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2014/11/13

Lenin, contexto y organización

"...partes de la militancia y de las bases populares independentistas están sufriendo un deterioro en la concepción teórica de los objetivos históricos y de los referentes políticos sostenidos durante muchos decenios, deterioro tanto más inquietante cuanto que se da en un contexto de crisis global."

Boltxe.info
 
1.
Una de las aportaciones capitales de Lenin a la revolución se expresa en estas dos frases: «El alma del marxismo es el análisis concreto de la realidad concreta» y «sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria». No tenemos tiempo ni es este el sitio para contextualizar ambas frases, para ubicarlas en los problemas que Lenin tenía que resolver cuando las escribió, pero sí debemos decir que las dos se inscriben plenamente en la teoría del conocimiento que desarrollaron Marx y Engels para quienes el conocimiento se eleva de lo abstracto a lo concreto que se caracteriza por sintetizar la más amplia riqueza de relaciones. Es esta riqueza de relaciones la que hace más creíble la verdad, que siempre es concreta, y la teoría y por tanto lo que más asegura que la práctica -en unión dialéctica con la teoría- pueda conocer y transformar la realidad.

Podemos aceptar sin grandes precisiones que «lo concreto en el conocimiento refleja el hecho objetivo de que los fenómenos y objetos de la realidad existen en una unidad, como un todo compuesto de diferentes aspectos, cualidades y relaciones»; y que la teoría es un «sistema de un saber generalizado, explicación sistemática de determinados aspectos de la realidad […]. La teoría es distinta de la práctica, pues constituye un reflejo y una reproducción mental, ideal, de la verdadera realidad. Por otra parte, se halla indisolublemente ligada a la práctica, que plantea al conocimiento problemas acuciantes y exige su solución. De aquí que la práctica entre en calidad de elemento orgánico en toda teoría».

Muchos documentos de la izquierda abertzale utilizan el símil de la fotografía para exponer el contexto: «hacemos una fotografía de la realidad»; se trata de un profundo error que muestra el mecanicismo y el estatismo inmovilista del método empleado, porque si algo caracteriza a una fotografía es su absoluta y eterna quietud y su exclusiva bi-dimensionalidad: la fotografía engaña porque mata el movimiento interno, el cambio, la interacción de sus partes. No es de extrañar que con este método plomizo una parte de la izquierda abertzale se haya estancado como lo ha hecho. Por otra parte, apenas se usa el símil de la película: «vamos a gravar la realidad en movimiento», pero aún así y pese a las mejoras técnicas basadas en ilusiones ópticas que te hacen creer que nos movemos «dentro» de la película porque hacen creer que la vemos en tres dimensiones. Estamos ante un error menos grave que el del símil fotográfico pero también un error de método. Por último, apenas recurrimos al símil del holograma, es decir, a la visión completa y en movimiento de los componentes internos que forman la realidad concreta que analizamos.

Con la ayuda de este instrumental podemos aventurar una especie de holograma del contexto actual vasco, paso primero para poder luego avanzar en lo concreto del debate sobre la organización, y no a la inversa. Por contexto entendemos el momento relativamente largo y estable en el que chocan simultáneamente todas las contradicciones que minan una realidad concreta. El contexto es más prolongado y significativo que la coyuntura, más pasajera e inestable por lo general, aunque existen relaciones recíprocas entre ambos niveles que no podemos exponer ahora. Lo que nos interesa es que la realidad concreta del contexto está cargada y minada internamente por todas las contradicciones existentes, por las relaciones antagónicas dentro de ellas y entre ellas, y por la naturaleza material de sus expresiones sociales aunque no se vean a simple vista y aunque se presenten a veces en forma inmaterial, ideal, cultural. La materialidad concreta del contexto es la que permite su estudio y en especial el que podamos intervenir sobre su realidad. La materialidad concreta adquiere mayor importancia cuando, como ahora, queremos debatir sobre el problema organizativo porque este se resume en la siguiente frase: cómo acelerar el paso del malestar subjetivo desorganizado a la conciencia objetiva organizada.

Dicho esto, avanzamos en una enumeración de las contradicciones de la realidad concreta vasca actual, del contexto surgido desde la confluencia sinérgica de tres grandes dinámicas: el llamado «debate estratégico» en el MLNV todavía no sancionado oficialmente aunque si superado en la práctica porque se niega a la militancia el resultado del debate realizado a la vez que se imponen decisiones sobre cuestiones no tratadas en el debate; la agudización específica de la crisis estatal española, y el agravamiento de la crisis de la Unión Europea y del capitalismo mundial. Nuestro contexto y la realidad concreta vasca actuales están marcados por estas cuestiones, en especial el problema de la organización. Como veremos al analizar críticamente el documento Las funciones de Sortu repartido a un sector de sus bases para la Udako Eskola de 2014, y que tiene un antecedente en el borrador Funciones de Sortu (una vez organizado EH Bildu como Frente Amplio).

