"Además de insistir en la abolición de la esclavitud como un
medio de lograr la emancipación del proletariado, Marx había advertido
de que si los blancos trataban de empujar a los negros a una casta
dentro de la clase obrera, esto no haría sino aumentar el espectro al
que ellos mismos podían ser empujados."
Matxingunea
Esclavitud racializada
Contrariamente a las justificaciones racistas
pseudocientíficas de la esclavitud que prevalecieron durante todo el
siglo XIX, Karl Marx entendió que el estatuto del esclavo era más una
condición marcada externamente que una predisposición existente
internamente. En el periodo del auge de la antropología y de la
etnología, Marx iba muy por delante de su tiempo al afirmar que el
estatuto de esclavo no era un fenómeno natural proscrito biológicamente
por la raza de una persona. Marx puso mucho cuidado en desentrañar cómo
se diferenciaba la esclavitud racializada de la esclavitud asalariada,
cómo se llegaba a producir y por qué su racialización era otra forma de
tipos similares de armas utilizadas contra la unificación de la clase
obrera.
En lo que se refiere a la diferencia entre los sistemas de
trabajo, Marx explicó que aunque los trabajadores asalariados y su
trabajo también estaban mercantilizados, los trabajadores asalariados
existían como capital variable y su trabajo en formas abstractas o
concretas. En cambio, «el propietario de esclavos compra a su trabajador
[esclavo] como compra un caballo. Si pierde a su esclavo pierde
capital»
[1].
En otras palabras, como añadía Marx, «en el sistema esclavista, el
capital dinero invertido en la compra de trabajo desempeña el papel de
la forma monetaria del capital fijo, que solo es sustituido gradualmente
una vez expirado el periodo de vida activa de esclavo» (Padover, 21).
Así, como esclavo, el trabajador ni siguiera es reconocido como
trabajador vivo, sino como trabajo muerto. Además, en esta afirmación
Marx opone el nivel de alienación del trabajador como esclavo con el del
trabajador asalariado identificando al esclavo como capital fijo,
mientras que previamente se ha considerado el trabajo asalariado capital
que trabaja. Por consiguiente, Marx nunca sugirió que el trabajo
asalariado y la esclavitud fueran lo mismo. También diferenció el
trabajo asalariado de la clase obrera formalmente libre del trabajo
esclavo en otro contexto cuando escribió: «Aquí no se trata de
esclavitud indirecta, la esclavitud del proletariado, [sino que] se
trata de esclavitud directa, la esclavitud de los negros en Surinam, en
Brasil, en los Estado de Estados Unidos»
[2].
Por una parte, Marx distinguía ambos comparando la mayor
libertad y movilidad del trabajador asalariado «con el negro, sometido a
un amo y vendido sin su consentimiento», pero, por otra parte, afirmó
que ambos estaban relacionados por la burla que padecía el trabajador
blanco del norte de Estados Unidos que «alardeaba de la más alta de las
prerrogativas del trabajador de piel blanca de venderse a sí mismo y
elegir a su amo»
[3] y que, por consiguiente, se engaña a sí mismo con ser libre cuando su libertad relativa es tan pequeña.
Por lo que se refiere a cómo se produjo la esclavitud
racializada, Marx señaló que «la transformación de África en una
conejera
para la caza comercial de las personas de piel negra» era el punto fundamental que «marcó el halagüeño amanecer de la producción capitalista»
[4]. Marx reconoció que la esclavitud «existía entre todas las naciones desde el inicio del mundo»
[5]
pero la esclavitud que preparó el camino para la emergencia del
capitalismo occidental tenía una cualidad única y aberrante que lo
diferenciaba de otros sistemas esclavistas en otras sociedades del
pasado. En anteriores sociedades esclavistas, las personas se convertían
en esclavas cuando eran hechas prisioneras de guerra. Era una
alternativa humana a asesinar a los vencidos.
