"En un mundo con reconocida pérdida de
biodiversidad, se clama por la necesidad de conservar especies altamente
interactivas, con el lobo como emblema, en virtud de su papel
ecológico. Muchos trabajos científicos modernos demuestran el papel y la
relevancia que los grandes depredadores tienen para la supervivencia a
largo plazo de la biodiversidad de los ecosistemas que ocupan."
Algunos países europeos
estudian la reintroducción del lobo como forma de mejorar los
ecosistemas. En contraste con esta situación, en Euskadi, a pesar de que
el lobo es la única especie de gran carnívoro, es vilipendiado y
erradicado, ignorando todas las recomendaciones y obligaciones legales
que protegen a esta especie, así como su importante papel en los
ecosistemas.
La conservación de la biodiversidad es una responsabilidad ineludible
y una de las metas de la Estrategia Vasca de Desarrollo Sostenible.
Euskadi tiene la responsabilidad ética y legal en su marco territorial
de promover la restauración ambiental y la protección de la
biodiversidad (Ley 16/1994, Ley 3/1998, Directivas comunitarias, etc.). A
nivel internacional, el objetivo de la Iniciativa para la Conservación
de los Carnívoros en Europa es tener un mayor número y presencia de
estos mamíferos ocupando cada vez áreas de distribución más amplias, de
modo que estos depredadores puedan subsistir de presas naturales y donde
haya una coexistencia mediante políticas de gestión racionales.
Los trabajos internacionales sostienen que la conservación de los
carnívoros requiere un triángulo de consideraciones: motivación,
legislación y conocimiento. Los grandes carnívoros son más que meros
números, pues establecen intrincadas relaciones sociales, especialmente
evidentes y determinantes en animales sociales como el lobo. La
extracción de ejemplares mediante la caza deportiva y los controles de
población –eufemismos de exterminio– genera efectos en la estructura de
población y demografía escasamente conocidos, merecedoras de una
consideración especial, sin ahondar en las consideraciones éticas sobre
la caza deportiva. La persecución humana sobre los grandes carnívoros
afecta no solo a sus poblaciones, sino también a su papel regulador en
los ecosistemas, lo que debe ser considerado en los modelos de gestión
para asegurar la conservación a largo plazo.
El lobo genera biodiversidad pero es erradicado en Euskadi
Mientras en algunos países europeos se estudia su reintroducción como
herramienta para la restauración de ecosistemas, y en Norteamérica ya
se valora positivamente su efecto, en Euskadi, donde el lobo es la única
especie de gran carnívoro (no hay linces ni osos), es vilipendiado y
erradicado, ignorando todas las recomendaciones y obligaciones legales
señaladas arriba.
Matar lobos altera su estructura social: tamaño de grupo,
supervivencia, comportamiento. En un mundo con reconocida pérdida de
biodiversidad, se clama por la necesidad de conservar especies altamente
interactivas, con el lobo como emblema, en virtud de su papel
ecológico. Muchos trabajos científicos modernos demuestran el papel y la
relevancia que los grandes depredadores tienen para la supervivencia a
largo plazo de la biodiversidad de los ecosistemas que ocupan. En aras
de conservar esta biodiversidad se debe prestar especial atención al
reestablecimiento de las comunidades de grandes depredadores allá donde
han sido exterminados y donde existan hábitats viables.
El lobo también forma parte de esa biodiversidad aunque sus
beneficios ecológicos son sistemáticamente ignorados por las
administraciones vascas, creando escenarios de supuestos conflictos de
intereses, en los que la ganadería aparece como la única actividad
generadora de biodiversidad en la Red Natura 2000, mientras que se
considera que el lobo afecta negativamente a estas zonas protegidas por
Europa, a pesar de ser, paradójicamente, una Especie de Interés
Comunitario.
Para comprobarlo basta con leerse el Plan de Gestión del Lobo en
Álava, aprobado recientemente –más parece un alegato al exterminio de
sus poblaciones–, pues recoge todo tipo de argucias para sugerir que el
lobo pone en peligro la ganadería extensiva y por lo tanto hace peligrar
la biodiversidad en la Red Natura 2000. Pero cuando analizamos esta
cuestión vemos que solo el 11,5% de la superficie alavesa declarada de
interés comunitario son hábitats supuestamente relacionados con la
actividad ganadera. Es más, se sugiere que la presencia del lobo va a
suponer la desaparición de la ganadería extensiva y la de las aves
rapaces carroñeras presentes en las Zonas de Especial Protección para
las Aves (ZEPA), pero sin aportar datos científicos ni referencias
bibliográficas.
