¿Cuánto vale tu hijo? ¿tu hija?
¿Cuánto vale tu nieta? ¿tu nieto?
Éstas no son preguntas capciosas. Surgen de las recientes noticias del estado de Carolina del Norte, donde se anuncia la posibilidad de una compensación en efectivo para miles de sobrevivientes de su programa de esterilización que estaba vigente desde 1929 hasta 1974 –– ¡45 años, aunque nos parezca imposible!
Carolina del Norte era solo uno de muchos estados, la mayoría sureños, que esterilizaban a personas consideradas “defectivas”. Tenían el apoyo de autoridades tan eminentes como la Suprema Corte de la Nación, la cual, en su infame dictamen Buck vs. Bell (1927), estableció que un estado puede debidamente esterilizar a sus ciudadanos y que ellos no tienen el derecho de oponerse a eso, porque en palabras del juez Oliver Wendell Holmes:
¡” Tres generaciones de idiotas son suficientes”!
Un grupo de trabajo de Carolina del Norte acaba de recomendar un pago de $50,000 dólares para cada sobreviviente.
Carolina del Norte no debe ser el chivo expiatorio en este asunto, porque dichas prácticas se llevaron a cabo en todas partes del país con el apoyo del gobierno federal. En su obra Larga memoria: La experiencia negra en América (Long Memory: The Black Experience in North America , NY, Oxford University Press, 1982), los historiadores Mary Frances Berry y John Blassingame nos dicen que en fechas tan recientes como en los años 70, el Ministro de Salud, Educación y Bienestar del gobierno federal ¡“obligaba a entre 100,000 y 150,000 personas a someterse a la esterilización cada año”! {p.353} Más de 90% de ellas eran negras.
Esta horrorosa práctica estatal y el escalofriante razonamiento de la Suprema Corte de la Nación en su apoyo nos hacen entender cómo los prejuicios y actitudes sociales se difunden en todos los sectores de la sociedad. A pesar de su obvia locura, se consideran perfectamente razonables por los sectores supuestamente iluminados para luego ser calificados como repugnantes con el paso del tiempo.
Si un estado o una nación pudo esterilizar a sus propios llamados “ciudadanos” y negarles a ellos el derecho y capacidad de tener hijos, ¿qué otra cosa es este estado (o nación) sino una dictadura de arrogancia y poder?
Un día, tal vez más pronto de lo que imaginamos, recordaremos el fenómeno del encarcelamiento masivo y el complejo industrial carcelario como la prueba de una sociedad desquiciada. Tal vez dentro de 75 o 80 años un futuro estado pagará reparaciones ¡uy! digo una “compensación”, a sus sobrevivientes.
Si es que haya sobrevivientes.
--© 12 maj
11 enero de 2012
Texto circulado por Fatirah Litestar01@aol.com
Traducción Amig@s de Mumia, México
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