"...yo ni quiero ni creo en la separación de dos Estados. Yo defiendo la solución de un Estado Palestino en que todos vivamos en igualdad de derechos. Yo quiero vivir con mis hermanos y hermanas palestinos, porque así es como los veo, como mis hermanos."
Miguel Hernandez
Correo del Orinocco
Sarit Jacobsohn es una artista israelí de 42 años. Sarit
proviene de una familia de judíos alemanes, polacos, y rusos que
llegaron a palestina mucho antes de la creación del régimen sionista.
En los años 20, debido a los enfrentamientos entre las organizaciones
sionistas y la población local, decidieron irse a Chipre, ya que
temían sufrir las represalias del pueblo palestino ante los crecientes
ataques por parte de las organizaciones sionistas.
Cincuenta años más tarde, en la década de los 70, su madre decidió
volver a Palestina. En aquellos tiempos Sarit tenía unos 6 años. Desde
entonces vivieron en Tel Aviv.
¿Vives en Israel en la actualidad?
No, actualmente vivo en Tennessee, Estados Unidos. Después de dejar
el servicio militar decidí irme de Palestina, ya no quería vivir ahí.
¿Y tu familia? ¿Aun vive en Tel Aviv?
No, mi madre volvió a Chipre y mi hermana mayor vive en Inglaterra.
Mucha gente se está yendo de Israel. Sobretodo en el caso de una mujer
no es un buen lugar para vivir, hay muchísimas violaciones y lo peor es
que el gobierno, el ejército y la seguridad toleran esta violencia
contra la mujer. Es parte del proceso de corrupción de la propia
sociedad israelí por tantos años de ocupación.
¿Qué idea tenías de los palestinos cuando eras pequeña? ¿Qué sabíaas de la ocupación, el conflicto, etc.?
Cuando era pequeña solo sabía que los palestinos eran una gente que
vivía en el mismo país que nosotros y que nuestro gobierno estaba
enfrentado con algunas de sus facciones. Y podría decir que tenía miedo
de esas facciones de palestinos.
¿Cuál fue la primera experiencia que te hizo pensar que algo estaba mal en Israel?
Bueno, cuando recién habíamos llegado le ofrecieron a mi madre ir a
vivir a un asentamiento en Cisjordania. Ahí no pagaríamos impuestos, nos
darían una casa enorme pagando muy poco, la comida ahí la venden a
menos de la mitad del precio real y más ventajas de este tipo. A pesar
de ser muy pequeña le dije a mi madre que no quería, que seguro que
había algo mal si nos daban tantas cosas a cambio de vivir ahí. Por
suerte mi madre no aceptó. Años más tarde, mi hermana, 8 años mayor que
yo, tuvo que ir a hacer el servicio militar obligatorio, y recuerdo que
siempre que venía a casa nos contaba las cosas horribles que les
obligaban a hacer.
¿Esta fue la experiencia que te abrió los ojos?
No realmente. La experiencia que podría decirse que me abrió
definitivamente los ojos fue a los 16 años. Entonces una profesora en el
colegio nos dijo que las organizaciones terroristas sionistas que
operaban en Palestina antes de la creación de Israel, son las que se
convirtieron en 1948 en el ejercito Israelí. ¡Debió ser muy
izquierdista! (risas)
No hay que olvidar que todas estas organizaciones sionistas son el origen del terrorismo moderno.
¿Has estado alguna vez en Gaza o Cisjordania?
Sí, en los dos sitios. Toda la vida me dijeron que no podía ir ahí,
que era peligroso y que me querrían matar. Por suerte no les hice caso y
fui, una de las ventajas de ser rebelde (risas).
¿Y como fue tu experiencia?
Desde el primer momento vi que lo que me habían dicho era mentira.
Los palestinos fueron maravillosos conmigo. Y puedo decir que no he
conocido a ningún israelí que haya sido recibido con rechazo o
violencia por parte de los palestinos en Gaza o Cisjordania, a pesar de
todos estos años de opresión, todos los israelís que conozco que han
estado ahí han tenido experiencias parecidas a la mía.
Háblanos de tu experiencia en el ejército:
Fue el infierno. Nunca sentí miedo de ser herida o muerta, pero
estaba aterrada ante la idea de tener que hacer daño a alguien. En el
campo de entrenamiento nos hacían hacer guardia por turnos, yo lo
odiaba, no podía parar de pensar que no quería disparar a nadie.
¿Dónde fue tu entrenamiento?
No lo se. Nos llevaban de un sitio a otro sin decirnos nada. No
sabíamos donde estábamos la mayor parte del tiempo. Un día, de repente,
nos dijeron que estábamos en el Líbano y nos ordenaron que cargáramos
nuestras armas. Yo no lo hice, no cargué mi arma, y hoy me siento muy
orgullosa de mi misma por ello. Simplemente creo que esa no es forma de
entrar en el país de alguien.
