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2014/09/21

Iros preparando

"El capitalismo con rostro humano siempre ha sido una mentira y muchos sectores sociales que no lo creían lo están empezando a sufrir cada vez más en sus propias carnes. Esa es la contradicción y la imposibilidad de que la socialdemocracia tenga proyecto de cara al futuro. Sin embargo se revuelve por toda Europa sabedora de la alternativa y lo que supone ésta de radicalidad y cambio. Es la socialdemocracia, sus maneras, sus trapicheos, sus contenciones y engaños lo que ha fracasado."

Borroka garaia da

Algunos dicen que el tiempo no existe que es algo meramente subjetivo. Otros que existe pero que no es igual para todas las cosas. Nos percibimos de su supuesta existencia por el movimiento, el orden de los sucesos, por los cambios. En teoría según la mecánica clásica nuestro tiempo nació con el big bang y es igual para todo el mundo. Una magnitud absoluta que la podemos medir y encuadrar en pasado, presente y futuro. Claro que en mecánica relativista la cosa ya se complica. Medir el transcurso del tiempo no es universal sino que depende del sistema de referencia donde esté posicionado el observador y de su estado de movimiento, es decir, diferentes observadores miden diferentes tiempos. Albert Einstein llegó a decir que «Pasado, presente y futuro son sólo ilusiones, aunque sean ilusiones pertinaces». Algunos científicos han llegado a afirmar que el tiempo no transcurre sino que simplemente es. «No es el tiempo quien pasa, somos nosotros los que pasamos por él» llegó a decir un poeta barroco.

En cualquier caso la naturaleza del tiempo sigue siendo en cierta manera un enigma. Algunos dicen que esta naturaleza tiene un carácter cíclico similar al del propio universo que está basado en la creación y destrucción encadenada de todo. De ahí lo de “la historia siempre se repite”. Ciertamente no creo que la historia siempre se repita pero me da la impresión que aquel poeta no se equivocaba mucho y que a parte de que pasamos por el tiempo, hay ciertos momentos cíclicos que se pueden aprovechar o no, donde se produce un punto de inflexión y triunfa la reacción o el avance.

Tras la segunda guerra mundial numerosos grupos de izquierda y revolucionarios surgían por toda Europa. La burguesía dijo que ganó esa guerra, aunque nunca dijera como todo el mundo que quiera saber sabe, que fue gracias al ejercito rojo, por lo tanto tenían que bloquear a la URSS y a la izquierda internacional y junto al reformismo negociar un sistema explotador llamado “estado de bienestar”. Y eso hicieron y consiguieron. Los “estados de bienestar” entre otras muchas cosas tenían la función de ocultar la lucha de clases y suprimir a esa izquierda. Hay que decir que tuvieron un éxito notable en esa labor por casi toda Europa. Las últimas expresiones de confrontación ante ello de la izquierda las conocemos bien. Sin ir más lejos Euskal Herria fue un ejemplo. Irlanda otro. Y no mucho más. No creo que fuera casualidad tampoco que ambas izquierdas llevaran a cabo un doble proceso de liberación nacional y social. El proceso antagónico consiguiente resultaría en aislarlas lo máximo posible. El tiempo fue pasando, el “fin de la historia” se abría paso, la caída del muro de Berlín, el fin de la URSS. Los movimientos revolucionarios se pasaban en masa a la socialdemocracia, eran destruidos o se automomificaban ideológicamente para ser rematados por el capital.
Se podría decir que la socialdemocracia capitalista ha sido la que recogió los frutos del árbol que movía la izquierda revolucionaria, mientras ésta se ha quedado como un elemento marginal en Europa. Fin de ciclo, punto de inflexión. La socialdemocracia junto a la reacción bloquearon a la izquierda.

Pero nosotros seguimos pasando por el tiempo. Y lo que estaba escrito fue pasando inexorablemente. El proyecto socialdemócrata está llegando a su fin. El estado de bienestar, pieza angular de ese proyecto ha quedado a la intemperie y ha mostrado su verdadera esencia que no es otra más que un capitalismo de rostro amable que no puede mantener su careta por más tiempo. Ya que el capitalismo no puede ser amable y por mucho humo que se eche acaba disipándose esa realidad virtual. La llamada crisis capitalista es su certificado de defunción. Y no se podrá reanimar a ese muerto. No es simplemente el capitalismo en Europa el que se encuentra en una crisis sino principalmente la socialdemocracia.

Esa situación excepcional del “estado de bienestar” es ya tiempo pasado. La hegemonía del capitalismo es abrumadora. El capital correctamente se cree vencedor. El capitalismo empezó a recuperar sus cesiones hace ya décadas y en la ofensiva actual que se denomina crisis no es mas que la fase culminante y natural del estado de bienestar porque por dentro del capitalismo al contrario de la opinión reformista solo se genera más capitalismo. El capitalismo con rostro humano siempre ha sido una mentira y muchos sectores sociales que no lo creían lo están empezando a sufrir cada vez más en sus propias carnes. Esa es la contradicción y la imposibilidad de que la socialdemocracia tenga proyecto de cara al futuro. Sin embargo se revuelve por toda Europa sabedora de la alternativa y lo que supone ésta de radicalidad y cambio. Es la socialdemocracia, sus maneras, sus trapicheos, sus contenciones y engaños lo que ha fracasado. Es eso precisamente lo que no sirve del pasado y los intentos de reanimación serán en vano.

Y es que nos acercamos a otro punto de inflexión. En Catalunya van a chocar contra la legalidad española y ninguna receta socialdemócrata ni mucho menos liberal va a poder hacer nada por sobrepasarla, será lo revolucionario lo que pueda.Y seguramente será un proceso largo. El ascenso de la lucha de clases que hemos vivido por toda Europa no tiene ninguna otra alternativa que hacer tracción por lo revolucionario o morir. Incluso en el estado español no queda otra opción más que la revuelta, la repetición o más de lo mismo o peor. Vivimos un momento de transición y esto especialmente en Euskal Herria se va a traducir en que la ruptura revolucionaria no solo será una opción más. Sino la única. Y pese a esfuerzos de todo tipo para que no sea así. Así será. Pues ningún otro planteamiento tiene ningún tipo de futuro. Decía el poeta que el tiempo no pasa, que somos nosotros los que pasamos por él, y en nuestro contexto estamos pasando prácticamente los mismos que cuando empezamos sino más. Ante ello, otros poetas, estos suburbiales, decían: ¡cuidado!. Pues en el momento que nos creamos realmente lo que verdaderamente somos y con la altura de miras suficiente para retomar  un nuevo ciclo revolucionario innovando el proceso revolucionario inacabado e impulsado desde hacia más de medio siglo temblarán, porque las condiciones objetivas van a nuestro favor. ¿Sabremos aprovecharlas o acabará asentadose el miedo a perder algo que no se tiene?. El tiempo nos espera pero no por siempre.

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