antikapitalismoa-autogestioa-oroimena-komunismoa-herrigintza-duintasuna-formakuntza-asanblada-autodeterminazioa-parekidetasuna-borroka-elkartasuna-okupazioa-eztabaida-sozialismoa-lurralde batasuna-antinperialismoa-autonomia-iraultza-euskara-amnistía-internazionalismoa-langileria-kultura-erresistentziak.... KONTAKTUA: izartubuletina@gmail.com




2012/12/29

Libro: La revolución de los comités

La revolución de los comités, de Agustín Guillamón, publicada por Aldarull/El Grillo Libertario (2012), es una obra imprescindible sobre la Guerra civil en Cataluña. Desde una novedosa redacción histórica, los propios protagonistas explican, en primera persona del presente, los acontecimientos vividos en la Barcelona revolucionaria durante el segundo semestre de 1936.

 Las revoluciones sociales, esas tentativas de reorganización de la producción y de la sociedad sobre nuevas bases, son extremadamente raras en la historia. En el siglo XX estallaron la revolución rusa, protagonizada por los soviets, la revolución alemana, caracterizada por los räters (consejos) y la revolución española, identificada con los comités. Soviets, räters y comités fueron los potenciales órganos de poder de la clase obrera en cada una de esas revoluciones. El estudio de esos órganos de poder permite un conocimiento profundo de las dinámicas sociales, problemas y debilidades de cada una de esas revoluciones. Más allá de las circunstancias políticas, sociales y económicas en que surgieron, nos aportan siempre una experiencia insustituible, tanto en sus éxitos como, sobre todo, en sus fracasos. Para los revolucionarios, la gran enseñanza de la revolución de los comités, en 1936, fue la necesidad ineludible de la destrucción del Estado.

El período cronológico tratado en este libro transcurre desde julio hasta diciembre de 1936, es decir, abarca el período álgido de la revolución de los comités. Los comités de barrio ejercieron todo el poder en las calles de Barcelona, enfrentándose, en ocasiones, primero al Comité Central de Milicias Antifascistas, y a partir del 26 de septiembre, a los comités superiores cenetistas, integrados en el gobierno de la Generalidad. Se estudia el origen del organismo revolucionario conocido como Comité Central de Abastos, y su posterior integración en la Consejería de Abastos de la Generalidad, realizada sin apenas problemas gracias a la presidencia de la misma persona: Josep Juan Doménech. Surge impetuosa la figura del economista Joan Pau Fábregas, Consejero de Economía y firmante del Decreto de Colectivizaciones. Sus originales propuestas económicas, entre las que destacaba la monopolización del comercio exterior, como solución de emergencia a la carestía de subsistencias, sólo encontró el rechazo y vacío del resto de consejeros hasta que se produjo su definitiva exclusión, junto a Nin, del gobierno de la Generalidad del 17 de diciembre de 1936, apenas comentada por la historiografía académica. Los precios de las subsistencias empezaron a subir descontroladamente, a causa de la especulación, situando a los trabajadores ante situaciones límites, en las que despuntaban el hambre.

El hambre fue utilizada por el gobierno de la Generalidad y por los estalinistas como una poderosa arma de la contrarrevolución para derrotar a los revolucionarios. El gobierno denegó reiteradamente divisas para constituir una adecuada reserva de alimentos. GENERALIDAD Y ESTALINISTAS QUISIERON DOBLEGAR LA REVOLUCIÓN POR EL HAMBRE.

Otro protagonista de este tomo es la violencia política revolucionaria de los primeros meses, y su colisión con los primeros intentos de su paulatina institucionalización y domesticación. No puede entenderse el orden público sino como violencia institucional. El Estado defiende siempre las instituciones de la sociedad burguesa y posee el monopolio de la violencia, que ejerce mediante las llamadas fuerzas de Orden Público, que aparece como la “normalidad” de la sociedad capitalista. La violencia revolucionaria que rompe ese monopolio es presentada invariablemente como un fenómeno excepcional, caótico, arbitrario y anormal, esto es, como alteración de la ley y el orden burgueses, y por lo tanto como delincuencia. Y sus líderes como criminales. La restauración del Orden Público burgués, a partir de octubre de 1936, se opuso y se enfrentó a la violencia revolucionaria.

El levantamiento militar de julio de 1936 abrió la vía violenta como solución a los conflictos sociales y políticos. En una guerra los conflictos se resuelven matando al enemigo.

La situación excepcional de crisis institucional y revolución social, provocada por el alzamiento militar y la guerra civil, fueron el fértil terreno en el que proliferaron los revolucionarios, difamados como “incontrolados”, que se tomaron la justicia por su mano. En una situación de quiebra de todas las instituciones y de vacío de poder, los comités revolucionarios, y también algunos especializados comités de investigación, se atribuyeron las facultades de juzgar y ejecutar al enemigo fascista, o incluso al sospechoso de serlo, sólo por ser cura, propietario, derechista, rico o quintacolumnista. Y las armas que empuñaban les dieron el poder y el “deber” de exterminar a ese enemigo. Porque era la hora de dar muerte al fascismo, sin más alternativa que la de morir o matar, porque se estaba en guerra a muerte con los fascistas. Si nadie, nunca, acusa a un soldado de matar al enemigo, ¿por qué iba a ser acusado nadie de matar al enemigo, emboscado en la retaguardia? En una guerra al enemigo se le mata por serlo: no había otra ley, ni otra regla moral, ni más filosofías.

Hoy, perros de presa al servicio de su amo, socio de determinados círculos burgueses y franquistas, con ínfulas aristocráticas, continúan ladrando su miedo al “bruto anarquista”, que demonizan como a un vampiro sediento de sangre. A muchos años de distancia, doctos académicos (en su mayoría herederos del estalinismo) elaboran complicadas elucidaciones y teorías para culpabilizar exclusivamente a los anarquistas; pero todos los documentos históricos sobre el tema nos indican que el miliciano (cenetista, republicano, poumista o estalinista) que se iba de “paseo” con un cura, un patrono o un fascista, aplicaba una regla muy sencilla: en una guerra, al enemigo se le mata, o te mata. Desde Federica Montseny, Ministra de Sanidad, hasta Pascual Fresquet, Jefe de la Brigada de la Muerte; desde Vidiella, Conseller de Justicia por el PSUC, hasta África de las Heras, líder de un rondín del PSUC; desde Joan Pau Fábregas, Conseller cenetista de Economía, hasta el miliciano o patrullero más modesto, todos, absolutamente todos, argumentaban ese mismo razonamiento.

El fenómeno de la violencia revolucionaria de los milicianos, en la retaguardia aragonesa y catalana, debe estudiarse en el contexto de la lucha por el poder local: formación del comité revolucionario, castigo y limpieza de curas y fascistas, expropiación de las tierras, ganado y propiedades de los derechistas (en su mayoría asesinados o huidos) y de la Iglesia, que consolidaban económicamente la Colectividad del pueblo. En este proceso jugaba un gran papel los conflictos sociales anteriores, caldo de cultivo de venganzas y ajustes de cuentas en cada pueblo, que explican la mayor o menor virulencia de la “limpieza”.

Violencia y revolución eran inseparables. Violencia y poder eran lo mismo. En épocas de revolución la violencia, mientras sea tan destructiva (del viejo orden) como constructiva (del nuevo orden), no puede dominarse, y encuentra siempre a sus ejecutores, anónimos o no. Así ha sido y será desde la Revolución Francesa a la revolución de mañana. Pero cuando esa violencia incontrolada, ligada a la situación revolucionaria de julio, y a un poder atomizado, empezó a ser regulada hacia octubre (desde su nueva naturaleza de violencia legítima y/o legal del “nuevo” orden público) por las nuevas autoridades antifascistas, dejó de ser una violencia revolucionaria, colectiva, popular, justiciera, festiva y espontánea, porque se transformaba ya en un fenómeno cruel, ajeno e incomprensible al nuevo orden contrarrevolucionario, burgués y republicano, centralizado y monopolista, que se instauraba precisamente sobre el control y extirpación de la anterior situación revolucionaria.

En octubre de 1936, el retorno al “nuevo” orden público, pactado entre el Gobierno de la Generalidad y los comités superiores libertarios, supuso que se considerase “anormal” y transitoria la violencia revolucionaria del verano. En todo caso, ya no se reconocía lo sucedido en julio: había que pasar página. Sólo importaba la unidad antifascista para ganar la guerra.

Algunos perdieron el paso, y no se habituaron nunca al cambio entre una situación de justicia revolucionaria espontánea y atomizada, que duró algunas semanas, y la paulatina restauración del monopolio de la violencia por las instituciones estatales, que marcó el tránsito a una justicia republicana. Y sufrieron una especie de desajuste temporal, como Fresquet. Otros, por el contrario, impulsaron, protagonizaron y vivieron esos cambios desde primera fila, marcando los tiempos y los pasos de esa transformación, como Aurelio Fernández: organizador de las Patrullas de Control; secretario de la Junta de Seguridad, desde donde intentó la aceptación del nuevo orden por los patrulleros, no sin plantearse en algún momento la necesidad de romper la unidad antifascista; consejero de la Generalidad en abril; y paradójicamente preso antifascista desde agosto de 1937; acusado primero del atentado contra Josep Andreu Abelló, y luego por el caso de los maristas. En muy pocas ocasiones, alguno, como Ruano, era un delincuente, sin más, al que los sindicatos condenaron a muerte y finalmente ajusticiaron. Pero ya inmediatamente después de la derrota de los revolucionarios en mayo de 1937, la infamia burguesa y estalinista extendió la criminalización a todo el movimiento anarquista, inflando el número de represaliados hasta el infinito, como infinito era su miedo a los revolucionarios, y excluyendo curiosamente del fenómeno represivo del verano del 36 a republicanos, poumistas y estalinistas. Soler Arumí y la checa de ERC; África de las Heras y su estalinista rondín, organizadora (según Miravitlles) de orgías de sangre y sexo, el terrible José Gallardo Escudero, Salvador González, y tantos otros del PSUC, habían sido borrados de la lista de los represores… para culpabilizar sólo y exclusivamente a los anarquistas, y sobre todo, olvidando el contexto histórico de un pueblo atacado salvajemente por su propio ejército, que convertía a los atacados en asesinos, por la única razón de defenderse ante la agresión. El mundo al revés, cien mil veces repetido por la omnipresente propaganda burguesa, franquista, clerical y estalinista.