En textos y en debates anteriores, hemos ido desgranando la evolución de un sector de la izquierda abertzale desde la estrategia revolucionaria mantenida históricamente hasta el batiburrillo ideológico reformista actual. En estos momentos disponemos de un documento «oficial» sobre el modelo organizativo, documento arriba citado, que iremos analizando a lo largo de estas páginas comparándolo con la realidad vasca, con el contexto en el que libramos nuestra lucha de liberación nacional de clase. Hemos sostenido y sostenemos que en la actualidad los dos grandes problemas de la izquierda abertzale en su conjunto son, uno, la inexistencia de una estrategia común y, otro, la inexistencia de una organización común básica que ayude a realizar esa estrategia.

2.

Antes de analizar y criticar el documento de Sortu y su precedente debemos debatir sobre el contexto actual ya que ninguna alternativa organizativa puede tener visos de funcionamiento si no está basada en el análisis concreto de la realidad concreta, análisis realizado con un instrumental teórico adecuado. Durante los pasados Lenin Eguna nos hemos enriquecido de una visión global y general de la situación y de sus perspectivas, visión que debemos concretar ahora en los problemas organizativos.
  1. Como hemos dicho arriba, en los últimos años han confluido tres grandes dinámicas que al fusionarse en un todo contextual determinan que durante poco más de un año, desde ahora y hasta finales del 2015 con las elecciones generales en el Estado español, la pugna electoral sobredetermine la pugna política, especialmente en sus expresiones de opresión nacional. Hemos visto la extraordinaria importancia mediática adquirida por el referéndum escocés; vemos la importancia creciente de la reivindicación catalana; vemos cómo el PSOE promete una reforma constitucional y cómo en el PP hay movimientos al respecto; vemos cómo Podemos y otras fuerzas reformistas duras e izquierdas estatalistas están empezando a proponer alternativas; vemos como en Hego Euskal Herria las burguesías autonomistas y regionalistas, así como las fuerzas unionistas, se preparan por su parte para las batallas político-electorales que pueden inclinar la balanza en un sentido u otro pero siempre dentro de la unidad estatal.A la vez, la importancia del ciclo electoral viene confirmada por la continuidad agravada de la crisis estructural en la Unión Europea, en el capitalismo mundial y, de rebote, en el retroceso del capitalismo español en la jerarquía imperialista, lo que agudiza sobremanera los problemas internos arriba expuestos. En este contexto, la coyuntura político-electoral adquiere una fuerza especial aunque transitoria porque concentra todas las contradicciones, todos los proyectos diferentes que planean las diversas fracciones del bloque de clases dominante en el Estado español y en el imperialismo occidental liderado por Estados Unidos pero con tensiones secundarias con el euroimperialismo liderado por la Euroalemania.Menospreciar la influencia sobredeterminante transitoria de la coyuntura sobre el contexto en los planos ideológicos, psicopolíticos, emocionales, en el denominado «mundo subjetivo», en suma, subvalorar esta importancia es un grave error en el momento de proponer una alternativa organizada nueva dentro de la Izquierda Abertzale porque puede provocar una reacción contraria, un rechazo emotivo y emocional antes que consciente y pensado, como vamos a exponer a continuación.
  2. Debemos tener en cuenta que partes de la militancia y de las bases populares independentistas están sufriendo un deterioro en la concepción teórica de los objetivos históricos y de los referentes políticos sostenidos durante muchos decenios, deterioro tanto más inquietante cuanto que se da en un contexto de crisis global como el descrito aquí y en múltiples debates. Pero un contexto de crisis que apenas ha sido sintetizado de manera rigurosa para la militancia general independentista y socialista. En esta situación de fondo, marcada por profundos deterioros en las condiciones de trabajo y vida, en medio de un endurecimiento represivo y de un retroceso alarmante de la misma legalidad democrático-burguesa española, ya en sí raquítica, en este contexto la fuerza política general -la Izquierda Abertzale- que en el último tercio de siglo ha sido el referente sociopolítico, cultural e identitario de la lucha de nuestro pueblo, entra en una situación de desequilibrio, desorientación y debilitamiento estratégico. Pero a la vez, la fuerza política concreta -el llamado «fenómeno-ETA»- da pasos decisivos