Borroka garaia da
Cada vez que oigo repetir como un loro al ministro de interior español el aguerrido “no estamos en tregua”, no se si es porque es un fan obsesivo del grupo Barricada de la Txantrea o porque alguien le debe dar cada vez que lo dice un azucarillo cual animal amaestrado aunque no sepa ni lo que está diciendo.
Y es que me imagino la reunión donde se decidió que esa frase fuera la escogida para que sea repetida por el ministro autómata, que sería de las mismas reuniones en las que se decidía también que medidas tomar para evitar la caída libre en votos del españolismo y el ascenso del pueblo abertzale de izquierda en Euskal Herria. Los figuras no tuvieron otra idea que cambiar el censo electoral. El fascismo en realidad es muy simple y directo, esa es una de sus “virtudes”.

En el cole, de pequeños, siempre solía existir la figura del abusón que la emprendia contra otros alumnos. Generalmente algo mayor en edad, cuando a esa corta edad un simple año era un mundo. El temor básicamente estaba basado en la amenaza y la palabrería que creaba como una especie de halo de invencibilidad alrededor. Y era precisamente el temor, lo que hacía hacerse crecer a esa “fierecilla” temida.
Cada vez que alguien rehuía el enfrentamiento, esa fierecilla se alimentaba de ese miedo, complaciente y seguro iba sumando nuevas presas. Eso le hacía auto-convencerse de lo poderoso que supuestamente era aunque en realidad fuera el miedo a él mismo y a los demás el eje que movía sus acciones inconscientemente.
Lo que no saben esos pequeños matoncillos es que siempre habrá alguien, antes o después, que en vez de seguir el juego se les va a enfrentar y que su única respuesta será poner cara de sorpresa y recular. Como así hacían esas pequeñas fierecillas cuando se encontraban con alquien que inesperadamente daba un paso al frente.
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