estadísticos. Un caso sólo ya es extremadamente grave.

Otro de los casos notables que le han tocado a usted fue reconocer los restos de Lasa y Zabala cuando aparecieron en Alicante... ¿Cómo tuvo constancia de que eran ellos?

Yo ya era forense cuando estos dos jóvenes habían sido, además de secuestrados, maltratados, probablemente a quinientos metros del Palacio de Justicia donde me creía investido de autoridad como forense. Es decir, frente a nuestras propias narices...

Para cuando descubrimos la situación en Alicante, habíamos mirado también en otros sitios. Para ese momento se tenía una hipótesis, que es la que luego sirvió: Lasa y Zabala estaban en territorio español, enterrados, habían muerto como consecuencia de disparos y tenían cal viva. ¿Por qué? Porque ésa era prácticamente la metodología que tenían prevista los GAL cuando hablaban de esto con toda naturalidad.

Cuando llegué a Alicante -con bastantes dudas porque me parecía muy lejano: será un error, será otra cosa-, me di cuenta de que eran ellos por la coincidencia de los pocos datos que existían pero que eran suficientes: varones, jóvenes, con pelo negro, una estatura, los dientes de una determinada manera, etc... El margen de error casi se reducía a cero. En una impresión del primer momento, dije «esta vez sí son».

¿Encontró algún tipo de dificultad entonces?

Desde la Audiencia Nacional me exigieron que lo pusiera por escrito, aunque no estaba previsto. Estuve dos días sin dormir haciendo el informe. Trabajé con el policía que luego murió de infarto en el propio juicio, Jesús García -ése sí que tuvo que pasarlas de a kilo-; por cierto, un profesional serio, que hablaba de democracia.

De todos modos, para mí también fueron momentos de tensión; yo había grabado en vídeo y había hecho fotografías en previsión de que todo aquello fuera una trampa que nos estaban poniendo o de que nos hicieran algún cambio con las evidencias... Tuve tensión hasta el punto de que en una de las conclusiones del informe que redacté decía que, con mi nivel de análisis yo digo que son Lasa y Zabala, pero que se debían hacer más análisis y más estudios. Y hasta que no se dieron los resultados contundentes del ADN que se hicieron en el Instituto Nacional de Toxicología en Madrid, estuve intranquilo, hasta el extremo de decir «si llego a equivocarme en esto, estoy perdido para siempre, me tendré que ir a vivir a otra parte...»

¿Tuvo algún tipo de respaldo?

En ese momento tuve una cierta cobertura institucional de Juan Mari Jauregi, el gobernador civil de Gipuzkoa; se interesó y no estaba para aguantar una broma en este punto concreto. Eso es importante. Diría incluso de Belloch, que era ministro... Creo que ninguno de ellos se sorprendió de que yo estuviera en el tema y, al mismo tiempo, mi opinión iba a tener algún peso. Se confirmó absolutamente todo, hasta tal extremo de que la hipótesis estaba dirigida al GAL Verde, a Intxaurrondo, salía Rodríguez Galindo... Esto acabó en un juicio con condena, que alcanzó a un gobernador civil... Lo que todos intuíamos se pudo confirmar, pero no siempre pasa esto.

Recuerdo también las malas caras de algunas personas destacadas, que me decían que era de Herri Batasuna para descalificarme, pero a mí me conocían otras personas y sabían que yo no he militado nunca en un partido político.

¿Cuándo fue consciente de que sus investigaciones estaban llegando al corazón del Estado?

Ahí mismo. De las cosas que yo he visto, no hay un delito mayor que éste: funcionarios del Estado, con dinero del Estado y con conocimiento de las autoridades políticas, cometen el delito de secuestrar en otro país soberano a unos individuos que tienen estatuto de refugiado político, tras el secuestro los trasladan al país, los torturan y llegan a un nivel en que dicen que mejor será matarlos porque en el estado en que los tenemos no podemos dejarlos en libertad...

