JON IÑARRITU DIPUTADO DE AMAIUR Y MIEMBRO DE LA LIGUE INTERNATIONALE CONTRE LE RACISME ET L'ANTISÉMITISME
DEIA
Hoy, día 27, se celebra el 67º aniversario de la liberación de Auschwitz-Birkenau; jornada establecida como Día Internacional de la memoria de las víctimas del holocausto. Recordaremos la mayor de las barbaries cometidas en la historia; la exterminación programada en modo industrial de millones de personas: judíos, romanís, homosexuales, discapacitados... El caso de los judíos merece, si cabe, especial mención porque como señala el nobel Elie Wiesel, "No todas las víctimas eran judías, pero todos los judíos eran víctimas". Seis millones de personas borradas bajo el plan Endlösung der Judenfrage (Solución final al problema judío). La peor de las atrocidades sucedió hace apenas unas décadas, aquí en Europa, en la cuna del humanismo.
Cada año, al llegar esta fecha o las conmemoraciones del Porraimos (genocidio romaní), el Iom Ha Shoah (día del genocidio armenio), surgen voces abogando por reducir la celebración de estos actos o que defienden que ha habido un exceso de dedicación a la cuestión. A menudo se expone que ya sabemos todo lo ocurrido, que es historia lejana, y se expresa, malvadamente, que "se le da a la Shoah un uso propagandístico". Incluso algunos representantes institucionales se han negado a celebrar estos actos. Pero lo más terrible es cuando se escucha, en pleno siglo XXI, que se ha exagerado el holocausto o que no existió. La negación, la revisión y la banalización siguen de actualidad, defendidas desde postulados ideológicos diversos.
Por contra, el superviviente del holocausto, el catalán de origen húngaro Jaime Vandor, opina que "no se ha hablado lo suficiente del acontecimiento más terrible de la historia". Conocemos lo ocurrido, hemos visto las imágenes, los documentos, las cámaras de gas, visitado los campos, oído y leído desde a los verdugos a muchas víctimas, como Primo Levi, Simone Veil, Elie Wiesel... pero millones de testimonios de supervivientes o descendientes de víctimas desaparecieron transformados en humo o ceniza. Estamos ante la última generación que puede relatar sus terribles experiencias. ¿Cuántos relatos de víctimas nos quedan por conocer? En septiembre de 2011, estando en Jerusalén, acompañé a una vieja amistad al Yad Vashem. En la sección de documentación descubrimos el certificado de la desaparición de una hermana de su abuelo. En cambio, no había certificado ni rastro alguno del resto de esa numerosa familia, gaseada e incinerada, aquí en Europa. Ese día, fui testigo de cómo, siete décadas después, familias venidas de todos los continentes rellenaban certificados, aportaban fotos, documentos y testimonios mientras otras buscaban información sobre sus familiares.
Aquí, en Euskal Herria, cientos de personas fueron apresadas y deportadas, unas al intentar huir vía Estado español; otras, en sus casas. Dos volvieron vivas. ¿Quién lo hubiera pensado en la República de la liberté, égalité et fraternité? Aún estamos a tiempo de escuchar a Jackeline Pinede contar cómo sobrevivió a la matanza de Oradour-sur-Glane, donde pereció su familia; la señora Mesplé-Lassallé nos puede narrar su experiencia en los campos de concentración, podemos oír a George Dalmeyda su huida y estancia oculta en los Alpes; o la historia de la señora Lates, que sobrevivió escondida en el Bearn. Todos supervivientes de la mayor barbaridad. ¡Tantas historias por saber!
Debemos recordar lo ocurrido porque se lo debemos a los asesinados, a los supervivientes, a sus familiares, a los "Justos entre las Naciones" conocidos y desconocidos. De igual forma, en un período en el que vemos el auge de la extrema derecha en Europa; en concreto en la República francesa, donde observamos con inquietud que un partido para el cual los campos de concentración "fueron detalles de la historia o balnearios," cuenta con un apoyo altísimo; en un Estado español, en el que el TC decidió que la negación de la Shoah no es delito. Ante unos índices preocupantes de racismo, antiziganismo, islamofobia y judeofobia en la UE ¡Debemos recordar! Para que no vuelva a suceder y para que la discriminación y el odio no tengan lugar en Europa ni en el mundo. ¡Nunca más!
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