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2014/01/30

Un mundo sin tortura

"En Euskal Herria, se estima que cerca de 10.000 personas han sido torturadas en los últimos cincuenta años."

Rafael Narbona
La Haine
El objetivo de la tortura no es obtener información, sino humillar, intimidar, desmoralizar. La tortura deshumaniza a sus víctimas, convirtiéndolas en objetos que pueden ser mutilados, troceados o electrocutados. Al despersonalizar a la víctima, desaparecen los reparos morales. Cuando una mujer o un hombre se retuercen de dolor sobre un potro de tortura, su identidad se desintegra, convirtiéndose en simple carne martirizada, que gimotea implorando clemencia. A veces, las víctimas son niños, ancianos o mujeres embarazadas. En la Escuela de Mecánica de la Armada, los militares argentinos propinaban descargas eléctricas a los fetos, atando una cuchara a la picana con un alambre e introduciendo el diabólico mecanismo por la vagina. La perversión de la tortura no conoce límites, pues su propósito es manifestar el poder del Estado y reducir a la impotencia a sus adversarios, enviando un mensaje sobrecogedor al resto de los ciudadanos: nadie es inocente, nadie está a salvo, cualquier forma de vida puede ser destruida. Hannah Arendt sostenía que Adolf Eichmann no era antisemita. De hecho, estimaba que la Shoah no debía interpretarse como una manifestación de odio a los judíos, sino como la máxima expresión de un Estado que presupone la culpabilidad de todos y no excluye a nadie de la rueda del verdugo. El mal es banal, pues es un impulso primario, atávico, que se enreda con la burocracia para despojar a los seres humanos de su dignidad.
 
Hace unos días, leía el testimonio de una mujer que había sobrevivido a la tortura en una dictadura del Cono Sur. Cuando el ejército asaltó su casa, sólo tenía diecinueve años. Durante tres días, la picana se ensañó con su cuerpo adolescente. Las descargas eléctricas sólo se interrumpían para ser violada una y otra vez por soldados y policías que se mofaban de su indefensión. El testimonio elude los aspectos más vejatorios de una experiencia literalmente inhumana, pues la deshumanización de la víctima también afecta al verdugo. La mirada del otro –afirma Emmanuel Levinas- impone un mandato inequívoco: no me matarás, no utilizarás la violencia contra mí porque tu Yo no existiría sin el Tú que te nombra y te reconoce como un Igual. El escritor Jean Améry, superviviente de Auschwitz, sufrió un horrible suplicio en la fortaleza de Breendonk, donde los nazis le suspendieron en el aire con unas poleas y le dejaron caer al vacío, rompiéndole ambos brazos. Al escuchar cómo crujían sus huesos, Améry sintió que algo irreparable se hacía añicos en su interior. “Quien ha sufrido la tortura, ya no puede sentir el mundo como su hogar”, escribiría años más tarde. Incapaz de coexistir con sus recuerdos, se suicidó en Salzburgo en 1978. Afortunadamente, no es el caso de la mujer torturada por un régimen militar del Cono Sur, cuyo testimonio he leído con una mezcla de rabia, solidaridad y espanto. Al igual que otras víctimas, ha necesitado mucho tiempo para superar lo vivido, pero aún persiste el pesar de haber facilitado nombres durante las sesiones de picana. Se reprocha a sí misma el no haber soportado hasta el final, sin abrir la boca. Entiendo su aflicción, pero opino que en su caso –y otros similares- no se puede hablar de culpa o responsabilidad. He escuchado o leído algunos testimonios más explícitos, detallando cómo la picana se aplicaba en los ojos, el pecho, las sienes o los genitales. Las víctimas perdían el control de los esfínteres, aullaban como animales o invocaban la protección de sus madres, gimiendo como niños. Durante la ocupación nazi de Polonia, Jan Karski, miembro del Estado clandestino en el exilio, regresó a Varsovia. Detenido por la Gestapo, le golpearon con porras hasta desfigurarle la cara. Después de la primera sesión de torturas, intentó suicidarse con una cuchilla de afeitar. Sabía que la próxima vez hablaría y delataría a sus compañeros. No murió desangrado porque la Gestapo le necesitaba con vida para continuar los interrogatorios. Internado en un hospital, Karski logró fugarse con la ayuda de la Resistencia, que sobornó a unos celadores.

La mujer de la que hablo era casi una niña. Karski, en cambio, tenía 26 años, había servido en el ejército y se movía en la clandestinidad. Fue una de las primeras voces que denunció los campos de exterminio nazis, pero Churchill no quiso recibirle y el Presidente Roosevelt le escuchó sin mucho interés, no adoptando ninguna medida para frenar el exterminio de judíos, eslavos, gitanos, comunistas y otros prisioneros. El porcentaje de personas que aguantan la tortura sin hablar es ínfimo, estadísticamente irrelevante. El Estado recurre a ella porque conoce su eficacia como instrumento de dominación y represión. Nadie que haya hablado en esas circunstancias, puede considerarse culpable, pues desde el punto de vista moral sólo son responsables los torturadores. Y no me refiero sólo a los esbirros que apalean, violan y matan, sino también a sus superiores y, particularmente, a los que organizan la represión desde un despacho, amparados en su poder político. Desgraciadamente, la tortura no ha desaparecido. Estados Unidos mantiene abiertas dos escuelas de tortura: Fort Benning en Columbus (Georgia) y la Political Warfare Cadres Academy en Taiwan, donde se instruye sobre técnicas de contrainsurgencia y métodos de interrogatorio. Se sigue torturando en Guantánamo, la base aérea de Bagram y en numerosas cárceles secretas de la CIA y la Marina de Guerra. Rusia, Israel o China no muestran más respeto con los derechos humanos. Y en la UE siguen apareciendo casos, especialmente en el Estado español, cuya legislación antiterrorista permite una incomunicación de 13 días, sin posibilidad de contar con un abogado o un médico de confianza. En Euskal Herria, se estima que cerca de 10.000 personas han sido torturadas en los últimos cincuenta años. En los 80, la Inglaterra de Margaret Thatcher también promovía la tortura y los asesinatos extrajudiciales contra los republicanos del Ulster.

¿Es posible superar la tortura? No lo sé. No he pasado por esa terrible experiencia. André Malraux afirmaba que la muerte no es nada frente a la tortura. Para el torturado, “fuera del sufrimiento físico no hay nada real”, escribe en La condición humana. No concibo nada peor que convivir con esos recuerdos y con la congoja de haber facilitado información por la humanísima y perfectamente comprensible incapacidad de soportar el dolor. Los Estados seguirán torturando mientras no exista una democracia real, donde el pueblo pueda ejercer su soberanía y sus derechos. Estamos muy lejos de ese escenario, pero creo que reducir el tamaño del Estado sería el primer paso para frenar sus abusos. Los Estados-nación o los imperios como Estados Unidos son gigantes que pisotean a sus ciudadanos. La autodeterminación de los pueblos no balcanizaría Europa, sino que la humanizaría y tal vez permitiría acabar con los abusos de las instituciones. Sueño con un mundo sin torturas. Es un sueño utópico, difícilmente realizable, pero es un horizonte ético al que no podemos renunciar.

En marzo de 2011 la Guardia Civil practicó una redada en Bizkaia contra las estructuras militares de ETA en Bizkaia que concluyó con gravísimas denuncias de torturas. Sobresalía la de Beatriz Etxebarria, que incluía otra nueva violación en los calabozos españoles a militantes vascas y vascos. Segun el testimonio de Beatriz, el Comité Europeo establece que fue violada en calabozos policiales 

Enlace :

http://boltxe.info/?p=63497

2014/01/29

Relato de cómo era Madrid, el día que cayó Barcelona en manos del fascismo en 1939

"¿Cuantos barrancos del Lobo nos hizo la burguesía nacional en España a los trabajadores? Europa siempre miro para otro lado en la península y dejo o apoyo a reyezuelos y dictadores. Porque debería ser diferente en este 1939."
  
Eduardo Andradas

http://elleteoenverso.blogspot.com.es/



Madrid, 25 de Enero de 1939

 Amanece superficialmente en Alcobendas, me abraza un rayo de sol en las pupilas. Tras el cristal, el frio sigue en la espiga y el sol despierta a la higuera y al blanco de la nube. Raquel duerme. Debe tener el interior de sus ojos descansando todavía en las estrellas. En cambio mis manos no se quitan la metralla de estos años. Pongo mi cuerpo una guerrera “Canadiense” que me regalo un brigadista internacional. Sujeto las botas altas de cordones y me echo un capote manta y abrocho una Astra 400 a la cintura, dispuesta siempre de bala.

Dejo a Raquel gobernada de sueños y recogida de colchón de lana, la he dejado un beso en la almohada. Por la calle Fermín Galán, sopla una brisa brava y en Calle Juanita Rico, saludo al Teniente Alcalde Bernardo Espejo, el me notifica que el gobierno de la Republica ha declarado el estado de Guerra. Enseña una hoja dirigida a nuestro Alcalde Antonio Vázquez Sobreviela, que expone que ahora estamos sometidos al artículo 56 y al mando del ejército. Desde el día 23 ordena José Miaja en lo que queda de Madrid y sus alrededores, no los partidos políticos y sindicatos.

Subo a un Blindado Chevrolet dirección Carretera de Francia. Los campos débiles de verde, se dejan dominar por el invierno, pero siguen libres de terratenientes, en ellos no decreta el General Miaja, sino la CNT. Que firme se ve la figura de Madrid desde sus extramuros, entre esos edificios se está salvando el mundo. Pongo suelas y pasos en una Atocha que sobresale con su estación con las cristaleras reventadas de bomba. Un chaval me vende el diario La Libertad. En portada sale el soldado José Romero Pérez, el cual en el frente de Extremadura estropeo de granada un carro Veloce CV-35 y después silencio un nido de ametralladoras fascista. Pienso que todos los pueblos de esta tierra debieran ser como José Romero. La prensa pelotea al Coronel Casado, uno de esos militares señoritos, que están con nosotros por cuestión geográfica. Los carabineros le llaman el “Chulo”, en las trincheras se le ve poco, en cambio los despachos conocen de su trasero.

