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2015/11/06

TRASFONDO DE LAS ILUSIONES por Gabirel Ezkurdia Arteaga

"El proceso de destrucción del “capitalismo de rostro humano” antes mencionado ha convertido a todas las fuerzas socialdemócratas europeas en lo que ahora se denomina social-liberales, y ello ha llevado a que muchas fuerzas socialistas se hayan rebajado a la servil socialdemocracia en aras de recuperar las cotas de bienestar del malogrado modelo socialdemócrata occidental herido de muerte “por la crisis”."
                                                                                             

                         Tras el final de la II Guerra Mundial en Europa, el Occidente capitalista debía proporcionar un modelo homologable, en cierto modo en lo social, a la alternativa socialista. La socialdemocracia una vez más fue la encargada de articular un modelo de capitalismo de rostro humano que, pactado con los liberales y conservadores, vertebró lo que hasta hace poco denominábamos “estado del bienestar”.

El final de la Guerra Fría, la emergencia económica de otras zonas geoestratégicas en el planeta, la Revolución tecnológica y sus progresiones geométricas a la enésima potencia, de las que se deriva el mal llamado proceso de globalización, y la escalada neoimperialista del Nuevo Siglo Americano son, entre otras variables, los ejes sobre los que el capitalismo ha involucionado de modo directo ese modelo del “bienestar “europeo destruyendo los mimbres sociales, homologando y actualizando éste al capitalismo salvaje original de que “Europa” se salvó “gracias” a la existencia de la URSS.

De ahí que vivimos tiempos vertiginosos en los que parece que todo cambia y evoluciona de modo constante, y superficialmente lo hace, obviando que las esencias de nuestra vivencia siguen estando asentadas en parámetros y principios que no se han movido tanto: El Sistema sigue siendo en esencia el mismo. Es el Mal, es el Capital.

Una de las dinámicas que la Revolución Tecnológica ha generado ha sido la de priorizar la inmediatez, eliminar los tiempos intermedios. El corto plazo como espacio temporal para, en función de un materialismo inflacionario, articular metas de alto nivel satisfactorio en el hedonismo pero por tanto de carácter efímero.

En los tiempos que vivimos, la histórica capacidad contemporánea por recibir información, que no procesarla, nos permite conocer de primera mano y en tiempo real, procesos políticos y sociales internacionales que hace dos meras décadas solo eran objeto de laborioso estudio de expertos. Hoy cualquier persona tiene acceso a información suficiente como para conocer en profundidad y por ende tener un criterio político sobre cualquiera acontecimiento mundial.

Y en ese escenario Euskal Herria como otros pueblos del mundo sube y baja en la montaña rusa de la ilusión que se deriva de un importante número de procesos y acontecimientos internacionales que instintivamente seguimos con simpatía y pasión. Lo denominamos “el tren de los tiempos” y “no debemos perder este tren”. Ha habido muchas estaciones. Desde el proceso en el Norte de Irlanda hasta la consulta escocesa, los procesos de independencia balcánicos y sus efectos en la jurisprudencia internacional, la explosión independentista en el Principat catalán, los ejemplos del gran Pepe Mujica, el histórico resultado de Syriza en Grecia, el reciente triunfo del movimiento kurdo y sus aliados de izquierda en la autoritaria Turquía, el surgimiento de Podemos en el Estado Español…

Hechos diferentes que han ilusionado e ilusionan a mucha gente y permiten articular iniciativas inspiradas en esos procesos. Más aun cuando Euskal Herria vive un momento de gran transcendencia histórica, en el que debe articular en pos de su liberación los réditos de décadas de resistencia ante la asimilación, con las nuevas dinámicas multisectoriales unilaterales que por la vía de la transversalidad y el consenso amplio, deben dar pie a la posibilidad de desarrollar un programa de poder popular hegemónico que asiente la hoja de ruta definitiva hacia la Emancipación.

Así, un importante sector de la sociedad vasca trata hoy de activar este proceso desde la ilusión colectiva como eje vertebrador de esa vía de tránsito, partiendo de una conceptualización de la ilusión como un concepto sinónimo de viva esperanza basado en expectativas favorables depositadas en personas o cosas, pero descuidando, desde mi punto de vista, un elemento ineludible: el fundamento ideológico de la realidad que por la ilusión se quiere cambiar.

Porque la ilusión es ambivalente y etimológicamente también está vinculada a iluso y este a conceptos como engaño o percepción irreal.

Sabemos que en esta fase del proceso es indispensable aglutinar sectores y articular instrumentos homologables por el Sistema para avanzar, en las instituciones y en las calles, hacia la vertebración de mayorías hegemónicas. Pero no debemos olvidar que ni el Estado unionista totalitario español, ni el capitalismo internacional que ha involucionado de modo brutal radicalizándose en sus objetivos de expolio en eso que llaman “crisis”, se van a rendir por los votos o por las mayorías. La esencia antidemocrática de estos garantiza que nunca aceptarán por las buenas el dictado democrático popular.

