"Ellos siguen firmes en sus ideales, aunque son muy conscientes de que la sociedad ha cambiado muchísimo, también ideológicamente. Pero no por ello han arrojado la toalla, ni mucho menos: siguen luchando con ímpetu y alegría"
El fotógrafo húngaro André Kertézs positivó un pensamiento: “No hay derecho de olvidar”. Lo mismo debió pensar Aitor Azurki (Donostia, 1983). El periodista acuña con trazo cercano once testimonios de gudaris y milicianos en su libro ‘Maizales bajo la lluvia’ (Alberdania, 2011)
I.Gorriti
DEIA
Disculpe, pero cuando supe del título ‘Maizales bajo la lluvia’, imaginé un libro sobre la lucha zapatista de Chiapas…
Puede que no andes mal encaminado, porque en mi época universitaria analicé y estudié el movimiento zapatista: la denominada neoguerrilla, el discurso del Subcomandante Marcos, la dialéctica entre la palabra y las armas... No lo había pensado hasta ahora, pero quizás aquellas lecturas hayan repercutido a la hora de escribir el libro, ya que su título es una metáfora que se va desgranando con su lectura.
Suma 28 años, pero ya a sus tempranos 23 comenzó a dar forma a este volumen. ¿Qué hizo germinar la siembra del este libro sobre memoria histórica?
Todo empezó en 1999, con unas preguntas que me planteé cuando me di cuenta de que no sabía nada sobre una guerra que tanto había repercutido en mi familia: mi aitona fue miliciano, un tío niño de la guerra…
Y quiso saber más.
Comencé a preguntar en casa sin obtener respuesta, ya que mis aitonas murieron. Fue entonces cuando decidí que esto no podía suceder en otras familias, que había que inmortalizar a estos últimos luchadores por la libertad antes de que desaparecieran para siempre.
Escribe sobre once personas de diferentes banderas que perdieron una guerra, pero al leer sus testimonios podemos concluir que nunca les vencieron.
Efectivamente, jamás los vencieron, ya que hoy en día siguen luchando contra el olvido con lo único que les queda: su palabra, su testimonio, la verdad, que es el arma más poderosa.
Solo había que darles voz. La siguiente cita de Unamuno en referencia a los sublevados define a la perfección lo que piensan estos héroes anónimos: “Vencerán, pero no convencerán. Vencerán porque tienen la fuerza bruta. Pero no convencerán, porque para convencer hay que persuadir.Y para persuadir, necesitan ustedes algo que les falta: la razón”.
Hay una cita que sobrecoge de forma especial: “Si llegas a tiempo, aunque esté frío, dame un beso”.
Hemos procurado relatar los hechos tal y como los narraban sus protagonistas, sin cambiar ni un ápice, para que la emotividad de las vivencias transmitiera esas sensaciones, esos colores, atmósferas, temperaturas, climas de los que tanto hablaba el periodista Kapuscinski. Al fin y al cabo, en esta obra se ha recogido la pequeña historia, esa que interviene de forma continua en la grande, y muchas veces la determina.
Estos nonagenarios portaban banderas intocables, descafeinadas hoy por muchos de sus representantes.
Ellos siguen firmes en sus ideales, aunque son muy conscientes de que la sociedad ha cambiado muchísimo, también ideológicamente. Pero no por ello han arrojado la toalla, ni mucho menos: siguen luchando con ímpetu y alegría. Para mí ha sido un gran regalo haberlos conocido. Para completar su formación humana toda persona debería aproximarse y conocer a estas personas mayores, para que les transmitan al menos una pequeñísima parte de su vitalidad, conocimiento y ganas de vivir. La sociedad les debe mucho.
Ha departido con un comunista finalista del premio Planeta, una anarquista que colocó bombas para atentar contra Franco, fusileros de STV, UGT o Jagi-Jagi que por defenderse no saben ni simataron a alguien; otro de JSU obligado por los franquistas a fusilar a ‘compañeros’… ¿Qué grado de empatía es necesario para convertirse en su voz sobre el papel?
He procurado acercarme lo máximo posible a ellos, de vivir a través de sus palabras casi en mis propias carnes lo que padecieron, palparlo como si de mí mismo se tratara. Escribiendo estas páginasmehe percatado de que es muy peligroso que la sociedad –y sobre todo la juventud– sea indiferente ante su pasado, que sienta indistinción por las tragedias sucedidas a su gente. Corremos el peligro de que se repita.
Llama la atención el giro que en meses ha dado la memoria histórica. Ni un año atrás, la palabra ‘antifascista’ estaba mal vista en muchos medios y hoy en día es habitual. ¿Le sorprende a usted también?
Sí, yo tambiénmehe dado cuenta de que gracias a ese movimiento ciudadano que está sacando a la luz todo lo relacionado con la memoria histórica, se está perdiendo el miedo a hablar sobre ello. Y lo mismo les sucede a los medios de comunicación. El pasado ya no es tabú, se ha normalizado tratar este tema, ya que ese comedimiento de no avanzar más que imperaba en algunos sectores de la sociedad ha sido superado por una marea de ímpetu social que pide verdad, justicia y reparación.
Es hora de hablar.
Cuando se entrevista a una víctima del terrorismo de la Guerra Civil y del franquismo siempre queda la impresión de que piensan: “alguien me escucha”. ¿Se les ha ninguneado hasta la fecha?
Sí, claro. Conforme iba realizando las entrevistas iba sorprendiéndome cada vez más, porque me recibían con los brazos abiertos, como si nadie les hubiera escuchado en décadas, como si fuera la última vez que alguien les iba a escuchar. Me relataban sus vivencias como si fuera casi su nieto. Y esa proximidad creo que se aprecia en la obra.
¿Sueña con un segundo libro más esperanzador, que pudiera tener como título por ejemplo ‘Maizales bajo el sol’?
Tengo algunas ideas, pero aún nome he decantado por ninguna. Me gustaría seguir en esta línea de memoria histórica, ya que hay mucho que sacar a la luz todavía. Esto no es más que el comienzo de un largo camino que debemos recorrer toda la sociedad en dirección hacia la verdad, la justicia y la reparación. Yo ya lo he comenzado a recorrer con esta pequeña aportación que es Maizales bajo la lluvia.
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