"Nuestros
enemigos no son los soldados de las Fuerzas Armadas de Ucrania, que
están en las trincheras enemigas en el frente, sino la junta de Kiev, el
poder de la oligarquía."
http://slavyangrad.es/
A finales de diciembre de 2014 conocíamos
que activistas y supervivientes de la masacre del 2 de mayo en la Casa
de los Sindicatos habían sido entregados a la República Popular de
Donetsk como prisioneros de guerra. Vladislav Wojciechowsky, superviviente del 2 de mayo y detenido en Odessa el septiembre de 2014,
era uno de ellos. Ahora, desde Alchevsk y como miembro de la brigada
Prizrak, el propio Wojciechowsky cuenta el resto de la historia: qué
pasó realmente en el campo de Kulikovo, cómo fue detenido y encarcelado,
intercambiado por soldados ucranianos capturados en la guerra y cómo
llegó a la milicia de la República Popular de Lugansk.
Hace tiempo que conozco a Vlad
Wojciechowsky. Tiempo atrás, antes de Maidan, que ha marcado un antes y
un después en la historia y ha destruido Ucrania como estado, me gustaba
ir a Odessa, reunirme con los activistas locales de Borotba, incluido
Vlad. Por la noche nos sentábamos en los ruidosos patios de Odessa,
paseábamos por el bulevar Primorsky y discutíamos el futuro de la lucha
política. Recuerdo que en una de mis últimas visitas criticábamos
duramente a Yanukovich y pensábamos lo genial que sería Ucrania sin él.
Esto fue, parece ser, hace dos años.
Y ahora, dos años después, volvemos a
estar juntos en las trincheras, colocando ametralladoras en sus
parapetos, observando los movimientos de los ucros en un puesto
de control. La curiosa ironía del destino. Vlad fue uno de los
participantes más activos del movimiento Antimaidan de Odessa desde el
principio y estaba en la Casa de los Sindicatos el 2 de mayo. Como otros
activistas, se vio obligado a huir a Crimea tras la brutal represión de
la junta contra la oposición en el Campo de Kulikovo. Volvió a Odessa a
finales del verano y fue detenido y encerrado por el SBU. A finales de
diciembre, fue intercambiado por soldados ucranianos capturados y se
encontró en Novorrusia. Las autoridades ucranianas requisaron su
documentación, por lo que no puede abandonar el país. Pero esto no es
excesivamente sorprendente. Parece que ha encontrado su sitio aquí, en
el departamento político de la brigada Prizrak. Nos sentamos en el
cuartel general de Alchevsk y recordamos.
¿Había seguidores de Maidan en Odessa?
Claro, tuvimos un Maidan desde el
principio, un pequeño número de personas, varios cientos de media, que
se juntaban alrededor de un monumento al duque, pero nadie les tomaba en
serio: eran imbéciles, ¿cómo iban a tomar el poder? Nadie trató
siquiera de dispersarlos. Y los odessitas simplemente no los apoyaban.
¿Cómo los trataban las autoridades locales?
A las autoridades les entró algo de
pánico. Durante la defensa del consejo municipal, ya habíamos pasado
allí tres noches, la televisión informó de que Yanukovich había
propuesto a Yatseniuk como presidente del Gobierno. Fue una llamada de
atención porque demostraba que no había otra forma de tratar con ellos.
Yatseniuk finalmente lo rechazó, entonces ya tenía claro que el poder
había cambiado completamente de manos. Así que hubo pánico en las
autoridades locales, no sabían qué hacer.
¿Cómo surgió el movimiento del campo de Kulikovo?
Resultó que la defensa del consejo
municipal había atraído a gente de diversas organizaciones, incluyendo
algunas contra las que habíamos protestado antes, como “Unidad Eslava”.
Se tomó la decisión colectiva de crear un consejo unificado para
construir una verdadera resistencia popular contra Maidan. Se unieron
todas las fuerzas Antimaidan. Nació el movimiento del campo de Kulikovo,
porque la primera concentración se celebró en el campo de Kulikovo.
