Cuándo surge la Antifaschistische Aktion (Acción Antifascista) original y cuándo se recupera la idea? ¿Qué diferencia a la AA original de la actual?
Antifaschistische Aktion surge el 26 de Junio 1932, cuando el Partido comunista de Alemania (KPD, por sus siglas originales) proclamó la acción antifascista como último intento para detener el fascismo en ascenso. Era una reacción inmediata al asalto de los diputados nazis a los diputados comunistas en el Parlamento justo un día antes. La declaración de la Antifaschistische Aktion también supuso el punto culminante del desarrollo de los activistas de base de los partidos comunista y socialdemócrata, así como de antifascistas desorganizados (en su mayoría, procedentes de la clase obrera) para combatir juntos los ataques de la SA a los locales y barrios obreros, que venían produciéndose desde hacía más de 2 años. El fascismo ya estaba en camino. La idea de la Antifaschistische Aktion original no era la de una organización si no la de un movimiento, de una corriente fundada por iniciativa del KPD pero que fuese inclusiva: venía de la idea formar un frente unido contra el fascismo.
Esta idea, y también el símbolo, fueron recuperados a comienzos de los setenta. Después de la revuelta del 68 en Alemania el movimiento estudiantil y obrero se escindió en varios grupos y partidos comunistas (los llamados K-Gruppen) con diferentes ideologías de aquella época (marxistas-leninistas, estalinistas, maoístas, partidarios del socialismo albano, etcétera) como referencia. Para tomar acciones concretas contra los encuentros de viejos y nuevos nazis se formaron coaliciones bajo el antiguo símbolo de Antifaschistische Aktion . Por una parte tenía la función de unir fuerzas y por la otra –a un nivel ideológico– dejar las diferencias políticas momentáneamente. Surgió nuevamente la idea de un frente unido y amplio.
Lo que permanece de la Antifaschistische Aktion original es su idea de ser un movimiento, que en Alemania suma más de 300 grupos independientes que pertenecen en su mayoría a los así llamados autónomos (izquierda radical). En los últimos diez años el símbolo (dos banderas circunscritas en un flotador salvavidas) se ha convertido en toda Europa en el icono de la juventud antifascista y rebelde. La práctica política de coaliciones con distintas fuerzas políticas del espectro de la izquierda para tomar parte en la acción (directa) contra los nazis es frecuente. Aquí podemos encontrar de nuevo la idea de un frente unido, y a veces, amplio. Pero en general no tiene sentido comparar la Antifaschistische Aktion histórica con la de hoy porque no hay una continuidad y las circunstancias políticas son otras. No existe ni aquel Partido comunista ni aquella clase obrera que se definía a sí misma como agente del proceso histórico.
¿Qué presencia tiene AA en la sociedad alemana y qué tipo de acciones y trabajos políticos realiza?
Hay más de 300 grupos de activistas en Alemania, pero la presencia a nivel político o, digamos, en la opinión publica, no tiene fuerza. Las posiciones claras contra el fascismo, contra el racismo, contra el sexismo y contra el capitalismo son hasta hoy una posición de la minoría. Aunque en 1998 el gobierno roji-verde (SPD-Verdes) declaró que el antifascismo tendría que ser parte de toda democracia, no hay ninguna estrategia pública para un debate sobre el antifascismo y tampoco hay una voluntad real de combatir la derecha. Los grupos antifascistas reciben en el mejor de los casos el apelativo de «juventud alternativa» y en el peor los de «extremistas» o incluso «terroristas».
Una profunda conciencia antifascista en la sociedad alemana nunca la ha habido, y hasta hoy el nivel de los debates en las acciones contra los fascistas por parte de los partidos burgueses y de una gran parte de los medios de la comunicación sigue siendo muy pobre. El trasfondo ideológico es el de siempre: tratar de mostrar que la izquierda y la derecha son similares y que el Estado es una víctima de ambos extremismos. Este planteamiento ni se pregunta por el contenido social ni por la historia de los sistemas fascistas y, por supuesto, es ciego al racismo inmanente al sistema capitalista.