Francia se desentiende de Catalunya, posición vieja durante estos casi tres años de combate. Los socialistas Franceses no quieren una guerra con Italia dicen. Se han entregado a la Inglaterra banquera. Fernando de los Ríos pierde el poco tiempo que nos queda de país democrático en dependencia en dependencia por Washington. Estamos solos contra un ataque de oscuridad mundial. ¿Cuantos barrancos del Lobo nos hizo la burguesía nacional en España a los trabajadores? Europa siempre miro para otro lado en la península y dejo o apoyo a reyezuelos y dictadores. Porque debería ser diferente en este 1939.

En la parada de metro de SOL coloco mi uniforme del Ejército Popular en un vagón, tras sortear madrileños asustados tumbados en el andén. Se corta a ratos la luz floja de las bombillas del convoy, voy rodeado de munición y tropa. Llego a la Estación del Norte, malherida de proyectil franquista. Desde la cuesta de San Vicente se divisa los fogonazos dispersos y cansados de la fusilería enemiga. La batalla no está hoy en las orillas destripadas del Manzanares, el frente ahora es el Llobregat. Franco quiere ocupar Barcelona, con el dinero de Juan March. Cae el atardecer en forma de obús, rápido, en silencio y estallando con luna.

En Madrid no puedes entrar sin un salvoconducto, se come de cartilla de racionamiento y se están llamando a incorporarse a filas a los reemplazos desde 1915 a 1918 para pelear. En Madrid en estos momentos en el teatro Chueca puedes ver la película “Nobleza Baturra” y escuchar unas jotas aragonesas. El director de este filme Florián Rey se encuentra acogido por Adolf Hitler en Alemania. La España “bolchevique” te echa cine de un secuaz de los facciosos y por las mañanas te haces con el periódico el Liberal. Hace tres días el Ayuntamiento recibió a los héroes del destructor “José Luis Diez”, tripulación que entablo combate con la marina Franco-Fascista a las puertas de Gibraltar. Allí estaba yo en la tribuna, al lado de los camaradas del comité central Isidoro Diéguez, Concepción Velasco y el teniente Alcalde de Madrid, Germán Alonso “El rojo”. Se daba salida a los nuevos soldados que deben defender la Republica. Jóvenes que deberían de estar en la universidad aprendiendo y por culpa del fascismo van a acometer enfrentamiento bélico, cuando son gente de paz. Vicente Gayo un oficial de maquinas del barco recalco que la flota leal al Frente Popular sabrá cumplir con su deber. Ojala no nos tengan que exiliar por las olas y el mar.

Madrid es solidaridad. Los de la Guardia de Asalto reparten víveres entre los proletarios del metal de la capital y en las guarderías infantiles. La policía no reprime, ayuda a los obreros. 7000 mujeres se han presentado para barrer las calles o colaborar en la reconstrucción de viviendas destruidas por la aviación negra. Madrid es compañerismo.

Suelta la noche firmamento. Y alguna detonación de pólvora de alguien de FET de las JONS del otro lado de los parapetos. Nos han invadido Cataluña la España ruin y capitalista, miles de bayonetas de Castilla te defienden en estos instantes desde la Casa Campo hasta Usera.

Se desadormece el día 26 de Enero. La JSU levanta leves barricadas, en las horas siguientes los L3/L35 de Mussolini desfilan por la Diagonal. Espero que Raquel siga como la deje soñando. Porque a España la están metiendo en una pesadilla.

* Eduardo Andradas es investigador histórico
http://elleteoenverso.blogspot.com.es/

2014/01/28

El franquismo encerró en manicomios a republicanos que encontraba por la calle

""El sistema manicomial era lo más parecido a una condena de por vida por no hablar de una muerte en vida", afirma Juan Sánchez, precisando que "era peor que la cárcel, ya que de esta se acaba saliendo y no se pierden los derechos"."

RAFAEL GUERRERO
 http://www.publico.es/

 La asistencia psiquiátrica durante el franquismo era "pervertida y deshumanizada" y estuvo marcada por una "sordidez extrema", en palabras de Juan Sánchez Vallejo, médico psiquiatra que ha escrito el libro ‘La locura y su memoria histórica' (Ediciones Atlantis), en el que analiza la evolución de la especialidad en España desde el franquismo hasta hoy, al tiempo que recuerda a los enfermos mentales a quienes la dictadura arrinconó en manicomios como desechos humanos desprovistos de derechos. El autor se formó como médico y psiquiatra en los años 60 y 70 en la Universidad de Sevilla y en el manicomio de Miraflores, donde comprobó cómo el régimen utilizó también estos hospitales para encerrar de por vida a muchos republicanos que podían causarle molestias.

Juan Sánchez recuerda la enorme influencia académica y profesional entonces de Antonio Vallejo Nájera, director de los servicios psiquiátricos del Ejército, el "psiquiatra del régimen" que importó de Alemania las demenciales técnicas nazis para detectar y desactivar el inexistente "gen rojo" sobre mujeres republicanas. El Mengele español promovió la separación de los hijos de sus madres, su ingreso en orfelinatos y su posterior adopción por "familias de orden" para evitar así la propagación generacional de una "ideología contaminada". Vallejo Nájera -según Sánchez Vallejo, a quien no le une ningún parentesco- abrió la puerta así a las tramas de bebés robados que tanto han conmovido a la sociedad española hasta el día de hoy.

La psiquiatría evolucionó poco en España por culpa del franquismo, que impidió a través de su estructura de poder universitario que penetraran las modernas corrientes internacionales que entroncaban la enfermedad mental con el contexto social, frente al biologismo imperante que se apoyaba en los hospitales psiquiátricos para aparcar a los enfermos, tranquilizarlos y desactivarlos como personas a base de cruentos tratamientos -lobotomía, electroshock, coma insulínico, abscesos de trementina, etc.- y de atiborrarlos con potentes fármacos.

"El sistema manicomial era lo más parecido a una condena de por vida por no hablar de una muerte en vida", afirma Juan Sánchez, precisando que "era peor que la cárcel, ya que de esta se acaba saliendo y no se pierden los derechos". En ese contexto, no resulta extraño que el régimen se aprovechara de ese oscuro túnel del sistema manicomial como instrumento complementario de represión política. Otro más, pero con la ventaja de dejar a los elementos molestos desactivados para siempre hasta su muerte, convirtiendo a opositores marginales en locos irrecuperables.

No estaban locos, eran sencillamente republicanos, pero los encerraban en el manicomio 

Durante su dura experiencia como médico alumno en prácticas de psiquiatría en el manicomio sevillano de Miraflores -un inmenso edificio donde en los años sesenta vegetaban entre 1.200 y 1.500 enfermos mentales-, Juan Sánchez Vallejo pudo comprobar no sólo que muchos internos carecían de ficha, "como si no existieran", sino que había un "nada despreciable porcentaje nunca inferior al 10 por ciento" de fichas con la casilla del diagnóstico en blanco.

"Mosqueado por este hecho -escribe textualmente en el libro-, le pregunté a uno de nuestros profesores adjuntos de cátedra por aquel detalle aparentemente menor y que, inicialmente, achaqué ingenuamente a algún descuido en la transcripción de la historia clínica. Pero la respuesta que me dio, me dejó helado. El profesor me vino a decir queno tenían diagnóstico porque no entraron al manicomio como enfermos, sino como medio delincuentes y medio vagabundos del otro banco de la guerra civil y que les habían metido allí por no saber a dónde llevarles".

No estaban locos, eran sencillamente republicanos, pero los encerraban en el manicomio. "Te lo decían ellos", dice Sánchez Vallejo que recuerda a uno que le comentó: "Mire usted, yo estaba vagabundeando porque no tenía donde caerme muerto. Un día la Guardia Civil me recogió, se enteró de quien era, de cuál era mi ideología y me trajo aquí. Y aquí llevo veintitantos años".

La paradoja es que la dictadura se sirvió de la legislación republicana para encerrar de por vida a esos opositores en situación personal marginal y para desactivarlos como personas. Concretamente, del decreto sobre asistencia a enfermos mentales de 1931 -"que permitía internamientos manicomiales involuntarios de personas locas o cuerdas, mediante una simple orden judicial o gubernativa, un mandato de un alcalde o comisario, o simplemente por indicación médica o familiar"- y de la tristemente famosa ley de vagos y maleantes de 1933. Es decir, normas que fomentaron la discrecionalidad y el abuso, arruinando la vida a miles y miles de españoles.

Muchos de ellos acabaron sus días en el manicomio tras décadas de internamiento, adaptados a la fuerza a aquella sórdida vida, colaborando en labores de limpieza y otros menesteres. "Diríase que habían conseguido galones y un extraño estatus al que ya no querían renunciar".

El autor de ‘La locura y su memoria histórica', Juan Sánchez Vallejo, se vio forzado a emigrar y tuvo que buscarse trabajo fuera de Andalucía hasta que se estableció a comienzos de los años setenta en el País Vasco. ¿El motivo? Porque fue represaliado - junto a otros compañeros- por las autoridades académicas de la Universidad de Sevilla tras haberse atrevido a fotografiar -con la discreta complicidad de algunas monjas enfermeras- y a denunciar públicamente el trato inhumano y vejatorio que padecían los enfermos mentales del manicomio de Miraflores.

2014/01/27

La chispa prende en la acción. La filosofía de la praxis en el pensamiento de Rosa Luxemburg

"Rosa Luxemburg sería asesinada por los Freikorps –“cuerpos francos” paramilitares– movilizados por el gobierno socialdemócrata, bajo la batuta del Ministro Gustav Noske, contra el levantamiento de los obreros de Berlín."