Hubo un tiempo en el que había allí una estatua de Lenin, antes de que
fuera derribada y trasladada a otra zona de la ciudad. Es una zona
enorme en el centro de la ciudad. En la primera concentración que se
celebró allí éramos unas 10.000 personas. Solo era una concentración,
aún no era una manifestación. Antes de esto, la protesta más grande que
había visto en Odessa fue la del Partido Comunista el 24 de enero de
2009 contra la vulneración de los derechos de los trabajadores. Había
unas 900 personas entonces.
Y aquí nos habíamos reunido unos 10.000 y
desde el escenario se anunció que no íbamos a irnos a ninguna parte,
que íbamos a crear un campamento. Al mismo tiempo se creó un equipo de
defensa popular, chicos jóvenes con bates que tenían que proteger el
campo de Kulikovo. Y el 16 de marzo se celebró la primera manifestación:
atrajo a 20.000 o 25.000 personas. Todos creían que podía haber un
cambio de poder.
¿Había euforia por la victoria?
Claro. 25.000 personas. En la vida se
había visto nada igual en Odessa. Yo estaba grabando al principio de la
marcha, en el cruce, donde giró en dirección al consejo municipal. Grabé
sin parar durante 40 minutos. Y la marcha aún no había terminado, no se
veía el final. Además, el 90% de los participantes no era miembro de
ninguna organización. La gente salió a la calle de forma espontánea para
evitar que pasara lo que estaba pasando en Kiev. Entonces parecía, ¿qué
Maidan en Odessa? No había nada para ellos aquí.
¿Qué pasó el 2 de mayo?
El día anterior, el 1 de mayo, tuvimos un
pequeño acto por el día del trabajo: celebramos una manifestación con
unas 4.000 personas. Para entonces la gente se había cansado de
manifestaciones, se empezaron a dar cuenta de que no conseguían nada.
Teníamos manifestaciones todos los fines de semana: la primera de 25.000
personas, luego 20.000 y luego 15.000. Todos se quejaban de que no
había más que palabras y caminatas por la ciudad. 4.000 personas en la
manifestación del primero de mayo, que estaba bien. Después todos se
retiraron a descansar.
El 2 de mayo, sin sospechar nada, sobre
las dos de la tarde fue con mi hermana al supermercado Tavria en la
calle Deribasovskaya. Fuimos (entonces empezó todo, pero no vi nada)
compramos algo y el guardia empezó a correr de un lado a otro, gritando
que todo el mundo tenía que salir, que iban a cerrar…
¿Sabía que hinchas del fútbol se habían reunido allí?
Lo sabía porque, igual que la semana
anterior cuando jugó el Chernomorets (equipo local de Odessa-Ed), había
rumores de que iban a derribar el campamento de Kulikovo, así que
llamamos a una movilización urgente para defender el campamento. Como es
normal, todos corrimos hacia allí, pero no vino nadie. Todo el mundo se
hartó y nadie se lo tomó en serio después. Así que el guardia nos echó
del supermercado y vimos un tiroteo, piedras volando, petardos…Llevé a
mi hermana a casa, entré en internet, vi las noticias y me quedé
sorprendido, porque nunca había habido tantos de estos idiotas en la
ciudad.
¿Quiere decir que era gente de fuera de la ciudad?
Eso es. Porque los fans del Chernomorets
que participaron en la manifestación “por una Ucrania unida”, en su
mayor parte dijeron “no queremos ser parte de esto” cuando todo se fue
de las manos y se marcharon al fútbol. No hablo de los ultraderechistas,
sino de quienes simplemente fueron a la manifestación.
Llamé a mi amigo Andrey Brazhevsky.
Estaba seguro de que había ido porque siempre estaba cerca de la acción.
Le pregunte: “Andrey, ¿qué está pasando? Y él dijo: “nos han apretado,
seguimos aguantando, pero no tenemos fuerzas aquí”. Le dije: “¡Vamos,
trataremos de llegar hasta vosotros!”. Teníamos que ayudas a nuestros
camaradas, no les podíamos dejar tirados. Decidimos ir al campo de
Kulikovo para ver qué pasaba allí. La gente se estaba preparando para un
ataque contra Kulikovo…
Llegamos allí a un espectáculo terrible.