que no han sido suficientemente explicados ni comprendidos en sus razones de fondo ni en sus consecuencias a medio y largo plazoSin duda, una de las razones de las dificultades para su consolidación, que Sortu reconoce en el documento que analizaremos, nace de las precipitaciones, errores, limitaciones y excesos burocráticos y dirigistas, por no calificarlos de manera más sincera, dura y correcta, cometidos en este contexto; siendo otra razón, entre varias más, la absoluta despreocupación por realizar un estudio teórico del contexto concreto abierto desde la crisis de 2007 e incluso de antes, porque la crisis socioeconómica venía precedida por crisis parciales anteriores. En otros textos hemos hablado de lo mismo así que ahora no nos extendemos más, sino solo lo suficiente como para remarcar que en situaciones de desconcierto de sectores militantes y de bases populares cobran más importancia si cabe los llamados «problemas subjetivos».
  3. La represión acrecentada desde 1997-2003 tuvo también el efecto de romper el cordón umbilical que unía la lucha institucional y municipal sobre todo con el resto de luchas, y en especial creó un vacío cotidiano en las preocupaciones diarias de amplias bases populares que vieron cómo sus necesidades cotidianas parcial y relativamente representadas y defendidas en la lucha municipal, quedaban totalmente indefensas o muy indefensas porque la Izquierda Abertzale supo mantener determinada presencia institucional con coherencia, astucia e imaginación admirables. Son logros y méritos que debemos reivindicar y aplicar siempre porque explican en parte la capacidad de recuperación demostrada por EH Bildu y por Amaiur. Y explican también y por ello mismo el lógico y necesario apoyo de masas a la acción parlamentaria en cualquiera de sus formas.Decimos necesario y lógico apoyo porque desde mediados del siglo XIX el movimiento revolucionario internacional ha valorado la importancia de utilizar críticamente los aparatos institucionales capitalistas, práctica que la Izquierda Abertzale ha llevado magistralmente en períodos determinados de su historia. Sin embargo, dialécticamente, todo logro conlleva su contrario, su parte negativa. En este caso y agudizado por los efectos sinérgicos de la represión, de la crisis, del desconcierto, etcétera, se ha ido superponiendo sobre una necesaria utilización crítica del parlamentarismo, sobre este principio elemental, un empleo reformista en vez de revolucionario. En el contexto actual y en la coyuntura político-electoral descrita se ha reforzado el acriticismo y la sobrevaloración parlamentarista en amplias bases populares que ha debilitado su anterior concepción equilibrada y crítica de la lucha institucional como una parte de la lucha global, parte supeditada al todo e ineficaz a medio y largo plazo si es tomada como la única forma de acción política «efectiva».La coyuntura político-electoral refuerza estas visiones reformistas en el fondo, lo que hace que sea más necesario que nunca realizar una paciente pedagogía teórica, política y práctica sobre las limitaciones reales del institucionalismo, y sobre la necesidad de insertarlo en una lucha global, lo que nos lleva de inmediato al problema de la estrategia y de la organización. Y aquí surge el problema: es un error garrafal forzar artificialmente un choque frontal entre una supuesta «organización revolucionaria» autoproclamada como «vanguardia» y las bases populares comprensiblemente ilusionadas todavía con la efectividad de la mera acción institucional. La puerilidad de forzar un choque así supondría sobre todo, además de otras cosas, el rápido aislamiento de esa «organización», en especial si no milita con el ejemplo humilde y paciente, constructivo, dentro de esas bases populares.
  4. Hay que tener en cuenta que en estos momentos Sortu y mucho más EH Bildu y Amaiur son estructuras organizativas verticales y dirigistas, con poderosas burocracias que actúan sin apenas prestar atención a las bases militantes y populares. Por lo tanto, gozan de grandes ventajas propagandísticas -no argumentadas ni razonadas- para controlar, marginar y desacreditar a las fuerzas críticas, como desgracia pero significativamente se ha visto y se ve en los últimos tiempos. A esta superioridad hay que unirle otra fuerza de cohesión interna frente a las críticas sectarias y pueriles que puede llegar a ser demoledora: la dependencia psicopolítica, emocional y hasta afectiva de sectores militantes y de amplias franjas de las bases populares hacia los referentes simbólicos de la historia heroica de