Mikel Arizaeta (Kaos en la red)
Cuenta el antropólogo Pascal Boyer que los fang de Camerún creen que “las brujas tienen un órgano interno similar a un animal que vuela por la noche y arruina los cultivos de otras personas o envenena su sangre. También se dice que a veces esas brujas se reúnen en enormes banquetes, donde devoran a sus víctimas y planean futuros ataques. Muchos te dirán que un amigo o el amigo de un amigo vio realmente a las brujas volado sobre el pueblo por la noche, sentadas en una hoja de banano y arrojando dardos mágicos a diversas víctimas confiadas”.
La selección natural construye cerebros infantiles con una tendencia a creer cualquier cosa que les digan sus padres y los ancianos de la tribu, obediencia confiada muy valiosa para la supervivencia. El cerebrode los niños necesita confiar en sus padres y en adultos en quienes sus padres les dicen que confíen. Perola cara opuesta de la obediencia confiada es la credulidad servil, la vulnerabilidad a la infección por virus mentales. Consecuencia automática es que quienconfía no tiene manera de distinguir un buen consejo de uno malo.
“El niño era muy guapo, le pusieron la ropita y me lo iban a dar, pero dijo la monja que se lo llevaban a la incubadora porque le faltaban 50 gramos. Nunca más lo vi. Nació el 9 de diciembre de 1977 en la clínica Monsalud de Barcelona y lo llevaron a la infantil de Stauros. Pasaron nueve días y cuando fui a por él había muerto. No vimos en cadáver. Cuando me volví a quedar embarazada mi médico pidió el informe de mi hijo. Pero la clínica que no constaba ese niño allí. Mi consuegro me confesó entonces que cuando visitó la sala de incubadoras estaba vacía. Siempre he creído que me lo robaron, no supe a dónde acudir. Éramos muy jóvenes”, cuenta Gemma M.V., madre de Roger, el bebé dado por muerto.
Cruz Martínez cifra en miles los bebés robados durante el franquismo. En Bilbao se articuló una trama organizada por Mercedes Herrán de Grass con curas, médicos y monjas. Virtudes Hernández, sacada de la inclusa de Murcia en 1957 y dada en adopción a una familia de Alicante dice que “en 1999 presentamos una proposición no de ley para que los adoptados en la dictadura pudieran acceder a sus datos biológicos. No se aprobó. Los hechos salpican a la Iglesia y a familias con mucho poder”
La madre de Mar Soriano se puso de parto en 1964. A su hermana la llevaron a la incubadora y no la vieron más. No les enseñaron su cuerpo y el doctor Villa certificó una muerte por otitis. “Se sabía que se conseguían bebés a gentes con dinero. En O´Donell en los 60 había un grupo de médicos ultraconservadores, como José Botella Lluvia e Ignacio Villa Elízaga entre otros, que traficaban con niños. Era muy fácil engañar a la familia”
“Mis padres no tenían hijos y de la noche a la mañana llegué yo. Una matrona firmó el parto de mi madre adoptiva”, indica Belén. A los 16 años su novio le dijo que era adoptada, entonces fue a Astorga pero la monja nunca le dio los papeles. Años después un detective encontró a su familia en Asturias. “Llamé y pregunté a mi madre cuántos hijos tenía: - Tres y una niña que murió. -Yo soy esa hija, le dije. Casi se muere del susto”, relata Belén.
Todos los datos apuntan a que los padres adoptivos de bebés robados tanto a presas republicanas como a mujeres sin filiación política eran afectos al Régimen franquista. Los que manejaban las tramas estaban también en la órbita franquista. Muchos padres cómplices falsificaron documentos y pagaron importantes cantidades de dinero. Además solían tener una buena posición económica y un único descendiente, el adoptado. Los recién nacidos iban a parar a militares, médicos, familiares de las monjas, recomendados de lo curas, políticose incluso jueces. Los hijos han descubierto esta maraña después, a los 40, 50 y 60 años en el mejor de los casos. Muchas de las madres biológicas se han llevado la duda a la tumba, escribe María José Esteso Poves.
“La Iglesia católica de España, estrechamente unida al régimen (…), jugó un papel muy importante al proveer el personal de numerosos establecimientos penitenciarios, siendo los más tristemente célebres las prisiones de mujeres y los reformatorios de jóvenes, cuyos antiguos detenidos han denunciado públicamente los malos tratos físicos y psicológicos que sufrieron por parte del personal religioso” (Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa en su Balance de Crímenes de la Dictadura Franquista, marzo de 2006). ¿Cuándo pensaste por primera vez que podrías ser un niño robado? "Todo empezó hace un par par de años, dice Juan Barroso, cuando mi padre estaba a punto de fallecer. Al estar muy enfermo me comentó que era adoptado, aunque lo sospechaba. Incluso dijo que habían pagado por nosotros a un cura y a una monja de Zaragoza, que no podemos identificarles por orden judicial”.
“Y conste que no pierdo la esperanza de que algún día el Jefe del Estado del país subcampeón del mundo en desaparecidos – nos ganó la "final" Pol Pot en la modalidad de genocidio en fosa común, y los responsables de las Stolen Generations australianas en la de robo de bebés indefensos –, nuestro auto-desaparecido Defensor del Pueblo, nuestros tribunales que nos miran como si les estuviésemos contando un capítulo de Expediente X cada vez que invocamos la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos… alguien, en definitiva, entienda que lo que está pasando en España con las fosas, los niños perdidos y sus familias, es algo más que antijurídico, es la clásica bestialidad española – más propia de otros tiempos – al margen de la humanidad, del derecho, del proceder de cualquier país civilizado y hasta del propio sentido común de nuestras casi plenamente democráticas instituciones. En evidencia como mucho más casi, que plenamente, democráticas desde el silencioso testimonio de las fosas, el dolor de las familias y la arbitrariedad con la que se sigue actuando con ellas”, escribe Miguel Ángel Rodríguez Arias, profesor de derecho penal internacional y autor de “El caso de los niños perdidos del franquismo”, edit. Tirant lo Blanch.
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