"La caza de brujas ha sido una guerra
total (militar, ideológica, cultural, de género, sexual, territorial,
económica) para conseguir la modernización (es decir la fase
imperialista, totalitaria y estatal) del régimen heteropatriarcal. La
caza de brujas ha sido ante todo una normalización planeada y
sistemática."
Itziar Ziga
NODO50
Nunca he cambiado porque alguien me haya convencido de su buena o verdadera idea. Nunca he cambiado porque me haya convencido una buena o justa acción. Siempre he cambiado a base de hechizos, sean estos relaciones, teorías, prácticas, narraciones ... Y justamente, de por sí, un hechizo desdibuja estas fronteras. Cambios que se me han presentado primero como brujería. Cada orgía un akelarre. Cada saber y práctica nuevo, un hechizo. Cada miembra de la manada, una bruja…
Itziar Ziga
NODO50
Nunca he cambiado porque alguien me haya convencido de su buena o verdadera idea. Nunca he cambiado porque me haya convencido una buena o justa acción. Siempre he cambiado a base de hechizos, sean estos relaciones, teorías, prácticas, narraciones ... Y justamente, de por sí, un hechizo desdibuja estas fronteras. Cambios que se me han presentado primero como brujería. Cada orgía un akelarre. Cada saber y práctica nuevo, un hechizo. Cada miembra de la manada, una bruja…
Las brujas ha existido y siguen existiendo. Las brujas eran, y son, las heréticas al orden heteropatriarcal. Las brujas no son ni una fantasía de cuentos de hadas, ni la fantasía de cuentas de hados … Brujería es una palabra que nos han robado para reemplazarla por política. Y arte. Y ciencia. Y conocimiento … Una actividad diurna y normalizada, incapaz de subvertir este mismo orden.
La historia oficial (la narración consensuada) oscila entre la
negación y la negación. La negación de que la caza de brujas haya sido
la base del establecimiento de la sociedad occidental actual. Y la
negación de que hayan sido brujas …
La primera niega que haya sido un proyecto de exterminio con fines
muy claros: la eliminación voluntaria y organizada de las que
manifestaban una oposición y una diferencia a la universalización de la
norma entonces en expansión. Esta primera negación proviene del lado de
los que defienden la norma actual desde su lado derecho.
La segunda niega que las brujas eran más que mujeres. Se niega, bajo
el pretexto paternalista de defenderlas, que eran mujeres opuestas al
orden heteropatriarcal. Una postura victimizante que pretende
transformar las brujas en mujeres “normales”, cuando eran mujeres que se
definían precisamente en oposición a esta norma, cuando eran
feministas. Por la misma ocasión, se minimiza la violencia del orden
heteropatriarcal, presentando la caza de brujas como un exceso ocasional
de este orden y no como su característica estructural. Se abre la
puerta a que este poder pueda ser otra cosa. Una negación que viene esta
vez del lado izquierdo, que pretende que este poder ya no es el mismo y
que las brujas, como tan, no existían. Negando así que pueden existir
todavía.
La caza de brujas ha sido un exterminio de antagonistas y desertoras a
la norma. Tenían prácticas sexuales opuestas a la heterosexualidad y
vivían autónomas del patriarcado. Tenían modos de vida organizado en
redes que combinaban la creación de zonas autónomas con el nomadismo y
que se oponían a la herencia patriarcal y estatal de la tierra y de las
riquezas. Tenían saberes situados y órdenes simbólicos propios que se
oponían a la centralización del conocimiento y a la teología dogmática.
Trabajaban para ellas o no trabajaban y se oponían a la relación
jerárquica feudal y matrimonial. La caza de brujas ha sido una guerra
total (militar, ideológica, cultural, de género, sexual, territorial,
económica) para conseguir la modernización (es decir la fase
imperialista, totalitaria y estatal) del régimen heteropatriarcal. La
caza de brujas ha sido ante todo una normalización planeada y
sistemática.
La imagen folklórica que, hoy en día, se tiene de “la Bruja” es el
reflejo de esta normalización. Una imagen que nos presenta una bruja sin
brujería, una mujer que tenía más relación con la “naturaleza” por su
propia naturaleza. Con esta visión esencialista, se niega que las
brujas, de por su identidad elegida de heréticas, habían conseguido
desarrollar por sí solas su conocimientos. Que habían obtenido estos
conocimientos por medio de sus prácticas y no por medio de unas
supuestas características innatas que les permitían entender mejor las
plantas, el cuerpo, la tierra … Y se limita así, retrospectivamente,
estos conocimientos a algunas pócimas de plantas y hechizos esotéricos
sin efectos tangibles. Se opone la brujería a la técnica y ciencia
“moderna”. Se mantiene la idea de que sus prácticas eran pre-lógicas,
pre-científicas, cuando eran las que tenían el saber más amplio del
momento.
Las brujas no tenían más conocimientos sobre la “naturaleza” sino
sobre el “entorno”. Las brujas eran las más hi-tech del momento. Las
brujas ya eran ciborgs. Manipulaban los signos, símbolos, objetos y
cuerpos para transformar efectivamente el mundo, a base de leyes
enunciadas y enunciados leídos, a base de narraciones constitutivas de
nuevas realidades, a base del uso de la química y de sus posibilidades
para alterar las capacidades mentales, a base de intervenciones sobre el
cuerpo para alterar sus funciones, a base de prácticas sexuales capaces
de generar identidades no normativas …
Sus hechizos eran efectivos y
hoy se encuentran catalogados bajo la categoría de arte, política,
filosofía, técnica, ciencia, sexualidad … La brujería era, y es, la
manipulación y transformación efectiva del mundo a base de hechizos. Las
brujas eran, y son, las heréticas al orden heteropatriarcal. Y ni la
represión, ni la asimilación las harán desaparecer, porque son las que
efectivamente tienen la capacidad para cambiar el mundo. Necesitamos
otra forma de política, y puede ser que esta forma no sea otra cosa que
la brujería. Y el hechizo más efectivo para esto es reconocernos como
brujas.
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