lucha, referentes vaciados de contenido y manipulados pero aún activos en su vaguedad emocional en los sectores menos concienciados teórica y políticamente.La experiencia histórica en este sentido es entristecedora: organizaciones y partidos que dieron lo mejor de sí en la lucha a muerte contra la opresión fueron derivando al reformismo sin apenas oposición en buena parte de sus bases porque estas habían sido maleducadas en la aceptación acrítica y sumisa de las decisiones burocráticas; peor aún, del llamado «culto al líder», culto que adquiere tantas formas e incluso se invisibiliza según las peculiaridades de cada pueblo. La dependencia emocional forjada durante los años de lucha, o en una militancia cuya organización no ha potenciado el espíritu crítico sino la obediencia ignorante al carecer de base teórica, estas «cadenas inconscientes» ya combatidas radicalmente por el marxismo desde el siglo XIX, tienden siempre a reaparecer e imponerse de manera imperceptible incluso entre compañeras y compañeros de militancia si no son combatidas en todo momentos mediante métodos de escrupulosa democracia socialista interna, de centralismo democrático y de debate consciente. Cuando por las razones que fueren, la militancia se convierte en autómata entonces reacciona incluso con aspereza y rechazo subjetivo contra las críticas que introducen dudas en su seguro y confortable automatismo psicopolítico, reforzado por las versiones triunfalistas y simplonas que recibe de su dirección. Para personalidades así, que las hay, es más fácil, cómodo y seguro obedecer que pensar; además, como dice el dicho político: «hace más frío fuera del partido que dentro».
  5. No se puede rechazar de ningún modo esta triste pero aleccionadora experiencia histórica, también sufrida en Euskal Herria con alguna frecuencia, tachándola de simple problema secundario e individual. Los rechazos emocionales de todo aquello que signifique pensamiento crítico y ejercicio de la libertad de decisión arriesgada, estos rechazos son a la vez fuerzas materiales operativas, con efectos prácticos que se expresan en comportamientos políticos que, por un lado, cierran filas alrededor de su organización y, por otro lado y como reacción, ayudan al cerco y aislamiento de las fuerza críticas al margen de su probada militancia revolucionara. Tiende así a generalizarse la peligrosa creencia de que solo es abertzale quien acepta la línea oficial, quedando fuera quienes la critican. Lo malo de todo esto es que ya hay actos en los que se intenta justificar la legitimidad de las exclusiones, del monopolio exclusivo de la «pureza independentista».Tienen pues razón quienes insisten en que en la actual coyuntura no es conveniente forzar la creación de una nueva fuerza política dentro del MLNV y menos pasar a un choque frontal con un sector de Sortu porque aún no existen las condiciones objetivas que garanticen un debate popular verdaderamente democrático y constructivo. Recordemos de nuevo que la militancia de Sortu y el conjunto de la Izquierda Abertzale seguimos sin acceder -se nos sigue negando- al resultado último del debate ideológico sostenido hace casi dos años. Hay que ser conscientes de que una dirección capaz de negar el derecho de la militancia a conocer sus bases ideológicas, una dirección capaz de impedir la satisfacción de la necesidad teórica y política que expresa ese debate, esa dirección será capaz de cualquier otra burocratada para desprestigiar, marginar y arruinar políticamente a una organización nueva. Hay ejemplos al respecto en los que no vamos a extendernos pese a su gravedad.
  6. Por si fuera poco, los colectivos, grupos y «sensibilidades diferentes», en especial las y los militantes que han ido alejándose paulatinamente de Sortu aunque siguen votando a EH Bildu y Amaiur, y actuando en los múltiples movimientos populares y sociales, estas fuerzas adolecen de serias limitaciones transitorias que desaconsejan forzar un acercamiento organizativo sin conversaciones progresivamente coincidentes. Lógicamente existe mucha diversidad y hasta fuertes diferencias entre los sectores críticos, algunos de los cuales incluso son acusados por otros de caer en prácticas sectarias que dificultan un debate creativo y concluyente, a pesar de las razones de peso que arguyen. Decimos que es lógica esta situación porque todavía ha transcurrido poco tiempo, porque son variadas las tradiciones teóricas de las que pueden reivindicarse, porque cuesta generar la frialdad y ecuanimidad suficientes para juzgar con equilibrio qué ha sucedido y qué sucede, porque…