Entonces había solo unas 150 personas. Además, la composición era
deprimente: unos 40 jóvenes, 50 mujeres de entre 30 y 60 años, y unos 50
hombres de entre 50 y 70 años. Un espectáculo triste, pero aun así,
cogimos palos, levantamos barricadas, nos preparamos para defendernos.
Por supuesto, todos comprendíamos que nos iban a pasar por encima, pero
no teníamos el derecho moral de abandonar a la gente. Decidimos
quedarnos con ellos, armarnos con palos, recoger piedras.
Nos juntamos hasta 250-300 personas.
Corría el rumor de que quienes se defendían en la calle Grecheskoy, a
pocos cientos de metros, venían hacia nosotros y con ellos podríamos
rechazar a la multitud. Al final llegaron exactamente 15 personas de
allí. Fueron los únicos que consiguieron escapar sin ser detenidos por
la policía. Escaparon entre la multitud, llegaron a Kulikovo, nos
encontramos…
Recibimos una llamada del centro de la
ciudad, diciendo que los fascistas ya habían pasado de Knizhku, el
mercado de libros a medio camino entre Grecheskoy y Kulikovo. Una marcha
de mil personas, varios cientos de Maidan, completamente equipados y
con armas. La mitad de ellos, con bates y cadenas. Nos dijeron que
estaban a 10 minutos, ¡preparaos! Así que miramos al perímetro. Teníamos
a una persona por para metro de barricada, así que estrechamos las
barricadas al porche del edificio.
¿En ese momento controlaban el edificio?
Nadie lo controlaba. Estaba vacío. No,
había algunos trabajadores de la Casa de los Sindicatos. Pero el 2 de
mayo, además de los guardas habituales, había chicos de los equipos de
Odessa. Decidimos quedarnos en el edificio. Como es normal, intentamos
hacer que las mujeres escaparan. Muchos acusan a los líderes de
Antimaidan de hacer entrar a la gente al edificio, pero eso es mentira.
Hay vídeos grabados por nosotros que muestran al diputado regional
Vyacheslav Markin, que murió allí, saliendo al escenario con un
micrófono, algo poco característico en él, exigiendo que todas las
mujeres y niños abandonaran el campo de Kulikovo. Y ahí estaban las
abuelas paseándose por Kulikovo con cascos y escudos. Él dice:
“Marchaos.
¿Qué estáis haciendo? ¡Marchaos! ¡No nos molestéis! No vamos a
correr para salvaros”.
Pero las mujeres son luchadoras y algunas
se negaron a retroceder de la pelea. En la confusión que siguió, la
gente corrió hacia el edificio porque podían ver que ya se acercaba la
multitud. Nosotros éramos parte del grupo que se quedó en el porche.
¿En términos militares, hubo
algún intento de reforzar las defensas? ¿Había entre vosotros expertos
que supieran mantener la defensa?
Desde el punto de vista militar, todo fue
para nada. No había una defensa propiamente dicha. Bueno, había trozos
de asfalto que habíamos roto media hora antes de que llegaran, trozos de
tarima, todo improvisado.
Había una persona con experiencia
militar, un amigo. Cuando le vimos, vino y dijo: “chicos, ¿sabéis que
todo está perdido si nos quedamos aquí? ¡Tenéis que entender esto! ¿Qué
estáis haciendo?” Dijimos: “Venga, sugiere otra cosa”. ¿Qué tenía que
ofrecer? No tenía nada que ofrecer. Y como resultado, este inteligente
asesor militar huyó y dijo al demonio con esto.
Alguna gente que tenía escudos permaneció
en el porche y empezaron a lanzar piedras. Un escudo de madera está
bien, por supuesto, para parar piedras, pero cuando empezaron a
dispararnos…
¿Qué tipo de armas usaron?
Se usó seguro un barril de 5,45mm. Era o
un rifle de caza semiautomático Saiga o un Kalashnikov de asalto. Es
probable que fueran rifles de caza, la única diferencia es que estos no
pueden disparar a ráfagas.
