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2011/06/19

Revisionismo franquista - Víctor Moreno, escritor y profesor




"Ya se sabía que el franquismo no se había ido. Lo que se ignoraba era que hubiese tanta gente esperando a opositar para aparecer como el más franquista de los amanuenses."




GARA


El episodio recién protagonizado, muy a su pesar, por el Diccionario Biográfico Español, dirigido por la Real Academia de la Historia y sufragado con dinero del erario, es uno de esos hechos necesarios y significativos que, de vez en cuando, la realidad tiene la puñetera ocurrencia de regalarnos.


Si Hegel sostenía que la sociedad necesita embarcarse en una guerra de vez en cuando para sacudir su modorra ética y moral, del mismo modo es higiénico y necesario que los galopines del franquismo salten como pulgas amaestradas al circo de la opinión publicada para proclamar que llevan clavado en los esfínteres un escapulario del dictador Franco. Que lo hagan al unísono democrático idiota tipos como Moa, Sánchez Dragó, Albiac, Losantos, Tertsch, Juaristi, ya no es noticiable, porque han demostrado de forma sobresaliente el grado de depauperación ideológica a la que se puede llegar motu proprio. Eso, amigos míos, no se paga con nada. Volver a ver reflejados en sus escritos la misma fealdad moral y ética del régimen al que tratan de justificar con carácter retroactivo es de lo más estimulante para mantenerse despiertos ante estos mutantes del franquismo.


Ya se sabía que el franquismo no se había ido. Lo que se ignoraba era que hubiese tanta gente esperando a opositar para aparecer como el más franquista de los amanuenses. Pero, ¿qué le pasa a esta gente? ¿Acaso no encuentran un referente histórico más digno que echarse a las cisuras? ¡Qué pésimo gusto!


No desconocía que la transición democrática fue modélica en otorgar a los franquistas impunidad absoluta para seguir pensando y actuando como si la momia siguiera respirando ectoplasmas de muerte a su alrededor, pero hacerlo del modo en que lo hacen rompe el decoro de la prudencia y de la dignidad.


Por todo ello, el escándalo protagonizado por un texto de Luis Suárez inserto en el Diccionario constituye la punta del iceberg de un mal endémico y estructural mucho más grave que lo que revela dicha anécdota. Sería idiota que este incombustible fascista no hubiera aprovechado la jugada para metérsela doblada a la institución, elogiando a quien considera un santo en su forma de gobernar y administrar un régimen autoritario, totalitario, terrorífico y criminal. ¿O, acaso, han olvidado que antes de morirse firmó varias penas de muerte el muy cabrón?


El problema de fondo no es que la Real Academia de la Historia encargue o no unos trabajos a determinados historiadores. Su director Gonzalo Anes no es ingenuo, aunque lo pretenda. Sin necesidad de leer lo que iba a escribir sobre Franco, sabía perfectamente qué hagiografía haría de semejante crápula el facha Suárez. Exigirle responsabilidades a Anes por algo que ha hecho con sumo gusto es causa suficiente para que presentara su dimisión frente a la Academia. Pero el problema es otro. Y es muy grave. El problema sigue siendo el revisionismo franquista o parafranquista en el que están inmersos instituciones e historiadores, también políticos, los cuales, por mucho que se les haya requerido, jamás han renunciado y condenado el régimen fascista y genocida del dictador. Deben de pensar que si no lo ha hecho la Iglesia, ¿por qué habrían de hacerlo ellos que tienen menos responsabilidad en el origen y desarrollo de la guerra, y posterior régimen fascista-franquista?


Las tesis básicas de este revisionismo son varias. De forma cíclica, ciertos historiadores -y gente apestada como Sánchez Dragó y Moa-, las sacan a relucir.


Primera. Pretenden equiparar los crímenes institucionales del régimen franquista con los cometidos por los republicanos incontrolados. Estos historiadores ignoran conscientemente que la II República institucional jamás se dejó llevar por la ola de terror que sí instauró en la sociedad civil el régimen franquista, antes, durante y después de la guerra. El régimen fascista-franquista nació del terror y se sustentó en el terror. Lo demás son cataplasmas históricas o semánticas.


Segunda. Pretenden estos revisionistas apuntalar la idea de que la dictadura ha sido la madre de la democracia. La madre, la suegra o la abuela. De ahí que hablen de las «virtualidades del autoritarismo». De este modo, sostendrán sin que se les corra el rímel de su osadía que el fascismo totalitario del régimen evolucionó per se a un régimen meramente autoritario. Vamos, que al final el dinosaurio se despertó convertido en un lagarto inofensivo.


La tesis no es nueva. La defendió Juan J. Linz en «Una teoría del régimen autoritario. El caso de España». Muchas de las defensas que circulan del franquismo beben de esa fuente deletérea. No extrañará, pues, que haya políticos que manifiesten que la política social y de la vivienda de la dictadura de Franco fue maravillosa. O que en el franquismo se vivía muy bien. Mayor Oreja dixit.


Tercera. La tesis de Linz acabaría por cobrar forma definitiva gracias a Luís García San Miguel. En su libro «Teoría de la transición» (Editora Nacional, 1981), desarrollaba una idea acomodada de lo que fue la llamada transición. Su tesis, la auto-transformación del franquismo en democracia -milagro parecido a la implantación de virgos que hacía la Celestina-, sería abrazada por el establishment académico español en los años ochenta. Y, por si fuera poco, por el PSOE. La Editorial Sistema, del PSOE, publicaría un volumen coordinado por Félix Tezanos, Ramón Cotarelo y Andrés de Blas, que con sus 957 páginas se convirtió en la versión canónica de lo que su título anunciaba: «La Transición democrática española» (CIS, 1989). Un texto que, viendo lo que estamos viendo, justifica plenamente el dicho de «aquellos barros, estos lodos ideológicos».


El 6 de junio de 1962 tuvo lugar el llamado «contubernio de Munich». Fue el diario falangista «Arriba» quien bautizaría aquella reunión de 118 políticos españoles de todas las tendencias del interior y del exilio, que participaron en dicho «acto de reconciliación».


Salvador Madariaga, en su discurso del 8 de junio, aclararía cuál era la posición ideológica de aquellos políticos frente al régimen de Franco: «Nosotros los españoles hemos venido aquí a hacer constar que no es admisible en Europa un régimen que todos los días envenena a Sócrates y crucifica a Jesucristo. Y si mañana los mercaderes volviesen a instalarse en el templo de la libertad, esta vez no sería el Cristo de blanco vestido quien los echaría a latigazos, sino un Anticristo de rojo que los sepultaría bajo las ruinas del templo y de la libertad».


Añadiría Madariaga que «la guerra civil que comenzó en España el 18 de julio de 1936, y que el régimen ha mantenido artificialmente con la censura, el monopolio de la prensa y radio y los desfiles de la victoria, la guerra civil terminó en Munich anteayer, 6 de junio de 1962».


Ciertos sujetos creen que el antifranquismo, como el antifascismo, nace de un fondo irracional e intolerante. Se equivocan. Es la fuente integral e inalienable de la dignidad personal. Es probable que un fascista o un franquista no sepan qué es la dignidad. Y, si lo saben y permanecen en el carácter, entonces son unos hijos de puta.


Porque esto lo debería saber todo el mundo: saber cuánto dolor y cuánta sangre y cuánta impotencia y cuánta decepción y cuánto miedo a la libertad empezaron a concluir para siempre el 20 de noviembre de 1975.


Que haya gente, sobre todo intelectuales, historiadores y politólogos, que no lo entiendan, es porque, como dirá el bueno de Madariaga, quieren seguir envenenando a Sócrates y crucificando a Jesucristo.

2011/06/11

Genocidio en la conquista de América (1492-1573)

"...el siglo XX ha sido el más genocida de la historia de la Humanidad. Aún hoy, algunos gobiernos de países Hispanoamericanos practican políticas cuanto menos etnocidas con sus comunidades indígenas."