El trabajo del movimiento Antifa es tan diverso como los planteamientos que hay en Alemania. Evidentemente se basa en un trabajo de investigación exhaustivo sobre los neonazis, partidos fascistas, estructuras de la música derechista, etcétera. También, por descontado, en manifestaciones, concentraciones, artículos contra la derecha y su ideología. En la práctica cotidiana son comunes coaliciones con partidos, sindicatos e iniciativas de base, a veces con progresistas de la iglesia. Parte del movimiento también realiza sabotajes contra las infraestructuras, automóviles, centros políticos y, en algunas ocasiones, también contra funcionarios de la extrema derecha.
Un gran parte del movimiento participa en el movimiento antiglobalización y tomó parte por ejemplo en las protestas en Praga en el 2000, en Génova en el 2001, en Gothenburg en el 2001… En 2007 grupos del movimiento Antifa participaron en los preparativos y en las acciones contra la cumbre de G8 en Heiligendamm, al norte de Alemania. En los últimos años cuestiones de tipo sociales, como las nuevas leyes laborales, también han caído en el campo de acción de varios grupos antifascistas. Aquí en Berlín luchamos contra el incremento de los alquileres y la gentrificación de nuestro barrio de Kreuzberg.
¿Qué la relación con otras iniciativas de izquierda, en especial sindicatos y partidos políticos?
Como movimiento antifascista hay varias formas relacionarse con sindicatos o partidos políticos. Nuestra respuesta ha de contemplarse como un ejemplo de cómo lo valora y actúa –según lo entendemos– la mayoría de los colectivos de Antifa.
En cuanto a los partidos políticos, colaboramos con los que tienen una historia y una base social de izquierdas en campañas políticas, plataformas o lo que sea. No creemos que se pueda transformar una sociedad exclusivamente a través de un Parlamento capitalista. En nuestro caso, colaboramos con DIE LINKE, algunos sectores de los Verdes y algunos sectores del Partido socialdemócrata. Depende, siempre, de cada caso, así como de los miembros de cada partido y sus declaraciones. Por poner tres ejemplos:
En las campañas antifascistas –sobre todo contra las marchas fascistas que reúnen a unos cuatro o cinco mil nazis– favorecemos sin duda los contactos con partidos políticos. Partiendo de una base antinazi, en esta situación a veces estamos en plataformas o redes en las que también participa el SPD, los Verdes o DIE LINKE. Lo hacemos por tres razones: primero, por la experiencia del fracaso de la clase obrera a la hora de detener el fascismo en el siglo pasado. Sabemos, además, que todos nosotros salimos perdiendo por igual con su avance. Segundo, por cuestiones legales y de seguridad. La situación es muy distinta cuando estamos en un “bloque negro antifascista” dentro de una manifestación unitaria o solos, perdidos enfrentándonos con los antidisturbios. Tercero, creemos que a base de estas relaciones y experiencias podemos convencer algunos sectores mas progresistas de nuestras ideas anticapitalistas. Si hablas del fascismo y del racismo rápidamente acabas hablando sobre el capitalismo.
En las campañas contra cumbres como las del G8 en el 2007 o la de la cumbre de la OTAN en la primavera de 2009 en Estrasburgo, tenemos más una relación práctica. Las campañas necesitan mucho dinero, y ellos lo tienen. Tienen mejores contactos administrativos y una mejor infraestructura. Participamos en una plataforma y queremos que ellos hagan todo lo posible. A veces va bien, a veces va mal. Pelearse en Berlín en una asamblea contra el G8 por temas locales no vale la pena.
En nuestras campañas de lucha social contra determinados proyectos urbanísticos o contra la gentrificación de nuestras barrios en Berlín o Hamburgo, contra la violencia policial o la represión, tenemos algunas diferencias. El gobierno rojo-rojo de Berlín (SPD-DIE LINKE) pasa a ser entonces adversario, al permitir a las inmobiliarias actuar y destruir nuestros espacios sociales, desalojar las casas ocupadas, deportar inmigrantes y no frenar la violencia policial. Lo mismo ocurre con la guerra en Afganistán, que empezó con el gobierno roji-verde. Gente de Antifa fue a sus actos a boicotearlos. También fuimos al congreso federal de los Verdes en 1999 para protestar contra la participación del gobierno de Schröder en la guerra en Yugoslavia.