En próximas fechas la iniciativa GED acometerá con otro hito en la convocatoria de masas. No hay duda de que esto es necesario, grandioso, excitante y sobre todo ilusionante. Pero yo echo en falta, como otras tantas veces en nuestro país, una gestión correspondiente a tamaña movilización. Tamañas movilizaciones han de ser determinantes. Muchas veces las movilizaciones históricas se convierten en meros hitos sociológicos, sin más recorrido, que siguen cubriendo una fecha fija en el calendario hasta su agotamiento. El problema es la existencia de un déficit en la gestión a posteriori de esas movilizaciones, porque estas no están articuladas como instrumentos puntuales de calado en un protocolo político, sino como espejos puntuales reflejo de una realidad y acontecimientos reafirmantes e ilusionantes ante el muro del No. Este es el gran problema, el No. El negacionismo.

El problema es que tanto en el ámbito de análisis nacional, como en el ámbito de construcción del socialismo, las dinámicas generales de “velocidad” e “inmediatez” que los tiempos imponen han acabado por desarticular el sistema de alarma ideológico-intelectual que debe existir en todo proceso político. 

Ante el No del Estado ofrecemos un caramelo, una salida democrática. Y gozamos de bonitos envoltorios pero olvidamos a qué sabe el caramelo, y el caramelo sabe a independencia y socialismo. El estado lo sabe, pero a nosotros se nos olvida su No, porque por comodidad, infantilismo o autocomplacencia estamos embelesados con lo bonito que ha quedado el envoltorio.

Los negacionistas no quieren que desenvolvamos el caramelo, nos enredan con el envoltorio y nos pierden y perdemos en debates sobre éste.

No es un contexto fácil. A nivel nacional niegan, no solo nuestra existencia como Nación sino nuestras opciones a articular un proceso político democrático, obstaculizándolo con sus instrumentos legales, colaboracionistas o represivos. El paradigma es un acontecimiento reciente:”Nosotros los demócratas” en 2015 siguen homologando como democrático un estado, que como en el “franquísimo”, encarcela a un joven vasco por colocar una ikurriña en Sanfermines.

Es el Sistema autodenominado ”Nosotros los demócratas”. La memocracia partitocrática atada y bien atada. Pero ¿de verdad alguien piensa que un coto cerrado de partidos de fiel obediencia financiera articula algún tipo de representación ideológica plural coherente de la voluntad popular? Es un hecho ver cómo en el día a día la actividad política de los partidos es semejante: legitimar el Sistema neoliberal y gestionar los intereses del Capital (al que nadie ha elegido). No existen diferencias ideológicas entre ellos, no existen programas diferenciados. Los resultados electorales de mayo demuestran que en efecto el eje ideológico de los partidos mayoritarios es Liberal, es votar al mismo partido ya sea liberal-conservador o social-liberal.

Y mientras ese contexto de represión antidemocrática del Estado negacionista y unionista “de rostro humano” nos abruma, gran parte de nuestro pueblo es ajeno a la otra negación fundamental: la inexistencia de “la lucha de clases” y la inexistencia de alternativa al modelo capitalista. Y así por poner otro ejemplo actual, el estado negacionista en lo nacional, se va para arriba, y por esa esencia liberal que lo rige nos impone a escondidas (con el consenso de “todos los partidos del Sistema” (o sea el Partido Único: el Liberal) ataques directos, como el TTIP TISA, a la clase trabajadora que son involución incluso a sus propias leyes económicas y de mercado. Pero no pasa nada.

Y ahí está el drama. El proceso de destrucción del “capitalismo de rostro humano” antes mencionado ha convertido a todas las fuerzas socialdemócratas europeas en lo que ahora se denomina social-liberales, y ello ha llevado a que muchas fuerzas socialistas se hayan rebajado a la servil socialdemocracia en aras de recuperar las cotas de bienestar del malogrado modelo socialdemócrata occidental herido de muerte “por la crisis”.

El golpe del gran Capital al modelo socialdemócrata es indiscutible. Tras desregular la economía financiera a nivel mundial, ahora llega la desregulación comercial y alimentaria. Criminalizó la gestión pública por su carestía, ineficaz y corrupción promocionando las privatizaciones de sectores estratégicos. Saqueó las provisiones sociales imponiendo el terror para promocionar los planes de pensiones, los seguros privados, las privatizaciones de ahorro social.

Refundo las Centrales Sindicales como gestores de empleo empresariales. Blindo los beneficios empresariales bajo múltiples formas jurídicas. Homogeneizó mediante privilegios sectarios los programas políticos y económicos de todos los partidos y sindicatos que debían mantener estable el Sistema ante tamaña desnaturalización expoliadora.

Un golpe en toda regla pero los trabajadores sin perspectiva global e ideológica y olvidando otra vez el caramelo, piensan en protegerse mediante luchas inmediatas, de supervivencia, contra los recortes, por los subsidios…logros puntuales, inmediatos, que nos den vidilla, que nos acerquen a “lo perdido” el “estado del bienestar” que nos cedió USA en el 45 para que no nos sedujera el socialismo. Envoltorios vacios.

Y para conseguir logros inmediatos, al “corto plazo vigente”, hace falta dejarse pelos en la gatera. La inmediatez exige que muchos objetivos sean rebajados, “negociados”…sin darnos cuenta de que el Estado Negacionista no pierde nunca porque juega en su terreno.