3.

El documento de Sortu justo ocupa tres páginas, aunque su borrador precedente es algo más extenso, ocho páginas. Contadas veces en la historia de la política que se dice revolucionaria se ha intentado decir tanto en tan poco espacio, y así resulta lo que resulta. Es cierto que este documento ha ido acompañado de otros dos, y que a su vez estos forman parte de una pequeña lista de otros anteriores, pero apenas más porque todos ellos tienen las mismas características de concisión y superficialidad. Decimos esto para disponer de una perspectiva más amplia. Debemos decir, que se aprecia un claro rebaje de contenido y de rigor entre el borrador inicial -Funciones de Sortu (una vez organizado EH Bildu como Frente Amplio)- y el documento pasado oficialmente a la Udako Eskola. La razón la desconocemos, pero es una realidad.
En el borrador se recuerda que en la ponencia de Sortu se decidió crear un Bloque Popular Independentista, en el que Sortu realizase el papel centralizador y de coordinación de todas las luchas para la liberación nacional y la construcción del socialismo, o dicho textualmente: «Entre sus tareas estará la de cohesionar fuerzas y ofrecer orientación táctica y estratégica al conjunto de la Izquierda Abertzale, tanto en el campo ideológico como de masas e institucional. Tarea a la que habrá que sumar la de impulsar una política de alianzas en la doble dirección de ser consecuente con el proyecto revolucionario abertzale y socialista de carácter estratégico y, al mismo tiempo, coherente con el proceso democrático en marcha por el derecho a decidir y el progreso social de carácter táctico».

En síntesis, en el borrador Funciones de Sortu (una vez organizado EH Bildu como Frente Amplio) se dice: «1) Sortu será el principal referente político nacional de toda la Izquierda Abertzale. 2) Sortu hace suyos los objetivos estratégicos históricos de la Izquierda Abertzale: la independencia, el socialismo, la Euskal Herria euskaldun y, de ahora en adelante, el feminismo. 3) Para Sortu, el Estado Vasco, la República Vasca, es el instrumento para materializar y garantizar nuestro modelo. 4) Para Sortu, la lucha de masas, la lucha popular, es prioritaria, la lucha ideológica fundamental y la lucha institucional indispensable».

Sin embargo, en el documento oficial para la Udako Eskola en ningún momento se hace mención a lo que acabamos de leer, a los objetivos históricos que deben guiar la acción de Sortu, los objetivos por los que lucha la militancia de Sortu. Es como si se hubieran esfumado, o como si lo arriba citado careciera de importancia o debiera ocultarse a la militancia que acudió a la Udako Eskola. De la misma forma que esta desconoce cual es el resultado del debate oficial, tampoco se dice en este documento cuales son los objetivos históricos. Se nos contestará diciéndonos que son sabidos, que son conocidos y que no hace falta repetirlos. Se nos puede decir también que la militancia puede imaginarse o deducir los objetivos históricos leyendo el documento sobre el «Frente Amplio» que se entregó para la Udako Eskola, pero en este documento solo se enumeran las fuerzas populares con sus identidades y diferencias, pero en ninguna de sus cinco páginas se hace una referencia a Sortu y a las condiciones concretas de Euskal Herria.

Así que la militancia tiene que acudir a su memoria para recordar los objetivos históricos para los que se organiza Sortu. Realizado este esfuerzo, ha de hacer otro para recordar o imaginar la composición clasista vasca, su estructura socioeconómica y política elemental, siquiera cuatro o tres conceptos-clave para saber de qué se habla cuando se habla de las funciones de Sortu que luego veremos. Un ejemplo, cuando se habla de las dificultades para integrar en Sortu a la juventud y a la mujer no se avanza a modo de concreción ni un solo dato sobre las áreas sociales en las que puede incidir Sortu con especial ahínco para relacionarse con estos decisivos colectivos: empobrecimiento, sociolaboral, cultura y lengua, sistema patriarcal y lo que cada vez es más nombrado: poder adulto, represiones y violencias opresoras, consumismo y alienación, sexualidad, etcétera. De la misma forma en que por ningún lado aparece el concepto de Estado opresor, explotación capitalista, clase burguesa, imperialismo, y otros igualmente imprescindibles, tampoco aparece referencia alguna a la realidad de la mujer y de la juventud que se distancian de Sortu, como tampoco aparece el concepto de pueblo trabajador y clase obrera: ¿no existen?

