En el último año hemos asistido a la progresiva implosión del sistema capitalista mundial. La sed de dinero y poder de la clase dominante, que siempre ha estado representada a través de la especulación financiera, ha acelerado vertiginosamente este proceso provocando una profunda y mortal crisis a nivel planetario. En Italia, los sistema político, bancario e industrial han gobernado durante décadas sin respuesta saqueando impunemente todos los recursos del país y del proletariado. Con la actual reforma se ha creado una situación social cercana a la ruptura. La reforma del artículo 18 ha querido evidentemente golpear a la clase obrera de una manera particular. Ahora, seguro del apoliticismo de la masa, el régimen ya no se esconde más tras subterfugios en la sombra, pero golpea indiscriminadamente a la luz del día. La insalvable e inalcanzable brecha surgida entre la super-privilegiada clase burguesa y el 90% restante de los italianos que rozan el umbral de la pobreza es más que evidente.
Los intentos de restructuración que afectan unilateralmente al proletariado ahora resultan evidentes para todos. La necesidad de resistir a esta constante y sanguinaria restructuración fluye dentro de la clase obrera y el proletariado, y empuja a su vanguardia a armarse y combatir el curso de la crisis que crea la situación objetiva en que nos encontramos.
Nunca más que en este momento se hace necesaria una revolución proletaria que cambie la situación. El momento es favorable. Gracias a los años de dictadura mediática durante la era berlusconiana, el país ha lentamente profundizado en esta crisis sin que la masa pudiera darse cuenta. Pero el resultado es ahora visible para todos. El poder político en el paso de la primera a la segunda república ha cambiado de rostro, pero el cuerpo se mantuvo igual. El PDL se ha convertido en el nuevo DC. A través de la manipulación de la prensa, de la televisión, de sus esbirros y de sus espías han mantenido constante su progresiva batalla contrarrevolucionaria, y han adormeceido a través del miedo y la ignorancia el potencial de lucha de la masa. Pero el verdadero revolucionario aún no ha dormido. Y ha llegado el momento de hacerles pagar por lo que han hecho. El poder está ahora irremediablemente herido y este es el momento para que la vanguardia revolucionaria le golpee en su punto neurálgico. El intento de masacre en Brindisi, al igual que el de la Plaza Fontana en el ’69, ha sido una obvia provocación del estado fascista para aplacar la rabia de la masa con el miedo. Pero la masa proletaria no se dejará engañar.
¡Una acción de guerra se responde con la guerra!
La ejecución del jefe de Ansaldo, Roberto Adinolfi, en Génova ha reabierto el juego. Pero queremos enfatizar que la espontaneidad armada es inútil y dañina en cuanto a que tiende a dispersar el potencial de la vanguardia no organizada y todavía políticamente inmadura en la lucha de clases. Debe organizarse y golpearse al régimen en su punto cardinal siguiendo una lógica política bien precisa, de otro modo la fuerza contrarrevolucionaria prevalecerá. Se acerca el alba de la revolución. Cualquier persona declarada culpable tendrá que pagar por sus crímenes contra el proletariado. Es por lo tanto necesario en este momento desarrollar la lucha de clase en la que los principales objetivos son:
-Formar el Partido Comunista Combatiente.
-Liberar a los compañeros detenidos a lo largo del Estado.
-Golpear a los representantes del régimen y a sus socios.
-Golpear al sistema bancario y a los explotadores.
-Golpear a sus serviles periodistas.
¡Golpear a 1 para educar a 100!
¡Poder para el pueblo armado!
Por el Comunismo.
Brigadas Rojas.
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