Una ventaja de tener buenas relaciones con políticos tiene que ver con nuestras actividades solidarias con la situación política en Euskal Herria. Este año vino una delegación vasca a Alemania del movimiento juvenil, que también está ilegalizado. Hicimos charlas en las universidades de Berlín y también organizamos encuentros con diputados de DIE LINKE en el Bundestag para explicarles la situación en el Estado español.
Nuestra posición con respecto a los sindicatos se parece a la de los partidos, aunque nuestras posturas son más divergentes. Por una parte son organizaciones de clase, pero a veces actúan contra los trabajadores, los parados o los estudiantes. En Alemania carecemos de centrales sindicales: tenemos sindicatos de rama. En el sector del metal sólo hay un sindicato. En el sector servicios, educación, construcción… siempre hay solamente un sindicato. Nadie pone en duda que tenemos que estar en los sindicatos. Peor, en una situación de huelga o en una lucha laboral en la que hay varios sindicatos y una clase obrera dividida una gente negocia, otros apuestan por el cierre de la empresa, otros hacen lo que les da la gana y a todo esto el patrón se muere de risa. Este situación también es resultado comprensible del fracaso de las sindicatos comunistas, socialistas, anarquistas y socialdemócratas en Alemania antes del fascismo. Hoy todo depende de tus contactos dentro de los sindicatos y de la gente en los puestos del sindicato. Hay personas, algunos revolucionarios y otros democristianos, que ni siquiera quieren hablar con nosotros. En varias de nuestras campañas participan afiliados sindicales, sobre todo el sindicato de servicios ver.di y del sindicato de metal y electricidad IG Metall. Estos sindicatos son parte de la asociación europea sindical donde también participan los españoles CC.OO., UGT y el sindicato vasco ELA.
La extrema derecha está experimentando un ascenso en Francia, Holanda, el Reino Unido y también en Alemania, aunque en las últimas elecciones el NPD (Partido nacionaldemócrata alemán) ha recibido menos votos que en la anterior. ¿Cuál es la implantación de los grupos neonazis en Alemania? ¿Qué fuerza tienen?
El partido neonazi NPD tiene presencia en dos parlamentos federales: en Sajonia desde 2004 con un 5′6 % de los votos (100.000 votos) y cuatro diputados y en Mecklemburgo-Pomerania desde 2006 con un 7′3 % de los votos (60.000 votos) y seis diputados. En las elecciones de 2004 el NPD obtuvo un 9′2%, unos 190.000 votos. Estas cifras atestiguan que el NPD tiene una base social arraigada en algunas zonas en Alemania. En las elecciones federales al 27 de septiembre 2009 los diferentes partidos fascistas siguen manteniendo un nivel relativamente elevado, con 884.000 votos, un 2%. Entre ellos el partido mas radical -los nacionaldemócratas del NPD- ganó unos 635.00 de votos (1′5%). El partido DVU (Unión del Pueblo Alemán) ganó unos 193.000 de votos (0′4%) y REP (“Los Republicanos”) unos 46.000 de votos (0′1%). La cúpula de NPD dijo un días después los elecciones a sus “camaradas” de DVU y REP que debían de unirse al NPD, “la única fuerza nacional” en Alemania.
En total el porcentaje de los partidos extrema derecha sigue siendo prácticamente el mismo de las últimas elecciones en el 2005. El NPD tiene, empero, en varias zonas una considerable base social. En Sajonia sigue obteniendo un 4%, el doble que al nivel nacional. En algunos pueblos de Sajonia -los principales centros de NPD- sigue obteniendo con éxito unos resultados de entre el 12′9% y 13′5% de los votos como en lugares como Pirna, Bad Schaundau, Bannewitz, Freital, Heidenau, Königstein o Schmiedeberg. Allí el NPD cuenta con una base social desde hace varios años. Además, el NPD, y un poco también la DVU y REP, tienen en todo el país presencia parlamentaria en pueblos y comarcas. Una de las estrategias de los neonazis del NPD es entrar en organizaciones y asociaciones locales en las zonas rurales. Deportivas, culturales, de lo que sea. Hacen su trabajo voluntario y un día se presentan en las elecciones locales en las listas del NPD.
