"La profesora y activista Ángela Y. Davis lleva
mucho tiempo señalando que las élites políticas, privadas del “coco” del
comunismo especialmente después de la caída de la Unión Soviética, han adoptado
el crimen como su enemigo para justificar nuevos sistemas de represión
estatal."
Mumia Abu-Jamial
http://mumiaaske.wordpress.com/
Me refiero a las decenas de miles, más bien los cientos de miles de hombres,
mujeres y jóvenes con sentencias de cadena perpetua en las prisiones de Estados
Unidos.
El estado de Pensilvania tiene la población más
grande del mundo –– sí ¡del mundo!–– de presos juveniles sentenciados a toda una
vida en prisión.
En mi primer libro En vivo, desde el corredor
de la muerte, escribí que la rabia gubernamental que alimentó el nivel sin
precedente del encarcelamiento masivo durante la década de los 80, agotaría los
fondos asignados por los estados y resultaría improductivo.
Hoy en día, hay voces conservadores que hacen eco
de algunas de las mismas preocupaciones, indudablemente impulsadas por los
reducidos presupuestos de los estados, y no por motivos humanitarios.
Durante los 80, políticos ambiciosos lanzaron la
retórica tóxica que exigía cada vez más prisiones, sentencias cada vez más
largas y prisiones cada vez más brutales y despiadadas. Estas propuestas,
naturalmente, cuestan cada vez más dinero recaudado de los impuestos.
Muchos de estos políticos ya no están. Fueron
destituidos de sus cargos o murieron, pero la factura se pasa al público. Los
estados ya no pueden pagar la factura sin reducir drásticamente servicios
públicos, como la educación.
Este largo y amargo camino ––un camino carísimo––
podría haber sido evitado si la razón hubiera prevalecido sobre la ambición.
Pero esto no sucedió porque los políticos han utilizado el miedo para promover
sus programas punitivos, y los norteamericanos siempre son susceptibles a esta
estrategia.
La profesora y activista Ángela Y. Davis lleva
mucho tiempo señalando que las élites políticas, privadas del “coco” del
comunismo especialmente después de la caída de la Unión Soviética, han adoptado
el crimen como su enemigo para justificar nuevos sistemas de represión
estatal.
El miedo vende –una y otra vez.
¿Se acuerdan de los especialistas y críticos
conservadores que echaban espuma por la boca al hablar de los
“super-depredadores juveniles”? Por supuesto esto era una ridiculez, pero abrió
la puerta al apoyo político para sentencias de cadena perpetua y sentencias de
muerte para jóvenes.
¿La lección?
El miedo funciona.
Por lo menos hasta que la fiebre ceda.
Desde la nación encarcelada, soy Mumia
Abu-Jamal.
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