Bajo el capitalismo el proceso inhumano de adquirir esclavos
llegó a parecerse al de adquirir materia primas o ganado ya que las
personas libres estaban deshumanizadas y habían sido convertidas en
mercancías. El estatuto de esclavo se convirtió en inmutable y marcado
por el nacimiento. Al igual que el mercado de productos, «el propio
mercado de esclavos mantiene un suministro constante de su mercancía de
fuerza de trabajo por medio de la guerra, la piratería, etc», de forma
similar a cómo se había adquirido el oro a lo largo de los siglos para
su comercialización, aunque los esclavos se diferenciaban en que eran
mercancías que se reproducían a sí mismas
[6].
Aunque el moderno comercio transatlántico de esclavos no fue el primer
caso de la esclavitud racializada, Marx identificó estas cualidades
diferentes de este sistema esclavista que implicaba la caracterización
de las pieles africanas como esclavos como parte de los cimientos del
capitalismo occidental.
Antes del comercio de esclavos negros, las colonias
suministraban al Viejo Mundo pocos productos sin cambiar visiblemente el
mundo. Por consiguiente, la esclavitud es una categoría económica de
enorme importancia. (Padover, 24.)
En otras palabras, no existía una mercancía de más
importancia relacionada con las colonias europeas en América que la
fuerza humana como capital fijo. La exportación de esclavos tuvo un
impacto mayor en la economía global que el todas las demás materias
primas juntas.
La esclavitud directa es el eje central de nuestra
industrialización en la misma medida que la maquinaria, el crédito, etc.
Sin la esclavitud no se obtiene algodón, sin algodón no hay industria
moderna. La esclavitud es lo que ha dado valor a las colonias; las
colonias son lo que han creado el comercio mundial; el comercio mundial
es la condición necesaria para la maquinaria industrial a gran escala.
(Padover, 24.)
La compra-venta comercial de esclavos africanos transformó a
los trabajadores humanos en un capital fijo que produjo la riqueza que
permitió al Viejo Mundo desarrollar las tecnologías para las sociedades
capitalistas.
Sin la esclavitud, América del Norte, el país más
progresista, se habría transformado en un país primitivo. No hay más que
borrar a América del Norte del mapa de las naciones para tener la
anarquía, la decadencia total del comercio y de la civilización moderna.
Pero dejar que desaparezca la esclavitud es borrar a América del Norte
del mapa de las naciones. (Padover, 24.)
Marx no está argumentando en modo alguno que la esclavitud
sea necesaria para el progreso humano. En este contexto Marx no
utilizaba el término «progresista» en sentido positivo o «anarquía» en
sentido negativo. Simplemente trataba de describir la importancia
primordial que tuvo la esclavitud para la economía capitalista
estadounidense describiendo la manera cómo la ausencia de la esclavitud
habría desinflado a toda la sociedad estadounidense.
Marx diferenció analíticamente las categorías de «esclavo» y
de «negro», algo que no hicieron la mayoría de sus contemporáneos. Un
africano era obligado a encontrarse en la posición de capital humano
fijo. Marx afirmó: «Un negro es un negro. Solo se convierte en esclavo
en determinadas relaciones»
[7].
Con frecuencia se cita incorrectamente a Marx fuera de contexto en el
fragmento anterior a este cuando escribe: «¿Qué es un esclavo negro? Un
hombre de raza negra. Una explicación es tan correcta como la otra»
(Padover, 13). Pero aquí simplemente estaba resumiendo [lo que decía]
Pierre-Joseph Proudhon para criticarlo, no hablaba por sí mismo. El
hecho de que Marx diferencie entre «negro» y esclavo» es fundamental
para entender que no sucumbió a la ideología racista pseudocientífica de
su época.
Marx también había rebatido preventivamente las ideas de la
felicidad de los africanos en la esclavitud y de que los propietarios
blancos de esclavos tuvieran cualidades innatas para gobernar de forma
eficaz al señalar que «50.000 esclavos han desaparecido de Missouri,
algunos de ellos al haber huido y otros al haber sido deportados por los
propios propietarios de esclavos a otros Estados situados más al sur»
[8],
con lo que demostró que los esclavos odiaban su condición y que a los
propietarios de esclavos les aterrorizaban las revueltas de esclavos.