No conocemos ningún lugar del mundo donde la aparición del lobo haya
supuesto la desaparición de la ganadería, y pese a ser un argumento
recurrente, nadie, ni los sindicatos agrarios vascos, ni ninguna
administración vasca nos ha proporcionado ninguna referencia en ese
sentido. Todos los argumentos expresados en el Plan de gestión conducen a
un supuesto “conflicto de intereses de conservación”, lo cual es
esgrimido para amparar las prácticas de control de lobos. Así, desde
2008 opera una patrulla de control de lobos integrada por 4 personas,
financiada con dinero público y que supone un desembolso de al menos
208.000 euros cada dos años, mucho más que el presupuesto total para los
planes de recuperación de algunas especies amenazadas.
500 adultos reproductores en toda la Península
El lobo es una Especie de Interés Comunitario en toda la Unión
Europea, y un taxón catalogado como Casi Amenazado en España, según el
Atlas y libro rojo de los mamíferos terrestres de España. Cuenta con un
estatus poblacional similar a la amenazada y estrictamente protegida
águila imperial ibérica, pero su conservación está en entredicho por la
elevada mortalidad no natural inducida por el ser humano y la
fragmentación de su gestión, según dicho Atlas. Al menos existen 500
adultos reproductores en 254 manadas en toda la Península Ibérica, según
estimas publicadas en 2005, lo cual constituye un indicador de su
precariedad poblacional. Se desconoce a ciencia cierta el número real de
lobos por la dificultad intrínseca que presenta censar una especie tan
evasiva y por la falta de estimas razonables sobre el tamaño de cada
manada, parámetro que ha sido sobrestimado en España para esgrimir una
expansión no suficientemente acreditada y analizada.
Euskadi constituye el límite de su área de distribución nororiental
desde hace tres décadas, lo cual limita parcialmente los movimientos
dispersivos de la especie hacia Pirineos. Su presencia como reproductor
en esta comunidad autónoma está sometida a elevadas fluctuaciones
poblacionales y carece de continuidad espacio-temporal debido a la
fuerte persecución humana. El estatus poblacional del lobo en Euskadi lo
haría figurar en el Catálogo Vasco de Especies Amenazadas. No es así
porque sus poblaciones se consideran “saludables” fuera de Euskadi.
Curiosamente todos estos argumentos no se utilizan para otras
especies amenazadas. El lobo con 3-4 grupos reproductores (compartidos
con Burgos), no está en el citado Catálogo Vasco de Especies Amenazadas,
pero este sí incluye a especies como el buitre leonado, con más de 800
parejas. En síntesis, con el lobo parece que todo vale porque es una
especie problemática para el sector primario, altamente subvencionado y
protegido por las administraciones.
¿La conflictividad es real?
Los ataques a la ganadería son un problema y no se trata de minimizar
sus efectos, pero hay que reflejarlos en su justa medida. El primer
estudio no invasivo sobre el lobo realizado en la Península Ibérica por
un equipo de especialistas basado en el análisis genético de excrementos
en Euskadi, ha demostrado que existe una elevada presencia de
excrementos de perros en zonas con alta incidencia de ataques al ganado
doméstico achacados a lobos. Además, reveló que los perros consumen
habitualmente ganado doméstico, por lo que convendría plantearse si el
elevado volumen de daños atribuido a los lobos es real. Algunos trabajos
incluso sugieren que en torno al 10% de algunas reclamaciones de daños
en Asturias y Zamora pueden ser fraudulentas.
Con independencia de la presencia o ausencia de lobos, los daños a la
ganadería también pueden ser ocasionados por perros errantes,
asilvestrados o por aquellos que incluso custodian explotaciones
ganaderas. Es sobradamente conocido que los daños están más relacionados
con el manejo ganadero que con la abundancia de depredadores. Estas
afirmaciones, realizadas por organizaciones conservacionistas vascas,
habían sido cuestionadas e incluso ridiculizadas por ciertos sectores,
pero recientemente se han visto avaladas por la propia Diputación Foral
de Álava, que ha aprobado normativas para el control de perros
incontrolados.
En Álava, territorio vasco que concentra la mayor parte del área con
lobos de distribución estable, se indemniza a los ganaderos por las
pérdidas sufridas y se premia también la tenencia de perros mastines.
Pero estas ayudas públicas compensatorias no están supeditadas a que se
trate de ganaderos profesionales cuya dedicación y modo de vida dependa
del sector o a que se adopten medidas de prevención evaluadas
convenientemente por la administración.