En la sentencia no todo me convence, pero lo cierto es que cuando uno ve un cuerpo semimomificado y ve que tienen algodones en las fosas nasales, tiritas en varias partes del cuerpo, esparadrapo y apósitos, no solamente las mordazas que tenían en la cara con unas mantas y cinta de empalme -que no voy a decir de dónde han venido pero que son perfectamente analizables-, eso te permite decir que a estos individuos, además de los disparos que tenían en la cabeza, antes de llegar a ese punto les ha pasado de todo. En el juicio se enfocó mucho a si les habían arrancado las uñas o no. Yo dije claramente que no les arrancaron las uñas, pero de lo otro, tiene usted lo que quiera... Si esos ejemplos aparecen en una fosa de Bosnia, en cualquier tribunal internacional nadie dudaría de que han sido objeto de torturas salvajes, pero aquí casi se hablaba de cuánto duele...

A pesar de los años de experiencia, ¿sigue habiendo casos que le conmocionan?

Sí. Me conmociona cualquier sujeto que habiendo sido objeto de una injusticia -sea la que sea- luego no se le cree. No hablo de la última situación de unos malos tratos ostensibles, sino simplemente de un individuo que diga «me han tratado mal y desde entonces tengo este miedo» o lo que sea... y encima eso no se le cree, se le desconsidera... En definitiva, lo que me conmueve es el sujeto vivo que sufre. Los muertos no sufren; sufrimos los vivos, sufre el allegado, sufre la madre, el hermano... Entiendo por ese motivo que los allegados se convierten en víctimas. Es más, es que son realmente las víctimas.

¿Aplicar el proceso de verdad, justicia y reparación sirve para aliviar el dolor de los allegados?

A las víctimas hay que darles lo que no tienen. Por ejemplo, ¿qué no tienen las víctimas del terrorismo de ETA que yo creo que hay que darles porque se lo merecen? No tienen reconocimiento social. Tienen un reconocimiento institucional; han tenido verdad, justicia y reparación. Por lo tanto, las políticas públicas en torno a las víctimas del terrorismo de ETA tienen que ir encaminadas a un reconocimiento social.

Hay otras víctimas que cronológicamente pertenecen a las mismas etapas, que han tenido reconocimiento social -esto es curioso-, pero les ha faltado un reconocimiento institucional en muchos casos y, desde luego, les ha faltado verdad, justicia y reparación.

¿Abordar la cuestión de las víctimas de ambos lados es una condición imprescindible para superar el conflicto político de Euskal Herria?

Yo creo que se va a dar de manera natural. Si verdaderamente desaparece la violencia organizada, va a ser más fácil hablar de todo este asunto. Estamos en un punto donde esto se va a ir dando, no para echarse los trastos unos a otros, sino porque hay cosas que habrá que reconocer también. La sociedad vasca está cargada de ejemplos de injusticias que se han dado: solamente el número de maltratados y torturados... es inmenso.

Es curioso porque cuando uno habla de estos temas fuera de aquí, hay quienes dicen: «tú hablas de esto exagerando...» Pero si yo conozco a un montón de gente, si yo tengo en mi familia gente que ha pasado por ahí, y vecinos, y amigos del colegio, y alumnos, y profesores de la universidad en la que trabajo, y médicos... ¿Crees que digo esto porque forma parte de una estrategia? ¡Es así!

A pesar de todo lo visto y vivido, ¿cree en la bondad humana?

Creo que la cultura nos modula las aspiraciones y apetencias de no bondad que tenemos, porque, si no, seríamos mucho más bruscos, enérgicos... Yo no creo esa historia de que el hombre es bondadoso de por sí. Cuando ves a otras personas que han cometido un hecho delictivo muy reprochable, si tú te acercas y analizas las cosas, ves que quizás tú en su misma piel habrías hecho lo mismo. Ésta es una cuestión que hasta me preocupa porque entonces debe ser que yo soy afortunado: no me ha tocado por suerte en la vida, por circunstancias...

