"Como ocurriera en las décadas de los años veinte y treinta del pasado
siglo, los grupos fascistas hacen uso de soflamas demagógicas en las que
ni siquiera creen, pero que utilizan para reflejar aspectos veraces
ocasionados por la crisis del sistema. Tal es el caso de las críticas
que estos grupos dirigen hacia la estructura política de ese gran
consorcio de mercaderes que hoy es la Unión Europea."
Manuel Medina
Canarias-semanal.org
La extrema derecha avanza imparable a lo largo y ancho de toda
Europa. Las políticas económicas impuestas por los grandes consorcios
financieros de los países centrales europeos han servido nuevamente de
incubadoras de los huevos de la serpiente fascista que ya viviera este
continente en la primera parte del siglo XX.
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Neofascistas italianos de Casa Pound |
En esta ocasión - todo hay que decirlo - el resurgimiento de estas
fuerzas con aspiraciones totalitarias se ha visto reforzado también por
la ausencia en el panorama político europeo de la réplica argumental de
partidos revolucionarios que pudieran haber orientado a amplios sectores
sociales acerca de cuál es realmente la respuesta que corresponde a un
sistema económico que solo es capaz de generar miseria y dolor en la
mayor parte de la población.
Los resultados de las elecciones europeas vuelven a poner de
manifiesto que los pueblos han perdido la confianza en aquellas
organizaciones que, reclamándose pertenecientes al pensamiento de
izquierdas, han terminado integrándose en el sistema político
capitalista, participando en muchos casos de sus componendas y del
disfrute de privilegios recibidos a cambio de sus silencios y omisiones.
El discurso intencionadamente críptico de los voceros de esos partidos
es menos entendido ahora que nunca por la gente que, ahogada por el peso
de los problemas económicos, está reclamando alternativas claras y
carentes de ambigüedades.
LA EXTREMA DERECHA Y LA CRISIS
Como ocurriera en las décadas de los años veinte y treinta del
pasado siglo, los grupos fascistas hacen uso de soflamas demagógicas en
las que ni siquiera creen, pero que utilizan para reflejar aspectos
veraces ocasionados por la crisis del sistema. Tal es el caso de las
críticas que estos grupos dirigen hacia la estructura política de ese
gran consorcio de mercaderes que hoy es la Unión Europea.
La situación que se nos presenta en la actualidad no es una novedad
histórica. Es más, aunque haya transcurrido más de ochenta años desde la
aparicion del fenómeno fascista, hay secuencias que hoy se reiteran
casi miméticamente. Los nazis, por ejemplo, en 1933 criticaban en sus
discursos los efectos nefastos que una crisis muy similar a la que ahora
vivimos provocaba en Alemania. En ese país siete millones de
asalariados fueron empujados a las filas del paro, una cifra parecida a
la que hoy tenemos en España. Pero a la hora de formular alternativas a
la situación de caos que se vivía en el país, en lugar de dirigir su
dedo acusador hacia las clases hegemónicas germanas señalaban solo a los
pocos banqueros judíos instalados en el sistema financiero como únicos
culpables de las penurias del pueblo alemán.
Como también sucede hoy, los ultraderechistas europeos pronuncian
sonoros discursos incendiarios contra "la plutocracia", de la que nunca
proporcionan ni nombres ni apellidos. Pero omiten poner de relieve
cuáles son los mecanismos del sistema económico que generan el paro y la
miseria de importantes sectores sociales. Su iracundia la dirigen con
exclusividad contra los grupos más débiles de las sociedades europeas:
los emigrantes. Contra ellos orientan su artillería propagandística,
acusándolos de ser los causantes de que las filas del paro hayan
engordado desproporcionadamente en el curso de los últimos años. Se
trata de un argumento muy simple, torpe y fácilmente desmontable, pero
que en ausencia de la contra argumentacion de las fuerzas políticas
revolucionarias con incidencia social, es convertido en una poderosa
arma arrojadiza de muy fácil utilización.
EL DESOLADOR PAISAJE DE LA IZQUIERDA
A diferencia de los años treinta, en los que el fascismo tuvo sus
momentos de auge, el panorama actual en la izquierda europea es
simplemente desolador.
Las organizaciones supuestamente de esta filiación política se han
mostrado incapaces de romper sus vínculos con un proyecto de Unidad
Europea diseñado desde el momento mismo de su aparición por las clases
hegemónicas de los países más desarrollados del centro y norte del
continente. En ese proyecto de unidad de los grandes grupos financieros,
a los países del Sur se les otorgó el papel subsidiario de importadores
de productos provenientes del Norte. La economía española, por ejemplo,
fue desindustrializada como precio inexcusable a su entrada en la Unión
Europea. El desarme industrial corrió a cargo del gobierno socioliberal
de Felipe González, que inició una auténtica “revolución privatizadora”
que puso en manos de los consorcios europeos toda la infraestructura
industrial del país.
Mientras el sistema económico en su desarrollo anárquico y
depredador marchaba con aparente eficacia, los efectos de sus
disfunciones permanecieron ocultas, parapetadas tras el crédito fácil y
el endeudamiento a perpetuidad. En cuanto la crisis estalló en los
EE.UU., sin embargo, las fichas del dominó de las finanzas mundiales
empezaron a caer una tras otra. En las economías europeas dependientes
las "disfunciones" del sistema emergieron con toda virulencia. El caos
económico cundió, particularmente, en los "países espejos" , también
denominados "pigs" (cerdos) por los medios de comunicación anglosajones -
(p-i-g-s / Portugal, Italia, Grecia, Spain) , que se limitaban a
reflejar de manera engañosa una riqueza cuya única madriguera se
encontraba en la Banca del norte europeo. Y ese es, justamente, el punto
en el que nos encontramos hoy.