Cuando nuestra gente con escudos empezó a
caer, acribillados por las balas, todos entramos al edificio porque no
teníamos otra opción. Estábamos en el edificio y ellos estaban a
cuarenta metros. Nosotros tirábamos piedras, ellos estaban ahí
disparando. Ni siquiera tenían que acercarse.
Cuando todos entramos en el edificio hubo
bastante agitación. Vi a un hombre de unos 60 años junto a la ventana,
mirando. Y entonces simplemente cayó, con un tiro en la cabeza. Yo lo
vi, está claro que no fue una piedra, sino un tiro en la cabeza que lo
mató. Hubo muchas fotografías. No se podía mirar por la ventana o
volaban un par de balas o cocteles Molotov.
Seguimos tirando piedras hasta que no
tuvimos más. Había pocas piedras, nos las habíamos tenido que meter en
los bolsillos. Entonces empezamos a lanzar trozos de cristales rotos. Al
menos hacíamos algo. Fue algo confuso. Tirabas un trozo de cristal a
unos 20 metros y alguien a 40 metros te disparaba.
Entonces corrimos a una parte del
edificio que tenía una salida al lado de las escaleras. Aparentemente ya
se habían infiltrado por ahí y habían lanzado spray de pimienta. Era
pimienta normal de policía, no se podía respirar, enseguida salían las
lágrimas. Corrimos de esa zona. A estas alturas, el bajo ya estaba en
llamas…
¿Tenían algún tipo de arma, gas lacrimógeno, armas blancas?
No vi ninguna, aunque pasé por todas nuestras defensas. Realmente
no teníamos nada con lo que luchar. De haber tenido un par de
Kalashnikovs y un centenar de balas cada uno, podríamos haber ofrecido
resistencia. En ese caso habrían salido corriendo.
¿En qué momento comprendieron que era necesario salir del edificio?
Ya había mucho humo. Empecé a correr de
un lado a otro buscando a Alexey Albu y Andrey Brazhevsky.
Había mucha
agitación, mucha gente corriendo de lado a lado. En un momento, el
diputado regional Markin me cogió del brazo y me dijo: “Vlad, no te
pongas nervioso, todo va a salir bien”. Le dije: “vale, no estoy
nervioso”. Y seguí corriendo. Vi a Andrey Brazhevsky. Pero él tenía un
problema: no veía bien. Era un deportista, pero tenía mala vista y no
reconocía a la gente a más de tres o cinco metros. Le grite: “¡Andrey!”
Me oía, pero no me podía ver. Miraba, miraba, pero corrió en otra
dirección. Entonces encontré a Alexey Albu. Dijo que si había fuego, no
tenía sentido correr a pisos superiores porque no se puede saltar y
acabarás quemado o ahogado, así que vamos a quedarnos en el primer piso.
Siguiendo esta lógica, juntamos a todos
los que pudimos y de la mano, atravesamos una de las alas del edificio,
bajando las escaleras del segundo piso. Ahí hay una ventana y dos o tres
metros debajo había un parque. Seguía habiendo mucha gente bajo esa
ventana. Rompimos la ventana y pudimos coger aire. Y los que estaban
bajo la ventana gritaban: “¡vamos, salid!”.
Entonces pensamos que deberíamos guardar
nuestras defensas, aguantar en ese piso. Era un espacio estrecho y, como
es evidente, en un espacio estrecho el número de defensores no es tan
importante. Nos quedamos ahí sabiendo que el piso de encima también era
nuestro y las escaleras estaban llenas de gente. Y ahí estuvimos hasta
que un rato después uno de los ultras con cinta ucraniana se presentó
diciendo: “Ups, estáis acabados”. A mi lado había un abuelo muy mayor.
Puede que fuera un antiguo militar, iba vestido de camuflaje. Tengo
mucho respeto por ese hombre, se mantuvo firme y lanzó un puñetazo al
estómago de ese idiota. Le pegó tan fuerte en el estómago que se levantó
y salió corriendo. Yo tenía un extintor. Lo había cogido por si nos
atacaban. Tenía mucha presión. Le rocié con el extintor, se levantó y
salió corriendo. Nos lanzó un artefacto, pero falló.