Michael-Löwy                                                                                                                                              Boltxe.info

En la presentación de las Tesis sobre Feuerbach (1845) de Marx, que publicó a título póstumo en 1888, Engels las calificó como “primer documento que registra el germen genial de una nueva concepción del mundo”. Así es, en este pequeño texto Marx supera dialécticamente –la famosa Aufhebung: negación/conservación/elevación– el materialismo y el idealismo anteriores, y formuló una nueva teoría, que podría llamarse filosofía de la praxis.

Mientras los materialistas franceses del siglo 18 insistían en la necesidad de cambiar las circunstancias materiales para que se transformaran los seres humanos, los idealistas alemanes aseguraban que la sociedad sería cambiada gracias a la formación de una nueva conciencia entre los individuos. En contra de estas dos percepciones unilaterales, que conducían a un callejón sin salida –y a la búsqueda de un “Gran Educador” o un “Supremo Salvador”–, Marx afirmó en la Tesis III:

La coincidencia del cambio de las circunstancias y de la actividad humana o autotransformación, sólo puede ser considera y comprendida racionalmente en tanto que práctica (praxis) revolucionaria/1.
 
En otras palabras: en la práctica revolucionaria, en la acción colectiva emancipadora, el sujeto histórico –las clases oprimidas– transforma al mismo tiempo las circunstancias materiales y su propia conciencia. Marx volvió a esta problemática en La Ideología Alemana (1846), al escribir:

Esta revolución se ha hecho necesaria no sólo por ser el único medio de derribar a la clase dominante, sino también porque sólo una revolución permitirá a la clase que derriba a la otra barrer toda la podredumbre del viejo sistema que se le ha quedado pegada y volverse capaz de fundar la sociedad sobre bases nuevas/2 .

Esto quiere decir que la autoemancipación revolucionaria es la única forma posible de liberación: sólo por su propia praxis, por su experiencia en la acción, pueden las clases oprimidas cambiar su conciencia, al mismo tiempo que subvierten el poder del capital. Es verdad que en textos posteriores –por ejemplo, la famosa introducción de 1857 a la Crítica de la Economía Política– encontramos una versión mucho más determinista, considerando la revolución como el resultado inevitable de la contradicción entre fuerzas y relaciones de producción; pero como lo demuestran sus principales escritos políticos, el principio de la autoemancipación de los trabajadores continúa inspirando su pensamiento y su acción.
Fue Antonio Gramsci, en sus Cuadernos de Prisión de los años 1930, quien utilizó por primera vez la expresión “filosofía de la praxis” para referirse al marxismo. Algunos pretenden que era sólo de un ardid para engañar a sus carceleros fascistas, recelosos de cualquier referencia a Marx; pero esto no explica por qué Gramsci escogió esta fórmula y no otra, como podría ser “dialéctica racional” o “filosofía crítica”. En realidad, con esta expresión definió, de manera precisa y coherente, lo que distingue al marxismo como visión específica del mundo, y se disocia, de manera radical, de las lecturas positivistas y evolucionistas del materialismo histórico.

Pocos marxistas del siglo 20 fueron más cercanos que Rosa Luxemburg al espíritu de esta filosofía marxista de la praxis. Ciertamente, ella no escribía textos filosóficos ni elaboraba teorías sistemáticas; como observa con razón Isabel Loureiro, “sus ideas, dispersas en artículos periodísticos, folletos, discursos, cartas (…) son respuestas inmediatas a la coyuntura más que una teoría lógica e internamente coherente/3. Eso no quita para que la filosofía de la praxis marxiana, que interpretó de forma original y creadora, fuera el hilo conductor –en el sentido eléctrico de la palabra– de su obra y de su acción como revolucionaria. Pero su pensamiento no era estático: era una reflexión en movimiento, enriquecida con la experiencia histórica. Intentaremos reconstruir aquí la evolución de su pensamiento por medio de algunos ejemplos.

Es verdad que sus escritos están atravesados por una tensión entre el determinismo histórico –la inevitabilidad del derrumbamiento del capitalismo– y el voluntarismo de la acción emancipadora. Esto se aplica en particular a sus primeros trabajos (antes de 1914). Reforma o Revolución (1899), el libro por el que es conocida en el movimiento obrero alemán e internacional, es un ejemplo claro de esta ambivalencia. En contra de Bernstein, proclamaba que la evolución del capitalismo llevaba necesariamente al derrumbamiento (Zusammenbruch) del sistema, y que este hundimiento era la vía histórica que llevaba a la realización del socialismo. En último instancia era una variante socialista de la ideología del progreso inevitable que dominó el pensamiento occidental desde la Filosofía de las Luces. Lo que salvaba su argumento de un economicismo fatalista era la pedagogía revolucionaria de la acción: “sólo en el curso de largas y persistentes luchas adquirirá el proletariado el grado de madurez política que le permitirá obtener la victoria definitiva de la revolución”/4.

Esta concepción dialéctica de la educación por la lucha fue también uno de los principales ejes de su polémica con Lenin en 1904: “sólo en el curso de la lucha se recluta el ejército del proletariado y toma conciencia de los objetivos de esta lucha. La organización, los progresos de la conciencia (Aufklärung) y el combate no son fases particulares, separadas en el tiempo y de forma mecánica (…) sino, por el contrario, aspectos diversos de un solo y mismo proceso/5.

Desde luego, reconocía Rosa Luxemburg, la clase puede equivocarse en el curso de este combate, pero en última instancia, “los errores cometidos por un movimiento obrero verdaderamente revolucionario son históricamente mucho más fecundos y más preciosos que la infalibilidad del mejor ‘Comité Central”. 

La autoemancipación de los oprimidos implica la autotransformación de la clase revolucionaria por medio de su experiencia práctica; ésta, a su vez, no sólo produce la conciencia –tema clásico del marxismo– sino también la voluntad:

El movimiento histórico universal (Weltgeschichtlich) del proletariado hacia su emancipación integral es un proceso cuya particularidad reside en que, por primera vez desde que existe la sociedad civilizada, las masas del pueblo hacen valer su voluntad conscientemente y en contra de todas las clases gobernantes (…). Ahora bien, las masas sólo pueden adquirir y reforzar esta voluntad en la lucha cotidiana contra el orden constituido, es decir, en los límites de este orden” ”/6 .

Podría compararse la visión de Lenin con la de Rosa Luxemburg por medio de la siguiente imagen: para Vladimir Illich, redactor del periódico Iskra, la chispa revolucionaria la aporta la vanguardia política organizada, desde fuera hacia el interior de las luchas espontáneas del proletariado; para la revolucionaria judía/polaca, la chispa de la conciencia y de la voluntad revolucionaria prende en el combate, en la acción de masas. Es verdad que su concepción del partido como expresión orgánica de la clase se correspondía más a la situación en Alemania que en Rusia o Polonia, donde se planteaba ya la cuestión de la diversidad de partidos referidos al socialismo.

Los acontecimientos revolucionarios de 1905 en el Imperio zarista ruso confirmaron a Rosa Luxemburg en su concepción de que el proceso de toma de conciencia de las masas obreras era menos el resultado de la actividad educadora –Aufklärung– del partido que de la experiencia de acción directa y autónoma de los trabajadores:

El brusco levantamiento general del proletariado en enero, desencadenado por los acontecimientos de San Petesburgo, fue, en su acción exterior, un acto político revolucionario, una declaración de guerra al absolutismo. Pero esta primera lucha general y directa de las clases tuvo un impacto aún más poderoso en su interior, despertando por primera vez, como una sacudida eléctrica (einen elektrischen Schlag), el sentimiento y la conciencia de clase en millones y millones de individuos (…). El absolutismo deberá ser derribado en Rusia por el proletariado. Pero el proletariado necesitará para ello un alto grado de educación politica, conciencia de clase y organización. No puede aprender todo esto en folletos o en octavillas, sino que adquirirá esta educación en la escuela política viva, en la lucha y por la lucha, en el curso de la revolución en marcha” ”/7.

La polémica referencia a “los folletos y las octavillas” parece subestimar la importancia de la teoría revolucionaria en el proceso; por otra parte, la actividad política de Rosa Luxemburg, consistente en gran medida en redactar artículos periodísticos y folletos –por no hablar de sus obras teóricas en el campo de la economía política– demuestra sin ninguna duda el decisivo significado que concedía al trabajo teórico y a la polémica política en el proceso de preparación de la revolución.

En este famoso folleto de 1906 sobre la huelga de masas, la revolucionaria polaca seguía utilizando todavía los tradicionales argumentos deterministas: la revolución tendrá lugar “con la necesidad de una ley de la naturaleza”. Pero su visión concreta del proceso revolucionario coincidía con la teoría de la revolución de Marx, tal como la presentó en La Ideología Alemana (obra que no podía conocer, ya que no fue publicada hasta después de su muerte): la conciencia revolucionaria sólo puede generalizarse en el curso de un movimiento “práctico”, la transformación “masiva” de los oprimidos, en el curso de la propia revolución. La categoría de la praxis –que para ella, como para Marx, es la unidad dialéctica entre lo objetivo y lo subjetivo, la mediación por la cual la clase en sí se convierte en clase para sí– le permitió superar el dilema paralizante y metafísico de la socialdemocracia alemana, entre el moralismo abstracto de Bernstein y el economicismo mecánico de Kautsky: para el primero, el cambio “subjetivo”, moral y espiritual, de los “seres humanos” era la condición para el advenimiento de la justicia social, mientras que para el segundo la evolución económica objetiva conducía “fatalmente” al socialismo. Esto permite comprender mejor por qué Rosa Luxemburg se opuso no sólo a los revisionistas neo-kantianos, sino también, desde 1905, a la estrategia de “atentismo” pasivo defendida por el así denominado “centro ortodoxo” del partido.
Esta misma visión dialéctica de la praxis le permitió, también, superar el tradicional dualismo encarnado por el Programa de Erfurt del SPD, entre las reformas, o “programa mínimo”, y la revolución, el “objetivo final”. Con la estrategia de huelga de masas que propuso en Alemania en 1906 –en contra de la burocracia sindical– y en 1910 –en contra de Karl Kautsky– Rosa Luxemburg esbozó un camino capaz de transformar las luchas económicas o el combate por el sufragio universal en un movimiento revolucionario general.
Al contrario que Lenin, que distingue entre la “conciencia trade-unionista (sindical)” y la “conciencia socialdemócrata (socialista)”, ella sugiere una distinción entre la conciencia teórica latente, característica del movimiento obrero en los períodos de dominación del parlamentarismo burgués, y la conciencia práctica y activa, que surge en el curso del proceso revolucionario, cuando las propias masas –y no sólo los diputados y dirigentes del partido– aparecen en la escena política; gracias a esta conciencia práctica-activa las capas menos organizadas y más atrasadas pueden llegar a ser, en período de lucha revolucionaria, el elemento más radical. De esta premisa deriva su crítica a quienes basan su estrategia política en una estimación exagerada del papel de la organización en la lucha de clases –acompañada por lo general de una subestimación del proletariado no organizado– olvidando el papel pedagógico de la lucha revolucionaria:
“Seis meses de revolución harán más por la educación de estas masas hoy desorganizadas que diez años de reuniones pública y distribuciones de octavillas”/8.

