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2014/02/08

Muerte en Ceuta: de la hipocresía a la crueldad

"No es fácil ponerse en el lugar de quien decide disparar a personas que piden auxilio o agonizan, pero no es difícil calificar su proceder como una salvajada."

Gara

La muerte de catorce personas en las costas de Ceuta cuando pretendían entrar en el enclave norteafricano de titularidad española ha vuelto a poner el foco de atención, al menos por unas horas, en la crudeza del periplo que se ven obligados a realizar quienes buscan ingresar en Europa sin el aval de un pasaporte del primer mundo. Una odisea que en muchas ocasiones acaba con sus protagonistas en el fondo del mar o en cualquiera de las playas que salpican el Mediterráneo y que de vez en cuando logra captar la atención de quien reside en el lado correcto de la valla.  

En este caso, la actuación de la Guardia Civil, que según han detallado los supervivientes disparó pelotas de goma contra las personas que luchaban por salvar su vida, ha aventado la polémica y disparado la petición de responsabilidades que los responsables del instituto militar no están dispuestos a asumir. La justificación del uso de material antidisturbios realizada por la Delegación del Gobierno español en la ciudad-colonia aludiendo a la «violencia» empleada por quienes huían, inermes, de la Gendarmería marroquí, es tan inhumana como la actuación de los guardias civiles. No es fácil ponerse en el lugar de quien decide disparar a personas que piden auxilio o agonizan, pero no es difícil calificar su proceder como una salvajada.

Lo que con una pomposidad vacía algunos califican como «el drama de la inmigración» está permitiendo exponer las peores miserias del ser humano. Hace meses la comunidad internacional se rasgó las vestiduras ante la muerte de cientos de personas que trataban de llegar a Lampedusa, pero poco tardó en ahogarse el eco de la tragedia; la siguiente noticia procedente de la isla mostraba el maltrato infligido a quienes sí llegaron a ella sin ahogarse, que fueron obligados a ducharse con agua fría y esperar ateridos a conocer su destino. La hipocresía es norma común en esta materia, lo que ocurre es que las autoridades españolas han pasado de la hipocresía a la crueldad con una facilidad pasmosa

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