Durante los últimos años, especialmente desde los atentados del 11-S, los estados llamados democráticos están llevando a cabo una ofensiva en toda regla contra las libertades públicas con el llamado “terrorismo”, la seguridad ciudadana, etc., como pretextos. En Euskadi se ha convertido en práctica
habitual la anulación de candidaturas electorales. Además de la arbitrariedad y vulneración de la separación de poderes que supone la ilegalización de partidos por otros partidos, se ha recurrido a criterios de todo punto políticos que vulneran la libertad de expresión y garantías procesales elementales; principio de irretroactividad, individualización del delito, etc., que suponen la criminalización de determinadas ideas y la judicialización del pensamiento, así como conculcan el derecho al sufragio pasivo y enajenan del juego político a una parte de la sociedad. Al fin y al cabo, la ilegalización de partidos es siempre en última instancia un proceso político y no penal, donde lo que se dirime son cuestiones políticas y no delitos penales. ¿Por qué pues algunos grupos antifascistas proponen medidas semejantes? ¿No creéis que quien debe expulsar a la extrema derecha de las instituciones es la población con su voto (y lo que hay que evitar, por lo tanto, es que los voten)? Por lo demás, ¿no os preocupa que la derecha pueda servirse de tales leyes, en caso de aprobarse, para utilizarlas contra partidos y organizaciones de izquierda, tanto por conductas presentes o futuras como pasadas?
¿Hablamos de la exigencia al estado de prohibir el NPD, verdad? Bueno, creemos que ya os habéis respondido vosotros mismos. Sobre todo si consideramos la idea a la luz de la doctrina por la cual el Estado tiene que defenderse contra fundamentalistas religiosos, la extrema derecha y la izquierda radical. Y, sí, tenéis razón que las leyes también se aplicarían contra la izquierda en el caso que el ley sólo definiera el NPD como un riesgo para el orden público. Esta doblez siempre la usan para prohibir por igual manifestaciones de la extrema derecha y de la izquierda radical. Como hemos dicho antes, nunca tratan el racismo o el contenido de las actuaciones de la derecha como algo contrario a la dignidad humana. El problema de la justicia es que carece de un razonamiento consecuente sobre el tema del racismo. Tendría, por ejemplo, que encararlo lo más directamente posible con una definición legal del racismo, leyes a nivel federal y europeo, leyes laborales, la creación de un estatuto del refugiado. En eso el discurso de la prohibición del NPD podría ser interesante. Y tenemos claro que es realmente una contradicción exigir a estados eurocéntricos leyes contra el racismo cuando se muestran a favor de una nueva Europa de muros o zonas de muerte, como ocurre en Melilla o Ceuta.
La campaña «No al NPD!» viene de Víctimas y Perseguidos del Nacionalsocialismo (VVN, por sus siglas alemanas), la única organización antinazi que surge después de la Segunda Guerra Mundial. Como hablamos sobre los distintos planteamientos de los grupos antifascistas en Alemania, suponemos que los grupos que están a favor de prohibir el NPD pretenden con ello arrebatarles el dinero que reciben a través de las elecciones, que puede alcanzar los millones de euros. Cuestiones ideológicas y jurídicas a parte, el dinero tiene su importancia.
Con respecto a vuestra observación de que la existencia de un partido de la extrema derecha es cuestión de voluntad politica, es, por supuesto, así. El gobierno roji-verde trató a prohibir el NPD con mucha propaganda en todos los medios de comunicación. ¡Y volvieron con la misma cantinela! Y resultó un fracaso absoluto, porque muchos de los líderes no tan relevantes, y también supuestamente algunos detrás del numero uno Udo Voigt, son personas con vínculos con la policía, y los servicios secretos tampoco querían comprometer a sus ovejas [agentes infiltrados] porque la estrategia del estado es la de controlar y vigilar el NPD desde dentro: la ilegalización lo haría más difícil. El hecho de que el NPD fuese investigado definitivamente por los servicios secretos sugirió que a un nivel jurídico la demanda de prohibirlo no había funcionado. Nuestro grupo, por ejemplo, no está a favor ni en contra de la campaña. Nuestra tarea es combatir al fascismo y sus raíces. Eso es algo más que exigir la ilegalización del NPD.