¿Era Rosa Luxemburg espontaneista? No del todo… En su folleto Huelga general, partido y sindicatos (1906) insiste, refiriéndose a Alemania, en que el papel de “la vanguardia más esclarecida” no es esperar “con fatalismo” a que el movimiento espontáneo “caiga del cielo”. Al contrario, la función de esta vanguardia es precisamente “anticipar (vorauseilen) el curso de las cosas, intentar precipitarlo”. Reconoce que el partido socialista debe tomar la dirección política de la huelga de masas, lo cual consiste en “proporcionar al proletariado alemán una táctica y objetivos para el período de luchas por venir”: llega a proclamar que la organización socialista es “la vanguardia de toda la masa de los trabajadores” y que “el movimiento obrero obtiene su fuerza, su unidad, su conciencia política de esta misma organización” ”/9.

Hay que añadir que la organización polaca dirigida por Rosa Luxemburg, el Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia y de Lituania (SDKPiL), clandestino y revolucionario, se parecía más al partido bolchevique que a la socialdemocracia alemana… Hay que considerar también un aspecto poco conocido de Rosa Luxemburg: su actitud hacia la Internacional (sobre todo después de 1914), que concebía como un partido mundial centralizado y disciplinado. Resulta una gran ironía que Karl Liebnecht, en una carta a Rosa Luxemburg, critique su concepción de la Internacional como “demasiado centralista-mecánica”, con “demasiada ‘disciplina’ y demasiado poca esponteneidad”, considerando a las masas “demasiado como instrumentos de la acción, no como portadoras de la voluntad; como instrumentos de la acción deseada y decidida por la Internacional, y no en tanto que quieren y desean por sí mismas” ”/10.
Paralelamente a este voluntarismo activista, el optimismo determinista (económico) de la teoría del Zusammenbruch, el hundimiento del capitalismo víctima de sus contradicciones, no desapareció de sus escritos, al contrario: se encuentra en el centro mismo de su gran obra económica, La acumulación del capital (1911). Sólo después de 1914, en el folleto La crisis de la socialdemocracia, escrito en prisión en 1915 –y publicado en Suiza en enero de 1916 bajo el seudónimo de “Junius”– superó esta visión tradicional del movimiento socialista de comienzos de siglo. Este documento, gracias al lema “socialismo o barbarie”, representó un giro en la historia del pensamiento marxista. Curiosamente, la argumentación de Rosa Luxemburg comienza referiéndose a las “leyes inalterables de la historia”; reconoce que la acción del proletariado “contribuye a determinar la historia”, pero parece creer que se trata sólo de acelerar o retardar el proceso histórico. Hasta ahí, nada nuevo.

Pero en las líneas siguientes compara la victoria del proletariado con “un salto que hace pasar a la humanidad del reino animal al reino de la libertad”, añadiendo: este salto sólo será posible “si, del conjunto de las premisas materiales acumuladas por la evolución, se enciende la chispa incendiaria (zündende Funke) de la voluntad consciente de la gran masa popular”. Encontramos aquí la famosa Iskra, la chispa de la voluntad revolucionaria capaz de hacer estallar la pólvora seca de las condiciones materiales. ¿Qué produce esta zündende Funke? Sólo gracias a una “larga serie de enfrentamientos hará el proletariado internacional su aprendizaje bajo la dirección de la socialdemocracia e intentará tomar las riendas de su propia historia (seine Geschichte)…” ”/11. En otras palabras: sólo en la experiencia práctica prende la chispa de la conciencia revolucionaria de los oprimidos y explotados.
Introduciendo la expresión socialismo o barbarie, “Junius” acude a la autoridad de Engels, en un escrito de “hace una cuarentena de años” –una referencia sin duda al Anti-Duhring¨(1878): “Friedrich Engels dijo una vez: La sociedad burguesa se encuentra ante un dilema: o paso al socialismo o recaída en la barbarie’ ”/12. De hecho, lo que escribió Engels es bastante diferente:

Las fuerzas productivas engendradas por el modo de producción capitalista moderno, y el sistema de distribución de los bienes que ha creado, han entrado en contradicción flagrante con el propio modo de producción, hasta un que hace necesario un cambio radical del modo de producción y distribución, si no se quiere ver desaparecer toda la sociedad moderna” ”/13.

El argumento de Engels –fundamentalmente económico y no político, como el de “Junius”– era más bien retórico, una especie de demostración por el absurdo de la necesidad del socialismo, para evitar la “desaparición” de la sociedad moderna –una fórmula vaga cuyo alcance no se llega a entender bien. De hecho, fue Rosa Luxemburg quien inventó, en el sentido estricto de la palabra, la expresión “socialismo o barbarie”, que tanto impacto tendrá a lo largo del siglo 20. La referencia a Engels pretendía dar más legitimidad a una tesis bastante heterodoxa. La guerra mundial, y el hundimiento del movimiento obrero internacional en agosto de 1914, acabó por quebrar su convicción en la victoria inevitable del socialismo.

En los siguientes párrafos, “Junius” desarrolló su innovador punto de vista:

Nos situamos ante esta disyuntiva: o triunfo del imperialismo y decadencia de toda civilización, y como consecuencia, como en la antigua Roma, la despoblación, la desolación, la degeneración, un gran cementerio; o victoria del socialismo, es decir, de la lucha consciente del proletariado internacional contra el imperialismo y contra su método de acción: la guerra. Es un dilema de la historia del mundo, un todavía indeciso “o esto – o lo otro”, cuyos platillos se balancean ante la decisión del proletariado consciente /14.

Se puede discutir el significado del concepto de “barbarie”: se trata sin duda de una barbarie moderna, “civilizada” –la comparación con la antigua Roma no es muy pertinente–, y en este caso la afirmación del folleto de “Junius” se reveló profética: el fascismo alemán, manifestación suprema de la barbarie moderna, pudo tomar el poder gracias a la derrota del socialismo. Pero lo más importante de la fórmula “socialismo o barbarie” es el término “o”: se trata del reconocimiento de que la historia es un proceso abierto, que el futuro no está todavía decidido –por las “leyes de la historia” o de la economía– sino que depende, en definitiva, de los factores “subjetivos”: la conciencia, la decisión, la voluntad, la iniciativa, la acción, la praxis revolucionaria. Es cierto, como señala Isabel Loureiro en su excelente libro, que incluso en el folleto de “Junius” –y en los textos posteriores de Rosa Luxemburg– se siguen encontrando referencias al hundimiento inevitable del capitalismo, a la “dialéctica de la historia” y a la “necesidad histórica del socialismo” ”/15. Pero en última instancia, la fórmula “socialismo o barbarie” sienta las bases de otra concepción de la “dialéctica de la historia”, distinta del determinismo económico y de la ideología iluminista del progreso inevitable.

Volvemos a encontrar la filosofía de la praxis en el centro de la polémica de 1918 sobre la Revolución rusa, otro texto capital redactado detrás de los barrotes. La trama esencial de este documento es bien conocida: por una parte, el apoyo a los bolcheviques, y a sus dirigentes, Lenin y Trotsky, que han salvado el honor del socialismo internacional al atreverse a llevar a cabo la Revolución de Octubre; por otra parte, un conjunto de críticas, algunas de ellas –sobre la cuestión agraria y la cuestión nacional– muy discutibles, mientras que otras –el capítulo sobre la democracia– resultan proféticas. Lo que inquietaba a la revolucionaria judía/polaca/alemana era sobre todo la supresión, por los bolcheviques, de las libertades democráticas –libertad de prensa, de asociación, de reunión–, que son precisamente la garantía de la actividad política de las masas obreras; sin ellas, “la dominación de las amplias capas populares es absolutamente impensable”. Las gigantescas tareas de la transición al socialismo “a las que se han dedicado los bolcheviques con coraje y determinación”, no pueden ser realizadas sin que “las masas reciban una educación política muy intensiva y acumulen experiencias”, lo que no es posible sin libertades democráticas. La construcción de una nueva sociedad es un terreno virgen que plantea “mil problemas” imprevistos; ahora bien, “sólo la experiencia permite las correcciones y la apertura de nuevas vías”. El socialismo es un producto histórico “surgido de la escuela misma de la experiencia”: el conjunto de las masas populares (Volksmassen) debe participar de esta experiencia, si no “el socialismo es decretado, otorgado por una docena de intelectuales reunidos alrededor de un tapete verde”. El único remedio para los inevitables errores del proceso de transición es la propia práctica revolucionaria: “la revolución en sí y su principio renovador, la vida intelectual, la actividad y la autorresponsabilidad (Selbsverantwortung) de las masas, en una palabra, la revolución bajo la forma de la más amplia libertad política es el único sol que salva y purifica” ”/16.

