"...la única opción razonable y que nos apremia es
prepararnos, con todas las consecuencias, para la inexcusable tarea de
destruir el capitalismo y construir el socialismo."
Intervención en las Jornadas "Salir del Euro" que tuvieron lugar en Barcelona el 10 y el 11 de octubre
LA HAINE
LA HAINE
La tragicomedia representada por Syriza
este verano de 2015 ha tenido la virtud de poner de manifiesto ante
grandes sectores de la población las claves del momento político que
caracteriza a las sociedades de una buena parte de los países de Europa y
América Latina. Se han hecho evidentes puntos de ruptura que hasta este
momento sólo eran percibidos por minorías con capacidad de influencia
muy limitada.
Las políticas imperialistas en el marco de una gravísima crisis
general del capitalismo no tienen ningún margen de maniobra para
acciones sociales que mejoren – aunque sea mínimamente – las condiciones
de vida de sus poblaciones.
En el marco de la UE y del Euro es imposible cualquier otro tipo de
políticas que no sea la profundización de las medidas de austeridad.
La capitulación absoluta de Syriza marca la debacle de sus imitadores de la “izquierda radical” o de la “nueva izquierda”.
En definitiva, aparece en primer plano de la escena la demostración
palpable de que no hay democracia.
El mito de la vuelta al “Estado del Bienestar” y a la “Europa
Social”1, más falso que un trilero de la calle Sierpes, se ha utilizado
sin sonrojo durante décadas como señuelo por todo tipo de reformismo,
desde los viejos socialdemócratas hasta los radicales modernos, pasando
por los grandes sindicatos del sistema. El objetivo era rendir el
enésimo servicio a la burguesía de desactivar el conflicto social y
sobre todo de evitar que la clase obrera identifique a sus enemigos y,
en consecuencia, sus tareas ineludibles. Su última y agónica edición por
estos lares han sido las llamadas Euromarchas, versión camuflada de la
Cumbre Social y de Podemos para, haciéndose pasar por las Marchas de la
Dignidad, ofrecer una palestra a los líderes “viejos” y “nuevos” del
mismo reformismo.
Esa máscara que tardó décadas en caer, se ha desplomado en Grecia en
siete meses y se desactiva a pasos agigantados en el Estado español,
mostrando que carecen de las condiciones indispensables para ser
instrumentos útiles para resolver los gravísimos problemas del pueblo
trabajador.
La enorme crisis del capitalismo le obliga a mostrar su cara más
brutal. Y se manifiesta, tanto en el saqueo y la destrucción de países
de la periferia (aunque como demuestra Ucrania y demostró Yugoslavia el
fuego está cada vez más cerca del centro), como en la liquidación de
políticas socio-laborales en los países nucleares del sistema y que le
permitieron rodearse de un cierto colchón legitimador en otros tiempos.
Ahora ya no hay ni siquiera migajas con las que engrasar la colaboración
de clase.
Y en Europa la representación política del imperialismo es la UE y
muy especialmente todo el andamiaje institucional de la Eurozona. Su
brutal aparato de dominación, pisoteando cualquier ilusión de democracia
o de soberanía, es el que se ha revelado ante todos los focos de la
escena en Grecia y es el mismo que gobierna con mano de hierro todos los
países del Euro.
Red Roja prácticamente ha sido la única organización política que
analizó en detalle – hace más de dos años - los infernales mecanismos
legales que concretan el férreo control por parte de la Troika del gasto
de todos los gobiernos (municipales, autonómicos, estatal y de la
Seguridad Social) a los objetivos de déficit y de reducción de la deuda
pública, en todos los estados que integran la Eurozona. El Tratado de
Estabilidad, Coordinación y Gobernanza de la Unión Económica y Monetaria
de 2012 y la Ley Orgánica que lo desarrolla en el Estado español2 son y
serán – para cualquier hipotético gobierno “de izquierdas” que pueda
surgir de las elecciones generales – las mismas corazas de hierro que se
han impuesto a Syriza. Tanto PP, como PSOE, como todas las derechas
nacionalistas los apoyaron con su voto. Y los que no lo hicieron como IU
o Podemos carecen de credibilidad alguna si plantean políticas
anti-recortes sin confrontar con ese marco institucional y legislativo.