Un ejemplo: tribunales franquistas fusilando durante doce años a los leales al régimen republicano por el delito de rebelión militar. Otros ejemplos: la tópica, sosa e inamovible historiografía estalinista; los artículos de rencor, ignorancia y odio escupidos por Massot en La Vanguardia; la vomitiva, falaz y paranoica “producción” editorial contra los libertarios y contra Tarradellas de Mir y compañía, financiada por círculos burgueses, ecuestres y franquistas.

La labor de historiador, en esta obra, no pretende ser otra que la de dar la voz a los protagonistas de la historia, ceder la palabra a quienes vivieron y sufrieron los acontecimientos, hoy históricos; pero en su momento devenir de un presente cargado de problemas, miserias, luchas y esperanza.

El libro tiene el valor y la osadía de situar en su contexto histórico y de intentar comprender, desde el punto de vista del proletariado revolucionario, dos de los episodios más truculentos, manipulados y mitificados de la represión revolucionaria anarquista: la Brigada de la Muerte de Fresquet y el asesinato de 42 maristas por Aurelio Fernández y Antonio Ordaz, aportando documentación inédita.

En todo momento, en cada línea, se pretende que el lector pueda hacerse una opinión propia de los acontecimientos, de los discursos, de los debates en curso, de las posiciones de los distintos protagonistas. Pero los documentos no hablan nunca por sí solos; han de ser interpretados, contextualizados y explicados. Y la labor del historiador, si es honesto, además de encontrarlos y seleccionarlos, según su idoneidad, no es otra que la de hacerlos comprensibles, o situarlos cronológica e ideológicamente. Para hacerlo se recurre a las notas a pie de página, pero además, cuando el narrador ha de intervenir para completar la información del documento, o dar su propia interpretación (inevitable y necesaria) de los hechos, se utilizan las cursivas, porque ese añadido al documento, o esa interpretación del autor, puede ser discutible, o no tiene por qué ser compartida por el lector. Nada que ver con el método estalinista o/y burgués.

Así, pues, las cursivas se utilizan siempre para indicar que el autor está dando su propia interpretación de los hechos, con el ánimo de ayudarle a comprenderlos; pero con el vivo deseo de no confundir al lector, haciéndole creer que se trata de la única interpretación posible. El objetivo, conseguido o no, es el respeto absoluto al criterio del lector, que en todo momento debe ser libre y capaz de mantener su propia opinión sobre los hechos así presentados. Pero que nadie se equivoque: la lectura de los textos seleccionados, y el “clima” creado por los más diversos documentos, desde cartas y artículos hasta las estadísticas, o los discursos en los mítines y las intervenciones orales, en las reuniones de comités o del consejo de la Generalidad, cambiará sin duda alguna los conceptos previos que el lector pudiera tener sobre revolución, anarquismo, comités, CNT, PSUC, FAI y violencia política. También mudará su opinión sobre los principios (lo que se piensa o se cree), la táctica (lo que se hace) y la estrategia (cómo conseguir lo que se quiere) que el lector pudiera presuponer que sustentaban personalidades históricamente destacadas, desde Companys y Tarradellas hasta García Oliver, Santillán o Federica Montseny. Y, en el proceso de lectura, surgirán nuevos problemas o aparecerán, con un relieve adecuado a su importancia, personalidades prácticamente desconocidas o muy secundarias: la guerra del pan, Joan Pau Fábregas, Josep Juan Doménech, el monopolio del comercio exterior, Manuel Escorza, Dionisio Eroles, José Asens, Valerio Mas, los comités revolucionarios de barrio, las cooperativas, la dualidad de poderes entre  cenetistas y estalinistas en Orden Público, etcétera.

La mayor parte de la documentación utilizada es inédita, o muy poco conocida, y procede de archivos de todo el mundo, desde la Universidad de Stanford, en California, hasta la Tamiment Library de New York, desde el Centro Ruso de Preservacion de la Historia Contemporánea de Moscú, hasta la Biblioteca Anarquista de Estudios Libertarios de Buenos Aires, pasando por la Bibliothéque de Documentation Internationale Contemporaine de Nanterre; aunque los archivos fundamentales y de mayor riqueza han sido el Instituto de Historia Social de Ámsterdam, el Centro de Documentación de la Memoria Histórica de Salamanca, el Archivo Tarradellas del Monasterio de Poblet y el Ateneu Enciclopédic Popular de Barcelona.

Entre los documentos inéditos o desconocidos, publicados en este libro, destacan la “Soli” del lunes 20 de julio de 1936; el discurso radiofónico de Durruti a primeros de noviembre; los debates de los comités libertarios sobre las numerosas deserciones de las columnas confederales; las reprimendas a Ortiz, Fresquet, Ruano y otros mandos de las columnas; la desmoralización de los milicianos de la columna Durruti, convencidos del asesinato de su líder por los estalinistas; la aprobación y justificación de la eliminación de una cuarentena de maristas por parte de los comités superiores, considerados como enemigos emboscados en la retaguardia; los constantes ataques a Joan Pau Fábregas, el cenetista economista que promulgó el Decreto de Colectivizaciones, hasta conseguir su salida del gobierno de la Generalidad; el balance de Doménech sobre la labor cenetista en Abastos desde julio hasta diciembre de 1936; la existencia de una fortísima red de distribución de alimentos, gestionada por los comités de barrio (y las cooperativas), y un largo etcétera.

Se recogen todas las actas de las reuniones de los comités superiores libertarios, de las sesiones del Comité Central de Milicias Antifascistas, del Consejo de la Generalidad, de la Junta de Seguridad Interior y del Ayuntamiento de Barcelona; complementados con los artículos más significativos de la prensa del momento, desde Solidaridad Obrera a La Vanguardia, del Boletín de Información de la CNT-FAI a Treball o el Diario Oficial de la Generalidad. Otros documentos provienen de las reuniones de la Comisión de Industrias de Guerra, del Sindicato de Alimentación de la CNT o del Comité Económico de la Industria del Pan.

El libro recoge y expone una cuidada selección de algunos fragmentos documentales significativos, que a veces se explican o contradicen unos a otros, pero que son imprescindibles para entender qué estaba sucediendo y qué problemas agobiaban y ocupaban a aquellos hombres y mujeres, ya fueran dirigentes o gente del pueblo llano, y que contribuyen a que el lector entienda intensamente la época, sienta el clima que se vivía en cada instante, asista a los debates que se producían en las reuniones de los comités superiores, o en el Consejo de la Generalidad, consiga cosechar las angustias y miedos de la vida cotidiana y pueda visualizar en tiempo presente un conocimiento profundo de aquellos acontecimientos, hoy históricos.
Dos son las grandes lecciones de la revolución de 1936:

            1.- La cuestión, en julio de 1936, no era tanto la de tomar el poder (por una minoría dirigentes) como la de destruir el Estado, mediante la coordinación, extensión y profundización de las tareas apropiadas por los comités. Los comités revolucionarios de barriada (y algunos de los locales) no hacían o dejaban de hacer la revolución, ellos eran la revolución social.

2.- La destrucción del Estado era un proceso muy concreto, en el que los comités ejercían funciones arrebatadas a las instituciones oficiales, porque el Estado era incapaz de asumirlas. Ese proceso de destrucción del Estado y consolidación de los comités era paralelo y simultáneo. El proceso contrarrevolucionario consistió precisamente en reconstruir el Estado burgués al mismo tiempo que se destruían los comités revolucionarios.

Este libro fortalece voluntades, abre perspectivas, otea horizontes y arma con un programa enraizado en los combates de nuestros abuelos. La revolución social, colectiva, multitudinaria, internacional y anónima del mañana, sin guías ni dirigentes, se iniciará con la destrucción del Estado. Y se adelanta, ya, ahora, en esta pútrida realidad, con la lucha por la creación de una sociedad paralela, al margen de los caducos valores capitalistas, con el objetivo claro y preciso de abolir todos los Estados, todas las fronteras, todas las policías y ejércitos, el trabajo asalariado, la plusvalía y la explotación del hombre en todo el planeta, arriando todas las banderas, silenciando la fanfarria de todos los himnos, enfrentándose a la amenaza nuclear y la destrucción del planeta por el capitalismo, imponiendo la democracia directa de las asambleas y de la autoorganización del proletariado, que sigue existiendo, por mucho que pese a todos sus sepultureros, se sitúen a derecha o izquierda del capital.