A veces en un museo de horror o de criminología no es raro que aparezcan fotografías de los delincuentes más famosos de la historia de la humanidad. Vas viendo fotos y muchas veces he pensado que la última fotografía debería ser un espejo en el que uno viera su propia cara, porque en un momento determinado puedes ser tú...

2011/02/09

El Mundo árabe está en llamas: diálogo con un anarquista sirio

"Esto está sucediendo en una región asolada por las dictaduras y el autoritarismo… eso es lo grandioso de las revoluciones, que transforman el mundo rápidamente. Eso no significa que la lucha esté ganada; por el contrario, esto significa que la lucha real acaba tan solo de comenzar"
Las grandes revueltas que están sacudiendo el mundo árabe en Yemen, Argelia, Túnez y ahora Egipto han tomado a todo el mundo por sorpresa. Son, sin lugar a dudas, uno de los acontecimientos más relevantes de nuestro tiempo y están enviando un claro mensaje: no hay ningún lugar del mundo condenado a ser el juguete de un dictador con apoyo imperialista. Regímenes extraordinariamente autoritarios como el de Ben Ali se han mostrado completamente impotentes frente a un pueblo en lucha unido y con determinación. Quienes están llevando a cabo estas rebeliones son jóvenes, trabajadores, desempleados, los pobres, que están reconfigurando el rostro de la región, dando escalofríos a los mandamases en Washington y Tel Aviv. Ni todas las armas reunidas del régimen de Mubarak ni toda la ayuda militar estadounidense han podido frenar la extensión de la protesta. Los rebeldes están mostrando el poder del pueblo y de la clase trabajadora cuando se une, la capacidad política de la gente común y corriente para levantar organismos de poder dual con un claro instinto libertario y están demostrando al mundo que nos encontramos en una era de cambio revolucionario. Hemos sostenido un rápido diálogo con nuestro compañero y amigo Mazen Kamalmaz, de Siria, editor del blog anarquista árabe http://www.ahewar.org/m.asp?i=1385 que nos habla acerca de la importancia de este espléndido desarrollo político.

1. Parece que toda una ola repentina de protestas masivas está sacudiendo los cimientos de longevos regímenes opresivos en el mundo árabe… ¿había indicios de que esto podía suceder?

Este es uno de los aspectos más interesantes de la ola revolucionaria que se está expandiendo por el mundo árabe, que llega cuando nadie la esperaba. Sólo unos días antes de las manifestaciones multitudinarias en Egipto, la Secretaria de Estado de los EEUU, Hillary Clinton, declaraba que el gobierno egipcio era estable, y ahora nada es estable en la región: las masas se encuentran de pie y todos los regímenes represivos se esperan lo peor. Hay cuestiones que comparten todos estos levantamientos, que pasaron inadvertidos a los regímenes, a los estadistas e incluso a los intelectuales, tales como la rabia que había ahí, escondida, silenciada por la represión de los Estados, la pobreza y el desempleo crecientes… pero los gobiernos, tanto locales como occidentales, pensaron que se podía mantener esta rabia bajo control… ahora sabemos lo equivocados que estaban.

2. ¿Cuál es la importancia de la salida de Ben Ali del gobierno de Túnez?

Este es tan sólo el primer paso de lo que está por venir. Supone el hecho de que el pueblo, el pueblo en lucha, puede desafiar a la represión y vencer. Es muy pronto para hablar sobre el desenlace final, todo es demasiado complejo aún, pero el pueblo ha conseguido ser consciente de su poder real y todavía está en la calle, de modo que la lucha aún se encuentra abierta a muchas posibilidades.

3. ¿Por dónde se está extendiendo la revuelta? ¿qué países pueden experimentar rebeliones masivas?

Hoy podemos afirmar con seguridad que cualquiera podría ser el siguiente. Quizás Argelia, Yemen y Jordania sean candidatos firmes, pero debemos tener en cuenta que una revolución en Egipto tendría un impacto grandioso en la región, superando las peores pesadillas de los dictadores y de sus partidarios.

4. ¿Cuál sería la relevancia de una revolución en Egipto, el segundo mayor receptor de ayuda militar norteamericana en todo el mundo?

Egipto es el país más grande de Oriente Medio y su papel estratégico es muy importante. Es uno de los principales pilares de la política norteamericana hacia Oriente Medio. Incluso si el viejo régimen sobreviviera durante algún tiempo o si el nuevo régimen fuera pro-norteamericano, la presión de las masas será un factor a tener en cuenta de ahora en adelante. Resumiendo, los EEUU, el principal apoyo del régimen actual, se resentirá debido a la rebelión de las masas egipcias.

5. ¿Cuál está siendo el rol de los Hermanos Musulmanes en estas protestas? ¿y de la vieja guardia de la izquierda?

Un punto muy importante de estas manifestaciones y revueltas es que tuvieron un origen totalmente espontáneo e iniciado por las masas. Es cierto que los diferentes partidos políticos se sumaron más tarde, pero todo el proceso fue en gran medida una manifestación de acción autónoma por parte de las masas. Eso también vale para los grupos políticos islamistas. Quizás dichos grupos piensen ahora que las elecciones podrían llevarles al poder, pero con las masas en rebelión en las calles es difícil, dado que se negarán activamente a someterse de nuevo a otro poder represivo, pero incluso en el caso de que eso sucediera, el pueblo no aceptaría en esta ocasión ser sometido, mientras se mantenga fresca en la mayoría la memoria eufórica de las cotas de libertad que alcanzaron mediante su propia lucha. Ningún poder podría forzarles fácilmente a someterse de nuevo a algún tipo de régimen represivo.
Otra cosa que hay que tener en cuenta es que durante las revoluciones el pueblo es más receptivo a las ideas libertarias y anarquistas, y que la libertad es la idea hegemónica del momento, no el autoritarismo. Algunos de los grupos estalinistas solo representan el rostro más feo del socialismo autoritario… por ejemplo, el antiguo Partido Comunista de Túnez participó junto al partido dominante de Ben Alí en el gobierno formado tras la expulsión del propio Ben Alí. Otro grupo autoritario, el Partido Comunista de los Trabajadores de Túnez, participó activamente en las protestas, pero se manifestaron sus contradicciones: cuando Ben Alí escape llamó a crear consejos o comités locales para defender el proceso, solamente para retractarse poco después y llamar a crear un nuevo parlamento y gobierno. En Egipto es prácticamente lo mismo, hay grupos reformistas de izquierda, como el Partido de Unidad Progresista y algunos grupos revolucionarios de la izquierda autoritaria.

No puedo decir con exactitud cuál es el rol de los anarquistas y de otros libertarios -hay una creciente tendencia comunista consejista junto a ellos- debido a la falta de comunicación con nuestros compañeros allá, pero tengo que resaltar lo dicho antes: que estas revoluciones fueron hechas principalmente por las propias masas. En Túnez, los fuertes sindicatos locales jugaron un gran papel en las últimas fases de la revuelta.

Quiero hablar un poco más acerca de los comités locales creados por las masas, que son una de las manifestaciones más interesantes de su acción revolucionaria. Frente al pillaje iniciado sobre todo por la policía secreta, el pueblo creó dichos comités como instituciones realmente democráticas, como una competencia real al poder de las elites dominantes y de las instituciones autoritarias… en Egipto hay al día de hoy dos gobiernos; los comités locales y el gobierno de Mubarak que se esconde tras los tanques y los rifles de sus soldados. Esto está sucediendo en una región asolada por las dictaduras y el autoritarismo… eso es lo grandioso de las revoluciones, que transforman el mundo rápidamente. Eso no significa que la lucha esté ganada; por el contrario, esto significa que la lucha real acaba tan solo de comenzar.

6. Para resumir, ¿cuál es su punto de vista sobre los acontecimientos? ¿qué piensa que simbolizan?

Es el comienzo de una nueva era, las masas se están levantando y su libertad está en juego, las tiranías tambalean… sin duda, estamos asistiendo al nacimiento de un mundo nuevo.

Extraído de anarkismo.net

Traducción al castellano por Manu García

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