Si hay algo que ha dado fama a AA es la confrontación directa para romper los cordones policiales y detener las marchas fascistas. Mientras algunos marxistas destacados como Tony Cliff respaldaron este tipo de tácticas frente a la pasividad de organizaciones como la francesa SOS Racismo, otros se han posicionado en contra. ¿No puede ser la táctica de confrontación directa contraproducente, generando una respuesta policial que recae sobre el conjunto de las fuerzas de izquierda?
Como antifascistas y anticapitalistas, la confrontación directa contra neonazis y sus actos siempre será una de las bases de nuestra lucha. Conviene subrayarlo: una base. Tenemos varias bases: informar a la ciudadanía, organizar charlas y conferencias, asambleas abiertas con vecinos de un barrio que tiene presencia fascista en sus calles… La diferencia entre SOS Racismo -que también existe en Alemania- y Antifaschistische Aktion es su objetivo revolucionario de acabar con la miseria capitalista. Tenemos una ventaja importante con respecto a nuestros aliados de sindicatos, partidos… En la calle, casi siempre la mayoría de la gente que participa es gente nuestra. Ni podemos ni queremos controlar toda la gente que actúa contra los nazis. No es nuestro objetivo detener a la gente que actúa contra los nazis, ni debe ser ése nunca el objetivo de una plataforma antifascista. Tampoco criticamos a nadie que no actúe según la confrontación directa contra los nazis. Cada uno participa como quiere y como puede, con todo el respeto a gente que sólo grita “Nazis Raus” (fuera nazis) en nuestras manifestaciones.
Nuestro objetivo es que toda el mundo muestre respeto a todas las actividades antifascistas. Con ello queremos decir que pedimos con sinceridad que las plataformas respalden las acciones directas antifascistas. Los pacifistas nos piden que también les respetemos. Hacemos todo lo posible para que todo salga bien. Estamos a favor de hacer una barricada en una calle para cerrarla antes de que pase una manifestación fascista. Pero si en esa zona hay gente pacífica realizando sus actividades, nos vamos sin dudarlo un momento a otro lado de la calle.
Aunque los anarquistas estadounidenses lo hicieron famoso en Seattle, poca gente sabe que el Black Bloc (Schwarzer Block) es una invención de los autónomos de Hamburgo y Berlín. Con más de treinta años de historia, ¿qué experiencias se extraen de esta táctica de los manifestantes? ¿Sigue reteniendo su validez, aún cuando los Autonome Nationalisten (autónomos nacionalistas, de extrema derecha) lo adoptaron a finales de los 2000 y en el 2007 la policía canadiense reconoció lo fácil que era infiltrar en él a agentes provocadores?
El Black Bloc de hoy no tiene que ver nada con el Black Bloc de los ochenta del ultimo siglo aparte del color y la función de taparse. El Black Bloc en Alemania occidental surgió como respuesta a la vigilancia de la policía secreta que observaba a los activistas frente a los vallados de los grandes proyectos como la «Starbahn West» (Aeropuerto) en Frankfurt am Main o en «Wackersdorf» (central nuclear) y dentro el movimiento de las casas ocupadas en Hamburgo y Berlín. Fue un desarrollo lógico debido a la vigilancia y fiscalización del Estado contra los movimientos de base. A partir de 1989 taparse la cara en manifestaciones, concentraciones y acciones se convirtió en delito, antes era visto sencillamente como algo incorrecto. Resultado de ello fue el estrechamiento de la cultura de protesta ante las graves consecuencias que podía acarrear ante un juez, al tiempo que se ampliaban los derechos de los cuerpos especiales de la policía, y su armamento se incrementaba. Hoy en las concentraciones y manifestaciones pueden verse situaciones absurdas, con policías armados hasta los dientes que parecen «Robocop» y activistas casi desnudos.
Regresemos al Black Bloc. Con el envejecimiento de la primera generación de autónomos (los de los ochenta), en los noventa el Black Bloc se convirtió en el movimiento Antifa en símbolo anticapitalista o, por lo menos, en un medio para que antifascistas militantes sean encuadrados automáticamente en los medios de comunicación en el espectro pacifista. La razón de organizar un Black Bloc (además de su funcionalidad) era para usarlo conscientemente en las amplias alianzas antifascistas para que nosotros, como izquierda radical, no desapareciéramos ante el público. Hay que tener en cuenta que nuestras posturas son siempre minoría, pero en las acciones, en la política práctica antifascista, somos la mayoría aquí en Alemania. Es cuestión de táctica, a veces sólo lo hemos usado como símbolo (sin hacer ataques o caminar por el filo de lo legal).