Año publicación: 
2012
Autor / es: 
Agustín Guillamón
Editorial: 
Aldarull y El grillo libertario
ISBN: 
978-84-938538-6-0
Páginas: 
530
Tamaño del libro: 
23x15,5
Web: 
www.aldarull.org

2012/12/24

Feliz falsedad

"Sigo sin entender qué se celebra en estas fechas, donde numerosas familias son desahuciadas dejándolas en una situación angustiosa que a veces les induce al suicidio. Pero da lo mismo a los de siempre, a los de arriba que manejan los hilos invisibles para que ellos sigan viviendo a costa de nuestra miseria y donde la vida de un ser humano cada dia pierde valor."

Ane Izarra   
La Haine

Ya está aquí. Ya llegó. Nos atrapó la ineludible Navidad. Cada año se presenta más temprano. De nada nos sirve que pongamos el letrero de se reserva el derecho de admisión, seguirá buscándonos aunque nuestro deseo sea el de pasar desapercibidxs. Continuará regresando con escrupulosa puntualidad cada diciembre de cada año. Aunque sea bastante elevado el número de personas declaradas ateas o pertenecientes a otras creencias religiosas y otras tantas que aún queriendo salirse de los tentáculos de la secta católica, no lo consiguen. Es muy difícil de hacerlo, casi misión imposible. El único camino para abandonar la iglesia y dejar oficialmente de ser una persona católica es la apostasía; y algunas mueren en el intento porque es una larga, difícil y dura travesía ya que cuantas más ovejas haya en su rebaño gozará de un mayor número de beneficios.

Nos envuelve con falsas sonrisas, con traicioneros abrazos, sobretodo nos obliga a arrastrarnos hacia posiciones consumistas. Una mayoría social amplia tiene asumido que celebrar la navidad significa comprar. La publicidad es su gran aliada; cada año comienza más de un mes antes de que llegue la navidad. Nos convierte en esclavos de los códigos de barras y consigue hacernos olvidar que también se puede jugar sin juguetes y ser felices siendo solidarixs.

Nos siguen colonizando reyes venidos de Oriente y por otro rey más cercano proveniente del estado español; que sigue manteniendo su postura terca e inamovible para imponernos su discurso navideño español. Siempre nos quedará nuestra repulsa mediante el boicot televisivo manteniendo en off el piloto de la televisión, y seguir recordándoles que no vuelvan, que nos dejen en paz.. Ya tenemos a nuestro carbonero quien vive en el monte, de nombre Olentzero, en quien confiar para hacerle partícipe de nuestros deseos, de nuestro más antiguo y añorado deseo, que no venga solo y que nos traiga a nuestros queridos y recordados presos y presas vascas a Euskal Herria, junto con todas las personas que viven exiliadas deseando regresar a casa.

Este año la caprichosa violencia del sistema penitenciario les prohíbe escribir en euskera las postales navideñas, limitando su uso a un número concreto de expresiones típicas de estas fechas. Porque no pueden prohibirles pensar y sentir en euskera sino también lo incluirían dentro de su estrategia vengativa penitenciaria. Así que Olentzero nuevamente por desgracia nos visitará solo. Nos quedan numerosas sillas en las casas de Euskal Herria, vacías. Con una amarga y triste sensación al pensar en el ser querido privado de su libertad; porque aún son muchxs a quienes se les impide la vuelta a casa por navidad. Por eso, seguiremos arropando a todas esas familias que se encuentran en esta situación demostrándoles nuestro cariño y solidaridad. Les recordaremos entonando el hator mutil, hator neska etxera.

No puedo dejar pasar la oportunidad desde estas líneas de hacer una mención a los aitas y familiares de Iñigo Cabacas y solidarizarme con su dolor. Seguiremos en pie, exigiendo la verdad de todo lo acontecido y justicia para evitar la repetición de hechos similares. Todo el delito de Iñigo fue el de no poder esquivar la pelota de goma que acabó con su vida lanzada por quienes dicen llamarse defensores del orden y la ley. Su ley, donde siempre su palabra prevalecerá sobre la nuestra. Esa ley donde siguen imputando a personas por artículos de opinión y la libertad de expresión brilla por su ausencia.

Sigo sin entender qué se celebra en estas fechas, donde numerosas familias son desahuciadas dejándolas en una situación angustiosa que a veces les induce al suicidio. Pero da lo mismo a los de siempre, a los de arriba que manejan los hilos invisibles para que ellos sigan viviendo a costa de nuestra miseria y donde la vida de un ser humano cada dia pierde valor. Recientemente he leído en prensa que ex-viceconsejeros y ex altos cargos del Gobierno de Patxi López han cobrado la extra de Navidad debido, según han explicado, a que la supresión de esta paga sólo afecta a los funcionarios. Como dice la expresión “nos mean encima y dicen que llueve”.

Vivimos una realidad donde la clase trabajadora vasca, está sufriendo uno de los mayores recortes en sus derechos laborales y sociales tan duramente obtenidos mediante la lucha obrera revolucionaria. Los eres y el cierre de empresas son noticia diaria en el mundo laboral. La patronal campa a sus anchas sin que nada ni nadie le ponga freno. En estas circunstancias ¿quién quiere celebrar la navidad?. Yo no. Yo cada día me siento más oveja negra y más perra verde. Creo en mi misma. En mi sueño de cambiar la tierra donde deseo vivir en libertad, donde el sistema proteja al pueblo y nos devuelvan todo lo que nos están robando. El año nuevo lo celebraré mirando al cielo, buscando la complicidad de la luna para sentirme libre y coger impulso ante los 365 días que tenemos por delante. Tenemos la necesidad de ser dia a dia, minuto a minuto más revolucionarixs, sin miedo a que nos roben la sonrisa, Porque sólo con la diplomacia no alcanzaremos nuestros sueños y ellos por si solos nunca vendrán. Urte berri on

2012/12/19

XXI. mendeko sozialismoaz bost iritzi hAUSnART aldizkariaren zenbaki berrian

"...agertu zaigu historikoki, hain zuzen, euskal sozialismo eredua, oinarri kooperatibo, komunal, asanbleario eta konfederal jakin baten bidez."


Laura Mintegik, Zaloa Basabek, Jakue Pascualek, Mario Zubiagak eta Imanol Galfarsorok Euskal Herriko XXI. mendeko sozialismoaz hitz egin dute hAUSnART aldizkariaren azken zenbakiko elkarrizketa banatan. Lapiko Kritikoa kolektiboak argitaratzen duen pentsamendu aldizkaria Durangoko Azokan erosteko aukera izango da. Harpidetzaz edo mezenazgo bidez ere eskura daiteke lapikokritikoa@gmail.com helbidera idatziz.

Jarraian azken zenbakiko gai nagusiaren inguruan bost elkarrizketatuek eman dituzten erantzunen hautaketa bat:

Laura Mintegi: "Kapitalismoak 'klase ertainaren' kontzeptua asmatu zuen, zeini esker sinistarazi egin zaien langileei badirela zerbaiten jabe. Kontsumitzeko ahalmena duten heinean, jabeak ere badirela esan zaie. Sinesmen horren falazia begi bistan geratu da krisi sistemiko honetan: langileak ez dira ekoizpen baliabideen jabeak, eta egiazko jabeek nahi izan dutenean, lanpostua kendu diete, babes neurriak ezabatu, kreditua ukatu, ongizate sistema desegin eta langileak menpeko bihurtu dituzte, beti izan direna, bestalde".

"Agintariek kanporako bidaiak egiten dituztenean makina-erremintako ordezkariak eramaten dituzte 'espedizioan' beraiekin batera herria promozionatu nahi dutenean. Ez zaie burutik pasatzen herri baten ezaugarririk behinena berezko kultura dela, eta kulturgileak direla nazioartean eskain dezaketen 'produkturik' esklusiboena".

"Herri-mugimenduaren proposamenak erakundeetara eraman daitezke eta han borrokatu aurrera atera daitezen. Baina instituzioek badituzte mekanismoak (tempusak, burokrazia, antzutasuna) herri-mugimenduen dinamismoa geldotzeko eta beraren indarra ezerezean uzteko".

"Sormen dosi handia behar da, apustua egin, ausart jokatu, ertzetik ibiltzeko prest egon. Noizbait esan dudan legez, hanka bat barruan eta bestea kanpoan. Begi bat orainean eta bestea etorkizunean. Herren eta betoker ibiltzeko proposamena luzatu nuen hauteskundeen aurretik eta halaxe egin behar dugula uste dut".

Mario Zubiaga: "Gure gizarte garatuetan bizi-kalitate oinarrizkoa ziurtatzeko, munduan 'negarrik merezi ez duen' (Butler) jende andana dago lanean, hitzik gabeko subalternoa".

"Maila globalean kapitalismoa pentsatzea –eta hedatzea– erraza den bitartean, arestian aipatu dudan sozialismoaren ulerpena globalki pentsatzea ere, zaila egiten da: herritartasun orokor eta berdina mundu globalean? Aginte globalen kontrola? Are gutxiago, arbitrarietate-eza globala? De Sousa Santosek egoera horri “legalitate kosmopolita” deituko dio, baina 'berezitasunen berdintasuna' ezartzeko bidea gertutik hasi behar dela aitortzen du".

"Euskal sozialismoa esamolde tautologikoa da. 'Euskal' dena delakoak ez du etorkizunik dinamika kolektiborik gabe, eta sozialismoak ez du biderik egingo komunitatean errotu gabe. Elkar hartzen dute bi kontzeptuek. Ez dago lan eremu globalik sozialismoa garatzeko ez bada komunitate desberdinen elkarlanaren artekaritza".