Esta realidad incontestable ha barrido de un plumazo las políticas
ilusas de Syriza y de los muchos “syrizos” locales que proponían
“convencer” a la oligarquía financiera de que pusiera fin a los
memorandos alegando las necesidades perentorias del pueblo griego, el
respeto a su soberanía y a la democracia para así, desde dentro,
reformar la UE y recuperar la “Europa Social”.
La realidad es que el gobierno de Syriza, o estaba compuesto por una
panda de ilusos ignorantes (a pesar de que su gobiernos estaba plagado
de flamantes profesores de universidad, como sus imitadores de por aquí)
o mentían como bellacos creyéndose sus propios infundios.
Es un escarnio y un insulto a su pueblo que se alegue la traición a
su buena fe después de los centenares de ejemplos históricos que
muestran con ríos de sangre que el capitalismo, y mucho más en tiempos
de crisis, no conoce otros límites que los de la fuerza popular que sea
capaz de oponérsele.
Lo que interesa saber a la clase obrera y a los pueblos de Europa es
que lo que prometía Syriza y lo que propugnan todas las fuerzas
políticas integradas en el Partido de la Izquierda Europea (PIE) – entre
ellas Die Linke (Alemania), Frente de Izquierdas (Francia), Bloco de
Esquerdas (Portugal), y en el Estado español por Podemos, Partido
Comunista de España, IU y Esquerra Unida y Alternativa – es
materialmente imposible. Todos ellos arrastran a la gente hacia el
callejón sin salida de la reforma de la UE y de la “Europa Social”.
El problema de Syriza y de todos ellos es que engañan al pueblo
haciéndole creer que hay democracia y que los pueblos son soberanos, que
a través de las elecciones se pueden resolver sus problemas. Primero
derrotan al pueblo, le debilitan, le enfangan con los cantos de sirena
electorales y le ocultan sus tareas históricas. Después adoptan poses
trágicas y dicen que no se podía hacer otra cosa porque los
representantes de la Troika son “antidemocráticos”3.
Lo esencial es saber que el juego se termina. Que la crisis acelera
los tiempos políticos, que las contradicciones se agudizan y que
desaparecen las formas intermedias. Cuando se acercan períodos álgidos
de la lucha de clases es preciso decir la verdad a la clase obrera y al
pueblo trabajador y convocar y preparar la organización de la
resistencia para una etapa de confrontación larga y dura.
La cancelación unilateral de la Deuda, la salida del Euro y de la UE,
la expropiación de la banca y de los grandes monopolios, y la salida de
la OTAN, son puntos programáticos y de ruptura con el orden existente
inexcusables. Pero son inalcanzables si no se apuesta por construir la
fuerza obrera y popular capaz de llevarlos a cabo.
Si nos ponemos de rodillas (o nos arrastramos como Tsipras), Merkel,
Lagarde, Junker, etc parecen gigantes. Por lo demás, sólo en la
construcción de esa fuerza es como conseguiremos la mejor garantía para
preservar nuestros derechos y conquistas.
Las opciones reformistas, las mismas del pasado en copa nueva, se
desgastan a muchas más velocidad que las originarias. Quienes sabemos
que tenemos enfrente a un sistema en gravísima crisis que se nutre de la
destrucción de la vida y que administra una burguesía criminal, seremos
responsables si no aprendemos las duras lecciones de la historia.
Urge que multipliquemos nuestro empeño para ayudar a que cada vez más
sectores de la clase obrera y de nuestro pueblo dejen de seducirse por
la misma socialdemocracia travestida de “radicalidad” y vean claramente
que es irracional esperar cambio positivo alguno mediante opciones
meramente electorales sin fuerza obrera y popular organizada que las
respalde. Y que la única opción razonable y que nos apremia es
prepararnos, con todas las consecuencias, para la inexcusable tarea de
destruir el capitalismo y construir el socialismo.
6 de octubre de 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario