"La democracia es un invento burgués que se materializa en el siglo XIX. No se generaliza, ¿eh?, se materializa. A partir de la II Guerra Mundial se generaliza la máxima de una persona un voto. La democracia ha sido el sistema para que las personas participasen en el pastel común de la toma de decisiones, cuando en realidad eso no era cierto. ¿Por qué? Porque quien gobernaba era, en su momento, las grandes empresas y los grandes bancos."
Santiago Niño-Becerra esta considerado uno de los economistas con más proyección mediática en España y un asiduo polemista y tertuliano de programas de análisis político y económico. Autor de una serie de libros sobre la crisis económica y financiera en los que ha publicado las previsiones económicas (muchas de las cuales no se han cumplido) que le han hecho conocido fuera de los círculos académicos y profesionales. Destacan sus explicaciones claras o sus controvertidos comentarios además de sus constantes advertencias de la naturaleza sistémica de la crisis. En esta entrevista aborda temas relacionados con la democracia y la clase trabajadora en el Estado español. Opina que los ciudadanos hace tiempo que no participan en la toma de decisiones del poder pero tampoco lo hacen los gobernantes ya que asegura que hoy nos gobiernan las grandes corporaciones. Libros del Lince acaba de publicar su último libro, MAILS, en el que ofrece sus respuestas a los correos electrónicos que le envían sus seguidores y amigos.
¿Qué es la “economía de la escasez”?
Es la que no es de la abundancia, y no es una perogrullada. Representa una situación en la que no hay abundancia.
O sea, que…
Esto quiere decir que hemos vivido un periodo absolutamente atípico en la Historia, el que va entre los años 2002 y 2008, en el que no tenía una AudiA6 era porque no quería, todo era posible y maravilloso. Eso se ha acabado. Se ha acabado para siempre. España tiene una deuda exterior monstruosa, y recursos limitados. Hay que conseguir la estabilidad, y esa deuda hay que asumirla. Esto va a tener un impacto claro sobre el estándar de vida de las poblaciones. No me refiero solo a España.
¿Un impacto?
Hablando en plata, y sin contar a los megarricos, la gente de la calle va a vivir claramente peor.
Para empezar, en lo laboral. Si el trabajo no sirve para pagar techo y alimentos, ¿lo seguimos llamando trabajo?
Sí. Se sigue llamando trabajo porque el trabajo es la venta que una persona hace de sus horas, o de parte de sus horas, para realizar una tarea a cambio de un salario. Eso es el trabajo. Fíjate que, en esa definición, nadie cuantifica cuánto es el salario.
Pero el salario es la base.
Hemos supuesto que un salario tiene que permitir vivir, adquirir los alimentos necesarios, pagar el techo, etcétera, pero esto es un supuesto. Si los salarios mañana se deprimieses un 40 por ciento, todos los salarios, nadie podría vivir. Muy poca gente. Y sin embargo, seguirían siendo salarios, porque eso es lo que se paga por el trabajo. O cambiamos la definición de trabajo, como tú apuntas, o cambiamos la definición de salario. En España, actualmente, una de cada ocho personas que trabaja es pobre. Hemos llegado a una situación en la que un salario ya no garantiza la supervivencia.
Tenemos un problema gordísimo, pues.
Gordísimo, sí.
En nuestra sociedad partimos de la base de que el salario garantiza techo y comida. ¿Se está rompiendo el modelo social que tenemos?.
Es así radicalmente. Por eso yo entiendo que es absolutamente necesario implementar la renta básica. Garantizar unos mínimos que los salarios no van a garantizar. Y a partir de ahí, quien pueda trabajar, que trabaje y que se le complemente el mínimo. Un salario normal ya no va a garantizar la supervivencia.
Exigiría una restructuración también de nuestra idea de vivienda, e incluso de vida.
Totalmente de acuerdo. Por eso yo creo que la economía compartida, el compartir vehículo o compartir vivienda, claramente va a a más. La hija de unos amigos tiene un grado universitario, está trabajando y está compartiendo una vivienda con otros compañeros, porque no le da para pagar un alquiler, mucho menos comprar. Tiene una habitación. Esto va claramente a más.
Nuestra idea de la construcción familiar, la posibilidad de tener hijos también cambia.
La idea clásica que vivimos ahora de una pareja que tiene hijos y cuenta con un sustento y los hijos crecen, y luego se independizan… esto va a cambiar radicalmente. Vamos a escenarios en los cuales familias tengan que compartir espacios, compartir vehículos e incluso se planteen si pueden o no mantener un hijo, ya no digamos dos…
Esto hace 15 años era absolutamente implanteable.
Recuerdo cuando en los 90, el que entonces era decano de la Sloan School, en el MIT, Lester Thurow, definió a los hijos como centros de coste, todo el mundo le tachó de todo, dijeron que su idea era una aberración. Pero ahora estamos viendo que esto es así, e indudablemente va a ir a más.
Cambia la familia, cambia nuestra idea de vivienda y también la de ocio, que es uno de los pilares de nuestras generaciones.
La idea de ocio marca nuestra forma de vida, sí, pero solo a partir de principios de siglo XX. El concepto de ocio nace a partir de 1870, cuando la productividad se dispara. La burguesía se da cuenta de que tiene que pagar más a la gente, para que consuma, y aquellas jornadas de 14 horas ya no son necesarias. Además, la gente tiene que tener tiempo libre, para que consuma. Lo primero que hacen es consumir básicos –vestido, alimentación…– y cuando los salarios van creciendo, empieza a consumir ocio, y este se convierte en una industria muy muy potente. Pero claro, consumir ocio supone renta. Si no tienes renta…
…¿No tienes ocio?