Con el movimiento antiglobalización, con Seattle, el Black Bloc renació porque a finales de los noventa la represión contra el movimiento Antifa, y especialmente contra el Black Bloc, fue muy fuerte. Entonces, en Seattle en el 1999 y en Génova en el 2001, otra generación recuperó por sí misma el Black Bloc. A cada ocasión ha tomado otra forma, otros aspectos se han hecho más relevantes. En Seattle y Génova tuvo el mismo simbolismo que en los noventa en Alemania: desmarcarse de los grupos reformistas que querían negociar con el poder y hacer propuestas a las instituciones desde dentro el G8, por ejemplo. Black Bloc significaba «¡Ya basta!». Rechazo a comunicarse con los poderosos, rechazo al intento de convencer a esa parte de la opinión pública que siempre está del lado de las reglas políticas del sistema capitalista: rechazo total.
Los nazis de los «Autonome Nationalisten» son quienes han dejado aparecer en la mayoría de manifestaciones como skinheads. Según la opinión pública los skinheads son malos y la «cultura» de sus manifestaciones en las que se los identificaba como nazis no tenía mucha fuerza de atracción. Con el movimiento antiglobalización, retornó el término «capitalismo» a los discursos públicos. Entonces una gran parte de los nazis más jóvenes descubrieron que una orientación a la estética de la subcultura de la izquierda radical abre más posibilidades para la co-optación de los más jóvenes.
Tampoco olvidemos que el mercado capitalista abraza cada fenómeno subcultural con el objetivo de crear un plusvalor y sacar una subcultura hacia la superficie para determinar su dirección de desarrollo según la reglas de consumo. A fin de cuentas podemos decir que la subcultura izquierdista, con su expresión estética, resulta más atractiva para la circulación de mercancías de una sociedad consumista debido a su creatividad permanente, y desde luego mucho más que la estrecha cultura de la derecha. Por eso los nazis también se orientan a esta estética y la cultura de protesta del Black Bloc que es parte de aquella forma de expresión. Y claro, en unas sociedades más preocupadas por las formas que los contenidos, los periodistas a veces tienen problemas para distinguir las manifestaciones por su apariencia. Lo curioso es que en las manifestaciones sindicales hay muchas banderas rojas y los medios de comunicación saben diferenciar rojo de rojo entre organizaciones, posiciones etc. Por lo demás, los fascistas han robado tradicionalmente códigos y símbolos de la izquierda como estrategia de confusión. Pero, ¿a quién sirve esta confusión? El problema a largo plazo para los fascistas es el siguiente: ¿cómo crear una identidad propia con códigos y estética –desde su punto de vista– del enemigo? Por nuestra parte, se trata más de una declaración de su derrota que de una estrategia para crear una identidad para difundir en la opinión pública.
En los noventa una facción de AA se escindió para presentarse como antideutsche (antialemanes), apropiándose del logotipo y otros signos de identidad. Este grupo defiende el estado de Israel, el bombardeo aliado sobre Hamburgo y Dresde en la Segunda Guerra Mundial (que hoy sabemos que fue injustificado), y se presenta a las manifestaciones con banderas israelís y estadounidenses, generando confusión en la opinión pública. ¿Cuál es la posición de AA respecto a los antideutsche?
Los «antideutsche» son hijos de su tiempo: surgieron de la corriente de los «antinationale» en la fase de fragmentación de estructuras organizativas del movimiento Antifa en los noventa. Hoy los antideutsche son una minoría en la izquierda radical, sin embargo, hay varios nuevos grupos antifas que tienen elementos ideológicos de los antideutsche.
