Extracto:
En la actualidad encontramos tortura, aislamiento, prolongación de
condenas, multas, encarcelamientos, ilegalizaciones, represión violenta de manifestaciones... Ni los retratos mudos de los presos permiten exhibir. Usted, que fue uno de los fundadores de las Gestoras pro-Amnistía, ¿llegó a imaginar estos niveles?
Yo no soy una persona con vocación política; un político sí que tiene que pensar en el futuro. Yo he vivido muy de presente, sin plantearme el mañana. Recuerdo la época de mi padre en Daroca, muy dura. Estoy hablando del año 1940-42. Era el franquismo duro; en la escuela se estudiaban las lenguas del Eje nazi-fascista: italiano y alemán. Luego pierde el Eje y ganan los aliados, que son la democracia, y entonces el franquismo se llama democracia orgánica. Luego llega el tardofranquismo, que sería el Proceso de Burgos,... Y hoy en día yo diría que estamos en el franquismo constitucionalizado. Es el franquismo constitucional.
Claro que es distinto, pero hay algo que pervive y que es muy sintomático. Por ejemplo, después del juicio de Amedo y Domínguez [del GAL] a mí me preguntan en una entrevista si creo que se ha acabado la guerra sucia. No, no... el GAL no es un grupo, aquí han cogido a toda una organización constitucional: han cogido al ministro de Gobernación [Interior], al secretario de Estado, al gobernador civil de Bizkaia, luego con Galindo cogieron también al gobernador civil de Gipuzkoa, al comisario jefe... Vamos, que han cogido ustedes a toda una jerarquía constitucional. Y ojo, porque cualquier persona con dos dedos de frente piensa que eso iba más arriba.
El problema es que no es un grupo, sino una organización constitucional. ¿Quiénes son el GAL? Pues los mismos que torturan dentro de las comisarías. Y eso sigue intacto. Que no haya habido ruptura democrática significa muchas cosas. Una de ellas es ésa, que a nivel represivo, policial, la Policía sigue teniendo una carta en blanco para que sea eficaz. Siempre se dice que la Policía es más eficaz cuanto menos se le controla, menos se le critica y más se le protege. Eso viene del franquismo
a dice lo que dice la ley: se le advierte que no está obligado a declarar ni a declararse culpable, que puede guardar silencio. Por qué será que en los asuntos de delincuencia común es muy corriente ver que ante la Policía se acogen al derecho de no declarar y declaran ante el juez. O simplemente, de no declarar. En cambio, cuando los tienen incomunicados cinco días, todos declaran (...) Lo que pasa es que vivimos en la mentira. Eso lo tienen que saber los jueces. Es decir, para la eficacia de la lucha antiterrorista es útil torturar. Si no torturan no son eficaces, no consiguen saber dónde está el zulo.
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