GARA
Protesta 2.0. #spanishrevolution. Resistencia pacífica. Twitter escupe incesante: #acampadasol, #acampadabcn, #acampadabilbao... Las asambleas «okupan» las plazas y establecen Zonas Temporalmente Autónomas.
En Euskal Herria el proceso ha sido otro. El movimiento desobediente ha otorgado prioridad a la restitución de una opción electoral que, superando el apartheid, pudiera dotar de representación al conjunto del movimiento soberanista e independentista de izquierdas. Una articulación de fuerzas que se asienta sobre un acuerdo programático cuyas guías son la profundización en un modelo de democracia participativa, de gestión transparente, de fortalecimiento de las raíces culturales, de redistribución social de la productividad y la fiscalidad, de planificación territorial ecológica, de superación de la dependencia estructural de las mujeres, de inclusión de los inmigrantes en la comunidad, de autoorganización de los espacios jóvenes y de desmilitarización y normalización política. Propuestas que recogen muchas de las inquietudes del 15M, pero que no se sienten del todo reflejadas en los acuerdos de mínimos adoptados por la mayoría de las acampadas.
Se impone, como afirma Juan Ibarrondo, «una reflexión de urgencia desde Euskal Herria». Oskar Matute observa «similitudes importantes» entre el ideario social de Bildu y el de los indignados. Y Ortzi indica que la coalición es un importante cauce de expresión del descontento en nuestro pueblo pero que no lo agota, interpretando que la existencia de un movimiento como el 15M debe servir para realizar «un saludable ejercicio de humildad».
Autocrítica. ¿Qué hemos hecho desde la izquierda abertzale y soberanista en favor de este movimiento del 15M? Lo hemos ignorado. Hemos superpuesto de manera autocomplaciente nuestra propuesta y nos hemos quedado con lo discrepante, demostrando así nuestra inoperancia en la búsqueda de entendimiento y aliados. Menos mal que muchas y muchos jóvenes militantes de los movimientos sociales y ciudadanos han participado aportando desinteresadamente su bagaje formativo, entendiendo que la paciencia es virtud y que con debate se pueden limar asperezas con la mayoría de las personas que se han incorporado de manera natural a esta expresión social de nuevo cuño.
Tras la victoria electoral de Bildu, que ha roto un duro ciclo de excepcionalidad, la izquierda abertzale y soberanista se halla centrada en la tarea de levantar instituciones formales en detrimento del eje movimiento, el entramado que permitirá expandirnos socialmente hacia los objetivos estratégicos y enfrentar desde la base el ataque sin concesiones que va a desplegar en breve la extrema derecha. La arquitectura política de la izquierda soberanista necesita reestablecer el nexo entre ambos polos y desarrollar fórmulas de democracia participativa a través de instituciones de base propias y originarias como son el Auzolan (ayuda mutua) y el Batzarre (la asamblea). Si éstas se instituyeran, una parte importante del potencial de los movimientos sociales y alternativos y de las nuevas expresiones de descontento surgidas del 15M podrían converger impulsando la #participaciónciudadanarealya.
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