Desde mi punto de vista, los antideutsche tienen diferentes raíces. Alrededor de 1992 –con la desaparición de la lucha armada en Alemania– gente del espectro antiracista y gente del espectro antiimperialista formuló una fuerte crítica a algunas acciones de la izquierda radical relativas a su posición a la cuestión del antisemitismo. Su referente ideológico fue “Antisemitismo y nacionalsocialismo”, un ensayo del año 1979 de Moische Postone, un marxista israelí que trataba de explicar con el ejemplo del antisemitismo qué estructuras psicológicas de pensamiento produce el capitalismo y cómo se interiorizan. Es un ensayo muy interesante y una crítica a la Nueva Izquierda alemana de aquella época con nuevos planteamiento en el análisis del fascismo histórico en Alemania. Por desgracia, no dispongo aquí del espacio espacio para hablar con detalle del planteamiento de Postone. La buena crítica de Postone ha degenerado en las formas absurdas que encontramos hoy en los antideutsche. Como habéis dicho dicho, desde banderas de los EE.UU. a una falta total de conciencia sobre la política cruel del estado de Israel contra la población de Cisjordania y la Franja de Gaza. Pero lo que resulta más más dañino es su posición a favor de la guerra contra Irak o su justificación de los ataques mediáticos contra Irán y Pakistán. Con esta posición política a favor de la guerra se da la espalda a posiciones irrenunciables de la izquierda.
En el fondo de esta actitud tan ciega respecto a la política del estado de Israel, en la que cada critica desde Alemania recibe la acusación de antisemitismo, se encuentra, claro, en la historia especial de Alemania, y da como resultado posiciones de derechas o derechizantes. Por ejemplo: un prejuicio típico del antisemitismo es que el capital financiero judío se concentra en la costa oriental de los EE.UU. Según los antideutsche, una crítica a los EE.UU. está trufada, por asociación, de prejuicios antisemitas (al menos en la opinión pública de Alemania). El paso siguiente es acudir a las manifestaciones enarbolando la bandera estadounidense. Una locura.
Yo sólo puedo explicarme el fenómeno psicológicamente y por una cuestión de clase, por dónde viven la mayoría de los antideutsche, esto es, en Europa, sobre todo en Alemania, una zona rica y privilegiada del planeta. Para quien, como ellos, ha crecido en Alemania (o en Europa) parte de su identidad es que se es el ombligo del mundo, se tiene muchos privilegios y tratar a la historia y ser de izquierdas es enfrentarse a la historia del Holocausto. Pero de una forma culpable (como lo haría el protestantismo) en vez de responsable políticamente. Con ello se odia la historia Alemania (y a los alemanes por su cultura conservadora) y se limita contra todo lo que proviene de donde, por otra parte, son socializados, y exigen al mismo tiempo que cada persona y movimiento tengan su mismo planteamiento –primar la explicación del antisemitismo– por encima de cualquier otra argumentación. Es otra forma de eurocentrismo y esta exclusividad es la nota alemana. Les falta énfasis político para ver otros movimientos en otros países y, sobre todo, conocimiento sobre los hechos históricos.
¿Qué relación mantiene AA con las coordinadoras antifascistas de otros países? ¿Y con otros grupos antifascistas como la Anti-Nazi League (ANL) británica?
En Europa del norte contamos con una red colectivos, organizaciones y movimientos antifascistas, sobre todo en Dinamarca, Suecia, Austria y Suiza, pero también en la República Checa, Bélgica, Noruega y Finlandia. Tenemos sociedades y movimientos sociales muy parecidos. Con nuestros compañeros en Copenhague, Viena, Praga Estocolmo participamos en actividades conjuntas y viceversa, gente de estas ciudades viente a nuestras manifestaciones, conferencias y acciones en Berlín. Luchamos juntos no sólo en cuestiones antifascistas sino también en luchas anticapitalistas, luchas contra macroproyectos… En 2006 fuimos todos a Copenhague a defender el centro social ocupado “Ungdomshuset”, a Salem -en el sur de Suecia- a manifestaciones antifascistas contra un acto nazi, a Zúrich a actividades contra un encuentro capitalista… Buenas relaciones también las tenemos con Italia, Euskal Herria, los Països Catalans y en España sobre todo con Madrid. A veces parece que en España el nivel de violencia de la extrema derecha es más alto que en Alemania. Cierto que partidos fascistas como Democracia Nacional, Alianza Nacional o las varias Falanges existentes tienen poca o ninguna presencia electoral, pero España 2000 tiene una fuerte base social en la zona de Valencia y no se debe olvidar que dentro del Partido Popular hay sectores que flirtean con la extrema derecha. Nos preocupa el nivel de agresiones fascistas, el racismo del estado hacia los inmigrantes y las campañas contra la izquierda radical vasca. En el reciente debate sobre la retirada de fotografías de presos políticos vascos decía un político del PP que era igual que “quitar una imagen de un violador o una imagen de Adolf Hitler”. ¡Parece que este señor no ha leído ni un libro sobre el conflicto vasco ni sobre el régimen nazi y el Holocausto en Alemania!
