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2012/09/07

Combatamos a los neonazis con ideas

"La violencia que practica el partido Amanecer Dorado va en aumento y se nutre de la crisis identitaria de un pueblo afectado por la crisis económica y de la falta de valentía de una clase política deslegitimada. Es hora de plantarle cara con un verdadero combate ideológico."

Andréas Pantazopoulos
Info Sare Antifaxista.


La aparición, en estos últimos tiempos, de una actividad organizada y peligrosa de extrema derecha (seamos precisos, una actividad pronazi) es un elemento nuevo en el espacio político. Las causas de esta irrupción pronazi se atribuyen a la profunda crisis económica, lo que está justificado. Pero si miramos más de cerca estas formas de extrema derecha, sea la violencia de sus actos, sea el consenso de una sociedad pasiva que parece gozar con ese comportamiento violento, estamos obligados a plantearnos cuestiones más profundas sobre sus causas. Un fenómeno que, a semejante nivel, no existe actualmente en ningún otro país europeo, puesto que en otras partes los grandes partidos de extrema derecha se apelotonan para negar su herencia fascista. Amanecer Dorado no pertenece a esa categoría.

Para empezar, la irrupción de la violencia pronazi se debe a su naturaleza misma. El "enfoque dinámico" que toma como blanco a aquellos a quienes Amanecer Dorado considera enemigos no es una característica accidental de su naturaleza o de lo que hace, sino que está inscrito en sus genes. Por eso es inocente creer que será posible integrar progresivamente a los miembros de este partido en el sistema político democrático. De hecho, estas prácticas violentas "legitimadas" se aprovechan, difunden y propagan por todas partes en estos últimos años.

Complejidad de factores
Esta cultura de la violencia es el producto de una conjunción llena de consecuencias: por una parte, el foso que se ha abierto tras la vuelta de la democracia, hace 38 años, entre la sociedad y sus símbolos populares (la crisis de la representación política, la falta de respeto a las reglas sociales, la pérdida de legitimidad del Estado); por otra, la actual demagogia relativa a los "desafíos" del entorno internacional y de las amenazas externas (por ejemplo: la inmigración).

El modelo actual, en tanto pudo prosperar y ganarse un cierto prestigio, tenía la posibilidad de controlar la voluntad política de sus sujetos, pero hoy, en las actuales condiciones de declive social, estos pueden desvincularse.

Así, entender la violencia pronazi y percibirla en general no se puede quedar en una simple teoría de base. Ni tampoco las manifestaciones rituales que la denuncian, que, por sí mismas, aunque sean útiles, no responden a la complejidad de los factores que generan y desarrollan esa violencia. Para entender la ideología pronazi se necesita una toma de conciencia política por parte del Estado, de la clase política y de las instituciones, que hoy han perdido su valor y que tuvieron la posibilidad de dar una respuesta a los problemas políticos y sociales.

Un frente difícil
En primer lugar, es preciso que la ley se imponga cuando se incumple. Es preciso que el Estado tenga la capacidad, en nombre de su poder político, de intervenir y de regular, en tanto sea posible y democráticamente, el flujo migratorio. En la práctica, esto significa que debe hacerse un trabajo en profundidad y aplicar una verdadera política migratoria nacional. En este marco es donde la acción se reviste de todo su sentido, tanto en lo que se refiere a dejar al descubierto el rostro del pronazismo como en lo que se refiere a poner en condiciones las instituciones que han de combatirlo.

Sin embargo, una orientación tal de la política chocará pronto con sus límites si no viene acompañada de un combate ideológico contra el desafío pronazi. La lucha contra la extrema derecha es, en efecto, el frente más difícil, ya que, en su mayor parte, el programa de la extrema derecha es un compendio de las ideas básicas de la actual cultura política antiliberal y antioccidental. Se basa en que "somos una nación amenazada por todas partes, tenemos el deber de resistir al 'nuevo orden de cosas', la globalización es una puesta en escena cuya finalidad es la hegemonía mundial del 'sionismo', las elites nos traicionan", etc.

La crisis genera una "inseguridad cultural"
En un contexto de crisis económica donde la movilidad ya no es lo que era, el odio al extranjero, el universo conspirativo en el que evoluciona, la mezcla de anticapitalismo y antiplutocratismo vienen acompañados a menudo de ráfagas de críticas egoístas procedentes de la pequeña burguesía que tienden a tener el carácter de una resistencia generalizada.

Las causas de este fenómeno se dan también en otros países. Las investigaciones en curso sobre este tema presentan la siguiente hipótesis de trabajo: que los factores que conducen a actitudes políticas y sociales extremas, empezando por el voto antisistema de extrema derecha, no se limitan a la parte económica de la crisis, sino que guardan relación también con la intersección de esta con variables culturales como el miedo a la inmigración, la transformación de los modos de vida y la desaparición de las fronteras nacionales.

El resultado es el nacimiento de un sentimiento de "inseguridad cultural" entre los sujetos sociales que padecen la crisis o se sienten amenazados por ella, entre quienes buscan una nueva forma de grandeza en su propia identidad como respuesta a las amenazas. El caso griego parece ilustrar perfectamente esta crisis identitaria.

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