Esteban Mira Caballos La Haine


Durante demasiado tiempo se ha venido sosteniendo por una gran parte de la historiografía que la conquista de América fue muy beneficiosa tanto para los europeos como para los indios. Para muchos la América Precolombina era un mundo “salvaje”, “subdesarrollado” y “desaprovechado”. Pero realmente, como ha escrito recientemente Matthew Restall, “las culturas indígenas no eran ni bárbaras ni idílicas, sino tan civilizadas e imperfectas como las culturas europeas de la época”. La verdad es que la Conquista, como se entendió en el siglo XVI, fue tan provechosa para Europa como cruel, destructiva y asoladora para el mundo indígena. Decía Lichtenberg con mucha razón que “el día que el indio descubrió a Colón, fue un mal día para el indio”.


¿Qué les pasaría por la cabeza a los desdichados indios cuando veían a los españoles tomar posesión de sus cacicazgos, sus reinos, sus estados y hasta de sus mares?, ¿qué debió pensar el cacique Chiape cuando, obligado por las armas, presenció el 25 de septiembre de 1513 la toma de posesión, en nombre de Castilla, del Mar del Sur?. No tenemos muchos testimonios, pero no es difícil imaginar su perplejidad.


Lo cierto es que la evolución de centenares de pueblos y de algunas civilizaciones americanas quedó cortada en seco desde 1492. De no haber ocurrido el “encuentro” ¿cómo habrían evolucionado esas civilizaciones?, no lo sabemos, pero probablemente de forma no muy distinta a Europa, aunque con varios siglos de retraso evolutivo.


1.-EL GENOCIDIO Y LA HISTORIA DEL HOMBRE

Europa, ni tenía derecho a hacer lo que hizo ni dejaba de tenerlo, porque desde la Antigüedad hasta pleno siglo XX la irrupción de los pueblos “superiores” sobre los “inferiores” se vio como algo absolutamente natural y hasta positivo. El colonialismo se justificó no como una ocupación depredadora sino como un deber de los pueblos europeos de expandir una cultura y una religión superior. Hasta muy avanzado el siglo XX, con la promulgación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), no ha habido realmente una legislación protectora de los pueblos indígenas. Aún hoy, el genocidio sobre los indios guatemaltecos o brasileños sigue siendo una praxis recurrente, en medio de la indiferencia mundial.


E. G. Bourne comparó la actuación de Roma con Hispania, a la de los españoles con América. Y aunque lo hizo con el objetivo de elogiar a España lo cierto es que ambos acontecimientos generaron una gran destrucción física y cultural. Y es que el “colonialismo Imperialista”, utilizando terminología de Max Weber, ni lo inventó España ni empezó con la conquista y colonización de América, sino en la Antigüedad.


Pero, incluso, mucho antes, en el Neolítico, se dio lo que Marshall D. Sahlins ha llamado la “ley del predominio cultural”. En realidad era más bien una praxis. Ésta provocó que los grupos neolíticos desplazaran a los nómadas a lugares inhóspitos y aislados, abocando a muchos de ellos a su extinción.


Así, pues, llamémosle “ley de predomino cultural”, “capitalismo imperialista” o de cualquier otra forma, pero la realidad es que el sometimiento de unos pueblos a otros ha sido una constante en la Historia. Paul Shaw y Yuwa Wong han cuantificado en 14.500 las guerras ocurridas en 5.600 años de historia documentada, con un balance de 3.500 millones de muertos. Los datos no pueden ser tomados demasiado en serio pero nos sirven para demostrar que la guerra y la destrucción han estado plenamente ligadas a la historia del hombre y, sobre todo, a la historia de la civilización.


Y por si fuera poco, el siglo XX ha sido el más genocida de la historia de la Humanidad. Aún hoy, algunos gobiernos de países Hispanoamericanos practican políticas cuanto menos etnocidas con sus comunidades indígenas.


2.-¿QUIÉNES Y POR QUÉ NIEGAN EL GENOCIDIO DE LA CONQUISTA?

Tradicionalmente, ha producido gran escándalo tildar la labor española en América como genocida. Y para negarla se han utilizado un sin fin de argumentos inconsistentes. Históricamente, muchos cronistas vieron la guerra contra los indios como legítima, favorecida por “el milagro de Dios”, para el “bien y remedio de aquellas almas”. Son muchos los que vieron en la Conquista de América unas guerras justas favorecidas por Dios para castigar los pecados de los indios. Y en este sentido, no olvidemos que el papa Gregorio VII, excomulgaba a los descendientes de los herejes hasta la séptima generación. Hijos, nietos, biznietos y rebiznietos eran culpables por los pecados de sus antepasados.