Y así asumimos que el derecho al trabajo se convierte en un privilegio, y que es mejor el trabajo precario que no tener trabajo…De la “lucha de clases” pasamos a la “lucha en la clase”: Fijos contra temporales, funcionarios contra interinos, autónomos laborales contra precarios, becarios contra parados…
Por eso la ilusión, si acaso es necesaria, no es suficiente. Debe sustentarse en un correcto análisis del escenario. El caso de Podemos por ejemplo está siendo paradigmático. Su ansia por llegar “al poder” para “cambiarlo todo” le está haciendo rebajar y readecuar decenas de objetivos que realmente cuestionaban el Sistema, porque se ha creído que “el centrarse” le va a llevar al hegemonía…pero esa hegemonía de producirse sería meramente electoral, no de poder…El Sistema nunca pierde las elecciones.

Syriza ha sido otro ejemplo de que por la socialdemocracia es posible crecer en apoyos pero imposible construir una alternativa. EL Partido Comunista heleno, KKE, en su programa daba las claves para hacer frente al escandaloso expolio de Grecia (romper con la UE, salir del euro, de la OTAN y articularse hacia nuevas alianzas internacionales…) hoy Syriza está entre la espada y la pared, continuismo austero o la ruptura que propugnan los camaradas del KKE (poco vendible porque supone un sacrificio pero…y ¿el sacrificio de seguir en la UE es menos?), la Troika no cede a terceras vías socialdemócratas. La socialdemocracia ha muerto porque ya no le es útil al Capital.

Estado del Bienestar que Syriza, Podemos e incluso sectores de EHBildu pretenden recuperar nunca volverá (Euskal Herria es en este análisis un escenario difenciado específico “como es norma”). Exigiría un pacto social entre Capital y Trabajo que hoy por hoy el Capital no está dispuesto a aceptar. El expolio social que llaman “la crisis”, la destrucción del “estado social”, no ha sido una casuística baladí. Es irrecuperable porque ha supuesto el incremento del beneficio de las rentas y patrimonios del Capital. 

Esa negada “lucha de clases” la está ganando el Capital. Las conquistas sociales del la clase trabajadora han desaparecido, como la misma conciencia de clase de los trabajadores.

Ahora estos son los “ciudadanos”, entes lobotomizados por “la ilusión” del “emprendedor” “del hombre hecho a sí mismo” en plena “American way of life europea 2.0” viven serviles a la sociedad de consumo y de adoctrinamiento hedonista que les explota pero…

Toda reforma socialdemócrata de lo existente tiene fecha de caducidad: la decide El Gran Capital, de ahí que lo obvio sea que la única vía de emancipación democrática para construir una democracia real es el socialismo.
Porque no existe democracia sin socialismo y no existe socialismo sin conciencia de clase lo mismo que no existe nación sin conciencia nacional. Ahí está la clave.

Acabar con las lobotomizaciones ideológicas parciales o con las narcotizaciones ilusorias en fundamental para activar las consciencias. La lucha y la formación ideológica son los elementos definitivos en la construcción y desarrollo de esa conciencia dual necesaria para que todas las personas seamos libres y conscientes, capaces de entender y analizar el cuadro general. Que las visiones parciales derivadas de la inmediatez y de la ilusión no deben hacernos miopes ante el diagnóstico general. Es vital para no caer en falsas ilusiones tener un diagnóstico nacional y de clase que nos permita estar ilusionados para crear las condiciones y vertebrar los procesos con éxito. Entonces sí que estará “en nuestra mano”.

Existen mimbres ilusionantes. La debilidad del unionismo negacionista es histórica y el nivel de conciencia nacional es el más alto de la Historia. Tampoco hay palabras para reconocer el sacrificio de generaciones que han impedido la asimilación. Las crisis cíclicas del Capital son cada vez más cortas y virulentas y por definición ello significa que su fin no está tan lejano.

Es por tanto tiempo de ilusión y de esperanza, de rentabilizar años de lucha y de conocimiento sabiendo complementar todo ello al vertiginoso avance y los cambios que vivimos en esta compleja era del individualismo cibertecnológico.

Pero es necesario ser conscientes también de que no hay vida sin parto y no hay parto sin dolor. Lo mismo que desde el autonomismo no hay vía a la independencia, desde las políticas socialdemócratas serviles al Capital no hay camino hacia el socialismo anticapitalista. Siempre habrá de haber una ruptura, lo impone la esencia totalitaria de ambos negacionismos.

Liberar nuestra nación democráticamente exige confrontarnos democráticamente con el negacionismo unionista protocapitalista y ese proceso conlleva algún nivel de sacrificio, de penalidad colectiva, si de verdad el proceso de liberación queremos que sea pleno: el estado vasco independiente. Pero de nada sirve un estado independiente si es súbdito del Gran Capital patriarcal internacional. La soberanía nacional debe ser soberanía política, de género, agroalimentaria, económica, comercial, financiera, medioambiental…es decir soberanía socialista y feminista.

Es el Mal, es el Capital

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