En otras obras Marx hizo comentarios cáusticos sobre los
defensores de la esclavitud que daban por sentada que las categorías de
«esclavo» y de «africano» eran intercambiables. En el volumen III
El Capital
Marx cita una glacial declaración de un abogado defensor de la
esclavitud hecha en 1859, que pone en evidencia la crueldad y
engreimiento de Sur defensor de la esclavitud:
«Ahora, caballeros […] la naturaleza ha asignado al
negro esta condición de cautiverio. Tiene la fuerza y la potencia para
trabajar, pero la naturaleza, que creó la potencia, le negó tanto la
inteligencia para gobernar como la disposición para trabajar [aplausos].
Se le negaron ambas cosas. Y esta naturaleza que le negó la disposición
a trabajar le dio un amo para forzar esta disposición y para
convertirlo en un sirviente útil en un clima en el que era capaz de
vivir, útil para sí mismo y para el amo que le domina. Mantengo que no
es una injusticia dejar al negro en la condición en la que le ha situado
la naturaleza, darle un amo que le domine, ni tampoco lo es privarle de
todos sus derechos para obligarle a trabajar y pagar a este amo la
justa compensación por el trabajo y talento utilizados en dominarlo y
hacerlo útil a sí mismo y a la sociedad»[9].
En esta parte del volumen III de
El Capital
Marx trazaba un paralelismo entre la manera cómo los amos trata de
justificar su dominio de los esclavos y las justificaciones de los
capitalistas de su dominio del trabajo asalariado «libre». Para ello,
Marx añadió sus propias palabras a las anteriores:
El trabajador asalariado, como el esclavo, tiene que
tener un amo para hacerle trabajar y para dirigirlo. Y si se presupone
la existencia de esta relación de dominio y servidumbre, es adecuado que
el trabajador asalariado sea forzado a producir tanto su propio salario
como el salario de su supervisión, como compensación por el trabajo y
el talento empleados en dirigirlo y hacerle útil a sí mismo y a la
sociedad. (Padover, 26.)
Sin describir la esclavitud y el trabajo asalariado como lo mismo, Marx relaciona aquí ambos sistemas de trabajo.
Esta relación implica también la posibilidad de solidaridad
entre estos dos grupos de trabajadores mediante la introducción de
percepciones similares de ambos por parte de la clase dominante. Además,
Marx pone con ello en una situación embarazosa a los directores de las
fábricas al compararlos con los dueños de esclavos. Marx consideró
escandaloso que los directores de las fábricas defendieran sus posturas
económicas y sus pagas más elevadas basándose en lo que ellos
consideraban que era su superioridad innata en términos de talento
fundada en una base de clase. Marx comparó esto con el escándalo de que
los amos de plantaciones de esclavos defendieran sus posturas
sociopolíticas y económicas en términos de talento innato fundado en una
base racial. Lo uno está arraigado en la ideología racista basada en el
racismo pseudocientífico, mientras que lo otro es clasista por
naturaleza pero, sin embargo, funcionalista y dogmático.
Marx hizo esta distinción en el volumen III de
El Capital que,
al
igual que sus escritos sobre la Guerra Civil, no se ha leído
suficientemente, lo que contribuye así a explicar la idea falsa de que
Marx reducía todo a la clase que se hacen personas que dan demasiada importancia a pasajes como aquel en el muy leído
Manifiesto comunista
en el que utiliza la palabra «esclavos» para referirse a la clase
obrera como «esclavos de la clase burguesa». Como he demostrado, Marx no
es tan simplista.
Marx a los obreros blancos: ¡elegid la solidaridad de raza por encima de la solidaridad de clase por vuestra cuenta y riesgo!
Marx mantuvo que «en Estados Unidos de América cada
movimiento independiente de trabajadores estuvo paralizado mientras la
esclavitud desfiguró una parte de la República»
[10].
