"...En todos esos casos, en que se produjeron tiroteos y hubo muertos de
ambas partes, sólo los miembros de las Fuerzas de Seguridad han sido
considerados víctimas por el Gobierno Vasco. Y lo que es aún peor,
cuando los únicos muertos han sido militantes de ETA o autónomos tampoco
ha considerado, en la gran mayoría de los casos, que se produjera
vulneración alguna del derecho a la vida de los militantes muertos a
tiros."
Xabier Makazaga, investigador del terrorismo de Estado
GARA
Cuando la Guardia Civil detuvo a cuatro personas acusadas de
homenajear a la militante de ETA Lutxi Urigoitia, a la que esa misma
Guardia Civil mató de un tiro en la nuca a bocajarro en Pasaia, en 1987,
se supo que el Gobierno Vasco había incluido a Urigoitia en unas listas
de personas a las que se había vulnerado el derecho a la vida y que
dirigió a 128 ayuntamientos.
Entonces, el Gobierno se apresuró a aclarar que su caso lo habían
incluido en el apartado de «casos que necesitan mayor contraste e
investigación», y subrayó que no aseguraban que Urigoitia hubiese sido
víctima de las Fuerzas de Seguridad, ni valoraban la pertinencia de
impulsar homenajes en su recuerdo. Cabe recalcar que absolutamente todos
los militantes de ETA y de los Comandos Autónomos Anticapitalistas
muertos a tiros por las Fuerzas de Seguridad, e incluidos por el
Gobierno Vasco en esas listas de personas a las que se ha vulnerado su
derecho a la vida, se encuentran clasificados en ese apartado de casos
no esclarecidos. Han incluido a todos ellos en dicho apartado, aunque en
la mayoría de los casos esté más que claro lo que sucedió.
Es el caso, por ejemplo, de cuatro militantes autónomos muertos
asimismo en Pasaia, como Lutxi Urigoitia. En la lista dirigida al
Ayuntamiento de Pasaia, el Gobierno Vasco también ha incluido a esos
cuatro militantes en el apartado de casos no esclarecidos, pese a que,
tal y como se afirma en dicha lista, «partidos como PNV y EE catalogaron
los hechos como ‘acto de fusilamiento’».
Según la versión oficial, los policías respondieron a los disparos de
los militantes, pero en realidad éstos llevaban las armas en bolsas de
las que jamás salieron. Encima, muchos de los 113 impactos de bala que
recibieron, algunos a muy corta distancia, eran de postas, munición de
uso prohibido para las Fuerzas de Seguridad.
Ese caso al menos lo han recogido en las listas de personas a las que
se ha vulnerado el derecho a la vida, aunque pretendiendo que no está
claro lo que sucedió, pero otros muchos no los han recogido en absoluto.
Y no ha sido desde luego debido a errores u omisiones involuntarias,
que se reconoce puede haber en esas listas, sino a causa de una clara
voluntad de no incluirlos.
Así puede verse bien claro, por ejemplo, en la antes mencionada lista
dirigida al Ayuntamiento de Pasaia, en la que el Gobierno Vasco ha
incluido a Lutxi Urigoitia y los cuatro militantes autónomos. Una lista
que comienza con el sargento de la Guardia Civil Jerónimo Vera muerto en
1974, en pleno franquismo, y donde se explica que se trató de un
«intercambio de disparos durante una detención. En el tiroteo muere
asimismo Iñaki Iparragirre Aseginolaza, miembro de ETA, de 18 años».
Ésa fue la versión oficial de los hechos, según la cual dos guardias
civiles del servicio de información se dispusieron a detener a Iñaki
Iparragirre «Iparra», se produjo un tiroteo y resultaron muertos uno de
los guardias y el militante de ETA. A saber lo que sucedió en realidad,
pero en todo caso está meridianamente claro que no se trató de un
atentado, sino de un episodio similar al que se produjo en Pasaia cuando
mataron a Lutxi Urigoitia. Por eso es tan difícil de entender que el
Gobierno Vasco niegue que se vulnerara el derecho a la vida de «Iparra» y
afirme que la única víctima de dicho tiroteo fue el sargento de la
Guardia Civil.
Otro tanto ha hecho el Gobierno en varios casos similares, el más
conocido de los cuales se produjo en Iruñea en enero de 1978. Dos
militantes de ETA fueron, según “El País”, «sorprendidos por inspectores
de Policía, entablándose a continuación un tiroteo» en el que ambos
militantes resultaron muertos, además de uno de los inspectores de
Policía.
El entonces Ministro del Interior Rodolfo Martin Villa resumió lo
sucedido con una frase que pasó a la posteridad, «2 a 1 a nuestro
favor», y ni qué decir tiene que el policía muerto está en todas las
listas de víctimas de ETA. En cambio, a los dos militantes de ETA
muertos entonces se les niega dicha condición y el Gobierno Vasco
asegura que no se les vulneró el derecho a la vida.
En todos esos casos, en que se produjeron tiroteos y hubo muertos de
ambas partes, sólo los miembros de las Fuerzas de Seguridad han sido
considerados víctimas por el Gobierno Vasco. Y lo que es aún peor,
cuando los únicos muertos han sido militantes de ETA o autónomos tampoco
ha considerado, en la gran mayoría de los casos, que se produjera
vulneración alguna del derecho a la vida de los militantes muertos a
tiros.
Según dicho gobierno, durante el franquismo ETA vulneró el derecho a
la vida de absolutamente todos los miembros de las Fuerzas de Seguridad
que mató, empezando por el torturador Melitón Manzanas, pero dichas
Fuerzas de Seguridad franquistas no vulneraron el derecho a la vida a la
gran mayoría de los militantes de ETA que mataron. Y ha aplicado el
mismo criterio en los casos de otros muchos militantes de ETA o
autónomos muertos más tarde a tiros.
En su día, el general de la Guardia Civil José Antonio Sáenz de
Santamaría dejó muy claro que los militantes detenidos les daban
información (después de torturarlos a fondo, claro) y los muertos
satisfacción. Sobran los ejemplos en los que fueron descaradamente a
obtener la satisfacción mencionada por el general, pero el Gobierno
Vasco no cree que en la gran mayoría de dichos casos se produjera
vulneración alguna del derecho a la vida.
Por eso, salta a la vista que su relato no es en absoluto imparcial. Y
el suelo ético que pretende imponer a la izquierda abertzale tampoco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario