GARA
Híbridos y críptidos cruzan especies naturales e hipotéticas en botánica, zoología y mitología. Nacen ligres y burdéganos, pomelos y clementinas, minotauros y esfinges. Kafka tiene «un animal singular, mitad gatito, mitad cordero» y duda entre mantener su herencia paterna o redimirla con la cuchilla de carnicero.
Somos híbridos, dictamina la Escuela de Medicina de Harvard. Su estudio de los cromosomas sexuales demuestra que nuestros ancestros y los de los chimpancés se mezclaron durante millones de años. Nuevas pruebas avalan interacciones íntimas entre cromañones y neandertales.
Adán es una figura de barro. ¡Golum-Golem! Sabios rabinos como Rabbi Judah ben Loew fabrican seres con materia bruta. Emet, verdad. Borrando la letra E desactivamos el engendro. Mary Shelley combina la alquimia de los homúnculos de Paracelso y la reanimación con electroshock de las patas de rana de Galvani para dar vida a Frankenstein, el moderno Prometeo. Un cyborg es «un híbrido de máquina y organismo» (Haraway) que actúa en el plano de la biopolítica poblándola con mujeres biónicas, terminators y ultracuerpos cultivados como guisantes en vainas.
La eugenesia define selección artificial (Platón), auto-dirección evolutiva (Congreso Internacional 1921) y corrección de defectos (Galton). Así el inventor del teléfono prohibiría casarse a los sordos. El «desliz ilícito» engendraría imbéciles. Brasil impone el «branqueamento». Los nazis decretan la ley de higiene racial que burocratiza los progromos y los experimentos Mengele. Occidente entero esteriliza valiéndose de leyes vigentes hasta los años 70 del siglo XX. Y Bush promulga el Acta Salva Vida para tomar muestras de ADN a los recién nacidos.
Maíz transgénico. Semillas estériles Monsanto. El capitalismo agrario cortocircuita el ciclo planta-semilla e impone la patente. Kac constata que la biología se convierte en ciencia de la información, verifica la fractura del código dominante y reivindica la genética para crear organismos singulares. Transgenic Art.
El proyecto Genoma Humano cifra miles de millones de genes. La semana pasada los genetistas del Instituto Craig Venter anunciaban la copia del genoma de una bacteria, la recreación de su ADN en laboratorio y su inserción en el envoltorio de otro microorganismo unicelular. Allá donde una célula sintética habita, un genoma, la vida artificial comienza. La propaganda de los unos insiste en que su técnica se usará en medicina regenerativa. La de los otros en la potencialidad de crear niños inmunes, vacunas sintéticas, biocombustibles sin toxinas y un parque jurásico. Ambos nos tranquilizan, las leyes prohibirán los monstruos.
Cuerpo de cabra, cabeza de león y cola de sierpe: Quimera posible. Secuenciamos el genoma de un dinosaurio, lo sintetizamos e introducimos en un huevo de reptil y, ¡voilà!, un velociraptor. Ahora una célula ya no procede irremediablemente de la división de otra. Una ley fundamental de la biología se derrumba. ¿Dónde queda Dios cuando podemos producir vida a la carta? «Me construyo amigos. Mis amigos son juguetes. Los hago yo. Es un hobby. Soy diseñador genético», explica J. F. en «Blade Runner».
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