Zaloa Basabe: "Sozialismoa, apostu integrala den heinean, ezin ditu alde batera utzi, bigarren faserako utzi edo txosten baten 7. punturako utzi feminismoak seinalatzen duen egiturazko zapalkuntzak. Kapitalismoak ezberdintasunetatik etekinak ateratzea lortu badu (herrien artekoak, klaseen artekoak eta sexuen artekoak), soizialismoak, internazionalismoa, justizia soziala eta feminismoaren bidez, esparru bakoitzean ematen diren kontraesanak eta botere harremanak nabarmendu eta gainditzeko beharra dauka".

"Feminismoa ez da soilik unibertsala eta partikularraren arteko dikotomiaren galtzaileetako bat; feminismoa borroka guztien arteko hierarkizazioaren ariketaren galtzaile atera da hainbatetan. Hori da gaur egun feminismoak duen erronketako bat. Dikotomia eta hierarkizazio guztien gainetik apustu integral bat sortzea".

Imanol Galfarsoro: "Ezin dut euskal sozialismorik imajinatu euskal estatu independente bat imajinatu ezin dezakedan bezala. Aldiz, imajinatu dezaket sozialismoa Euskal Herrian edo estatu independente bat Euskal Herriko lurraldeak barnebiltzen dituena. Zehaztapena ez da kapritxozkoa edo txantxazkoa. Adierazi nahi du estatu bat 'euskalduntzat' aurkeztea kontraesan bat dela estatuaren politikak identitate predikatuen beharrik ez duelako. Demokrazia moderno batean estatuak edonor hartu behar du kontuan inolako identitate predikaturik faktore bezala hartu gabe. Horregatik iruditzen zait nire tradizio politiko, kultural eta intelektualean nagusitu den nozio bat, 'sozialismo identitarioa', alegia, gainditu egin behar dela, izan ere, artikulazio politiko bezala ez dio baliorik eransten, ez sozialismoaren eraikuntzari ezta identitatearen kudeaketari ere Euskal Herrian".

"Identitate kudeaketa dela eta, euskalduntasuna 'desagertuta' ikustatzen dut; hau da, euskalduntasun 'kulturalaren' aztarna partikularrak azaletik desagertuta ikustatzen ditut, 'hustuta', hain zuzen ere, gero independentzia 'posible' baten momentuan kudeatzaile nagusiaren posizioa 'betetze' aldera".

"Herri-mugimenduen betebeharra boterearekiko irreberentea izatean datza, baina modu berean, ezkerreko alderdi edo koalizio politiko baten betebeharra da agintearen beldur ez izatea. Zizekek liokeen bezala, hortaz, ezkerretik boterea hartu eta eremu publikoa erantzukizunez kudeatzeko gauza izan behar dugu, besteak beste; halaber, zer esanik ez, kontable lanak ere ganoraz betetzeko gauza izan behar dugu".

"Independentziarekin, hau da, identitate politiko osoa lortzeak dakarren berdintasunarekin, garaipen momentua bera izango da kultur identitate etniko bereziaren galmen eta hondamenaren momentua; alegia, independentziak euskal berezitasunaren bukaera seinalatzen du, subordinazioan zoritu den kultur salbuespenaren bukaera".

Jakue Pascual: "Abangoardien akats nagusia da zer ereduri jarraitu bilatzen dutela beti. Euskal abangoardietan beti egon da Kubari erreparatu dion ildo bat, orain Chavezen iraultza bolivarrak sustatzen duen XXI. mendeko sozialismoan arreta jartzen duen bera. Biak ala biak erabat legitimoak dira, baina inondik inora ez euskaldunak, beren testuinguruetan adierazpen modu partikularrak garatzen baitituzte".

"Gauza bat da nortzuk izan daitezkeen balizko aliatuak eta nortzuk ez, edo nori adierazten diogun kidetasuna eta elkartasuna, eta beste gauza bat da eraikitzen dugun gizartea, eta horretan agertu zaigu historikoki, hain zuzen, euskal sozialismo eredua, oinarri kooperatibo, komunal, asanbleario eta konfederal jakin baten bidez. Horrek ez du esan nahi, ordea, XXI. mendeko sozialismoak eta euskal komunitarismoak ezin dutela elkarrekintza eremuak eta hainbat erreferentzia konpartitu".



2012/12/13

Relato del preso madrileño de los GRAPO Marcos Martín Ponce, sobre la paliza que le dieron los carceleros de la prisión de Morón de la Frontera (Sevilla)

Morón, 16 de Noviembre de 2012


¡Hola! Espero que ya sepáis lo que me ha ocurrido en el Módulo de Aislamiento de ésta prisión, a pesar de que la dirección de la cárcel está haciendo todo lo posible por mantenerme completamente aislado, pues dos días después de lo sucedido, me han puesto en una galería solo y no me han activado los teléfonos para que no pueda avisar a nadie de lo que han hecho conmigo. Aunque, a pesar de todo este aislamiento, la Solidaridad ha hecho llegar a vuestros oídos mi situación desde el primer día, lo sé a ciencia cierta. Así pues, ya sabéis que me dieron una paliza tremenda y que estoy en Huelga de Hambre.

Intentaré ser breve para no perderme en detalles (ya he denunciado ante el JCVP) y os podéis hacer una idea de lo más importante.

Desde mi llegada a esta prisión (hace tres años y medio), ya he denunciado las constantes provocaciones de carácter político que se traducen en: buscar hacernos la vida imposible a los Presos Políticos, creando esto constantes tensiones que se han ido acumulando y que he sabido ir toreando, con paciencia y en compañía de los P.P. Vascos; al menos, hasta el 14-XI-2012, cuando los carceleros de turno venían decididos a que ese día se terminaría de romper “el jarrón”.

Desde que llegué, me he destacado por exigir que se cumplan nuestros escasos derechos en éste módulo de aislamiento: Conseguí que nadie se tuviera que poner de pié en los recuentos, que dieran bata para cubrirnos en los cacheos integrales; que distribuyesen productos y material de limpieza todos los días; que se respetasen las cuatro horas de patio integras que tenemos al día; poder utilizar un ordenador todos los días (fuera de las horas de patio) para los que estuviéramos estudiando alguna carrera universitaria por la UNED..., y otras cuantas cosas más relativas al día a día en aislamiento.

Pero, a la vez que iba consiguiendo que se respetasen estos avances, se ha ido acumulando el odio en una parte de los carceleros, los que unidos bajo los sindicatos de prisiones hacen del odio fascista una militancia activa contra los Presos Políticos, y no han podido soportar ver que, a pesar de sus putadas, me mantengo un hombre íntegro, esmerado en contacto con los obreros, con la juventud antifascista; haciendo deporte, cultivándome intelectualmente y mostrando siempre una amplia sonrisa ante las habituales adversidades.

Así pues, ese 14 de Noviembre, a las 9 de la mañana vino a sacarme al patio una de esas guardias de militantes fascistas. Tenían muy claro a qué venían y no se iban a ir sin conseguirlo. Abrieron la puerta de la celda, me pusieron contra la pared; mientras uno me pasaba la “raqueta” detectora de metales, otro cacheaba mi mochila y otros dos mi celda, la rutina diaria. Pero el que cacheaba mi bolsa, saca de ella una tartera donde siempre llevo mi almuerzo (se me quedó la costumbre de los albañiles), y me dice que a partir de ahora eso está prohibido; le digo que es mi almuerzo y me insulta, diciendo que ya no lo es. Le digo que me trate con respeto y, sin más preámbulos, me coje y me empuja hacia dentro de la celda, pues no quería que lo que iban a hacer lo vieran las cámaras de seguridad del pasillo. Así es como supe desde el primer momento que la cosa se iba a poner fea. Al entrar en la celda los cuatro funcionarios, el de la tartera me da un bofetón y los otros se echan a por mí, yo me cubro la cabeza con manos y brazos. Enseguida oigo a uno decir: “Aquí no, Carlos, que están los otros golpeando las puertas”, y es que los P.P. vascos estaban haciendo ruido para protestar y mostrar su solidaridad.

Así es que me ponen los grilletes y me sacan a rastras mientras oigo los gritos de ánimo y reprobación de los compañeros. Me llevan al cuarto de cacheos, donde tampoco hay cámara, y me piden que me quite la ropa. Me quito todo menos el pantalón de deporte y pido la bata; en ese momento me dan otro guantazo y sacan las porras. Me patean y me aporrean hasta que caigo al suelo y, una vez en el suelo, me hago un ovillo y siguen dándome patadas en la cabeza y porrazos por todo el cuerpo. Pasan los minutos y continúan dándome si bajar ni la intensidad ni la cadencia, uno de ellos me separa los brazos de la cabeza mientras otro me da un puñetazo en la cara; me logro soltar y me vuelvo a tapar, entonces me dan un pisotón en la cabeza y empiezo a perder el conocimiento... Mi cuerpo se va relajando mientras noto que se convulsiona con los golpes que me siguen dando.

Cuando recobro el conocimiento, estoy esposado a la espalda y dos carceleros me arrastran por el pasillo; parece que se me van a desencajar los brazos. Me llevan a una celda donde veo que solo hay una cama con correas, me arrojan a ella y me atan de pies, manos y cintura. Yo empiezo a vomitar y uno de ellos me tira del pelo para sacarme la cabeza de la cama; veo que solo echo babas mezcladas con sangre y un trozo de diente. ¡Estoy casi entero!