Que tuvieran esta visión en el siglo XVI no tiene nada de particular. Más difícil de entender es que haya historiadores en pleno siglo XXI que, con argumentos no muy diferentes, se opongan tajantemente a calificar la conquista como genocida. El profesor Francisco Guerra, por ejemplo, lo niega bajo dos argumentos: primero, que los pueblos indígenas se beneficiaron de las técnicas, las artes y las ciencias que traían los españoles. Y segundo, que también ellos -.aztecas e incas sobre todo- habían exterminado a otros pueblos. Para él, el descenso de la población indígena se debió fundamentalmente a las epidemias. Los argumentos esgrimidos por Guerra, no se sostienen; las epidemias fueron un factor de primer orden pero no el único, ¿y las matanzas sistemáticas de caciques?, ¿y los trasvases masivos de esclavos indios?, ¿y el trabajo minero en condiciones infrahumanas?, ¿y las vejaciones?, ¿y las violaciones de indias?... En cuanto a lo segundo, es obvio que el hecho de que los aztecas o los incas practicaran algunas de estas acciones no puede servir para negar el genocidio de la Conquista.


Por su parte, André-Vicent O.P afirma que el genocidio queda “desmentido por la persistencia de la raza en México y en la población mestiza de las islas españolas”. Plantear la “persistencia de la raza” como negación del genocidio es falsear la historia. También persisten los judíos y no por ello se puede negar el genocidio nazi. La población en América se ha recuperado desde mediados del siglo XVII, pero, ¿Qué pasó con los entre 50 y 80 millones de indios que desaparecieron entre 1492 y 1650?


Otros incluso, van más allá al negar el genocidio español pero sostener el azteca frente a otros pueblos aborígenes como los tlaxcaltecas, los totonacas o los huancas. Es decir, invierte los términos, los españoles no fueron los genocidas sino los indios. La historia al revés, los verdugos convertidos en víctimas.


Demetrio Ramos niega también el genocidio, incluso en el caso de los taínos antillanos que se extinguieron en menos de medio siglo. Sin aclarar demasiado afirma que era un pueblo “débil física y estructuralmente” y que su desaparición “tiene explicaciones mucho más lógicas que aquellas del genocidio”. Finalmente, Restall, aunque afirma que fue “el mayor desastre demográfico de la historia humana”, niega el genocidio porque no hubo voluntad de exterminio, sino de incorporarlos a la cadena productiva como mano de obra. Esta última opinión parece algo más sólida pero peca de eurocentrismo, porque trata a todos los indígenas americanos como si fueran una unidad. Aztecas o incas vivían en un estadío muy desarrollado que permitía sin dificultad incorporarlos a los trabajos forzados de los españoles. Y eso hicieron los españoles, incorporarlos a la cadena productiva, aunque fuese en penosísimas condiciones laborales. En cambio, muchos otros grupos indígenas, que estaban a nivel de bandas y tribus, no se adaptaron al trabajo sistemático y no hubo en absoluto voluntad de evitar su exterminio. Y citaré un ejemplo concreto, en 1513 Fernando el Católico declaró a las islas Lucayas y a muchas de las Antillas Menores como “islas inútiles” y, por tanto, su población susceptible de ser deportada y esclavizada. Una decisión verdaderamente genocida, aunque duela reconocerlo, y no muy diferente a algunas de las más crueles decisiones tomadas por los nazis en relación a los judíos.


En cambio, hay otros historiadores críticos que sí han denunciado el genocidio de la Conquista. Casi todos ellos americanos, como David Bastone, Francis Jennings o John F. Guilmartin. En España el profesor Manuel Lucena Salmoral sí ha sostenido la existencia de un genocidio al menos en los primeros años de la Conquista.


Como veremos a continuación resulta hoy imposible negar el genocidio, y debemos olvidarnos de patrioterismos y de injustificados sentimientos de culpa. No es posible pedir hoy disculpas por lo que hicieron los españoles del siglo XVI, como no es posible que los italianos pidan perdón por lo que hicieron los romanos en tiempos de Jesucristo. Como muy bien ha escrito Lucena Salmoral se trata de “conocer la verdad histórica y aceptarla, por dura que resulte”. Los españoles, como hicieron antes y después otros muchos pueblos, arrasaron a los pueblos aborígenes americanos, y la vida continuó –aunque no para todos, claro-.


