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2008/11/18

COLECTIVIDAD Y FAMILIA

Martha Moia (y muchos otros y otras antropólogas) aseguran que hasta hace 2/3000 años, los seres humanos se percibían a sí mismos como parte del grupo humano donde habían nacido, más que como individuos; es decir, la identidad o la subjetividad o conciencia de sí de cada ser humano no era individual sino grupal; es lo que la antropología ha llamado ‘sistema de identidad grupal’ y corresponde a sociedades basadas en el apoyo mutuo.
Las cadenas de la esclavitud moderna son invisibles. Hay un orden simbólico que emite constantemente las pautas de nuestro comportamiento, y que habla directamente a nuestro inconsciente, sin que nuestra conciencia se entere. Conceptos como Familia, Padre, etc., tienen una fuerza simbólica que manipula nuestras carencias y forman, en gran medida, nuestro inconsciente.

Ponencia leída en las II Jornadas Anticapitalistas sobre "Colectividades y Okupación Rural", organizadas por la asociación MALAYERBA de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Autónoma de Madrid. Madrid 4 de marzo 1996

Casilda Rodrigáñez Bustos
1. La Familia y la devastación de la vida
Familia viene de 'famulus' que quiere decir esclavo. La palabra 'familia' la hemos tomado, pues, del latín; es decir, de los romanos. El 'Pater Familia' romano tenía poder de vida y de muerte sobre su servidumbre, su mujer y sus hijos e hijas. A su vez, los romanos, heredaron esta forma de grupo humano de los griegos, y así nos podríamos irnos remontando a los orígenes de la familia y del patriarcado, en las diferentes culturas euroasiáticas, hasta hace unos 4500/5000 años. Básicamente la familia ha sido (y es) una estructura grupal jerarquizada en torno a un varón, que detenta el Poder, y que ha recibido el nombre del Padre. En el nombre del Padre se han infligido todos los sufrimientos a la Humanidad. La familia basada en el matrimonio monogámico y la idealización de la pareja como base de la expansión erótica, solo tiene unos 150 años. Si Familia quiere decir Esclavitud, Padre quiere decir Poder. Pero decir esto no sirve, se queda en una afirmación superficial, si no entendemos las relaciones de apoyo mutuo, basadas en la energía biosolidaria humana, que la Familia destruye.

Hablar de Familia es hablar de la institución del Matrimonio (o de la Pareja) y de la Patria Potestad que son las figuras jurídicas de las relaciones de poder y obediencia básicas de la sociedad moderna, figuras jurídicas que están debidamente acompañadas de unas representaciones simbólicas, de unas formas rituales y unas determinaciones económicas. La familia también está asociada a un patrimonio o conjunto de propiedades que detenta y que la sustenta. Tenía (y tiene) por objetivos la conquista, conservación y expansión del patrimonio, asi como la reproducción de sus titulares.

La propiedad privada es, como sabéis y como ya dijo Proudhon, un robo; pero también es siempre un patrimonio de alguien, de una familia, pues toda propiedad lleva implícito un titular de carne y hueso. Y además, desde hace unos decenios, la propiedad toma la forma anónima de Capital. La propiedad tiene pues estas tres características: robo, sujeto poseedor, subjetividad posesiva, e invisibilidad. Por eso las guerras parecen que las hacen solo los ejércitos en nombre de conceptos abstractos como la libertad y la lucha contra el comunismo, que no tienen nada que ver con la vida civil interna, con los ejecutivos del Capital y con los titulares de los patrimonios.

Ya no se amplían los patrimonios ampliando directamente sus fronteras territoriales con guerras de conquista y esclavizando a su población: ahora sólo se amplía el mercado y se revaloriza el Capital. Pero el neocolonialismo y el neoliberalismo económico hacen las guerras y esclavizan igualmente a la población, con otros métodos, y es esencialmente el mismo fenómeno de la economía de la sociedad patriarcal. Las guerras siguen siendo necesarias, la devastación de la tierra y de los seres humanos también. En teoría ya no se matan a los hijos rebeldes ni se lapida a las mujeres adúlteras ni se las quema en la hoguera cuando mueren los maridos, pero en la práctica se sigue haciendo. Aunque la teoría de su discurso haya sufrido algunos cambios, el orden patriarcal sigue exigiendo violencia para mantenerse.
Por eso la Familia y el Padre siguen reproduciendo una masculinidad que se mide por sus conquistas, éxitos, grado de poder en lo social y en lo doméstico. La vanidad masculina es una cualidad de la identidad del varón patriarcal. Se sigue produciendo guerreros de cuerpos acorazados, seres insensibles al sufrimiento, tal y como ya se preconizó en la Antigüedad y como se recoge en la Biblia y en algunos textos griegos que
tratan sobre el endurecimiento de las criaturas humanas.

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