Este argumento es mucho más importante que el debate sobre la Asamblea Constituyente, donde se concentraron las objeciones “leninistas” al texto de 1918. Sin libertades democráticas, la praxis revolucionaria de las masas, la autoeducación popular por la experiencia, la autoemancipación de los oprimidos y el ejercicio del poder mismo por la clase de los trabajadores, son imposibles.
György Lukacs, en su importante ensayo “Rosa Luxemburg marxista” (enero 1921), mostró con gran agudeza cómo, gracias a la unidad de la teoría y la praxis –formulada por Marx en sus Tesis sobre Feuerbach– la gran revolucionaria había conseguido superar el dilema de la impotencia de los movimientos socialdemócratas, “el dilema del fatalismo de las leyes puras y de la ética de las intenciones puras”. 

¿Qué significa esta unidad dialéctica?
 
Así como el proletariado como clase sólo puede conquistar y conservar su conciencia de clase, elevarse al nivel de su tarea histórica –objetivamente dada–, en el combate y la acción, de igual medida el partido y el militante individual sólo pueden apropiarse realmente su teoría realizando esta unidad en su praxis” ”/17.

Resulta por tanto sorprendente que, apenas un año más tarde, Lukacs redactase el ensayo –formando también parte de Historia y Conciencia de Clase (1923)– titulado “Comentarios críticos sobre la crítica de la revolución rusa en Rosa Luxemburg” (enero 1922), rechazando en bloque el conjunto de comentarios disidentes de la fundadora de la Liga Spartacus, pretendiendo que “se representa la revolución proletaria bajo las formas estructurales de las revoluciones burguesas/18–una acusación poco creíble, como lo demuestra Isabel Loudeiro/19. ¿Cómo explicar la diferencia, en el tono y en el contenido, entre el ensayo de enero de 1921 y el de enero de 1922? ¿Una conversión rápida al leninismo ortodoxo? Tal vez, pero lo más probable es la posición de Lukacs respecto a los debates en el seno del comunismo alemán. Paul Levi, el principal dirigente del KPD (Partido Comunista Alemán), se había opuesto a la “Acción de Marzo de 1921”, una tentativa fracasada de levantamiento comunista en Alemania, sostenida con entusiasmo por Lukacs (aunque criticada por Lenin…); excluido del partido, Paul Levi decidió en 1922 publicar el manuscrito de Rosa Luxemburg sobre la Revolución rusa, que la autora le había confiado en 1918. La polémica de Lukacs con este documento es también, indirectamente, un ajuste de cuentas con Paul Levi.

En realidad, el capítulo sobre la democracia de este documento de Luxemburg es uno de los textos más importantes del marxismo, del comunismo, de la teoría crítica y del pensamiento revolucionario en el siglo 20. Es difícil imaginar una refundación del socialismo en el siglo 21 que no tenga en cuenta los argumentos desarrollados en estas febriles páginas. Los representantes más lúcidos del leninismo y del trotskismo, como Ernest Mandel o Daniel Bensaid, han reconocido que esta crítica de 1918 al bolchevismo, en lo que se refiere a la cuestión de las libertades democráticas, estaba justificada. Por supuesto, la democracia a la que se refería Rosa Luxemburg es la ejercida por los trabajadores en un proceso revolucionario, no la “democracia de baja intensidad” del parlamentarismo burgués, donde las decisiones importantes son tomadas por banqueros, empresarios, militares y tecnócratas, fuera de cualquier control popular.
La zündende Funke, la chispa incendiaria de Rosa Luxemburg, brilló una última vez en diciembre de 1918, en su conferencia al Congreso de fundación del KPD (Liga Spartacus). En este texto también se encuentran referencias a la “ley de desarrollo objetivo y necesario de la revolución socialista”, pero se trata en realidad de la “amarga experiencia” que deben hacer las diversas fuerzas del movimiento obrero antes de encontrar el camino revolucionario. Las últimas palabras de esta memorable conferencia están directamente inspiradas por la perspectiva de la praxis autoemancipadora de los oprimidos: “La masa aprende a ejercer el poder ejerciéndolo. No hay otra manera de aprender. Hemos superado ya el tiempo en que se trataba de enseñar el socialismo al proletariado. Este tiempo no se ha cumplido al parecer para los marxistas de la escuela de Kautsky. Con ‘educar a las masas proletarias’ se quiere decir: hacerles discursos, difundir octavillas y folletos. No, la escuela socialista de los proletarios no necesita eso. Su educación se realiza cuando pasan a la acción (zur Tat greifen)”. Rosa Luxemburg se refiere aquí a una famosa cita de Goethe: “Am Anfang war die Tat!” (¡Al comienzo no era el Verbo, sino la Acción!). En palabras de la revolucionaria marxista: “Al comienzo era la Acción, ésta es nuestra divisa; y la acción consiste en que los consejos de obreros y de soldados se sientan llamados a convertirse en la única potencia pública en el país y que aprendan a serlo/20. Algunos días más tarde, Rosa Luxemburg sería asesinada por los Freikorps –“cuerpos francos” paramilitares– movilizados por el gobierno socialdemócrata, bajo la batuta del Ministro Gustav Noske, contra el levantamiento de los obreros de Berlín.

Rosa Luxemburg no era infalible, cometió errores, como cualquier ser humano y cualquier militante, y sus ideas no constituyen un sistema teórico cerrado, una doctrina dogmática aplicable en cualquier lugar y en cualquier época. Pero su pensamiento es una valiosa caja de herramientas para intentar desmontar la maquinaria capitalista y para pensar en alternativas radicales. No es casualidad que se haya convertido en estos últimos años en una de las referencias más importantes, sobre todo en América Latina, en el debate sobre un socialismo del siglo 21, capaz de superar los atolladeros de las experiencias que se reclamaron del socialismo en el pasado siglo; tanto la socialdemocracia como el estalinismo. Su concepción de un socialismo al mismo tiempo revolucionario y democrático –en oposición irreconciliable al capitalismo y al imperialismo– basado en la praxis autoemancipadora de los trabajadores, en la autoeducación por la experiencia y por la acción de las grandes masas populares alcanza una sorprendente actualidad. El socialismo del futuro no podrá prescindir de la luz de esta chispa ardiente.

1/ K. Marx, “Tesis sobre Feurbach”, 1845, en La ideología alemana.
2/ K. Marx, G. Engels, La ideología alemana.
3/ Isabel Loureiro, Rosa Luxemburg, Os dilemas da açâo revolucionaria, S. Paulo, Unesp, 1995, p. 23.
4/ Rosa Luxemburg, ¿Reforma o revolución?, 1899.
5/ Rosa Luxemburg, “Cuestiones de organización de la socialdemocracia rusa” (1904), en “Marxisme contre dictadure”, París, Spartacus, 1946, p.21.
6/ Ibid. pp. 22-23. Cf. Rosa Luxemburg, “Organisationsfragen der russischen Sozialdemokratie” (1904), en Die Russische Revolution, Frankfurt, Europäische Verlaganstalt, 1963, pp. 27-28, 42, 44.
7/ Rosa Luxemburg, “Huelga de masas, partido y sindicatos”, 1906. Traducción revisada según el original: “Massentreik, Partei und Gewerkschaften”, en Gewerkschaftskampf und Massentreik, Eingeleitet und Bearbeitet von Paul Frölich, Vereinigung Internationaler Verlagsanstalten, Berlin, 1928, pp. 426-427. Se trata de una recopilación de ensayos de Rosa Luxemburg sobre la huelga de masas, organizada por su discípulo y biógrafo Paul Frölich, excluido del Partido Comunista Alemán en los años 1920. Encontré este libro en un anticuario en… Tel Aviv; el ejemplar llevaba un sello: “Kibbutz Ein Harod, Seminario de Ideas, Biblioteca Central”. El propietario del libro era sin duda un judío alemán de izquierdas emigrado a Palestina hacia 1933 y lo dio a la biblioteca del kibbutz en el que se había establecido. Con la muerte de los viejos militantes del kibbutz, y como la nueva generación no leía alemán, el bibliotecario vendió a un librero de viejo su stock de libros en la lengua de Marx…
8/ Ibid. P. 150.
9/ Ibid. P. 147, 150.
10/ Ver K. Liebknecht: “A Rosa Luxemburg: Remarques à propos de son projet de thèses pour le groupe « Internationale», en Partisans, nº 45, enero 1969, p- 113.
11/ Rosa Luxemburg, La crisis de la socialdemocracia.
12/ Ibid.
13/ F. Engels, Anto-Dühring.
14/ Ibid
15/ I. Loureiro, Rosa Luxemburg, p. 123.
16/ Rosa Luxemburg, La revolución rusa.
17/ G. Lukacs, Historia y Conciencia de clase (1923).
18/ Ibid
19/ I. Loureiro, Rosa Luxemburg, p. 85-88
20/ Rosa Luxemburg, “Nuestro programa y la situación política. Discurso en el Congreso de fundación del PCA (Liga Spartacus)”. Recogido del original alemán, “Rede zum Programm der KPD (Spartakusbund)”, Ausgewählten Reden un Schriften, Berlín, Dietz Verlag, 1953, Band II, p. 687. El ejemplar de la edición alemana que utilizo aquí tiene una curiosa historia. Se trata de una recopilación de textos de Rosa Luxemburg, editada por el “Marx-Engels-Lenin-Stalin Institut boim ZA der SED”, con un prólogo de Wilhelm Pieck, dirigente estalinista de la RDA, seguida de introducciones de Lenin y Stalin, criticando los “errores” de la autora. Compré este libro a un anticuario y descubrí que llevaba una dedicatoria escrita a mano, en inglés, fechada en 1957, pidiendo excusas por no haber encontrado otra edición sin todas esas “introducciones” superfluas. La dedicatoria está firmada por “Tamara e Isaac”, sin duda Tamara e Isaac Deutscher…
Notas:

2014/01/24

POR QUÉ HAY QUE QUEMAR CONTENEDORES


"En 2014, las miserias del Tercer Mundo se han propagado a los Estados miembros de la OCDE, donde hay 200 millones de pobres, 40 millones de desempleados y ocho millones de personas desnutridas."