Solo llevo encima los pantalones cortos de deporte, el torso desnudo y sin zapatillas; veo que abren la ventana y el frío de la mañana alivia un poco mis extremidades, que están empezando a amoratarse por lo fuerte que han apretado las correas. Estoy boca abajo y los carceleros me insultan: “Ahora qué, GRAPO cabrón” y lindezas por el estilo; la mayoría de ellas en referencia a mi militancia política y los avances conseguidos en los derechos de esta prisión. Al rato se van y me dicen que cuando me haya hecho mis necesidades encima, volverán para desatarme. Estoy atado unas 15 horas, con la ventana abierta y medio desnudo. El frío que al principio aliviaba mi maltrecho cuerpo, a las dos horas martiriza mis músculos haciéndome temblar de frío y de dolor. Durante ese tiempo pierdo la conciencia de nuevo un par de veces más. Es el único descanso que encuentro: cuando estoy consciente el dolor es puntiagudo y generalizado por todo el cuerpo.

Habrían pasado 3 o 4 horas desde que estoy allí atado. Cada cierto tiempo entraban los carceleros: “Qué, todavía estás vivo, comunista hijo de puta”, me tiraban del pelo, me daban algún manotazo y se iban.

El frío terminó deshinchando un poco mis muñecas y tobillos, y así pude luchar contra las correas durante un buen rato, hasta que me solté de la mano izquierda, del resto de extremidades no pude soltarme. Así logré colocarme de medio lado y con esa mano suelta pude maniobrar para orinar fuera del colchón, en el suelo. Afortunadamente, tengo la costumbre de hacer deporte en ayunas y no había comido nada, por lo que no tuve necesidad de defecar. Eso sí, cada movimiento que hacía creía que me estaba rompiendo algún hueso.

A las 23 horas de la noche, cuando ya había cambiado la guardia que me hizo eso, entraron 7 u 8 carceleros y me dijeron que, ya que había orinado en el suelo, me iban a soltar y cambiar de celda. Cuando me soltaron, yo no me podía mover, mi único gesto fué encogerme en posición fetal; le dije al Jefe de Servicios que estoy operado de hernia discal y que ellos me habían vuelto a herniar. Llamaron al médico, esta hizo un informe a vuelapluma, visiblemente impresionada de las torturas marcadas en mi espalda, y me puso una inyección de diclofenaco. Al rato me llevaron en volandas a la celda de al lado, me tiraron en un colchón lleno de suciedad y me tiraron una manta. Allí pasé el resto de la noche y medio día posterior. Eso sí, cada dos horas, durante toda la noche, se preocuparon de no dejarme dormir, golpeando la puerta, insultándome, amenazándome y dejando la luz encendida... Yo me enrosqué en la manta y dormí lo que pude y lo que me dejaron.

Al día siguiente me comunicaron que estaría en aislamiento total hasta que la DGIP decidiera si me cambiaban de prisión, o me aplicaban la 1ª Fase (el aislamiento absoluto); al final me aplicarán ambas medidas, y en la cárcel donde aterrice estarán esperándome los carceleros del sindicato, para recordarme que cuando el sistema capitalista se ve al borde del precipicio, es tiempo para volver a los orígenes más fascistas, para defender sus privilegios.

En esas cosas he estado pensando durante todo este maltrato, durante, por qué no decirlo, la aplicación del Estado de Derecho que la burguesía tiene reservado para los revolucionarios. También pensaba en mis camaradas, en mi compañera, en el libro “El Estado y la Revolución” de Lenin, que me estoy volviendo a releer, en el auge del Movimiento de Resistencia Antifascista y en la reconstrucción de la Solidaridad obrera con los presos políticos. Todo eso me ha hecho aguantar estas torturas, sabiendo que cada golpe tenía un significado político, que la lucha de clases había marcado en mi espalda más de 25 porrazos y patadas que, al mirarlos en el espejo, me recuerdan que sin sacrificios no obtendremos ni uno solo de los objetivos revolucionarios a los que los obreros estamos llamados.

Mi ánimo se resume en esta cita del Che: “En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bien venida sea, siempre que nuestro grito de guerra haya llegado hasta un oído receptivo, y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar cantos luctuosos con tableteos de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de Victoria”. ABRAZOS COMBATIVOS.

Marcos Martín Ponce.

2012/12/11

Entrevista con Jose Mari Esparza autor del libro "Vascosnavarros"

"La Navarra ajena al resto de Euskal Herria no tiene ningún pasado, ningún libro, ningún prócer, ni siquiera en el falangismo franquista."


El «alma mater» de Txalaparta y Altafaylla desnuda al fin su archivo personal. Durante un cuarto de siglo, Jose Mari Esparza ha ido atesorando documentos significativos para la historia de Euskal Herria y, en particular, de Nafarroa. De ese archivo nacieron «Cien razones por las que dejé de ser español» o el más reciente «Mapas para una nación». Ambos fueron fragmentos, ahora publica el todo.

Esparza ha mandado a la imprenta un coloso para soltarlo en estas buenas fechas. Es un libro pesado por voluminoso, la obra de una vida. Lleva por título «Vascosnavarros» y se presenta como una guía contra la desmemoria. Es un martilleo, constante, contínuo y abrumador, que desmontar el muro ideológico que, por interés, se construyó entre Nafarroa y las diputaciones hermanas para frenar la libertad de un pueblo.

GARA

¿Cuánto lleva trabajando en «Vasconavarros»? ¿Por qué y cuándo empezó?

En realidad yo llevo casi toda la vida espigando temas y curiosidades sobre nuestra historia, lengua e identidad. Me encantaba entrevistar a los abuelos, me gusta el polvo de los legajos y me gustan los libros. Pero la Transición política, y la salida estrambótica que le dieron a nuestro país, ha sido el mayor acicate para elaborar esta guía contra la desmemoria. Duele ver cómo nos han tratado y nos tratan como gilipollas. Y duele que lo haga además una casta que, en nombre de «la identidad de Navarra», nos está llevando a la ruina cultural, moral y económica. A desen- mascarar esos farsantes me he dedicado estos años y este es el resultado.

Cuando uno se enfrenta a un libro de estas dimensiones, lo primero quqe se pregunta es ¿de verdad podré con todo? ¿Su libro está pensado para leer de un tirón o es una obra de consulta?

Bueno, dicen que para saber si un huevo está bueno o malo no hace falta comérselo entero. Una guía es algo que se lee por partes y en cualquier dirección. El índice tiene más de dos mil entradas, así que uno puede buscar lo que desee. Pero si alguien le dedica un rato, pronto se dará cuenta que la tesis del libro se repite con abrumadora insistencia: la Navarra y la Euskal Herria que hoy nos presenta el españolismo no tiene nada que ver con lo que ellos mismos decían hace poco, ni lo que dijeron sus antecesores, ni lo que refleja la literatura, los viajeros o las enciclopedias. Nos han robado la memoria de forma tan zafia que a veces, para desmontar el discurso oficial, debes recurrir a la perogrullada.

Dos obras suyas han pegado co fuerza: «Cien razones por las que dejé de ser español» y «Mapas para una nación». Ahora, «Vascosnavarros» tiene un aire de argumentario, como «Cien razones» y de labor documental más impersonal, como «Mapas». ¿De cuál bebe más?

Ha sido al contrario. Mis dos libros anteriores son hijos prematuros de este. Con toda la base documental acumulada pude argumentar mis «Cien razones» sin temor a equivocarme. Y cuando andaba buscando ilustraciones para la voz «Cartografía» me di cuenta que había un filón sin explorar y de ahí salió «Mapas para una nación», que ahora va a ver su tercera edición y, además, en euskera. «Vascosnavarros» es una obra «madre» que puede inspirar y ayudar a hacer otro tipo de monografías sobre temas muy diversos.

Parece que lo suyo son los compendios. ¿Escribe o rescata?

La verdad es que me gusta opinar de la realidad que nos rodea e incidir en el debate cultural y político; y me gusta divulgarlo, antes en panfletos, hoy en artículos o libros. Pero no sé hacerlo si antes no me documento. No me considero creativo, ni literato; simplemente me recreo, con más o menos gracia, en lo que descubro en archivos y libros, o bien rescato de la memoria popular. En este caso el proyecto era muy ambicioso y he tenido que poner punto final sabiendo lo mucho que dejaba fuera. Por ejemplo, esta semana he viajado a América y allí he descubierto los 30 tomos de la «The Encyclopedia Americana», de más de cien años, y en ella las definiciones típicas de nuestro país, el Basque Country o Eskual Herria, con siete provincias, un estado medieval llamado Reino de Navarra, unas guerras forales, etc. ¡Queda aún tanto por recopilar!

Ante un libro así, los entrevistadores nos matamos por arrancar la mejor anécdota. Sea bueno y regálenos una buena.

Hay fuentes documentales que no están todavía en los archivos públicos. Por ejemplo, las actas del PSOE navarro durante la Transición, donde se ve claramente cómo Urralburu y Arbeloa mintieron descaradamente sobre la historia del partido, (que siempre fue partidario de la unidad vasca) para lograr la separación territorial. Y cómo se hizo, además, bajo la influencia del Tejerazo. Por supuesto, a nadie como yo le hubieran dejado consultar esas actas, pero el mundo es entreverado: yo tenía un amigo que estaba casado con la hija de alguien que había sido de la ejecutiva socialista, y que tenía todas las actas almacenando polvo en un rincón de su casa. La fotocopiadora hizo el resto. Y en esas actas se ve claro que la corrupción en los dirigentes socialistas fue antes política que monetaria, y cómo cuatro lenguaraces vendieron al partido primero y a Navarra después.