Marx creía que luchando por mejorar las condiciones por medio de una
solidaridad de clase interracial se podría emprender la batalla en un
frente más reducido. Temporalmente, Marx tuvo éxito. Como escribe Kevin
Anderson en
Marx at the Margins, «desde el
punto de vista de Marx, la Guerra Civil de 1861-1865 en Estados Unidos
constituyó una de las principales batallas del siglo para la
emancipación humana, una que obligó a la clase obrera blanca tanto de
Estados Unidos como de Gran Bretaña a tomar postura en contra de la
esclavitud»
[11].
Está claro que Marx conocía otros argumentos en contra de la
esclavitud, como se ve en su referencia a Harriet Beecher Stowe en un
artículo de 1861 publicado en el
New York Daily Tribune.
Sabía que los blancos estadounidenses eran conscientes de las razones
subjetivas para la abolición de la esclavitud y que había una empatía
muy extendida debido a las novela de esta autora,
La cabaña del tío Tom y
La llave de la cabaña del tío Tom[12].
Puesto que Marx creía que los blancos estadounidenses ya habían oído
esta lógica, mantengo que Marx introdujo otro ataque contra la
esclavitud dirigido a los más empíricos y adversos. No es que Marx no
estuviera de acuerdo con Stowe o creyera que los devastadores traumas
emocionales y físicos de la esclavitud eran insignificantes. Simplemente
sabía que esa discusión ya estaba extendida, por consiguiente, había
que lanzar otro argumento a otro nivel que pudiera parece más urgente a
aquellas personas que quizá tenían unas convicciones racistas que
pudieran suponer un obstáculo a su apoyo a la abolición o que quizá no
podían entender cómo afectaba a sus propias vidas la esclavitud. Marx
estaba empeñado en revelar esta relación para urgir la solidaridad a
través de las líneas raciales. Si la clase obrera blanca podía ver cómo
ellos mismos estaba amenazados de esclavitud y, por consiguiente, por
qué les interesaba que se aboliera, quizá esto provocaría que sintieran
que era urgente asumir una postura en contra de la esclavitud.
Además de insistir en la abolición de la esclavitud como un
medio de lograr la emancipación del proletariado, Marx había advertido
de que si los blancos trataban de empujar a los negros a una casta
dentro de la clase obrera, esto no haría sino aumentar el espectro al
que ellos mismos podían ser empujados. Anderson escribe que si no se
hiciera caso de las advertencias de Marx, «el resultado sería una nueva
clase de capitalismo, abiertamente estructurado sobre unas líneas
raciales y étnicas, en el que los inmigrantes blancos estarían junto a
los negros en la parte más baja» (Anderson 90). Era necesario resistir a
la seducción de la ilusión de convertirse en parte de la clase
capitalista, como escribe Anderson citando a Marx:
Esto se ha logrado dando «una orientación inocua a los
impulsos turbulentos de acción de los blancos pobres y domesticándolos
con la perspectiva de que ellos mismos llegarían a ser dueños de
esclavos». Así, el conflicto entre facciones acerca de la esclavitud
operó de una manera ideológica para desviar a los blancos pobres del
conflicto con la clase dominante del Sur. (Anderson, 89.)
Marx no solo pidió a la clase trabajadora blanca de
abandonara unas fantasías pequeño burguesas, sino que insistió en que
solo tenían dos opciones: permitir una victoria del Sur y con ello la
expansión de la esclavitud por todas las líneas raciales o alinearse por
la emancipación de otros seres humanos oprimidos para derrotar a la
clase dirigente del Sur.
Por consiguiente, la actual lucha entre el Sur y el
Norte no es sino un conflicto entre dos sistemas sociales, el sistema de
la esclavitud y el sistema del trabajo libre. La lucha estalló porque
ambos sistemas ya no podían seguir viviendo pacíficamente el uno al lado
del otro en el continente norteamericano. Solo podía terminar con la
victoria de un sistema u otro[13].
En esta afirmación Marx pedía que se dejara de asignar a los
negros a la casta más baja como capital fijo. Insistió en que incluso
para sondear una revolución de clase en Estados Unidos, los blancos
tenían que luchar por la emancipación de los negros de la esclavitud
hasta convertirse en iguales, para formar una clase trabajadora más
amplia y unificada, en vez de intentar perpetuar las castas raciales
dentro de la clase trabajadora.