Entonces decidieron hablar con nosotros.
Dijeron: “Sacad a las mujeres y después hablamos”. Dijimos: “Vale, que
puedan salir pacíficamente, sin problemas”. Volvieron a decir: “Sacad a
las mujeres, no las vamos a tocar, somos de aquí”. Contestamos: “¿De
aquí, de qué zona sois?”. Entonces dijeron: “¡Os vamos a matar a todos!”
A los ultraderechistas locales, claro, los conocemos a todos. Habíamos
tenido cinco años de conflictos, luchábamos constantemente contra ellos.
No hay más que unos 50 de esos idiotas en Odessa. Estaba claro que no
eran gente local.
Al final conseguimos sacar a las mujeres
por la ventana del segundo piso. Los bomberos nos ayudaron poniendo una
escalera. Evacuamos a ocho mujeres y quedaron siete de nosotros, cuatro
de ellos hombres menores de 35 años y el resto entre 45 y 50. Nos dimos
cuenta de que iban a rociarnos con cócteles Molotov, pero necesitábamos
una forma de salir. Ya sabíamos que este era el final, tendríamos que
pasar entre ellos, pero no había otra opción. Ya había mucho humo y no
se podía respirar. Salimos y comenzó inmediatamente. Primero bajó el
primer bombero, diciendo, “vamos, chicos, os ayudaré”. Estaba claro que
no tenía ninguna opción de sacarnos porque entonces apareció un matón
calvo, pistola en mano, diciendo “¡Libertad! Marchaos a casa”. El
bombero nos dejó ahí. Nosotros: “manos arriba”. Pero no estaba solo,
había un grupo de idiotas junto a él.
Llegamos al suelo y entonces vino otro
fascista con un bate en una mano y una cadena en la otra, agitándola
hacia mí. Yo llevaba una chaqueta llamativa verde clara: “¡Este es el
reptil que nos ha lanzado cristales!” Me sorprendió que el cristal
hubiera alcanzado a alguien. Y ahí estábamos todos, 15 personas en el
corredor que había abierto la policía…
¿La policía estaba ahí?
Sí, pero solo había unos 30, así que
¿dónde intervenir? La guerra había llegado… De hecho, estábamos
agradecidos porque sacaron a mucha gente y así los salvaron. Si hubieran
huido la multitud nos habría masacrado a todos. Abrieron un corredor
para que pudiéramos salir, había 15 policías en un lado y 15 en el otro.
Y entre ellos, cien de estos matones con bates y cadenas. Tuvimos que
salir de forma anárquica, no tuve tiempo de hacer nada. Una cadena me
dio en la cabeza cuando intentaba cubrirme. Ahora tengo una cicatriz de
esa cadena. Me golpeó y caí. Entonces algún idiota trae una bandera
ucraniana y me dice: “¡Besa la bandera!”. Ahí estaba con la cabeza
abierta. Pretendí no entender nada. Luego los suyos se lo llevaron, como
para no avergonzarse.
Entonces el tiempo parecía transcurrir de
forma diferente, es difícil recordar, mientras estaba tumbado en un
charco de sangre. Al final, ya estaba oscuro, intentamos llegar hasta la
policía. Hay un vídeo que muestra a unos cuantos de nosotros, con los
matones alrededor, riéndose y alguno escupiendo. Un abuelo intentó
cogerme de la mano y darme con una pala. Entonces la policía condujo
hasta nosotros gritando: “¡Levantaos, rápido, entrad!” Era otra prueba,
porque ahí estaba yo, con la cabeza abierta, pero al menos podía
moverme. Pero entre nosotros había algunos que estaban inconscientes,
apaleados y tuvimos que arrastrarlos. Los que pudieron, fueron hacia el
camión de policía y fueron golpeados en la cabeza con palos. Nos
arrastramos hasta el camión y arrancó mientras le pegaban con palos.
Una vez que escapamos, la policía nos
llevó a la comisaría de Malinowski. Uno de los comandantes del
departamento del distrito salió diciendo: “¡Esperad, chicos! Moralmente
estamos con vosotros, pero, no podemos hacer nada por vosotros. Tenemos
orden de deteneros a todos. Pero no voy a seguir las órdenes. He llamado
a una ambulancia, os marcháis”.