"...la corrupción en los dirigentes socialistas fue antes política que monetaria, y cómo cuatro lenguaraces vendieron al partido primero y a Navarra después."


El Uranguesado parece haber caído en el olvido, casi hasta para los periodistas. Recuérdenos qué es.

El Uranguesado se le decía a Navarra, por el dominio que de ella tenía, y aún tiene, la familia Uranga. Políticos, secretarios de la Diputación, fundadores del Banco Agrícola de Navarra, Crédito Navarro o la Vasco-Navarra de Seguros. Presidentes y directores del Diario de Navarra, los Uranga lo fueron todo, encarnaron el caciquismo foral. Y sin embargo, era una familia euskalduna, defensora del euskara, miembros de Eusko Ikaskuntza y defendían una Euskal Herria cultural frente al concepto político de Euskadi. Por qué esa elite ha pasado de defender de algún modo Euskal Herria a negarla totalmente, se explica analizando lo ocurrido en la República, el Franquismo y la Transición.

¿La libre expresión de Pío Baroja sigue recortada?

Cierto. El absurdo de la separación institucional que sufrimos les ha obligado a censurar y recortar hasta autores como Pío Baroja que, como todos los clásicos, reconocía el Zazpiak Bat. Es demoledor que el chiringuito institucional navarro actual no tenga un solo historiador que lo respalde, ni un escritor que lo narre, ni un artista que le cante. La Navarra ajena al resto de Euskal Herria no tiene ningún pasado, ningún libro, ningún prócer, ni siquiera en el falangismo franquista. Elijamos los cien nombres más relevantes de nuestra tierra, desde Sarasate y Gayarre a los Iribarren o Baleztena y veremos que todos dejaron de alguna manera constancia de que Navarra era el centro de la Euskal Herria y que su lengua matriz era el euskera. Si esa innegable pertenencia al pueblo vasco debía concretarse o no en instituciones comunes frente a Francia y España, era un debate diferente.

Cuesta creer que el padre de la Guardia Civil fuera euskaldun.

El primer Duque de Ahumada fue criado por dos nodrizas, una de Hendaia y otra de Zugarramurdi. Según contaba, cuando lo llevaron a Madrid con cinco años no entendía una palabra en castellano, y toda su vida lamentó, y lo dejó escrito, que su madre le dejase olvidar el vascuence familiar. Así pues, su hijo, el fundador de la Guardia Civil, nació en Iruñea, en una familia euskaltzale para aquellas sazones. Y es que la identidad y la lengua vasca en Navarra aparece en la epidermis, por cualquier parte que se le rasque.

Lo de la Nueva Fenicia lo tiene que explicar.

Es uno de los muchos nombres con los que se ha bautizado a Euskal Herria, además con intenciones independentistas. En 1808 Napoleón tuvo sobre su mesa el proyecto de un Estado vasco entre Francia y España, llamado Nueva Fenicia, donde la lengua exclusiva sería el euskara. Y ese objetivo independentista, con diferentes nombres, (Reino de Navarra, Reino Vasco-Navarro) aparece insistentemente las décadas posteriores, como lo confirman numerosos autores como Mackencie, Chaho, Wilkinson, Laurens, Somerville, Leguía, Lassala, Mitchell, Lataillade, Aviraneta, Viardot, etc. El independentismo vasconavarro tiene raíces mucho más largas que la barba de Sabino Arana. La Nueva Fenicia fue solo una de ellas.

Pues ahora se reivindican fenicios la falange libanesa, un partido que copió hasta la camisa azul de los seguidores de Primo de Ribera. Y hablando de derecha rancia, es difícil imagibarse a los Del Burgo entonando el «Gernikako Arbola».

Los Del Burgo no vienen del falangismo, sino del carlismo primero y del chaqueterismo después. Del Burgo padre nos decía orgulloso cómo en la guerra civil cantaba «Euskalerri guztiko/ mendietan biztu da/ Gernikako Arbolapian/ euskaldunen fusillak», y por menos hemos visto hoy día meter a la gente en la cárcel. Su hijo, que fue txistulari, es otro oportunista sin rubor. En 1977, a la vista de la actitud generalizada a favor de la unidad vasca, anduvo planteando hasta creación de un Consejo Vasco-Navarro. Toda la derecha Navarra tiene sus raíces en el vasquismo, en el amor a Euskal Herria, en la unidad vasconavarra... El cambio de estos últimos años ha sido radical y grotesco.

¿Hasta qué punto la Transición distanció a Nafarroa de sus diputaciones hermanas?

Las llamadas provincias exentas, provincias gemelas, provincias hermanas, etc., tenían relaciones constitucionales cons- tantes desde el siglo XVIII, para temas administrativos y, sobre todo. para la defensa conjunta de los regímenes forales. Es algo que no se da nunca con otras regiones limítrofes. Las reuniones se acentuaron durante el siglo XX y a las mismas lo mismo acudieron las diputaciones republicanas como las carlistas. Las reuniones institucionales se cortaron tras la guerra de 1936, aunque durante el franquismo se siguieran llamando «hermanas» o «gemelas». Cuando en 1977 acuden al Árbol de Gernika los diputados de todas las provincias, (entre ellos Julio García, Urralburu y Solchaga, del PSOE navarro) no hacían sino recuperar una tradición que había cortado el fascismo. La elite político militar que dirigió la Transición y el golpe de Tejero pusieron al final al PSOE en otra onda y tuvieron que reinventarse un País Vasco y una Navarra que nada tenían que ver con su historia.

¿Esta Nafarroa solitaria y dirigida por el antivasquismo acabará por perder su identidad o solo será una amnesia temporal?

Campión diría que en vano el atavismo trabaja, pues la asimilación triunfa. Pero no lo veo así. Yo suelo invitar a hacer la prueba en Google, donde la expresión «Sociedad Vasco-Navarra» tiene 129.000 entradas; «Sociedad Navarro-Aragonesa» tiene 543; «Sociedad Navarro-Riojana» tiene cuatro y con Soria no tiene ninguna. Esa es una realidad que señala el futuro, como los aforos de las carreteras o el tejido industrial. Los navarros vamos a Donostia, rara vez a Zaragoza. Y para mantener esa división artificial, la elite dominante en Navarra no duda en llevarnos a la ruina. Son capaces de hacer desaparecer la CAN antes de fomentar la Federación de Cajas Vasco-Navarras, que crearon las diputaciones en 1922. Y son capaces de rechazar los beneficios económicos de la Euroregión con Aquitania para no estar con el resto de los vascos. Y priman las relaciones artificiales con Rioja y Aragón antes que con nuestras prósperas hermanas. Por eso esta guía no es algo que mira al pasado, sino que sirve para vislumbrar nuestro porvenir. El antivasquismo en Navarra no es más que una moderna capa de pintura que oculta a una élite corrupta, la misma que nos está arruinando. Primero te roban el alma, la memoria y la identidad, para luego robarte mejor el bolsillo. Es el manual del colonizador.





2012/12/10

¿Opresivo y gris? NO, crecer en el comunismo fue la época más feliz de mi vida

"...es posible que hayamos ganado los centros comerciales, la ‘democracia’ multipartidista, los teléfonos móviles e Internet. Pero hemos perdido mucho más."


http://www.lahaine.org

Desde todos los rincones de los países socialistas los hijos de los trabajadores escriben sobre sus vivencias en el Socialismo. Reclaman con orgullo la calidad de vida cuando en sus países se defendía el derecho al pleno empleo, a la cultura y a una vida en colectividad. Hace unos meses nos llamó la atención este esclarecedor relato que reproducimos, para escuchar de primera mano, lo que sienten HOY los trabajadores, ya que solamente oímos la propaganda de los empresarios y multinacionales.


Por Zsuzsanna Clark. Publicado en Dailymail. Traducido por Pravda Estado Español.


Artículo de opinión de Zsuzsanna Clark, que creció en Hungría Socialista durante las décadas de los 70 y los 80, y posteriormente en Gran Bretaña. Narra sus vivencias y realiza interesantes reflexiones que asombrarán a más de un despistado.


Cuando la gente me pregunta cómo era crecer detrás del telón de acero en Hungría en los años setenta y ochenta, la mayoría espera escuchar cuentos de policía secreta, las colas de pan y otras declaraciones desagradables sobre la vida en un estado de partido único.

Ellos quedan siempre decepcionados cuando les explico que la realidad era muy diferente, y Hungría comunista, lejos de ser el infierno en la tierra, era en realidad, más bien un lugar divertido para vivir. Los comunistas proporcionaban a todos con trabajo garantizado, buena educación y atención médica gratuita.

Pero quizá lo mejor de todo fue la sensación primordial de la camaradería, el espíritu que falta en mi adoptada Gran Bretaña y, de igual forma, cada vez que voy de regreso a la Hungría actual.

Yo nací en una familia de clase trabajadora en Esztergom, una ciudad en el norte de Hungría, en 1968. Mi madre, Juliana, vino del este del país, la parte más pobre. Nacida en 1939, tuvo una infancia dura. Dejó la escuela a los 11 años y se fue directamente a trabajar en los campos. Ella recuerda haber tenido que levantarse a las 4 am para caminar cinco kilómetros para comprar una hogaza de pan. De niña, ella tenía tanta hambre que a menudo esperaban junto a la gallina hasta que pusiera un huevo. Entonces lo abría y se tragaba cruda la yema y la clara.