Como organización anticapitalista también tenemos buenas relaciones con los movimientos sociales y también con los movimientos de la liberación nacional catalanes y vascos. Aunque nosotros no apoyamos la idea de “nacionalismo” (creemos que las naciones son una ficción que divide las clases y son el producto de las monarquías de los siglos pasados) somos solidarios con la gente que lucha por sus derechos, por el socialismo y el derecho a la autodeterminación. Por eso, por la represión contra la izquierda abertzale en Euskal Herria y con la ilegalización de Batasuna o Askatasuna, mantenemos contactos sobre todo con la formación juvenil SEGI. Realizamos actos en Berlín, hablamos con políticos en Alemania o a nivel europeo y vamos con delegaciones a encuentros en Euskal Herria.
(A Victor Neuss) Este año se celebra el veinte aniversario de la caída del Muro de Berlín, pero también -conviene recordarlo- de la muerte de Conny Wessmann en Göttingen el 17 de noviembre de 1989, atropellada por un automóvil mientras huía de la policía tras una batalla campal entre antifascistas y neonazis. Entonces eras organizador de AA en aquella ciudad, ¿qué recuerdos guardas de entonces? ¿se prepara algún acto conmemorativo?
Victor Neuss: Tengo muchos recuerdos. Conny era amiga y compañera mía y estuvimos juntos en la calle en aquella acción cuando murió. Unos de los momentos más tristes en mi vida. Supongo que nadie no podría olvidar cuando una persona próxima a su corazón se está muriendo a su lado, sobre todo bajo circunstancias como las del 17 de noviembre de 1989. Hablamos de asesinato político, porque la policía tenía plena responsabilidad por aquella escalada de la situación. En la situación política de esta época en Göttingen, la política era desde hacía más de 10 años provinciana y de odio contra la izquierda radical. El asesinato político de Conny era un punto final, según pensábamos en 1989, y un resultado lógico de las estrategias policiales contra la escena autónoma. Desgraciadamente, justo un año más tarde se produjo otra victima cerca de Göttingen. Bajo la mirada de la policía secreta (estaban a unos metros vigilando a los nazis) Alexander Selchow (una persona de la escena ‘gótica’) fue asesinado con 11 navajazos asestados por un conocido nazi. En el plazo de un año hubo dos muertos a manos de los nazis y con responsabilidad de la policía. Después de aquellos sucesos el paisaje político ha cambiado mucho y también la policía tuvo que cambiar (al menos oficialmente) su actitud. Otro de los resultados fue que en Göttingen se ha desarrollado unos de los mayores núcleos de la resistencia antifascista en Alemania en los noventa.
En la semana alrededor el 17 de noviembre 2009 habrá acciones, manifestaciones y charlas en Göttingen y –hasta dónde yo sé– en Hamburgo para mantener viva la memoria del asesinato político de Conny. Supongo que el carácter de las distintas acciones será por una parte un poco más tranquilo y reflexivo, y por otro un poco más combativo por la cuestión de la vigilancia policial a activistas de la izquierda radical y antifascistas y porque los nazis que todavía campan a sus anchas por nuestras sociedades. Yo personalmente voy a realizar una charla en Hamburgo y Göttingen y voy participar en la manifestación, que tendrá lugar en Göttingen el 14 de noviembre 2009. Como decimos habitualmente: ¡No olvidamos a nadie, no perdonamos nada! ¡La lucha sigue!
Versión íntegra de la entrevista a dos miembros de ALB (Antifaschistische Linke Berlin / Izquierda Antifascista de Berlín) para EL VIEJO TOPO, N. 263, diciembre 2009.
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