Rafael Narbona escritor y critico literario                                                               (http://rafaelnarbona.es/)
 
 En 1998, el Informe sobre Desarrollo Humano de Naciones Unidas afirmaba que las 225 personas más ricas poseían un patrimonio de un billón de dólares. Es decir, los mismos recursos que el 47% más pobre. Sólo con el 4% de la fortuna de los 225 más ricos se podían resolver el problema del hambre, regularizar el abastecimiento de agua, universalizar la enseñanza, prestar la atención básica sanitaria y garantizar un sistema de saneamiento y alcantarillado. Sin embargo, 1.442 millones de personas vivían por debajo del umbral de la pobreza y 3.000 sobrevivían con menos de 2 dólares al día. 1.000 millones no disponían de agua potable, 800 millones sufrían desnutrición crónica y 30 millones morían al año por culpa del hambre, la mitad niños y niñas. Había 1.000 millones de analfabetos, de los cuales 600 eran mujeres. Según el Fondo Internacional Agrícola de la ONU, la situación podría agravarse en los próximos 15 años, extendiéndose la pobreza extrema a 2.000 millones y 1.500 millones no tendrían acceso al agua corriente. El analfabetismo también aumentaría, pues 130 millones de niños no estaban escolarizados en países del Tercer Mundo. Algunos ya opinaban que se podía hablar de un genocidio causado por las políticas del FMI y el BM. “Los que diseñan la economía internacional –escribe Noam Chomsky- exigen con dureza que los pobres acepten la disciplina de mercado, pero se aseguran de estar protegidos de sus estragos”.
GAMONAL 9 
En 2014, las miserias del Tercer Mundo se han propagado a los Estados miembros de la OCDE, donde hay 200 millones de pobres, 40 millones de desempleados y ocho millones de personas desnutridas. En España, el paro afecta a seis millones de personas, el 21’1 de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y dos millones y medio de niños sufren malnutrición. En una escala mundial, la crisis ha incrementado las desigualdades de una forma escandalosa. 85 súper-ricos tienen tanto dinero como las 3.750 millones de personas más pobres. Según Intermón Oxfman, el 1% posee la mitad de la riqueza del planeta. Es la consecuencia de aplicar “políticas fiscales injustas y prácticas corruptas que arrebatan los recursos a los ciudadanos”. En España, antes de 2008, los más ricos ganaban 5’3 veces más que el 20% más pobre. Ahora esa cifra ha aumentado hasta 7’5. Los 20 españoles más ricos poseen un patrimonio de 77.000 euros, lo que equivale a la renta del 20% más pobre. Si prosigue esta tendencia, en el 2025 los más ricos ganarán 18 veces más que ese castigado 20%. España es el país con más desigualdades de la UE. Sólo Letonia nos aventaja en ese dato vergonzoso. Hace unos días la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicaba su informe anual: Tendencias mundiales del empleo 2014: ¿Hacia una recuperación sin creación de empleo? La OIT denuncia que incluso en los países más avanzados de la OCDE apenas se destina un 0’6% del PIB a promover la creación de empleo. Si esa cantidad creciera hasta el 1’2% podrían crearse casi 4 millones de empleos en las economías más desarrolladas. Sin embargo, se destinan enormes cantidades a pagar una deuda odiosa e ilegítima. En España, en 2013 se empleó 19% del PBI para pagar la deuda externa y sus intereses. La deuda ya representa un 88’2% del PIB y seguirá creciendo por culpa del rescate bancario y las cifras de paro. Dado que el 85% de las empresas del IBEX  protegen su dinero en paraísos fiscales, las arcas de la Hacienda Pública seguirán dependiendo de los asalariados. Se ha suprimido el impuesto por patrimonio y el impuesto de sucesiones y las rentas del capital pagan un máximo de un 18%. Por el contrario, las rentas del trabajo tributan hasta un 50%. El sistema fiscal español, lejos de ser progresivo y redistributivo, es regresivo y promueve la desigualdad. La desigualdad –advierte el Nobel de Economía Joseph Stiglitz- no  solamente es injusta, sino que además actúa como un factor que impide el desarrollo económico.

Los datos a veces aburren y abruman, pero son el único baremo que nos permiten conocer la situación real del mundo. El nivel de injusticia y desigualdad es obsceno, hiriente, intolerable. El capitalismo es una forma de organizar la economía que esclaviza, excluye y mata. La socialdemocracia y el neoliberalismo aplican la misma política, pues los amos del mundo son los que imponen las reglas del juego y el margen de maniobra es insignificante o tal vez inexistente. Podemos berrear en las redes sociales, pero el poder sigue moviendo su rueda de triturar seres humanos. Es un centro lejano y opaco, que no responde por sus actos. Son 147 corporaciones trasnacionales, con el 80% de sus acciones en manos de los grandes bancos. La democracia ya no funciona como una alternancia de poder, sino como la máscara del poder. “La verdad siempre es revolucionaria”, afirmó Lenin. Hoy se cumple el 90 aniversario de su muerte y muchos consideran que su legado debería caer en el olvido, pero algunas de sus frases describen el presente con una lucidez sobrecogedora: “Decidir una vez cada cierto número de años qué miembros de la clase dominante han de oprimir y aplastar al pueblo en el parlamento: he aquí la verdadera esencia del parlamentarismo burgués, no sólo en las monarquías constitucionales parlamentarias sino en las repúblicas más democráticas”. Esta reflexión, tan políticamente incorrecta, nos muestra la esencia de un capitalismo globalizado, donde la lucha de clases parece que ha llegado a su final, con la derrota de la clase obrera y campesina. La plataforma Podemos plantea nacionalizar la banca y realizar una auditoría de la deuda externa para excluir el pago de los intereses ilegítimos. Son medidas revolucionarias y las revoluciones –me temo- no se gestan en las urnas, sino en las calles. Por eso, Podemos suscita dudas, vacilaciones e incluso rechazos. Algunos consideran que sólo es una fuerza política convencional condenada a fundirse con IU o a ocupar su espacio electoral. Lo cierto es que si los vecinos de Gamonal no hubieran levantado barricadas y quemado contenedores, sus protestas no habrían prosperado. Nadie escucha a los palestinos cuando dejan de tirar piedras. La policía y los periodistas hablan de provocadores e infiltrados en el barrio de Gamonal, básicamente células anarquistas. Eso sí, afirman que Gamonal no es un modelo de revolución exportable al resto del Estado español. Son los mismos comentarios que utilizaba la prensa franquista para justificar la brutalidad de la policía en las manifestaciones convocadas para exigir amnistía y libertad. Dolores de Cospedal, presidenta de Castilla-La Mancha por el PP, apunta que la persistencia de las manifestaciones, cuando la alcaldía ya ha suspendido las obras del bulevar, revelan que hay algo más, un objetivo más ambicioso. Sin duda. Puede decirse lo mismo de los disturbios de 2005 en la periferia de París, cuando ardieron más de mil coches. El inmundo Sarkozy, por entonces Ministro del Interior, afirmó despectivamente que era la revuelta de la gentuza. Sus palabras sólo lograron exacerbar la violencia. ¿Por qué se queman coches, contendores o se arrojan piedras contra los bancos? Para hacer visibles a los invisibles, para que el sufrimiento de los más débiles y vulnerables no pase inadvertido y para demostrar que a veces es posible vencer. Las piedras no vuelan por capricho, sino por impotencia y surgirán nuevos casos como el de Gamonal, salvo que la clase trabajadora se resigne a vivir humillada y explotada. Gamonal no es la Comuna de París, pero ha encendido la esperanza de los que sueñan con un mundo diferente.

2014/01/23

Lenin, en el 90 aniversario de su fallecimiento

"Hemos de luchar por la revolución social, luchar hasta el fin, hasta la completa victoria del proletariado. ¡Viva la revolución socialista mundial!"

Atilio Boron
La Haine

Comparto esta reflexión sobre Lenin, al cumplirse el día de hoy 90 años de su muerte. El estallido de la revolución de Febrero lo sorprende en su exilio suizo. Al igual que tantos otros exiliados, libra una dura batalla para regresar a Rusia, cosa que finalmente concreta un par de meses más tarde. Lenin llegó a Petrogrado la noche del 16 de Abril de 1917. Tal como lo narra el gran historiador Edward Wilson esto fue lo que pasó a su arribo a la Estación Finlandia, punto final de su periplo:
“La estación terminal de los trenes procedentes de Finlandia … tenía una sala reservada para el Zar; y cuando llegó el tren, muy tarde, allí condujeron a Lenin los camaradas que fueron a recibirle. … En el andén exterior un oficial se le acercó y le saludó. Lenin, sorprendido, devolvió el saludo. El oficial dio la orden de firmes a un destacamento de marineros con bayoneta calada. Focos eléctricos iluminaban el andén y bandas de música tocaban la Marsellesa. Una tempestad de aplausos y vítores se elevó de una multitud que se apiñaba en rededor. “¿Qué es esto?”, preguntó Lenin retrocediendo unos pasos. Le contestaron que era la bienvenida a Petrogrado que le tributaban los trabajadores y marinos revolucionarios; la multitud había estado gritando una palabra: “Lenin”. Los marineros presentaron armas y el comandante su puso a sus órdenes. Le dijeron al oído que querían que hablara. Avanzó unos pasos y se quitó el sombrero hongo:
Camaradas marineros –comenzó-, los saludo sin saber si creen o no en las promesas del Gobierno Provisional. Pero afirmo que cuando les hablan amablemente, cuando les prometen tantas cosas, los están engañando a ustedes y a todo el pueblo ruso. El pueblo necesita paz, el pueblo necesita pan, el pueblo necesita tierra, y lo que les dan es guerra y hambre, y permiten a los terratenientes que sigan disfrutando de la tierra. … Hemos de luchar por la revolución social, luchar hasta el fin, hasta la completa victoria del proletariado. ¡Viva la revolución socialista mundial!“
 Edmund Wilson, 'Hacia la Estación de Finlandia. Ensayo sobre la forma de escribir y hacer historia' (Madrid: Alianza Editorial, 1972), pp.547-550.