[…] Una de las mejores cosas fue la manera en que las oportunidades de ocio y vacaciones se abrieron a todos. Antes de la Segunda Guerra Mundial, las vacaciones estaban reservadas para las clases altas y medias. En los inmediatos años de la posguerra también, la mayoría de los húngaros estaban trabajando muy duro para reconstruir el país, las vacaciones estaban fuera de cuestión.

En los años sesenta, como en muchos otros aspectos de la vida, las cosas cambiaron para mejor. A finales de la década, casi todo el mundo podía permitirse el lujo de marcharse, gracias a la red de subsidios a sindicatos, empresas y cooperativas de centros vacacionales.

Mis padres trabajaban en Dorog, un pueblo cercano, por Hungaroton, una compañía discográfica de propiedad estatal, así que nos quedamos en el campamento de vacaciones de la fábrica en el lago Balaton, ‘El mar húngaro’. El campamento era similar a la especie de colonias de vacaciones de moda en Gran Bretaña de la época, la única diferencia es que los huéspedes tuvieron que hacer su propio entretenimiento por las noches.

Algunos de mis primeros recuerdos de la vida en el hogar son los animales que mis padres mantenían en la parcela. La cría de animales era algo que la mayoría de la gente hizo, así como el cultivo de hortalizas. Fuera de Budapest y las grandes ciudades, nosotros éramos una nación de “Tom y Barbara Goods”. (Nota de Pravda: Comparación anglosajona basada en una famosa sitcom de la BBC de los años 70, “The Good Life”, en la que la familia es autosuficiente)

Mis padres tenían alrededor de 50 pollos, cerdos, conejos, patos, palomas y gansos. Hemos mantenido los animales no sólo para alimentar a nuestra familia, sino también para vender la carne a nuestros amigos. Se utilizaron las plumas de ganso para almohadas y edredones.

El gobierno entendió el valor de la educación y la cultura. Antes de la llegada del comunismo, las oportunidades para los hijos de los campesinos y la clase obrera urbana, como yo, para ascender en la escala educativa eran limitadas. Todo eso cambió después de la guerra. […] Yo amaba mis días escolares, y en particular mi membresía en los Pioneros – un movimiento común para todos los países comunistas.

Muchos en Occidente creyeron que era un burdo intento de adoctrinar a los jóvenes con la ideología comunista, pero siendo pioneros nos enseñaron habilidades valiosas para la vida tales como la creación de amistades y la importancia de trabajar para el beneficio de la comunidad. “Juntos uno para el otro” era nuestro lema, y así fue como se nos animaba a pensar.

Como pionero, si obtenías buenos resultados en tus estudios, en el trabajo comunal o en competiciones escolares, podías ser premiado con un viaje a un campamento de verano. Yo iba todos los años porque participaba en casi todas las actividades de la escuela: competiciones, gimnasia, atletismo, coro, fotografía, literatura y biblioteca.

En nuestra última noche en el campamento de Pioneros cantábamos canciones alrededor de la hoguera, como el himno Pionero: ‘Mint a mokus fenn a fan, az uttoro oly vidam‘ (“Somos tan felices como una ardilla en un árbol”), y otros canciones tradicionales. Nuestros sentimientos siempre fueron mezclados: tristeza ante la perspectiva de irnos, pero contentos ante la idea de ver a nuestras familias.

Hoy en día, incluso los que no se consideran comunistas miran hacia atrás en sus días de pioneros con mucho cariño.

[…] La Cultura se consideró como extremadamente importante por el gobierno. Los comunistas no quieren restringir las cosas buenas de la vida para las clases altas y medias – lo mejor de la música, la literatura y la danza eran para el disfrute de todos. Esto significó subvenciones generosas para las instituciones, incluyendo orquestas, óperas, teatros y cines. Los precios de las entradas estaban subvencionados por el Estado, por lo que las visitas a la ópera y el teatro eran asequibles.

Se abrieron ‘Casas de la Cultura’ en cada pueblo y ciudad, también provinciales, para que la clase trabajadora, como mis padres, pudieran tener fácil acceso a las artes escénicas, así como a los mejores intérpretes.

La programación en la televisión húngara reflejaba la prioridad del régimen para llevar la cultura a las masas, sin estupidización. Cuando yo era adolescente, la noche del sábado en prime time por lo general significaba ver una aventura de Julio Verne, un recital de poesía, un espectáculo de variedades, una obra de teatro en vivo, o una sencilla película de Bud Spencer.

[…] Como la mayoría de la gente en la era comunista, mi padre no estaba obsesionado con el dinero. Como mecánico él se encargó de cobrar a la gente con justicia. Una vez vi un coche averiado con el capó abierto – un espectáculo que siempre levantó su corazón. Pertenecía a un turista de Alemania Occidental. Mi padre arregló el coche pero se negó a cobrarle, incluso con una botella de cerveza. Para él era natural que a nadie se le ocurriera aceptar dinero por ayudar a alguien en apuros.

Cuando el comunismo en Hungría terminó en 1989, no sólo fui sorprendida, también estaba entristecida, al igual que muchos otros. Sí, había gente marchando en contra del gobierno, pero la mayoría de la gente común – yo y mi familia incluida – no participó en las protestas.

Nuestra voz – la voz de aquellos cuyas vidas fueron mejoradas por el comunismo – rara vez se escucha cuando se trata de discusiones sobre cómo era la vida detrás del Telón de Acero. En cambio, los relatos que se escuchan en el Occidente son casi siempre desde la perspectiva de emigrantes ricos o los disidentes anti-comunistas con un interés personal.

El comunismo en Hungría tuvo su lado negativo. Si bien los viajes a otros países socialistas no tenían ninguna restricción, viajar hacia el oeste era problemático y sólo estaba permitido cada dos años. Pocos húngaros (me incluyo) disfrutaron de las clases de ruso obligatorias. Había

Veinte años después, la mayor parte de estos logros han sido destruidos.

Las personas ya no tienen estabilidad en el empleo. La pobreza y la delincuencia van en aumento. Personas de clase trabajadora ya no pueden permitirse el lujo de ir a la ópera o el teatro. Al igual que en restricciones menores y capas innecesarias de burocracia y la libertad para criticar al gobierno estaba limitada. Sin embargo, a pesar de esto, creo que, en su conjunto, los aspectos positivos superan a los negativos.

Gran Bretaña, la televisión ha atontado en un grado preocupante – irónicamente, nunca hemos tenido Gran Hermano bajo el comunismo, pero lo tenemos hoy. Y lo más triste de todo, el espíritu de camaradería que una vez se disfrutó casi ha desaparecido.

En las últimas dos décadas es posible que hayamos ganado los centros comerciales, la ‘democracia’ multipartidista, los teléfonos móviles e Internet. Pero hemos perdido mucho más.



2012/12/04

"CUANDO ME MUERA DECID QUE FUI ROJA". A ENCARNACIÓN MORENO

"Es mezquino seguir callando crímenes de lesa humanidad porque las fuerzas políticas pactaran aquel consenso y la consecuente imposibilidad de hacer justicia. El genocidio no prescribe."



Mª Jose Sagasti, Alcaldesa de Dicastillo
Ahaztuak 1936-1977

Encarna Moreno, de Dicastillo ha muerto a los 101 años en la clínica San Juan de Dios. El apodo de Lechuguina lo heredó de su padre, pastor e hijo de pastor, de Arellano, que le enseñó el oficio desde los 7 años. Poco fue a la escuela. "Los pastores se hacen esclavos para ser libres". Con sus cabras era la reina de Montejurra. Encarna ha sido una mujer guapa de intensos ojos azules y firmeza en la mirada.

La noche que cumplió los 100 años le hizo un quite al miedo y rasgó la mordaza de silencio que marcó toda una vida nada fácil. Empezó a contar, como si fueran fogonazos de memoria viva, el asesinato de su marido, Fortunato Álvarez Macua en 1936. "Que se presente", dijeron los fascistas. Ella fue a avisarle, estaba segando en el campo. "Me van a matar", le dijo él a su padre. Los campos quedaron sin segar, las espigas tumbadas y no había brazos, estaban en la cárcel. Los sacaron a barrer las calles, a burlarse de ellos antes de matarlos. Después se los llevaron en un coche y de noche, con las manos amarradas, un tiro de gracia en el portillo de Enériz y abandonados en una fosa común. Encarna no pudo empezar a respirar hasta que salió del pueblo, dejando allí a su hija de un año al cuidado de su suegra. Sufrimiento hondo y pena negra.

Navarra quedó sembrada de fosas comunes, no vale contar números, porque no son números las más de 3.500 personas asesinadas con nombre y apellidos, que dejaron viudas, viudos e hijos, madres y padres, hermanos y hermanas. Casados o solteros (les arrebataron hasta la posibilidad de formar su propia familia), de tal pueblo, fecha de nacimiento, oficio, ideas republicanas, de izquierdas, nacionalistas, que lucharon por recuperar el comunal, implantar la jornada de 8 horas, el estatuto vasco... porque se cumpliera la legalidad republicana.

Reparar su memoria y la de sus familias y denunciar aquella matanza es obligación de cualquiera que tenga responsabilidad de gobierno municipal. Es mezquino seguir callando crímenes de lesa humanidad porque las fuerzas políticas pactaran aquel consenso y la consecuente imposibilidad de hacer justicia. El genocidio no prescribe.

Encarna Moreno dijo a su nieta hace poco tiempo: "Cuando me muera decid que fui roja". Encarna fue roja y republicana y conservaba la lucidez de aquella generación que no fue educada en el Franquismo, a la que masacraron y represaliaron para que nos dejaran como herencia el miedo y el silencio. Solo se permitió la memoria de los vencedores.

