Periodico DiagonalTEXTO: extracto de un texto sin firma, repartido en un barrio de Atenas en los primeros días de la revuelta.
Somos la generación de los 400 euros. De los programas stage del organismo de empleo, del trabajo flexible, de la eterna capacitación (siempre con nuestros gastos), de la precariedad, de la carestía, de los dos diplomas que no sirven para nada. De la eliminación de nuestros derechos laborales, de nuestra humillación por parte de patrones, políticos y los demás. Somos la generación que encierran en escuelas, intentando meter en nuestras cabezas sus nacionalismos, sus prejuicios, su lujuria por la patria, su mentira, su subordinación.
Somos los chavales que humillan y provocan los antidisturbios, los policías secretas, o los guardias especiales y todos los demás policías que hizo su democracia (y puso por todos lados, como otro ejército de ocupación) cuando nos encontramos en su camino; sus objetos diarios de su abuso del poder. Somos los heridos de las marchas de los estudiantes y de los alumnos, nuestras cabezas fueron golpeadas contra el asfalto, nuestra dignidad fue eliminada bajo sus botas, nuestras manos fueron quebradas, nuestras caras fueron machacadas por sus puñetazos, nuestros pulmones todavía contienen los gases que nos echaron, que están prohibidos según acuerdos internacionales.
Moriremos prematuramente porque no estuvimos de acuerdo con las leyes que nos están robando la vida. Somos los detenidos que nos arrastramos en juicios durante años: Panagiotis, que llevaba zapatos de un color equivocado y se quedó 40 días en la cárcel; Dimitrios Augustinos, que pasó por el lugar equivocado en el momento equivocado; los 50 heridos en el hospital Evangelismos el día 8 de marzo de 2007.
Nosotros incendiamos sus bancos. Nosotros nos enfrentamos con la policía. Nosotros destruimos la paz social que están construyendo día y noche lavando el cerebro de los ciudadanos para que obedezcan y se callen. Nosotros seguimos iluminando las noches frías que nos trajeron. Nosotros seguimos ensuciando las paredes con consignas que aunque sus ojos vean, nunca llegarán a sus oídos. Nosotros nos vengamos por Alexis en las barricadas el sábado que los buenos ciudadanos burlaban otra vez con sus conciencias de la violación semanal. No es que nuestras palabras sean crueles. Cruel es su realidad. Alexis fue la gota que hizo desbordar el vaso. Cada noche va a ser de él de aquí en adelante. Se acabaron sus noches tranquilas.
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