"No son anécdotas, por un pelo no hubo un posicionamiento jeltzale
favorable a Franco gracias a la presión de las bases. El resto es
historia, y el camino bifurcado de PNV y UPN hasta hoy es fruto de lo
explicado."
Borroka garaia da!
UPN y PNV son dos partidos que en principio es probable que mucha
gente no los relacionaría. Sin embargo las cosas que tienen en común son
bastantes. Son de derechas, foralistas, ciertamente conservadores,
democrata-cristianos, legalistas y profundamente liberales. Coincide, y
no por casualidad, que estos partidos “diferentes”, han sido los que han
gestionado (en nombre de españa, y lo que les han dejado) la dividida
parte sur de Euskal Herria durante décadas.
Muchos afirmarán que la diferencia fundamental reside en el supuesto
sentimiento identitario y de pertenencia. Que el de uno es vasco y el
del otro es español.
Si escarbamos un poco más, nos daremos cuenta que el supuesto
nacionalismo vasco del PNV no tiene un proyecto independentista, el
estado vasco no está en la agenda jeltzale, y a lo largo de los años se
ha dedicado a un proyecto autonomista dejando hace mucho atrás rasgo
alguno de sabinismo y abrazando el sotismo.
Siendo uno de sus ganchos de engaño hacia la clase trabajadora un
supuesto soberanismo. El supuesto nacionalismo español de UPN también es
sui generis. No es un nacionalismo español clásico como pueda ser el
del PP o el PSOE o incluso desde otra perspectiva IU o Podemos, sino que
está teñido de un falso navarrismo foral y de una postura que se puede
tildar como anti-vasca, que en realidad también sería anti-navarra.
Esto extendido en el tiempo ha creado la imagen de que PNV y UPN son
dos cosas diferentes y que no tienen nada que ver la una con la otra
pese a los lugares comunes que pueda tener la derecha. Aunque si miramos
detenidamente, tanto UPN como PNV en hechos concretos lo único que han
llevado a cabo es gestionar el régimen español autonomista en base a
cupos y transferencias, enarbolando diferentes banderas y ganchos pero
haciendo prácticamente lo mismo con más o menos agilidad o ingeniería.
¿A qué se debe tanta coincidencia?
Lo cierto es que UPN y PNV tienen un mismo origen, responden a un
mismo interés de clase y a una misma base social histórica. El
post-carlismo. Es decir, UPN y PNV son un único “partido”, aunque no lo
sepan, no lo quieran o mejor dicho, no les interese reconocer.
Para entender los caminos diversificados actuales entre UPN y PNV,
efectivamente, hay que irse hasta las guerras carlistas. El nacionalismo
sabiniano original, pese que no quede apenas rastro tras la hegemonía
sotista actual, fue especial , porque transitará entre el ‘fuerismo’ y
el nacionalismo, siendo heredero y respuesta a la vez del desastre que
deja en el carlismo el abrazo de Bergara.
El origen espacial del nacionalismo vasco post-carlista es Bilbo
(PNV), y el otro, llegaría a ser Iruñea (UPN). Es decir, en la Euskal
Herria occidental tras la invasión española de las carlistadas que
elimina los últimos rastros de soberanía es donde hace que se abra la
puerta al “desarrollo” capitalista donde adquiere mayor dinamismo, y la
sociedad comienza a diversificarse como sociedad burguesa (con la
aparición de todo un conjunto de clases sociales propias, especialmente
con el surgimiento del proletariado); frente al otro punto, Iruñea, que
sigue dormitando en las estructuras de la sociedad tradicional. En uno
emerge una burguesía (junto con sus capas sub-alternas burguesas) en el
otro siguen dominando las capas terratenientes; en ambos, las clases
dominantes son “españolas” (por interés), su proyecto político
fraccional no discute el régimen de dominio, que el Estado (español)
representa, se acomodan a él. Y el acomodamiento post-carlista a esa
situación es lo que a la postre puede hacer entender al PNV y UPN como
un mismo fenómeno ideológico pero a la misma vez con barniz diferenciado
y mayores o menores estridencias.
Cuando estalló la guerra del 36 no fue extraño que el PNV en Nafarroa Garaia se posicionara con el fascismo.“El
PNV, desde su ideologia fervientemente católica y fuerista, no se ha
unido ni se une al Gobierno en la lucha actual” (Napar Buru Batzar, 19
de julio 1936). El fenómeno requeté hay que entenderlo desde
similar perspectiva. En la Euskal Herria occidental las dudas y
tensiones también fueron fuertes entre dirección y bases, y no fue hasta
el último momento que no se optó por dar cuerpo al Eusko Gudarostea.
Manuel Ibarrondo y Jabier de Landaburu, este último a posteriori
sería delegado del Gobierno Vasco en el exilio de París y hombre cercano
a José Antonio Aguirre junto a diversas élites jeltzales llegarían a escribir este documento:
“Los suscritos, afiliados al PNV, manifiestan: las circunstancias
que venía atravesando la gorbernación de España y que llevaban
irremediablemente a la ruina moral y material de los ciudadanos han
hecho que unos hombres de buena voluntad, a impulso exclusivo de su sano
patriotismo, inicaron y están desarrollando activamente en estos
dramáticos momentos una cruzada de regeneración espiritual y
fortalecimiento material. En el panorama que se nos ofrece no caben ya
disyuntivas ante la anarquia reinante todavia en muchos pueblos
españoles ante la amenaza seria de un comunismo bárbaro que nada ha de
respetar… ya no le cabe duda y menos al que sea nacionalista vasco, el
que desea para este país un mínimo de libertad y de bienestar que el
comunismo nunca conseguiría…exhortamos a nuestos amigos nacionalistas a
no impedir y coadyudar al éxito inminente de quienes van a redimir tan
precioso tesoro y a gritar con ellos: ¡Viva España!, ¡Viva el País
Vasco!” (Gasteiz, 30 de julio 1936)
No son anécdotas, por un pelo no hubo un posicionamiento jeltzale
favorable a Franco gracias a la presión de las bases. El resto es
historia, y el camino bifurcado de PNV y UPN hasta hoy es fruto de lo
explicado.
PNV descartando el sabinismo hace décadas y UPN abrazando el
españolismo, han llevado a cabo la misma misión histórica y un mismo
interés de clase que se ha traducido en la gestión del régimen español.
La superación del post-carlismo acomodado es en realidad la fase
histórica en la que nos encontramos. De ahí, entre muchas otras razones,
desde una perspectiva política, institucional, económica, nacional y de
lucha de clases, el único sujeto que puede superarlo es el pueblo
trabajador vasco o navarro, que es lo mismo, mediante su emancipación
nacional y social. Ya que el régimen no es Barcina, ni Urkullu, ni UPN
ni PNV… ellos son los herederos de los que se acomodaron en él. Y sin
una perspectiva de cambio de régimen, que es el conjunto de
instituciones políticas por medio de las cuales un Estado organiza la
manera de ejercer el poder sobre la sociedad, no habrá un cambio sino
una sustitución acotada a lo posible del régimen. Que puede ser valiosa
si se conforma como una pieza más (además de ser consciente de ello)
para tumbar al régimen real pero quizás no lo sea tanto si se
auto-limita a una sustitución, pierde la perspectiva estratégica,
incluso desde sus propios lemas y mensajes más básicos.
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