3.-EL GENOCIDIO ARCAICO O MODERNO

Creo que ha llegado la hora de reconocer abiertamente el genocidio y hacer, aunque sea cinco siglos después, justicia a los millones de indios que perecieron tras el famoso “choque cultural” entre Europa y América. Las violaciones de los derechos humanos son imprescriptibles y, por tanto, nunca es tarde para enjuiciar objetivamente lo que allí ocurrió y denunciar a muchos de sus más crueles protagonistas.


Para empezar habría que tener claro el concepto de genocidio. Para ello recurrimos a la resolución de Naciones Unidas de 1948 para la prevención y sanción de dicho delito. En su artículo segundo dice:


Se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a) matanza de miembros del grupo; b)lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo”.


Todavía en España hay quien habla de la gesta de la Conquista sin ser conscientes de que millones de indios murieron y de que otros fueron sometidos a la más miserable de las servidumbres, sus instituciones subyugadas y su cultura y su lengua aniquilada.


Pocos historiadores dudan ya que la Conquista fue esencialmente una campaña de pillaje, cuya tapadera ideológica fue la idea de misión cristiana o de cruzada. Y así lo entendieron los propios indios. Manco Inca, descendiente de los Incas del Perú en un discurso pronunciado a los indios que secundaban su alzamiento en 1535, dijo lo siguiente:


Su codicia ha sido tanta que no han dejado templo ni palacio que no han robado, más no les hartarán aunque todas las nieves se vuelvan oro y plata”.


Los españoles aniquilaron más por su afán de fortuna que por un deseo de exterminio en sí mismo. Se trataba de un genocidio que yo suelo denominar moderno o arcaico, en relación al genocidio contemporáneo. Obviamente, este último es una forma de barbarie mucho más desarrollada, más perfecta y, por tanto, también más perversa. Implica la instrumentalización de la ciencia, el apoyo estatal y la eliminación consciente de pruebas y testigos, conscientes de que algún día el mundo les juzgaría. Esta forma extrema y radical de exterminio no existió en la Conquista de América.


En cambio, como ya hemos dicho sí que se dio tanto un etnocidio como un genocidio moderno o arcaico. Etnocida se considera toda política que traiga consigo a corto o largo plazo la desaparición de una cultura indígena. Por ello, obviamente, toda la colonización española de América fue etnocida. Pero el etnocidio no excluye el genocidio. Hubo un genocidio arcaico que se llevó a cabo al margen de los designios Reales y probablemente sin una planificación global. Tampoco hubo una verdadera voluntad de eliminar pruebas, de ahí que hayan llegado centenares de documentos en la que otros españoles denunciaban estos hechos.


El genocidio americano tenía un precedente inmediato que es el ocurrido en las islas Canarias en el siglo XV. Los guanches fueron diezmados y esclavizados hasta su total extinción. Fue exactamente lo mismo, con la única diferencia de la magnitud porque la población de las islas Canarias no podía compararse con la americana. Los indios taínos de las Antillas fueron igualmente exterminados. Hubo exterminio sistemático de caciques y de líderes indígenas que eran sustituidos por sus propios hijos, ya leales a España.


La colonización fue aún peor porque el indio fue discriminado y depauperizado hasta límites insospechados. Todavía en nuestros días quedan residuos de ello en nuestra lengua. Cuando hablamos de “hacer el indio” nos referimos a hacer el tonto, equiparando indio a tonto o a ser poco inteligente. Sirvan estas pocas cuartillas para recordar a los millones de indios que perecieron fruto del empuje colonialista europeo.

2011/06/09

Democracia de base ya. Jakue Pascual – Sociólogo

GARA


Protesta 2.0. #spanishrevolution. Resistencia pacífica. Twitter escupe incesante: #acampadasol, #acampadabcn, #acampadabilbao... Las asambleas «okupan» las plazas y establecen Zonas Temporalmente Autónomas.