Sí, la policía estaba con nosotros. ¿Pero
qué podían hacer para dispersar a 3000 salvajes? Las 30 o 40 personas
que estaban en la Casa de los Sindicatos estuvieron a punto de no
intervenir, no podían hacer mucho. Pero no si lo hubieran hecho, no
habríamos podido salir. Nos habrían golpeado hasta la muerte. Un golpe
en la cabeza no es mortal a la primera, pero veinte veces en el mismo
lugar, es algo serio. Así que fuimos al hospital, donde me curaron.
Tenían que hacerme una radiografía, pero no quisimos esperar. Queríamos
escondernos en casa y recuperarnos, saber qué estaba pasando…
En su opinión, ¿cuál fue la
principal causa de la muerte en la Casa de los Sindicatos? Ha habido
mucha especulación sobre si los cuerpos se quemaron después de muertos…
No puedo responder categóricamente a esa
pregunta. Sí, había muchos cuerpos quemados, pero había muchos matones
con Wolfsangels y también miembros del batallón Azov. Sasha Gerasimov,
miembro del Komsomol, que había pasado 11 años en la cárcel, estaba
allí. Empezó a ahogarse por el monóxido de carbono y cayó inconsciente.
Hombres con cascos negros y Wolfsangels lo sacaron. Lo arrastraron hasta
la ventana y gritaron: “¡Salta! ¡Salta o te matamos!” ¡En el quinto
piso! Por supuesto, no saltó, trató de resistir y empezaron a pegarle.
Incluso hay un vídeo en el que se arrastra mientras le pegan. Estuvo
tres meses en el hospital, con una pierna completamente quemada, la otra
rodilla aplastada. Ahora está discapacitado, camina con bastón. Pero
creo que si no la mitad, al menos la tercera parte murieron por armas de
fuego. Estoy completamente seguro.
¿Pero los expertos vieron balas?
Los expertos lo vieron, pero trataron de
culparnos a nosotros. En el certificado de defunción de Andrey
Brazhevsky escribieron que murió por el golpe al caer de una ventana.
Pero el vídeo muestra que en la caída solo se rompió una pierna. Seguía
vivo e intentó huir. No, le remataron. Algún despreciable fascista le
fracturó el cráneo. ¿Fue la caída? Todo se ve en el video, incluyendo a
aquellos que le buscaron antes de morir.
¿Entonces tuviste que huir de Odessa?
Sí. Salimos apresuradamente la noche del 8
al 9 de mayo, o sea, una semana después. Había peligro de que nos
detuvieran. Un buen amigo avisó por teléfono al camarada Alexey Albu que
se preparaban para detener a todos los miembros de Borotba el 9 de mayo
y que era preferible que desapareciéramos. Nos fuimos todos juntos,
toda la organización, en dos coches, en taxis, y luego alquilamos un
minibús en Kherson, para ir a Crimea. Volví a Odessa el 12 de agosto.
¿Con qué objetivo?
Quería hacerlo y volví. Sabía que era
peligroso, pero no tenía nada que esconder. El SBU y la policía vinieron
a mi casa varias veces, querían que declarara como testigo del 2 de
mayo. No tenía miedo, que me llamen. Iré si hace falta. Fui testigo de
lo que ocurrió, no maté a nadie. Pero no me llamaron para declarar. Un
mes después me detuvieron, exactamente un mes después de volver. Por
supuesto que sabían que había vuelto. El teléfono estaba intervenido y
no cambié ningún número, ya que no me escondía de nadie. No tenía miedo
de nada y mi madre y mi hermana ya se habían acostumbrado a vivir con el
teléfono intervenido. Nadie se escondía, vivía en un apartamento
alquilado, trabajaba…
Cuando volví, empecé a comunicarme con la
gente de Antimaidan, la gente que no había aceptado lo que había pasado
y quería hacer algo. Salíamos por la noche y hacíamos pintadas de
“¡Fuera la junta!”, pegábamos carteles: cualquier cosa para contribuir a
la lucha. Y propaganda de Novorrusia, por supuesto. Novorrusia es el
único ejemplo de confrontación con las autoridades de Kiev, algo que no
pasaba en ninguna otra parte. Ahí es donde se izó la bandera. Y el
pueblo tomó las armas y arriesgó su vida para prevenir que esta plaga se
los contagiara.