LA EVOLUCIÓN DE LA IZQUIERDA EUROPEA
Durante las últimas décadas, los partidos y sindicatos
pertenecientes a la izquierda histórica revolucionaria, que durante casi
un siglo abogaron por la erradicación del sistema capitalista y su
sustitución por otro de carácter socialista, llegaron a creer que el
erróneamente denominado "estado del bienestar" de las sociedades
europeas se proyectaría indefinidamente en el tiempo, que las conquistas
obtenidas por las clases trabajadoras eran permanentes, fueran cuales
fueran las circunstancias que se presentaran en el futuro.
La verdad es que esa esperanza era tan solo un espejismo. Las
conquistas que los trabajadores lograron arrancar de sus patrones
obedecían a diversos factores que tenían carácter coyuntural. En primer
lugar, a las duras luchas de los sindicatos y organizaciones
revolucionarias existentes. En segundo lugar, a una determinada etapa
económica del desarrollo del capitalismo que tuvo lugar después de la II
Guerra Mundial.
Y, finalmente, también, a la existencia de un sistema
socialista mundial y a un pujante movimiento de descolonización que
obligó a las clases hegemónicas europeas a hacer importantes concesiones
en múltiples terrenos.
La equívoca percepción de que el sistema capitalista había entrado
en una nueva fase, en la que iba a ser posible desmontarlo
"gradualmente" desde dentro, insertándose en sus instituciones y
"engrasando" sus goznes, llevó a los partidos y sindicatos antaño
políticamente revolucionarios a convertirse, progresivamente, en nuevas
piezas del propio sistema.
A estas alturas del siglo XXI , el reformismo socialdemócrata
europeo, cuya influencia se extendió también a los partidos comunistas,
no solo ha terminado engullendo a los partidos y sindicatos que
históricamente libraron batallas decisivas contra la expansión del
fascismo y el sistema capitalista que lo sostiene, sino que su discurso
ha dejado de tener verosimilitud entre los trabajadores.
Por otra parte, las viejas organizaciones y sindicatos han ido
perdiendo gradualmente sus vínculos sociales y políticos con los
sectores oprimidos de las sociedades europeas, - los parados, jóvenes,
mujeres, marginales, intelectuales etc.- , hasta tal punto que en la
actualidad se produce la insólita circunstancia de que la extrema
derecha se está nutriendo de los votos proporcionados por los sectores
más depauperados de la sociedad, comprendidos entre ellos los
asalariados y no asalariados.
¿Era posible esperar otros resultados? La cuestión es que la
dinámica social no asigna roles estrictos al comportamiento de las
clases sociales. Los grupos sociales no actúan solo movidos por sus
intereses objetivos. En su comportamiento inciden múltiples factores. Si
en momentos históricos determinados la demagogia de la extrema derecha
es capaz de señalar los efectos de determinadas políticas en la ausencia
de otras voces, la masas seguirán a los demagogos, aunque el engaño
pueda conducirlos a un despeñadero.
Pero, ultima ratio, no serán solo las masas las responsables de sus
comportamientos incongruentes. La responsabilidad politica de que ello
suceda de esa forma corresponderá a aquellas fuerzas sociales
organizadas que traicionaron el papel histórico que les correspondía
jugar.
LOS RESULTADOS
Parece adecuado precisar que los votantes europeos que han apoyado a
los partidos de la extrema derecha no son lo que sensu stricto
entendemos por "fascistas". El recuerdo de la estela de estragos, sangre
y muerte que dejó el fascismo en Europa permanece todavía muy vivo en
el continente europeo. Los electores franceses, austriacos, daneses,
británicos, húngaros etc., se pronunciaron contra la devastación
económica ocasionada por las políticas aplicadas por los gestores
burocráticos de la crisis en Bruselas
Atendiendo a los porcentajes de los escrutinios que obran en nuestro
poder en las primeras horas de la mañana del lunes, en Francia los
ultraderechistas de Marie Le Pen se convierten en el primer partido
político del país con un 25% de los votos. En Austria el FPO, Partido de
la Libertad, consiguió un 19,50%, aumentando el considerable apoyo que
ya obtuvo en el año 2009. Tanto en Dinamarca como en Croacia los
partidos de extrema derecha fueron las opciones más votadas. Amanecer
Dorado, de Grecia, no cumplió con las expectativas que auguraban algunas
encuestas, quedando en poco más del 9%. En Reino Unido, el UKIP paso de
obtener en las pasadas elecciones del 2009 el 16,09 % de los votos a
convertirse ahora en el primer partido del país, con el apoyo del 29% de
los electores, un hecho históricamente sin precedentes. En Alemania, el
partido que aglutina todos los grupos neonazis entraría con un escaño
en el Parlamento Europeo. En Hungría, un partido de extrema derecha que
posee milicias dedicadas a la caza de gitanos, obtiene nada menos que el
14% de los votos.
Nuestros lectores cuentan con el siguiente cuadro estadístico para
completar la evolución del voto de la extrema derecha europea.