En Euskal Herria el proceso ha sido otro. El movimiento desobediente ha otorgado prioridad a la restitución de una opción electoral que, superando el apartheid, pudiera dotar de representación al conjunto del movimiento soberanista e independentista de izquierdas. Una articulación de fuerzas que se asienta sobre un acuerdo programático cuyas guías son la profundización en un modelo de democracia participativa, de gestión transparente, de fortalecimiento de las raíces culturales, de redistribución social de la productividad y la fiscalidad, de planificación territorial ecológica, de superación de la dependencia estructural de las mujeres, de inclusión de los inmigrantes en la comunidad, de autoorganización de los espacios jóvenes y de desmilitarización y normalización política. Propuestas que recogen muchas de las inquietudes del 15M, pero que no se sienten del todo reflejadas en los acuerdos de mínimos adoptados por la mayoría de las acampadas.


Se impone, como afirma Juan Ibarrondo, «una reflexión de urgencia desde Euskal Herria». Oskar Matute observa «similitudes importantes» entre el ideario social de Bildu y el de los indignados. Y Ortzi indica que la coalición es un importante cauce de expresión del descontento en nuestro pueblo pero quCursivae no lo agota, interpretando que la existencia de un movimiento como el 15M debe servir para realizar «un saludable ejercicio de humildad».


Autocrítica. ¿Qué hemos hecho desde la izquierda abertzale y soberanista en favor de este movimiento del 15M? Lo hemos ignorado. Hemos superpuesto de manera autocomplaciente nuestra propuesta y nos hemos quedado con lo discrepante, demostrando así nuestra inoperancia en la búsqueda de entendimiento y aliados. Menos mal que muchas y muchos jóvenes militantes de los movimientos sociales y ciudadanos han participado aportando desinteresadamente su bagaje formativo, entendiendo que la paciencia es virtud y que con debate se pueden limar asperezas con la mayoría de las personas que se han incorporado de manera natural a esta expresión social de nuevo cuño.


Tras la victoria electoral de Bildu, que ha roto un duro ciclo de excepcionalidad, la izquierda abertzale y soberanista se halla centrada en la tarea de levantar instituciones formales en detrimento del eje movimiento, el entramado que permitirá expandirnos socialmente hacia los objetivos estratégicos y enfrentar desde la base el ataque sin concesiones que va a desplegar en breve la extrema derecha. La arquitectura política de la izquierda soberanista necesita reestablecer el nexo entre ambos polos y desarrollar fórmulas de democracia participativa a través de instituciones de base propias y originarias como son el Auzolan (ayuda mutua) y el Batzarre (la asamblea). Si éstas se instituyeran, una parte importante del potencial de los movimientos sociales y alternativos y de las nuevas expresiones de descontento surgidas del 15M podrían converger impulsando la #participaciónciudadanarealya.

2011/06/05

Entrevista con el periodista Unai Aranzadi: "El nuevo centro europeo de la izquierda se encuentra en Euskal Herria"

"Si al pueblo vasco se le permite expresarse con libertad, ETA desaparecerá, no me cabe la menor duda. Por otro lado me preocupa la previsible victoria de los conservadores en el Gobierno español el año que viene. Esa gente del PP, heredera del franquismo, es capaz de todo con tal de mantener esa rancia idea de una España imperial"

La Haine

El colega Unai Aranzadi ya es un veterano en los campos de batalla del planeta. Ha recurrido las mayores partes del mundo donde existe un conflicto político-militar. Sus trabajos [1] son publicados en el diario vasco Gara, trabaja para diferentes ONG´s vascas pero también por las grandes corporaciones como BBC, Reuters y hasta CNN. Y cuando nos conversamos con él, se encuentra en la frontera caliente entre Ecuador y Colombia. Tiene su redacción tanto en Bilbao como en Estocolmo, donde se radica hace unos años.

La gran victoria tanto electoral como política para la izquierda vasca unida en la coalición Bildu el 22 de mayo, causó una gran sorpresa entre muchos periodistas que cubrimos el tema. Pero la sorpresa no fue tanto para el reportero y documentalista Unai que explica porqué en la siguiente entrevista.