Pero esta mujer de 101 años, que sintió mucho no poder ir al homenaje a las víctimas del Franquismo en Dicastillo, cuando recibió, ya ingresada en la clínica, la bandera republicana, se echó a llorar y se secó las lágrimas con ella, bandera que significó la libertad desde los tiempos de Galán y García Hernández, libertad con mayúsculas, hecha con los brazos que la mantenían, con la vida de todos aquellos jornaleros mártires, navarros dignos, gentes de bien. Y Encarna levantó el puño ante la bandera, como entonces.

Urales San Pedro, a quien le dejaron sin padre cuando no había cumplido el año, me mandó este escrito en agradecimiento por el homenaje: "Se les va a juntar a nuestros nietos la Memoria Histórica de nuestros abuelos con nuestra propia Memoria Histórica. Nos están matando sin mancharse las manos de sangre y nosotros nos estamos enterrando sin cavar nuestras propias fosas comunes".

¡Qué solos se han sentido los familiares! Encarna se ha ido de este mundo satisfecha porque ha denunciado ("el pueblo tiene que hablar, no yo", me dijo), y porque se ha hecho algo de justicia: la reparación pública tocaba hacerla al pueblo. Y la hemos hecho. Hasta siempre Encarna, descansa en paz. Nos dejas una valiosa herencia.

(A la memoria de todas las viudas víctimas del genocidio franquista que comenzó en 1936).

2012/12/03

Suicidio, propiedad y comunismo


"Propiedad burguesa y lucha de clases forman una unidad de contrarios irreconciliables, siendo los desahucios y los suicidios un efecto necesario que surge del interior de esa contradicción. Y para acabar con el efecto hay que acabar antes con su causa."


Iñaki Gil de San Vicente
La Haine

Las palabras no son neutrales, están cargadas ética y políticamente, también con vulgarismos, con tópicos y eufemismos, y casi siempre con ideología, es decir, con falsa conciencia que invierte la realidad, que oculta las contradicciones, o que las suaviza haciéndolas aceptables al reformismo y a ese verdadero cepo inmovilizador de la conciencia crítica que es el llamado sentido común. Hablamos de suicidio en vez de asesinato indirecto en el caso de las muertes de personas que estaban a punto de ver cómo el capitalismo les desahuciaba, asesinato inducido a distancia mediante la esotérica «mano invisible del mercado» que para funcionar con efectividad material necesita de la muy visible y férrea mano acorazada del Estado y de la ley de la propiedad burguesa. Estado y propiedad privada son, por tanto, dos conceptos imprescindibles para acercarnos con un mínimo de rigor al problema de los llamados suicidios provocados por razones de desahucio de la vivienda.

Siempre debemos contextualizar las palabras y sacar a la luz aquellos contenidos suyos sistemáticamente expurgados del lenguaje dominante, contenidos que muestran las contradicciones irresolubles del sistema capitalista que son la razón última y definitiva del tremendo deterioro de la salud psicosomática de la humanidad trabajadora. Por esto es de agradecer que muy recientemente se hayan publicado en Gara dos artículos al respecto: Desahucios: el desamparo definitivo, del 17-XI-2012, y Aumento de suicidios como consecuencia de la crisis, del 5-XI-2012. Dos artículos necesarios para bucear al fondo del problema, de la tragedia mejor dicho, de los desahucios y suicidios provocados directa o indirectamente por la incompatibilidad última entre la propiedad privada de las fuerzas productivas y la libertad humana que siempre ha necesitado de la propiedad colectiva, comunal y/o comunista, según se quiera, para realizar sus inagotables potencialidades. Personalmente, voy a intentar completar tres aspectos que, a mi entender, son imprescindibles para una mejor lucha contra la explotación.

Un primer aspecto no es otro que la pregunta sobre ¿Qué debemos entender por propiedad privada de las fuerzas productivas? Desde luego que nunca hemos de entender por tal cosa y en el capitalismo actual, la posesión de un utilitario de segunda o tercera calidad, o de dos televisores en el domicilio, o de un ordenador con acceso a Internet, por ejemplo, sin hablar del propio domicilio y de sus aparatos domésticos socialmente establecidos como equipamiento mínimo estandarizado. Frecuentemente estos y otros bienes son necesarios para la recomposición de la fuerza de trabajo en el actual sistema de explotación asalariada. No. Por propiedad privada de las fuerzas productivas hay que entender, por ejemplo y citando sólo una de las informaciones más recientes, de mediados de octubre de 2012, el hecho de que el 1,3% de la población acumule el 44,4% del PIB del tercio vascongado, unos 37.502 millones de euros. Ahora sí estamos hablando realmente de propiedad privada de las fuerzas productivas. Por el lado opuesto, sin propiedad burguesa alguna, en ese mismo mes de octubre supimos que en el tercio vascongado el 6,3% de los hogares tienen muchas dificultades para llegar a fin de mes, siendo el 5,1% en Nafarroa, y en el total de Hego Euskal Herria ascienden a 70.810 hogares.

La diferencia entre propiedad burguesa y propiedad familiar o personal «normal» radica en que la primera se asienta sobre la explotación ajena para extraer plusvalor, que permite acumular más propiedad y que, sobre todo, permite expropiar el domicilio, desahuciar y expulsar a la desolación más inhumana, a quienes con su muy enana propiedad personal y/o familiar son incapaces de sobrellevar los gastos mínimos de su malvivencia cotidiana. La propiedad personal se reduce, en síntesis, a la propia fuerza de trabajo, apenas a algo más. Bajo esta realidad instaurada desde el inicio del capitalismo, con su fase de acumulación originaria de capital, que se reactiva siempre con formas y modalidades nuevas, por ejemplo la de la actual acumulación por desposesión generalizada de los bienes comunes y de la muy reducida propiedad personal y/o familiar, bajo esta realidad, el desahucio contemporáneo nos remite a las violencias terroristas burguesas de otrora, ya denunciadas y combatidas por el socialismo utópico. Sin ir muy lejos, en 1845 Engels citaba el desahucio como una de las tácticas habituales de la patronal inglesa para aplastar la resistencia obrera y popular en la permanente lucha de clases o «guerra social» de aquella época. Propiedad burguesa y lucha de clases forman una unidad de contrarios irreconciliables, siendo los desahucios y los suicidios un efecto necesario que surge del interior de esa contradicción. Y para acabar con el efecto hay que acabar antes con su causa.

Un segundo aspecto derivado del anterior es precisamente el de la tendencia ciega del capital a la acumulación por desposesión, a la reactualización de las violencias terroristas –así las llamó Marx– sin las cuales millones de campesinos y artesanos nunca hubieran claudicado ante el derecho burgués de explotación, y el papel clave del Estado burgués para que facilitar la acumulación de propiedad cada vez en menos manos. Tanto a nivel mundial como a nivel vascongado con el inmoral y reaccionario golpe de Kutxabank, el Estado interviene masiva y permanentemente en la privatización descarada de ingentes masas de capital, bienes y riquezas públicas, de todo tipo, forma y condición. Un expolio privatizador que supera todo lo habido anteriormente en la sangrienta historia capitalista. No vamos a dar cifras porque aumentan cada día y no tenemos espacio ahora. El capital tiene la «ciega necesidad» de acumular cada vez más y por eso, entre otras vías, debe expropiar, privatizar y desahuciar todo lo que pueda, y más, o de lo contrario se acelerará a medio y largo plazo la tendencia a la caída de la tasa media de beneficio, base de la acumulación de propiedad burguesa. Hablamos de tendencia a la baja porque su velocidad y materialización depende de la lucha de clases, de las contratendencias que logre aplicar el Estado mediante sus estrategias socioeconómicas, políticas y represivas. Un ejemplo demostrativo de la dialéctica entre la tendencia a la baja de la tasa media de beneficio y el aumento de la tasa de suicidios lo tenemos en el hecho de que un aumento de un 1% del desempleo supone un aumento del 0,8% de los suicidios, como se nos informa en Aumento de suicidios como consecuencia de la crisis, del 5-XI-2012.

Y el tercer aspecto es la necesidad del comunismo como única alternativa a la privatización de lo común, de lo poco que pervive fuera de la propiedad burguesa, desde las tierras comunales y/o estatales, hasta los primeros o últimos sentimientos humanos, está siendo mercantilizado por el capitalismo. Transformar lo real en mercancía y reducir al máximo posible el tiempo de trabajo, son dos exigencias ineludibles para el aumento de la propiedad burguesa. La antropogenia se sostiene sobre la sociabilidad y sobre los bienes comunes, colectivos. Privatizarlos, reducirlos a propiedad burguesa es destruir lo que, hasta ahora, ha creado a nuestra especie, pero esta y no otra es la esencia del imperialismo en su fase actual. Por todas partes, en cualquier resistencia popular y obrera, casi al instante aparece el verdadero problema: cómo impedir la expropiación, el desahucio, la privatización. Manuel Reguera y Amaia Egaña tomaron el camino del suicidio, pero la única solución es la lucha ofensiva, tenaz y estratégicamente dirigida a la recuperación de lo público, común y colectivo. Es la lucha contra la propiedad burguesa, empezando por la del suelo, de la vivienda, la salud, la economía, la educación, las armas, el aire, la sexualidad, el amor y hasta la propia muerte. La propiedad socialista de Euskal Herria, su independencia ¿Acaso no es esto el comunismo?
EUSKAL HERRIA 29-XI-2012

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