Este pasaje del espléndido libro de Wilson me da pie para hacer un par de comentarios:
Lenin, desde su exilio en Zurich comprendió como nadie dos cosas. Primero, que en el marco de la revolución que había estallado en Febrero de 1917 el papel de los Soviets era fundamental y estaba llamado a eclipsar por un tiempo al partido. Fiel a su profundo sentido de la autocrítica y a la idea de que el marxismo no es un dogma sino una guía para la acción no vaciló un instante en lanzar una original consigna: “Todo el poder a los Soviets”, poniendo provisoriamente en suspenso –en ese contexto de disolución y quiebra del zarismo y auge revolucionario- el papel rector que durante tanto tiempo le había asignado en sus escritos y en su práctica política al partido. Huelga señalar que este verdadero tour de force fue tenazmente resistido por sus camaradas, o ridiculizado por los liberales rusos que creían que Rusia se había convertido en Inglaterra y que se encontraban a pasos del establecimiento de una democracia liberal y una monarquía constitucional.

“Todo el poder a los Soviets”

La ceguera y el fetichismo político de unos y otros les impedía percibir la inmensa potencia del impulso revolucionario que la guerra, las hambrunas y la arrogancia de la aristocracia y la burguesía rusas alimentaban sin cesar, impulso que inexorablemente acabaría con el zarismo y abriría las puertas de la revolución socialista. Para Lenin, el tránsito de Febrero hacia la revolución social requería el protagonismo de los Soviets más que el del partido. Muchos pensaban que lo de Lenin era un extravío propio de un emigrado que tras largos años de exilio no comprendía lo que estaba ocurriendo en Rusia. La realidad demostró exactamente lo contrario.

Segundo, la asombrosa precisión con la cual captó el estado de conciencia de las masas rusas –eso que Fidel tantas veces llamó la “conciencia posible” de las masas, los contenidos cognitivos y valorativos que están en condiciones de asimilar y asumir como punto de partida para sus luchas. Lenin comprendió que lo que requería la tumultuosa fragua de la revolución no eran grandes discursos teóricos al estilo de los que hacían Kautsky y los acólitos de la socialdemocracia alemana. Que en la hora de los hornos, para utilizar la expresión de Martí lo único que se debía de ver era la luz, y que los soldados, campesinos y obreros rusos difícilmente verían esa luz en las tesis marxistas sobre la composición orgánica del capital o la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Esa luz que los movilizaría y lanzaría a la lucha tenía que sintetizarse en una propuesta que interpelara con sencillez y contundencia a las masas rusas. Lenin la halló al plasmar una consigna simple, comprensible y de una extraordinaria efectividad política: “Pan, tierra y paz.”

Vaya este breve recuerdo de un pasaje crucial en la vida del gran revolucionario ruso, que dirigió y condujo, hasta su muerte, la primera revolución socialista de la historia. Sobreviviente a duras penas de dos tentativas de asesinato -la última de las cuales, en Agosto de 1918 le dejó huellas indelebles en su cuerpo que, años después precipitarían su muerte- Lenin falleció pocos meses antes de cumplir los 54 años de edad, en un día como hoy hace exactamente noventa años. Al abrir una nueva era en la larga marcha de la humanidad hacia la construcción de su propia historia, su legado, y el de la Revolución Rusa, han demostrado por muchas razones ser imperecederos. Algunos, inclusive en cierta izquierda libresca o posmoderna, no lo creen así; pero la derecha y el imperialismo, con infalible instinto de clase, no se equivocan y saben que cualquier esfuerzo es poco con tal de borrar de la faz de la tierra la figura de Lenin y la epopeya de la Revolución Rusa. Precisamente por eso debemos conmemorar este nuevo aniversario de su fallecimiento.
La Haine

2014/01/22

1934-2014...UHP, habrá otros octubres

"En la mayor parte de la peninsula la huelga es derrotada por diferentes motivos, logrando en el mejor de los casos como en diferentes zonas de Euskal Herria lanzar conatos insurrecccionales o hacerse con el poder por unas horas o incluso varios dias. "

Ahaztuak 1936-1977

*A la memoria de Sebastián Alvarez García de diecisiete años, que un dia de Octubre de 1934 partió fusil en mano a buscar y defender sus sueños. Al igual que tantos otros nunca volvió".

Sebastían, a cuya memoria va dedicado este artículo, murió defendiendo las posiciones obreras situadas en La Corredoria, en Oviedo, frente a las tropas comandadas por el general López Ochoa que por orden del Gobierno de la II República habían sido enviadas a acabar con la insurrección que habia estallado en Asturias el día 4 del mísmo mes. Al igual que él miles de hombres y mujeres decidieron intentar aquel més de Octubre de hace 80 años tomar el cielo por asalto bajo la consigna UHP, ¡Unios, Hermanos Proletarios!.

 No esta de más recordar desde la memoria histórica democrática y antifascista, donde la memoria de clase tiene un espacio más que relevante, la razón de dicha decisíón. Aquel 4 de Octubre de 1934 tuvo lugar en el estado español una huelga general para responder a la entrada de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) en el gobierno de la República, algo que por la creciente fascistización y voluntad golpista demostrada incluso publicamente por dicho partido era visto por los partidos y sindicatos de izquierdas como un ataque a la propia esencia del régimen republicano que en su constitución se declaraba como "una República de trabajadores de toda clase" y un claro intento de involución del propio régimen político. En la mayor parte de la peninsula la huelga es derrotada por diferentes motivos, logrando en el mejor de los casos como en diferentes zonas de Euskal Herria lanzar conatos insurrecccionales o hacerse con el poder por unas horas o incluso varios dias. En el caso de Asturias sin embargo UHP fue mucho más que una mera consigna al lograr la clase obrera asturiana demostrando su incontestable madurez, dar cuerpo a la llamada Alianza Obrera, donde se agruparon la práctica de la totalidad de partidos y sindicatos obreros -PSOE, PCE, BOC, UGT, CNT...- siendo además capaz de dotarse de una estrategia política, social y militar que permitió que la insurrección triunfase y se mantuviese. Esa misma madurez idologica, politica y organizativa será la que propicie en Asturias un evidente salto de calidad que fue capaz de convertir la insurrección en revolución social, en toma de poder por la clase obrera real y efectiva, afirmando claramente los insurrectos asturianos que su acción no tenia otro objetivo que: "...frente a la situación económico-política del régimen burgués, se impone la acción mancomunada de todos los sectores obreros con el exclusivo objeto de promover y llevar a cabo la revolución social" consituyendose asi en lo que ha sido hasta el dia de hoy la última experiencia europea de insurrección, toma de poder e intento de construcción de una sociedad sin clases por parte de la clase obrera.

En nuestra Euskal Herria los sueños y las intenciones de una buena parte de la clase obrera vasca no eran muy diferentes y más allá de la pronta derrota de ellos, de su preparación y determinación para conseguirlos nos hablan las barricadas instaladas en Portugalete y los casi doscientos encausados de ese pueblo, los más de 400 detenidos en Bilbao, los hechos de Arrasate y Eibar, los enfrentamientos en Erandio y Lamiako, los ininterrumpidos hallazgos durante los meses posteriores a la derrota de depositos de dinamita, de armas de fuego, de propaganda, de emisoras, las voladuras de los puentes en la zona minera, los bombardeos de Galdames... Todos esos deseos de emancipación derrotados pero absolutamente vigentes los encontraremos posteriormente reflejados en la determinación ante los pelotones de ejecución de miles de fusilados por el franquismo, en las causas dictadas contra decenas de miles por ese régimen, en el mito del Octubre Rojo asturiano alentando la resistencia en el monte y la clandestinidad... La insurrección de Octubre, "la del 34", tal y como hemos escuchado referirse a ella con el cariño y la familiaridad de un sueño tantas veces acariciado a tantos viejos militantes obreros y antifascistas, marca un hito y una esperanza en la clase obrera asturiana y de todo el estado y es la luz roja que dicta a las clases dominantes la necesidad de arrancar de cuajo ambos -mito y esperanza- y anular la memoria de la realidad que fueron, lo que intentarán hacer llegando hasta el genocidio a partir del 18 de Julio de 1936.

En el atardecer del 18 de octubre de 1934 el dirigente minero asturiano Belarmino Tomás, cabeza visible del Tercer Comité Revolucionario Provincial, era el encargado de leer el comunicado que anunciaba el fin del movimiento revolucionario en Asturias. Lo hizo desde el balcón del Ayuntamiento de Langreo, sede del Comité, ante una multitud de obreros que abarrotaba la plaza y las calles próximas y que en gran parte se mostraba contrario al cese de las hostilidades, multitud entre la que según reflejan diferentes testimonios «las mujeres provocaban a los hombres para que éstos no aceptasen ninguna clase de acuerdo con el ejército de la República». En su discurso, Belarmino Tomás se dirigia asi a las personas alli congregadas y por extensión a todos los insurrectos asturianos:

"La lucha no se ha planteado como las necesidades exigían. Existía y existe el temor de coger las armas, y este temor, por no llamarlo traición, es el que ha determinado precisamente el fracaso de nuestro movimiento, tan valientemente y con tanto heroísmo sostenido aquí por espacio de quince días pero ante esta situación no es posible seguir luchando por más tiempo con las armas en la mano. Sin embargo declaramos que la lucha entre el Capital y el Trabajo no ha terminado ni podrá terminar en tanto que los obreros y campesinos no sean dueños absolutos del Poder. El hecho de organizar la paz con nuestros enemigos no quiere decir que reneguemos de la lucha de clases. No. Lo que hoy hacemos es simplemente un alto en el camino, en el cual subsanaremos nuestros errores para no volver a caer en los mismos, procurando al mismo tiempo organizar nuestra segunda y próxima batalla, que debe culminar en el triunfo total de los explotados."