Es sobre este vacío teórico y político sobre el que se deben sostener las cuatro principales funciones de Sortu que solo se enumeran en frases breves, lapidarias: 1) cohesionar a la base social de la Izquierda Abertzale en torno a la línea política; 2) coordinar la planificación local de la Izquierda Abertzale y hacer seguimiento de la misma; 3) crear, fortalecer e impulsar dinámicas locales; y 4) coordinar y dinamizar EH Bildu. Nada más, ninguna explicación más. Sin embargo, el edificio entero tiembla y se desploma cuando preguntamos: ¿cual es la línea política teniendo en cuenta que se ocultan las bases ideológicas?

Esta misma inconsistencia aparece cuando se enumeran con algo más de detalle los ocho principales obstáculos que dificultan la correcta aplicación de los funciones de Sortu: la juventud; la mujer; la dinamización política; la organización de marcos formales e informales; el proceso de toma de decisiones; los nuevos modelos de militancia; las diferentes velocidades, y el modelo organizativo local. Formalmente expuestos y leídos por arriba, muestran las mismas preocupaciones que, salvando las distancias, vienen debatiéndose en la historia de la izquierda revolucionaria desde la primera mitad del siglo XIX con el choque de dos grandes modelos opuestos, entre los cuales fluctuaban variantes que eran mezclas. Los dos modelos son, el primero, el modelo socialdemócrata, amplio, sin mayores exigencias, sin apenas formación y pensado fundamentalmente para la política parlamentarista; y, el segundo, el modelo que llamamos marxista, que otros llaman leninista o bolchevique, etcétera, y que está pensado para hacer la revolución y conseguir la independencia socialista en las naciones oprimidas.

En contra de lo que se cree, el segundo modelo, el marxista, que late, aunque sea débilmente, en el borrador Funciones de Sortu (una vez organizado EH Bildu como Frente Amplio), es el único capaz de cumplir con las funciones que Sortu dice querer cumplir en el documento oficial. Pero por lo que vamos viendo, leyendo y debatiendo todo indica que la idea que domina en la dirección de Sortu se inclina más por el primer modelo, el socialdemócrata que por el segundo. Aunque en el documento oficial no aparecen los trozos del borrador que hemos reproducido, también es verdad que quedan algunos ligeros rastros muy difuminados como el que aparece claramente en el punto sobre los nuevos modelos de militancia que de «nuevo» no tiene nada, y otras referencias indirectas en otros puntos.

De cualquier manera, en el documento oficial a debate en la Udako Eskola encontramos tres muestras abrumadoras que indican la predominancia del modelo socialdemócrata en su forma más «radical», la menchevique: la ausencia de los objetivos históricos por lo que se lucha y la estrategia adecuada, objetivos y estrategia que determinan la forma organizativa, que siempre es un medio, nunca un fin; la ausencia de la necesidad de una sólida conciencia política y de una rigurosa formación teórica; y la ausencia del principio de que la militancia ha de actuar en un campo específico de lucha y reivindicación, además de en otros formales e informales, como se intenta sugerir de manera imprecisa en los puntos sobre dinamización y marcos formales e informales.

Las tres muestras citadas siempre han marcado la diferencia cualitativa entre ambos modelos, llegándose incluso a producirse rupturas y escisiones, o a crearse nuevos partidos precisamente por ello. El modelo socialdemócrata clásico es laxo e indiferente a estas cuestiones, siendo su variante menchevique la que más se acercó al modelo marxista, o leninista, o bolchevique, como se desee decirlo. Para este modelo organizativo, las tres cuestiones son imprescindibles. En el borrador Funciones de Sortu (una vez organizado EH Bildu como Frente Amplio) también están desdibujadas, sobre todo la tercera, la necesidad de militar en un organismo o movimiento o campo de lucha específico, pero al menos aparece su filosofía, mientras que en el documento oficial todo eso ha sido borrado.

4.- ¿Qué hacer, entonces, visto lo visto?

  1. Mejorar nuestra militancia y nuestra pedagogía del ejemplo en las áreas del MLNV en las que intervengamos, haciendo notar nuestra presencia activa, incluso dentro de Sortu.
  2. Impulsar y participar en debates políticos y cursos de formación teórica, con reflexiones y propuestas contractivas e integradoras.
  3. Difundir análisis sobre la evolución de la coyuntura política inmediata, dentro de la más lenta evolución del contexto de crisis.
  4. Desarrollar los contenidos y las propuestas organizativas que se derivan de esos análisis de la coyuntura y del contexto, para ir creando una tendencia dentro del MLNV orientada en ese sentido.
  5. Sintetizar esa dinámica en una propuesta concreta que será sometida a debate dentro del MLNV cuando haya terminado la coyuntura político-electoral.
Petri Rekabarren,
27 de octubre de 2014

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