El viernes 12 de septiembre fue una tarde
soleada de otoño, la “estación de terciopelo” en Odessa, cuando el mar
aún está templado y el aire es fresco. Era una tarde normal, nos
juntamos en un pequeño grupo, todo parecía normal. Nuestra puerta
siempre estaba abierta, no teníamos miedo. Era un patio típico de
Odessa, cualquier vecino puede pasarse sin pedir permiso. Y apareció
alguna gente. Al principio no estaba claro quiénes eran. La mitad de
ellos iban de paisano y los que iban de uniforme no llevaban insignia ni
banderas ucranianas. Lo primero que vi fue a un reptil con un
Kalashnikov nuevo, un buen casco Kevlar con dos tibias y una calavera.
Entró corriendo, gritando “¡Manos arriba!”, nos esposó y empezó a echar a
la gente de allí. Eso nos dejó a mí, a Popov y a un tercer mal hombre,
el padre Palycha Shishman, que resultó que estaba colaborando con ellos.
El camarada Popov estaba con nosotros el 2 de mayo. Ahora está en la
milicia de Lugansk, en la cuarta brigada.
Por la noche nos llevaron al SBU y varios
oficiales empezaron a interrogarnos. Ya tenían la “pidozra”,
literalmente “sospecha” en ruso. Era prácticamente una condena. Primero
documentan la “sospecha”, luego tratan de probarla en una investigación
previa al juicio, y luego trasladan el caso al tribunal. Personalmente,
me imputaron por “sospechas” bajo el Artículo 28-3: “Organización de un
grupo terrorista”. Por organización querían decir financiación. Es
decir, que si invitabas a alguien a una copa y le hablabas de
Novorrusia, ya era terrorismo. Una botella de coñac: financiación. El
investigador dijo: “de 8 a 15 años de prisión. Pero, dijo, tienes un
problema”. “¿Cuál?”, pregunté. “Que eres organizador”. “¿Y qué?”, dije.
“Puede que no 15, pero te caerán 14 seguro”.
Pasamos unos cuantos días esperando a los
abogados. Discutimos las tácticas para nuestra defensa, esperando algún
alivio del tribunal. Pero en la primera vista prolongaron las medidas preventivas.
Entonces vimos que era inútil. El abogado decía que lo mejor era buscar
que nos trasladaran a arresto domiciliario. El juez lo leyó riendo:
¿Artículo 28-3? Miró al investigador: “¿En serio? ¿Por lo que ha
hecho?”. El investigador contesta: “¡Lo han hecho!”. La juez dice que
entiende que deberíamos estar bajo arresto domiciliario. Pero que no hay
opciones, y…60 días en prisión. La juez lo dijo abiertamente: “No tengo
más opciones. Si os suelto, irán por vosotros mañana”. Así que pasé
cuatro meses en la cárcel. Allí, en Odessa. Una vez a la semana me
sacaban para que me interrogara el SBU, conversaciones poco agradables
con gente poco agradable.
¿Cómo acabaste en un intercambio?
Se debió a un duro trabajo encubierto,
porque fue muy complicado hacerse con esas listas. No teníamos conexión
con el proceso. El 26 de diciembre, a las ocho de la tarde, durante el
recuento de la noche, un oficial de alto rango vino con un documento,
leyó nuestros nombres y dijo: “Tenéis quince minutos para prepararos.
Hay un coche esperando. Sois libres. Adiós”.
Estábamos en shock. Nos iban a soltar. Se
abrió la puerta, ahí había unos cuantos idiotas de uniforme, con la
cara cubierta y uno de ellos nos dirigió a alguna parte. Entonces
creíamos que se trataba del intercambio, habíamos oído hablar de ello
antes. Nos entregaron una resolución que decía que el caso estaba
cerrado por falta de pruebas. Una nota decía que éramos oficialmente
libres. Así que pensé que con ese certificado podría salir de prisión e
ir a dormir tranquilamente a mi casa. Pero me llevaron esposado.