A no ser que sea un ocio estático. Como por ejemplo plantarte delante de una televisión generalista, no de pago. Sin renta, no puedes tener ocio, a no ser que sea un ocio contemplativo. O sea, ir a pasear sin consumir nada, o ir a una montaña a contemplar el paisaje, también sin consumir nada. El concepto de ocio tendrá que cambiar, claro, al menos para amplios sectores de la población.
Tengo la sensación de que se está borrando el siglo XX, excepto lo tecnológico.
Permíteme que lo matice. Se está borrando el siglo XX a partir de la II Guerra Mundial. El modelo social que conocemos, el estándar de vida, la generalización de la clase media, se pone en marcha después de la II Guerra Mundial –en España se tardó más–. La automatización, la robotización, la búsqueda de la productividad, de la eficiencia, las posibilidades de la tecnología, todo esto evidentemente está diluyendo todo el resto de logros.
¿La tecnología sustituye al trabajador?
Tiene una explicación muy pedestre: hasta hace 20 años, si tú querías producir más, o simplemente producir, necesitabas personas, hoy ya no. Hoy es posible fabricar con 0 personas. Estuve viendo un reportaje de la fábrica que Nissan tiene en Southampton, y es impresionante: no había nadie. La planta de fabricación estaba vacía. Las implicaciones económicas son brutales, por descontado, pero las implicaciones sociales son salvajes. Te cambia radicalmente una sociedad, una sociedad que estaba basada en otros parámetros, evidentemente.
Entonces, nuestros gobernantes ¿no tienen ni idea o nos mienten todo el rato?
Cualquier gobernante de cualquier partido político de cualquier país no pinta absolutamente nada. Piensa, por ejemplo, que ahora mismo, el consejero delegado de Black Rock llama al señor mariano Rajoy. Por supuesto, Rajoy deja lo que esté haciendo, sea lo que sea, y se pone al teléfono. El consejero delegado de Black Rock tiene muchísimo más poder del que tienen el señor Rajoy, el señor Hollande, la señora Merkel. Porque te puede hundir una bolsa, un mercado de valores, o elevártelo a los cielos. ¿Quién tiene el poder hoy, en el planeta? Solo las grandes corporaciones.
¿Cómo afecta eso a lo que llamamos democracia?
A ver, repasemos la historia. La democracia es un invento burgués que se materializa en el siglo XIX. No se generaliza, ¿eh?, se materializa. A partir de la II Guerra Mundial se generaliza la máxima de una persona un voto. La democracia ha sido el sistema para que las personas participasen en el pastel común de la toma de decisiones, cuando en realidad eso no era cierto. ¿Por qué? Porque quien gobernaba era, en su momento, las grandes empresas y los grandes bancos. Y hoy gobiernan las grandes corporaciones. Lo que pasa es que hoy ya no es necesario que la gente participe, ni siquiera es necesario mantener esa ficción. Pienso que vamos a gobiernos de técnicos, a comités formados por técnicos que gobiernen.
Lo que significa que la población pierde las herramientas para controlar la gestión del poder, si es que las tiene…
Exactamente, si es que las tiene. Siempre ha sido una ficción el hecho de que la población tuviera poder para cambiar o decidir cosas. Un ejemplo muy claro es la Guerra del Vietnam. Cuando llega principios de los 70, el rechazo que hay entre la población es absoluto. Sin embargo, Estados Unidos sigue en Vietnam hasta el año 73, pasando totalmente de la opinión pública. EEUU se va de Vietnam cuando ya cree que ha llegado el momento. Y eso sucede en una sociedad que, en teoría, es megademocrática, como la estadounidense. Pienso sinceramente que la capacidad de decisión de la opinión publica siempre ha sido muy baja, pero hoy es prácticamente nula.
“Las revoluciones ya no están de moda”, afirma en su libro. ¿No va a pasar nada?
En absoluto. Con la situación social y económica que tenemos ahora, nada. Si estuviéramos en 1850 habría una revolución social, segurísimo. Pero hoy no.
¿Por qué?
Porque algún subsidio siempre habrá. Si existe un subsidio, se frena cualquier tipo de revuelta. Además, en el siglo XIX había naciones, había estados. Hoy en día, una corporación presente en 150 países está por encima de los estados y de los gobiernos. Si tiene problemas en un estado, cierra la barraca de aquel estado, se va a otro, y se acabó el problema. Esto diluye mucho la capacidad de reacción de una población.
También se refiere a los mecanismos de control.
Hoy los elementos de control que existen sobre la población son enormes. Piensa que esta conversación que tenemos ahora puede estar siendo escuchada por alguien en cualquier lugar del planeta. Esto te desmonta cualquier tipo de planificación revolucionaria que pudieras poner en marcha. Y, además, existe una especie de resignación por parte de la población. La búsqueda de expectativas para ir a más se ha desmontado. La gente lo único que busca es Virgencita que me quede como estoy.
La renta básica, en teoría defendida por los progresistas, ¿no es también el salario del esclavo? Para comer y callar.
Lo puedes ver así, claro. Incluso podemos empeorar tu visión: “Oiga, y tranquilito, ¿eh?, porque como se porte mal, se queda sin ella”. La renta básica se puede redondear con la legalización total de la marihuana, y yo creo que vamos hacia esto. Para que la gente esté tranquila.
(Risas)
No, perdona, no te rías. En EEUU, en las presidenciales, los estados aprovechan para que se voten otras cosas. En California, una de las cosas que se votan es la despenalización absoluta de la marihuana en todos los conceptos y para todos los usos. Con la renta básica cubres los mínimo minimórum, con la marihuana legalizada la gente está tranquila. Y la tercera pata: Ocio prácticamente gratuito por televisión. Con eso mantienes un sustrato social en un sustrato tranquilo.
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