¿Cual es la explicación de la tremenda victoria electoral que obtuvo Bildu el 22 de mayo? ¿Fue solo por falta de una alternativa política que esta llenando una coalición que no ha sido probado ante el pueblo vasco?


– En realidad no es una sorpresa. Esa masa siempre ha estado allí, lo que pasa que o estaba ilegalizada políticamente o atomizada en unos partidos mas pequeños. La sociedad vasca es muy crítica con lo que sucede a su alrededor, y lo que esta ha identificado es que el sistema capitalista actual no sirve, por eso ha votado por Bildu. Digamos que Bildu ha sumado a muchos agentes sociales, que van desde el sindicalismo hasta movimientos estudiantiles.


¿Cual es la posibilidad que Bildu se refuerce y sale como una alternativa de gobierno en el País Vasco, ahora con 1000 concejales y 14-15 alcaldías como base parlamentaría, que indiscutiblemente es una buena base?


– Siendo la segunda fuerza más votada y la que más cargos electos ha sacado, sería posible, pero la toma del control parlamentario aún se presenta difícil. Para los partidos españoles, que también tienen representación en la cámara vasca, Bildu es el enemigo número uno, y harán todo lo posible para evitar que la izquierda soberanista que representa Bildu sea parte del gobierno autonómico vasco. En cualquier caso y vistos los resultados, queda claro que Bildu no es un partido de resistentes, que también, sino de ganadores. Cabría la posibilidad de hacer un gobierno junto con el también soberanista (pero demócrata cristiano) PNV. Sumando ambas fuerzas tendrían mayoría absoluta. A Madrid esa opción le aterroriza.


¿Que crees será el “comportamiento” de Madrid ante el hecho que la izquierda vasca es la verdadera fuerza politica y no tan "manejable" como la derecha vasca ante los dictados de Madrid?


– El gobierno español, su Estado, digamos, todo el conjunto de su Poder están alarmados. Hoy, me preocupa que Madrid vuelva a contar con el permiso de Bruselas para violar los derechos políticos del pueblo vasco. Estamos hablando de que Euskal Herria, el pueblo más antiguo de Europa, ha optado por el marxismo de forma clara. Es inédito en Europa Occidental y muchos trabajarán duro para romper el escenario de paz con justicia social que muchos soñamos. Los vascos queremos soberanía para decidir como queremos vivir, y Bildu, la segunda fuerza mas votada quiere vivir en un sistema de inclinación marxista. Es increíble.


¿Que podemos esperar ahora, con los resultados del 22 de mayo, por parte de la ETA que declaró antes de las elecciones un cese de fuego indefinido?


– Creo, sin lugar a dudas, que ETA va a seguir adelante con su alto el fuego. Si al pueblo vasco se le permite expresarse con libertad, ETA desaparecerá, no me cabe la menor duda. Por otro lado me preocupa la previsible victoria de los conservadores en el Gobierno español el año que viene. Esa gente del PP, heredera del franquismo, es capaz de todo con tal de mantener esa rancia idea de una España imperial.


Mientras la izquierda europea, con algunas excepciones, se ve más deprimida y sin un panorama político que podría sacarla de ahí, el País Vasco en la noche del 22 de mayo parecía ser una verdadera y nueva bastión de una joven izquierda...


– Si, sin duda creo que lo es. El País Vasco ha forjado durante siglos una cultura de la resistencia que antiguamente abarcaba lo cultural. Se resistía para mantener nuestra identidad propia, que nos era y es negada. Para nosotros, nuestro pueblo no es ni mejor ni peor que el de otros. Solo queremos que sea; queremos que nos dejen SER. No somos supremacistas. Pues bien, pienso que esta capacidad de resistencia ha ido transformándose y evolucionando a otras dimensiones de lucha, como son, por ejemplo, las del feminismo, el ecologismo y como no la justicia social. Hay una gran capacidad de decir no, aunque nos amenacen, aunque nos torturen, insulten o nos metan en prisión. Hoy los vascos soñamos con nuestra libertad plena, pero entendemos que jamás un pueblo podrá ser verdaderamente libre si hay otro en el mundo que no lo es, por eso somos internacionalistas y estamos deseando construir alianzas y complicidades con otros pueblos de esta Europa del capital que deseamos cambiar.

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