Soldados “Alpha” nos metieron en el maletero de una furgoneta
Volkswagen. Los Alphas se sentaron y los cuatro íbamos en el maletero.
Nos esposaron juntos, arrancaron y anunciaron que nos llevaban a
Kharkov. Ya lo sabíamos. En Kharkov reunieron a unos 200 hombres de
todas partes de Ucrania, es como un nudo de transporte. Y después, por
Izium, a Donetsk.
¿Qué pasó después del intercambio? ¿Cómo acabó en la brigada Prizrak?
En Donetsk se encargó la inteligencia
militar. Todo el mundo tenía que ser interrogado para ver quién era
realmente un separatista y quién había sido maltratado. Al día siguiente
llegaron camaradas de la RPL y me llevaron a Lugansk. El primer mes
viví con un hombre del batallón Denis Hooligan, pensando que esto era
libertad, genial. Luego encontré a Evgeny Wallenberg, a quien conocía de
Borotba. Evgeny me trajo a Alchevsk y dijo: “¿No quieres ayudarme en el
departamento político? Necesito gente inteligente, preparados
ideológicamente”. Dije que lo pensaría. Lo pensé y ahora estoy aquí.
¿Por qué piensa que la Resistencia en Odessa fue derrotada? ¿Por qué triunfó en la región de Donbass y no en la suya?
Francamente, me avergüenza contestar,
porque me avergüenza Odessa. El 70% de la población aún nos apoya. Sí,
todos tienen miedo. Pero aquí también intentaron intimidar y detener a
todo el mundo. Aquí empezaron a bombardear a la gente.
En lugar de unirse, los líderes de
Antimaidan en Odessa tiraban cada uno hacía su guerra. Algunos usaban
voluntarios para recaudar dinero en nombre de Antimaidan y lo usaban
para sí mismos. No había unidad.
Había mil personas mil quinientas
organizaciones. ¡Mil quinientas organizaciones para mil personas! Y pasó
el 2 de mayo. De haber sabido lo que iba a pasar, habríamos juntado a
20.000 personas y habríamos echado a esa basura fuera de la ciudad. Pero
resultó que en general nadie se reunió. Hubo una oportunidad, pero no
se aprovechó.
Puede que la gente no fuera completamente
consciente de lo serio de la situación. Puede que eso jugara un papel.
La mentalidad de Odessa es diferente a la de Donbass. Por naturaleza, en
Odessa son más oportunistas. El 2 de mayo nuestros enemigos
consiguieron intimidar a la mayor parte de la población. Por una parte,
es una pena y una vergüenza, ¡el miedo es una estupidez! Pero por otra
parte, puedo comprenderlo: piedras contra rifles no da muchas
posibilidades.
¿Cómo ve la resolución del conflicto? ¿Ve Odessa liberada?
Lo veo. Incluso veo Kiev liberado…
¿Debería Novorrusia
establecerse sobre las fronteras de las regiones de Donetsk y Lugansk o
incluyendo las ocho regiones del sudeste de Ucrania? ¿O debería Ucrania
ser liberada de la junta y reconstruido el país?
Como he dicho, alrededor del 70% nos
apoyan. Ahora viven bajo una ocupación. Entiendo que no podemos dejarlos
así. Como no podía dejarse así en 1941-1945. Es necesario, como dice,
reconstruir el país sobre una nueva base. Novorrusia es una nueva
bandera, izada por mucha gente que quiere separarse y construir su
propio estado. Pero un país vecino, Ucrania, está sufriendo, y tenemos
el deber de ayudarles a deshacerse de la junta. Y dar al pueblo la
libertad de elegir en qué país quiere vivir, que puedan elegir su
Gobierno. Liberarlos de la ocupación es solo el principio. Nuestros
enemigos no son los soldados de las Fuerzas Armadas de Ucrania, que
están en las trincheras enemigas en el frente, sino la junta de Kiev, el
poder de la oligarquía.
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