Tras la deposición de las armas por parte de los insurgentes la represión sería lanzada con toda su crudeza sobre la clase obrera asturiana, al igual que ya se venia abatiendo desde principios de ese mismo mes sobre la vasca, la catalana y la de los otros pueblos de la peninsula, culpables de haber querido hacer realidad su sueño de emancipación y de justicia social, culpables de haber hecho que "El Estado y la Revolución" de Lenin hubiese sido uno de los libros más vendidos en el año 1933... Torturas indiscriminadas, ejecuciones en masa, violaciones, miles de detenidos y encarcelados, habilitación de barcos-prisión o de lugares como el Fuerte de Ezkaba para el encierro masivo de prisioneros...

Hoy 80 años despues de aquellos hechos desde Ahaztuak 1936-1977 queremos hacernos tambien eco de aquella sangre de Octubre, de una memoria que muy pocos -ni siquiera los que se dicen herederos de las siglas que encuadraban a aquellos que los protagonizaron- mencionan hoy en día y mucho menos reivindican. La memoria de Sebastían Alvarez o de Celestino Uriarte por mencionar a algunos. La memoria que fue en gran medida la impulsora de la victoria del Frente Popular el 16 de Febrero de 1936 tras la bandera de la amnistia para los miles de presos politicos encarcelados tras aquella insurreción, la memoria que alentaria al combate a miles de antifascistas tras el golpe del 18 de Julio de 1936.

Una memoria que como parte de la memoria historica de la clase obrera vasca, como parte de la Memoria Histórica Democrática y Antifascista de Euskal Herria y de los pueblos y clases populares de todo el estado muchos prefieren ignorar y hacer que se ignore. Una Memoria que nos muestra que una vez la clase obrera fue capaz de tomar el poder. Que nos muestra que una vez la clase obrera fue capaz de ser poder. Una Memoria que nos dice que eso no es imposible si se alcanza la madurez ideológica, política, organizativa y estratégica necesaria para ello.

Y en ello la memoria de clase, la memoria histórica democrática y antifascista, juega un importante por no decir determinante papel.
AHAZTUAK 1936-1977

(Este artículo fue escrito y publicado en el año 2009 con motivo de la conmemoración del 75. Aniversario de la Revolución de Octubre. Hoy lo recuperamos para que sirva de presentación de la dinámica que desde Ahaztuak 1936-1977 llevaremos a cabo durante el presente año 2014, al cumplirse el 80. aniversario de los mísmos hechos históricos)

2014/01/21

Entrevista con Andreas Blechschmidt activista del centro social Rote Flora (Hamburgo)

"Los medios de comunicación de masas sólo nos prestan atención cuando hay violencia en la calle. Pero nuestro trabajo político ha estado presente cada día a lo largo de los últimos 24 años. Cree­mos haber dejado una impronta suficiente en los debates políticos."
Periodico Diagonal
Desde que el pasado 21 de diciembre una manifestación con un triple objetivo –la defensa del centro social Rote Flora, la denuncia de un caso de especulación inmobiliaria y la demanda del derecho de residencia para los refugiados llegados desde Lampedusa– intentase recorrer las calles del barrio Schanzen­vier­tel de Hamburgo, esta ciudad del norte de Alemania se ha colocado en el candelero mediático europeo. A los fuertes disturbios que tuvieron lugar en la manifestación hay que añadir el estado de excepción decretado por las autoridades locales desde el 3 de enero. Charlamos sobre lo sucedido y lo que está por suceder con Andreas Blechschmidt, activista del centro social y cultural Rote Flora.
¿Cuáles han sido los cambios que han producido la amenaza?
El centro social Rote Flora –proyecto autogestionado que lleva funcionando en un antiguo teatro ocupado en la calle Schulterblatt 71 desde 1989– fue vendido en 2001 por las autoridades locales a un inversor privado, Klausmartin Kretschmer. El Gobierno del SPD (partido socialdemócrata alemán) de la ciudad esperaba una situación tranquila, pero desde la asamblea del centro social decidimos ignorar todas las formas de cooperación con el nuevo propietario, de este modo impedimos su acceso. Así mismo, es importante decir que mientras todo esto está ocurriendo se está dando un rápido y grave proceso de gentrificación en nuestro barrio, Schan­zenviertel. En este sentido, entendemos que un edificio como el Rote Flora pasa a ser considerado objeto de especulación desde el momento en el que el dueño, Kretsch­mer, anunció su intención de poner fin a la ocupación y desalojarlo.
¿Hay posibilidad de hacer frente de forma legal a esta orden? ¿Qué otras dinámicas de resistencia os estáis planteando?
Queremos impedir el desalojo, para lo cual tenemos una doble estrategia. Por un lado, el propietario necesita una orden judicial para desalojarnos, esto es algo que pretendemos impedir con el apoyo de nuestros abogados, proceso que como mínimo durará hasta el año que viene. Por otro lado, y de forma paralela a la batalla legal, queremos trabajar durante este tiempo para generar un proceso de movilización que tenga tanta potencia que impida realizar el desalojo. Creemos que el futuro del Rote Flora no se puede decidir a través de una orden judicial. Podemos organizar una plataforma política que nos permita defender el centro social y parar el desalojo.
¿Cómo vivís una irrupción mediática tan fuerte basada en el conflicto cuando vuestro trabajo cotidiano ha permanecido invisible para los medios de comunicación de masas?
La verdad es que estamos acostumbrados a esta irrupción, digamos que es algo habitual. Los medios de comunicación de masas sólo nos prestan atención cuando hay violencia en la calle. Pero nuestro trabajo político ha estado presente cada día a lo largo de los últimos 24 años. Cree­mos haber dejado una impronta suficiente en los debates políticos.
"Tenemos que generar un equilibrio entre las acciones de resistencia y las propuestas de diálogo. No es fácil"También tenemos la impresión de que la gente de los movimientos sociales nos aprecia por nuestra resistencia y de que la política oficial nunca nos aceptará. Es importante
señalar que recibimos apoyo de gente que no tiene los mismos objetivos que nosotros, pero que respeta nuestras actitudes fundamentales; en definitiva, es gente que se solidariza no solo con nuestra lucha. Creemos que esto es más importante que dejar una buena imagen en los medios de comunicación.
¿Cómo lleváis la combinación de las dinámicas de conflicto con la Policía a la vez que se generan espacios de diálogo con el Ayuntamiento?
En alemán hablamos de “Zu­cker­brot und Peitsche” (el palo y la zanahoria). Se puede desalojar el Rote Flora de dos formas diferentes: por una lado puede haber un desalojo violento mediante una intervención policial; por otro lado está la posibilidad de que el desalojo se lleve a cabo a través de una estrategia basada en debates y negociaciones con los políticos, que quieren regularizar, legalizar la situación del Rote Flora con contratos de alquiler.
Creemos que esta situación pondría ciertos límites y supondría una despolitización del proyecto, sería algo así como un desalojo suave y silencioso. Tenemos que generar un equilibrio entre nuestras acciones de resistencia ante la amenaza de desalojo, algo para lo que podemos tener cierta testarudez política, y marcar el compás de cara a las propuestas de diálogo. No es fácil.
¿Cómo os está afectando el estado de excepción en algunos barrios de la ciudad de Hamburgo?
Es el intento de solucionar un conflicto político de forma policial y dejar este conflicto en la esfera pública. Resulta que, al contrario de lo que pretendía la Policía, esta situación de Gefahrengebiet (zona de peligro o estado de excepción, tal y como se ha traducido al castellano) nos ha ayudado a anunciar nuestros proyectos políticos. La situación de presión policial que estamos viviendo está provocando la politización de mucha gente, que está observando cómo desde las instituciones locales y desde la política oficial, en lugar de establecer espacios para el debate y buscar soluciones constructivas, se están mandando a centenares de antidisturbios.

2014/01/20

“Walt Disney era un sexista, machista y antisemita”, declara la actriz Meryl Streep


Boltxe.info

Meryl Streep, considerada una de las mejores actrices de todos los tiempos y la más nominada de la historia de los premios Oscar, durante su discurso en la gala de entrega de premios de la National Board of Review en Nueva York aseguró que Walt Disney, el creador de Mickey Mouse, tuvo una conducta “sexista y antisemita”.

Streep era la encargada de presentar un premio a Emma Thompson, mejor actriz por por encarnar a P.L. Travers, la creadora de Mary Poppins, en la película El sueño de Walt Disney, cuando, tras una serie de ocurrencias divertidas sobre el talento de su compañera de profesión, se puso seria y calificó sin tapujos a Walt Disney de sexista, mencionando que “algunos de sus socios declararon que a Disney no le gustaban las mujeres”.


La intérprete estadounidense citó incluso una carta que la compañía Disney escribió a una mujer en 1938 que quería trabajar en la animación, y que decía: “Las mujeres no realizan ningún trabajo creativo que esté relacionado con la preparación de los dibujos para la pantalla, ya que esa tarea corresponde en su totalidad a hombres jóvenes”. Streep continuó su polémico discurso afirmando que Disney “apoyaba a un grupo de presión antisemita dentro de la industria”.

“Disney, que trajo alegría, sin duda, a miles de millones de personas, era tal vez, o tuvo en algún momento… inclinaciones racistas. El formó y apoyó a un lobby industrial antisemita… y fue sin duda, teniendo evidencias en las políticas de su empresa, un misógino”, dijo la actriz.

Los comentarios de Streep ofrecen una visión muy distinta del retrato amigable de Walt que se ofrece en El sueño de Walt Disney (aquí estrena el 23), en la que Tom Hanks da vida al famoso dibujante, presentándolo como un genio honesto y simpático. La película muestra cómo Disney luchó sin parar durante 14 años hasta conseguir los derechos de la popular novela escrita por Travers. Tras mucho insistir, siempre con un trato exquisito, lograría hacerse con Mary Poppins, llevada al cine en 1964 con Julie Andrews de protagonista.

Y a Streep próximamente la veremos en el papel de una malvada bruja en Into The Woods, el nuevo filme de Disney basado en el musical de Stephen Sondheim.

¿Qué había detrás de esa cara de “abuelito bonachón”?

Libro imperdible: «PARA LEER AL PATO DONALD» (editorial Siglo XXI). No dejes de leerlo…

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