Editorial Gara
La preocupación por la situación en Georgia, Osetia del Sur y Abjasia no decrece, toda vez que se desconocen las dimensiones que el conflicto puede alcanzar. A la espera de los acontecimientos, todo apunta a que el gobierno de Tbilissi erró en sus cálculos al programar su ataque a Osetia del Sur, pues no parece verosímil atribuirlo a la ingenuidad del Gobierno georgiano, que a buen seguro esperaba la respuesta inmediata de Rusia. En cualquier caso, en el contexto de una renovada guerra de bloques en la que Rusia aparece con cada vez mayor fuerza, tras el largo conflicto de los Balcanes el escenario se desplaza al Cáucaso.
Una vez más asistimos a un conflicto en el que, además de la vida de los habitantes de la zona están en juego los intereses de los «padrinos» de las partes en conflicto. Rusia acude en ayuda de Osetia del Sur y Abjasia, mientras que reprime a las naciones, que, en esa misma región, pretenden separarse de la Federación y masacra a Chechenia ante la total pasividad de la comunidad internacional. El último episodio de los Balcanes, concluido con la independencia de Kosovo a pesar de la inamovible oposición de Rusia, fue otra muestra de la hipocresía y falta de escrúpulos de los «padrinos» de los contendientes. En aquel caso ni siquiera se aplicó el derecho de autodeterminación a Kosovo y éste fue directamente proclamado independiente con el apoyo de Estados Unidos, el cual también cambia de criterio según el caso, especialmente si afecta a su territorio. Puerto Rico al parecer no tiene derecho a su independencia porque no le conviene a Estados Unidos del mismo modo que Osetia del Sur y Abjasia lo tienen porque le conviene a Rusia. El resultado de ese macabro juego de intereses es el enorme sufrimiento de los habitantes de los pueblos que son utilizados como meras piezas a mover en el tablero de intereses geoestratégicos.
La realidad, lamentable realidad, es que en muchos casos el derecho de autodeterminación, que se ha mostrado como la mejor y en la mayoría de los casos única salida a tantos conflictos de diferentes características, es aplicado en función de intereses externos a las naciones susceptibles de ejercerlo.
La preocupación por la situación en Georgia, Osetia del Sur y Abjasia no decrece, toda vez que se desconocen las dimensiones que el conflicto puede alcanzar. A la espera de los acontecimientos, todo apunta a que el gobierno de Tbilissi erró en sus cálculos al programar su ataque a Osetia del Sur, pues no parece verosímil atribuirlo a la ingenuidad del Gobierno georgiano, que a buen seguro esperaba la respuesta inmediata de Rusia. En cualquier caso, en el contexto de una renovada guerra de bloques en la que Rusia aparece con cada vez mayor fuerza, tras el largo conflicto de los Balcanes el escenario se desplaza al Cáucaso.
Una vez más asistimos a un conflicto en el que, además de la vida de los habitantes de la zona están en juego los intereses de los «padrinos» de las partes en conflicto. Rusia acude en ayuda de Osetia del Sur y Abjasia, mientras que reprime a las naciones, que, en esa misma región, pretenden separarse de la Federación y masacra a Chechenia ante la total pasividad de la comunidad internacional. El último episodio de los Balcanes, concluido con la independencia de Kosovo a pesar de la inamovible oposición de Rusia, fue otra muestra de la hipocresía y falta de escrúpulos de los «padrinos» de los contendientes. En aquel caso ni siquiera se aplicó el derecho de autodeterminación a Kosovo y éste fue directamente proclamado independiente con el apoyo de Estados Unidos, el cual también cambia de criterio según el caso, especialmente si afecta a su territorio. Puerto Rico al parecer no tiene derecho a su independencia porque no le conviene a Estados Unidos del mismo modo que Osetia del Sur y Abjasia lo tienen porque le conviene a Rusia. El resultado de ese macabro juego de intereses es el enorme sufrimiento de los habitantes de los pueblos que son utilizados como meras piezas a mover en el tablero de intereses geoestratégicos.
La realidad, lamentable realidad, es que en muchos casos el derecho de autodeterminación, que se ha mostrado como la mejor y en la mayoría de los casos única salida a tantos conflictos de diferentes características, es aplicado en función de intereses externos a las naciones susceptibles de ejercerlo.
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