"...casi no hay día en que no
se levanten en las carreteras vascas controles «antiterroristas» por parte de
agentes armados hasta los dientes que actúan como matones."
GARA

No es el primer caso en que guardias civiles asaltan a ciudadanos vascos, en
algunos casos para interrogarles acerca de su militancia o sobre la situación de
allegados presos o exiliados, y en otros casos con el único objetivo de
amenazarles y coartarles. Este episodio coincide, además, con el descubrimiento
de dispositivos de video y audio en un local de Ernai y la confirmación de que
los dirigentes de la izquierda abertzale son espiados, lo que dibuja un marco
general de vulneración de derechos que debe ser denunciado. Hace unos días, en
el Parlamento de Gasteiz, PNV, PSE y PP rechazaron la aparición de unos carteles
en la sede donostiarra de esta última formación, al apreciar un intento de
coacción en lo que era una denuncia de la operación policial contra Herrira. Con
estos precedentes, es de esperar que estos tres partidos censuren con
contundencia esta última agresión contra una fuerza política legal.
Por otra parte, más allá de este acoso específico, casi no hay día en que no
se levanten en las carreteras vascas controles «antiterroristas» por parte de
agentes armados hasta los dientes que actúan como matones. De hecho, una vez
cerrada la actividad armada de ETA, casi podría decirse que la función principal
del instituto militar ha pasado a ser emboscarse para dificultar el tránsito de
miles de conductores. Incapaz de adaptarse al nuevo escenario, la Guardia Civil
va camino de convertirse en una banda de salteadores de caminos.
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