"Se hace muy difícil seguir viviendo cuando te das cuenta de las atrocidades que has cometido y el por qué las has cometido, por eso hay tantos suicidios en las IDF (Fuerzas de Ocupacion de Israel) igual que en el Ejercito de los EEUU"
¿Cuánto tiempo estuviste en el ejército?
Sólo cuatro meses. Desde el momento en que empecé estuve intentando
dejarlo. Cada día iba a hablar con el psiquiatra para explicarle los
motivos por los que no quería estar ahí. Le daba igual que yo no
quisiera hacer daño a nadie. Un día, sin pensar que ese comentario
tendría ninguna importancia, le dije que yo amo a los palestinos. Eso le
cambió la cara, entonces si decidieron que yo no podía estar ahí y me
echaron declarándome demente.
¿Tu caso es excepcional o hay más gente como tú?
Hay muchos casos así. Cada día cuando iba al psiquiatra tenía que
esperar durante horas, eso estaba lleno de hombres y mujeres llorando
desconsoladamente. Ellos me contaban sobre los crímenes de guerra y las
atrocidades que habían cometido, y si yo intentaba consolarlos se
ponían aun peor. Era imposible hacer que dejaran de llorar. Se hace muy
difícil seguir viviendo cuando te das cuenta de las atrocidades que
has cometido y el por qué las has cometido, por eso hay tantos suicidios en las IDF (Fuerzas de Ocupación de Israel), igual que en el Ejército de los Estados Unidos.
¿Cómo puede ser entonces que todas estas cosas sigan pasando? ¿Cómo puede ser que la sociedad israelí lo acepte?
Hay varios motivos, pero el principal es la islamofobia y el racismo
que hay en Israel. Desde pequeño te educan para temer a los árabes y a
los musulmanes. A mi se me pasó cuando fui de vacaciones a Egipto. De
golpe vi que todo eso era mentira y que la sociedad árabe es mucho
mejor que la nuestra en algunos aspectos. Desde luego es mucho menos
capitalista, para ellos las relaciones humanas son más importantes.
¿Ha sido difícil para ti tener esta posición política y social?
Si, mucho. Para empezar perdí a la mayoría de mis amigos. Además se
hace difícil aceptar que la gente que querías, tus amigos, tus vecinos,
son partícipes de algo tan horrible. Que lo aceptan e incluso
colaboran con ello.
¿Cuál es la solución que tu defiendes?
Para mí el problema es de derechos humanos. Para mí no existe el
conflicto religioso. Yo me entiendo perfectamente con los musulmanes de
todo tipo, poco religiosos, muy religiosos, nada religiosos. Nuestras
religiones son muy parecidas y tienen los mismos valores. Por lo tanto
yo ni quiero ni creo en la separación de dos Estados. Yo defiendo la
solución de un Estado Palestino en que todos vivamos en igualdad de
derechos. Yo quiero vivir con mis hermanos y hermanas palestinos, porque
así es como los veo, como mis hermanos.
Espero un día poder volver a palestina en esas condiciones. Y desde
luego si se dieran los dos Estados iría antes a vivir al Estado
Palestino que a Israel. Tengo demasiado odio contra la que en teoría es
“mi gente” por todo lo que han hecho y siguen haciendo. Creo que no
saben nada de lo que es ser judío. A mi cuando estudié la Torá me
enseñaron cosas totalmente opuestas a lo que están haciendo los
sionistas desde hace casi siete décadas.
¿Crees que hay alguna posibilidad de cambio dentro de la
sociedad israelí?¿ O crees que por fuerza el cambio tendrá que venir de
fuera?
El cambio tiene que venir de fuera. En Israel hay mucha gente, más de
la que parece, trabajando y organizándose por la revolución y por la
creación de un estado con igualdad de derechos, sin embargo, Israel es
el régimen más fascista que he visto en el mundo y nunca permitirá un
cambio desde dentro. La gente de izquierda tiene miedo incluso de
hablar, ya que su opinión les haría perder el trabajo. Por ello el BDS
(campaña internacional de Boicot, Sanciones y Desinversiones contra
productos, asociaciones e instituciones israelíes) es nuestra mejor arma
para acabar con la ocupación y el genocidio en Palestina.
También
tenemos que hacer entender a la gente que los palestinos son semitas y
que son los sionistas los auténticos antisemitas. Otra cosa que la gente
tiene que saber y aceptar es que Israel está controlado por los
Rothschild, ellos compraron Palestina después de apoyar a los Nazis en
Alemania y nunca han perdido el poder.
¿Hay alguna otra experiencia de la que quieras hablar?
Si. Otra de las cosas que me abrieron los ojos fueron las amenazas de
muerte. En el momento en que empecé a hablar abiertamente de la
ocupación, el robo de tierras, la limpieza étnica y todas estas cosas,
automáticamente empecé a recibir amenazas de muerte y demás mensajes
horribles de la gente que hasta ese momento eran mis vecinos, mis
conciudadanos. Eso me dejó en shock, porque si me hacían eso a mi, que
soy judía e israelí como ellos, qué no harían a los palestinos a los que
tanto odian y a los que no protege la ley.
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