Resulta increíble el sensacionalismo con el que se trata el tema en
los medios de comunicación vascos. Escandalizados por ello, hemos
analizado con indicadores la conflictividad durante el período 2000-2007
en Álava a partir de las estadísticas oficiales. Comprobamos como en
las zonas loberas alavesas la incidencia sobre la cabaña ganadera
alavesa es del 0,44% y el número medio de explotaciones ganaderas
afectadas por el lobo es de treinta y nueve, el 2,7% de las
explotaciones existentes. El promedio anual de ataques por ganadero es
de dos y el de reses afectadas (muertas, heridas y desaparecidas) por
ganadero fue de seis cabezas. El porcentaje de impacto económico lobuno
con respecto a la renta agraria alavesa supone el 0,035%.
Estos análisis reflejan la trascendencia real de los daños a la
ganadería, aunque los sindicatos agroganaderos señalen la imposibilidad
de coexistencia entre lobos y ganadería extensiva, algo que no es
defendible en el siglo XXI. Esto es aún más indignante cuando se trata
de un sector fuertemente subvencionado con dinero público a través de
ayudas agroambientales, que llevan implícito un compromiso con la
conservación del medio ambiente, que necesariamente ha de incluir al
lobo. Debemos recordar que el sector agroganadero recibe 7.600 millones
de euros a través de la PAC en España y que estas ayudas raramente son
evaluadas por la administración.
En Bizkaia, los lobos han sido desterrados –incluso como símbolos de
su escudo– y son vilipendiados por una administración retrógrada e
insensible. Como ejemplo, a comienzos de 2010 se produjeron ocho ataques
en el valle de Carranza, con un balance de 25 ovejas muertas y 19
heridas. De esos ataques, solo se pudo acreditar que tres habían sido de
lobo (37,5%), frente a otros tres de perros, mientras que los otros dos
casos restantes fueron calificados como indeterminados por los
técnicos. Hay más de 90.000 cabezas de ganado ovino en Bizkaia y apenas 3
lobos.
A pesar de ello, la medida de la Diputación Foral fue poner en marcha
un dispositivo de guardería cuyo único fin era el de abatirlos. Esta
medida desproporcionada (tres ataques al ganado, afectando a menos del
0,03% de la cabaña ganadera ovina) supuso el abatimiento de una loba en
plena época de veda y de reproducción para la especie. Lo que fue
reflejado en portadas de la prensa vizcaína con titulares
sensacionalistas como “abatida la loba asesina de ovejas”.
Paradójicamente, algunos miembros de la guardería, que deberían velar
por la biodiversidad, se alían a cazadores y ganaderos para exterminar
al único regulador natural de ungulados silvestres presentes en Bizkaia y
Euskadi.
Un imprescindible cambio de gestión
A nuestro juicio, las políticas de pagos por daños y subsidios deben
sustituirse por ayudas ambientales vinculadas a la presencia de grandes
carnívoros en las zonas de producción siempre y cuando se adopten
métodos de prevención (pastores profesionales, recogida nocturna del
ganado, perros de guardia bien adiestrados, etc.) y se acredite
convenientemente su uso. La administración debe velar porque esto sea
así. Además, las políticas de exterminio no son eficientes y sostenibles
a largo plazo, incluso desde un punto de vista económico [1].
Los sindicatos ganaderos de Euskadi, que dicen ser los garantes de la
conservación del medio natural y de la biodiversidad, exigen a la
Administración pública –y por ende a toda la sociedad vasca– que se
elimine el lobo para salvar sus intereses económicos. De esta manera,
pretenden imponer una biodiversidad a la carta, protegiendo y poniendo
como banderas de la buena gestión ambiental a ciertas especies no
problemáticas, mientras se exterminan otras que causan problemas.
En cualquier caso, es exigible que si estas son las políticas que se
van a seguir desarrollando en Euskadi, se informe mediante un correcto
etiquetado a los potenciales consumidores de los productos procedentes
de la ganadería extensiva vasca que como parte de esa producción se
incluye el exterminio del lobo en Euskadi.
Así, los consumidores podrán
elegir productos de otras zonas donde se compatibilicen las actividades
ganaderas y la conservación efectiva del lobo.
Pero en primer lugar exigimos la inclusión del lobo en el Catálogo
Vasco de Especies Amenazadas y la posterior redacción de un plan de
recuperación de la especie en la Comunidad Autónoma Vasca, que fomente
la compatibilidad de los lobos con la ganadería mediante la adopción de
sistemas de prevención como los mencionados. Cualquier actuación de
control de la especie solo podría efectuarse en el marco de dicho plan,
siempre que se acredite que se hayan agotado los mecanismos de
prevención de daños por parte de los ganaderos, algo que ahora no
sucede.
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