Marx y el Norte durante la Guerra Civil en Estados Unidos
El apoyo de Marx al Norte no era absolutamente
incondicional. Su apoyo se debía únicamente a que había abolicionistas y
a que observó que la Guerra Civil era una oportunidad que se le
presentaba a la clase trabajadora de alzarse en solidaridad con otros
seres humanos oprimidos. En el libre de la escritora Raya Dunayevskaya
Marxism and Freedom,
esta cita a Marx en una carta a Engels: «Un solo regimiento de negros
tendría un notable efecto sobre los nervios sudistas […] Una guerra de
este tipo se debe guiar según unas líneas revolucionarias, aunque hasta
ahora los yankis han tratado de guiarla constitucionalmente»
[14].
Desde muy temprano Marx instó a que la Guerra Civil se luchara bajo el
estandarte de la abolición y que atacara directamente a la esclavitud
racializada. Criticó duramente a los no abolicionistas del Norte por
eludir la cuestión.
La preocupación por mantener de buen humor a los dueños
de esclavos «leales» de los Estados fronterizos, el temor a arrojarlos
en brazos de la secesión (en una palabra, considerar de manera
condescendiente los intereses, prejuicios y sensibilidades de estos
aliados dudosos) ha golpeado con una debilidad incurable al gobierno de
la Unión desde el inicio de la guerra y le ha llevado a adoptar medidas a
medias, le ha obligado a ocultar el principio de la guerra y a ahorrar al enemigo su punto más vulnerable, el origen del mal: la propia esclavitud[15].
Tras denominar la guerra como lo que era, «la rebelión a
favor de la esclavitud», Marx se impacientó con la mansedumbre del Norte
que aplacaba las demandas del Sur y especialmente de los Estados
fronterizos.
En agosto de 1862 Marx publicó varias criticas del fracaso
de Lincon en abolir la esclavitud. Reivindicando las voces de los
abolicionistas radicales del Norte, Marx se dirigió a Lincon tres años
más tarde en el discurso de 1865 de la Primera Internacional
felicitándole por su victoria electoral: «Si la resistencia al poder
esclavista fue la consigna de su primera elección, el triunfal grito de
guerra de su reelección es Muerte a la Esclavitud»
[16].
Aunque Marx apoyaba a los abolicionistas radicales del Norte era
crítico con el conservadurismo del gobierno. En un principio el gobierno
de la Unión había considerado que los esclavos huidos eran contrabando y
se había ordenado al ejército que devolvieras las propiedades robadas a
sus amos. El gobierno de la Unión no inspiraba elogios de Marx al
Norte, sino los honorables actos de justicia social de los
abolicionistas del Norte que se negaban a considerar a las personas
africanas como mercancías o «contrabando».
Como demuestran los escritos de Marx sobre la Guerra Civil y
otros escritos sobre la raza, su agenda política y su teoría no se
limitaban solamente a centrarse (como se suele creer erróneamente) en la
emancipación de la clase trabajadora blanca del trabajo de las fábricas
o a concentrarse exclusivamente en la destrucción del capitalismo. Las
destrucción del capitalismo era secundaria: era un medio para una
emancipación humana a gran escala que podría devolver al trabajo desde
su forma alineada a su esencia humana. La preocupación fundamental de
Marx era la emancipación humana y el grado extremo de alienación de la
fuerza de trabajo racializada, y su papel como eje central de la
civilización capitalista occidental lo convertía en el lugar necesario
para empezar.
Contrariamente a las acusaciones de que Marx reducía todo a
la clase, sus escritos sobre la Guerra Civil revelan que la raza no
ocupaba un lugar secundario respecto a la lucha de clase sino que, por
el contrario, la lucha contra la esclavitud fue el precursor que impulsó
a la clase trabajadora a unirse a la lucha por la emancipación humana
identificando las diferentes formas que adoptó la opresión.
Dyne Suh
22 de octubre de 2011
[Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.]
Fuente:
http://www.internationalmarxisthumanist.org/