"...el estatuto en realidad ni siquiera fue un logro de los autonomistas y
regionalistas vascos sino una cesión del ya “moderno” nacionalismo
español franquista para que no se produzca la ruptura democrática con
posibilidad de independencia y se siguiera negando el derecho de
autodeterminación"
Borroka Garaia Da
Si hay algún ejemplo contundente en toda la historia de Euskal Herria
de mover algo para que no se mueva nada ese es el estatuto de autonomía
vascongado que de manos del ex-rey español Juan Carlos I y el ex-
presidente Adolfo Suárez fue aprobado en las cortes españolas.
36 años de estupidez se celebraron ayer. Porque desde luego hay que
ser estúpido o esquizofrénico para escribir en el punto primero de su
articulado que “el Pueblo Vasco o Euskal-Herria, como expresión de
su nacionalidad, y para acceder a su autogobierno, se constituye en
Comunidad Autónoma dentro del Estado español bajo la denominación de
Euskadi o País Vasco, de acuerdo con la Constitución”. Menos mal
que fue como expresión de su nacionalidad y para acceder a su
autogobierno. Imaginemos por un instante que lo fuera como expresión de
su regionalidad y para acceder a su dependencia. Bueno, el caso es que
hubiera dado igual pues el resultado ha sido el mismo. Un estatuto
anti-democrático que niega al pueblo vasco su derecho a ser
independiente y tener su propia constitución. A partir de ese primer
artículo todo lo demás sobra, pues es la constitución española la que ha
auto-gobernado la Euskal Herria occidental con diversas mascotas de
Vichy llamadas lehendakaris en sus palacios de cristal de Ajuria enea.
“El Gobierno español está seguro de terminar pronto
y gloriosamente la guerra de las Provincias Vascongadas “ (…) Cuando
penetren en el país enemigo no les ha de faltar ni un solo hombre del
número que se juzgue necesario para concluir la guerra en unos pocos
días”
Alvarez Mendizabal (Presidente de España)
Alvarez Mendizabal (Presidente de España)
¿Qué es lo que ha dado de sí 36 años de estatuto?. El
proto-nacionalismo español necesitó tres guerras carlistas para imponer
el concierto económico. Por lo que el concierto económico hay que
agradecérselo a Cánovas del Castillo principalmente. Esas tres guerras
también fueron necesarias para que la juventud vasca fuera obligada a
insertarse en las levas militares españolas. El estatuto vascongado fue
un paso adelante en ese sentido. Las levas militares españolas llamadas
ertzaintza serían de voluntarios, aunque fueran mercenarios.
Manda narices que se diga que el nacionalismo vasco procede de la
situación y frustración creada tras la pérdida de las guerras carlistas
cuando el supuesto partido nacionalista vasco con el estatuto lo único
que está defendiendo es lo que con las armas los liberales-burgueses
españoles que se enfrentaron a los carlistas vascos impusieron: Zipaios y
concierto.
Para rizar el rizo, el estatuto en realidad ni siquiera fue un logro
de los autonomistas y regionalistas vascos sino una cesión del ya
“moderno” nacionalismo español franquista para que no se produzca la
ruptura democrática con posibilidad de independencia y se siguiera
negando el derecho de autodeterminación. Dicho de forma breve: Ante el
temor hacia el movimiento revolucionario vasco que no jugaba a pequeña.
Si en el estado necesitaron a Carrillo con peluca y al señor X con
pantalones de pana, en Euskal Herria al PNV con txapela. Un PNV que
hipócritamente se escandaliza ahora del PSOE o el PP porque defienden el
estatuto. ¿Pero cómo no lo van a hacer si es lo que se ha demostrado
como mejor instrumento para asentar la dependencia?
El estatuto de autonomía es una basura que solo sirve a los intereses
de la burguesía vasco-española. ¿Quién necesita estatus ni estatutos,
cuando por derecho puede constituirse en sujeto de control de su propia
vida soberana sin rendir cuentas a nadie?.
Esto viene de largo y no solo del españolismo casposo de siempre sino
del veneno jeltzale. Como decía un comentarista del blog: Los fueros
son un reconocimiento por parte del Estado, a partir de la “integración”
obligada de las “provincias vascongadas” y Navarra en la corona
castellana, primero, y española después. Es decir, un monarca extranjero
reconoce posibles “derechos” de administración, de gestión de recursos,
de no participación en milicias, de exenciones de leva, y de
conocimiento previo de opinión de las “autoridades locales” por parte de
la corona. En ningún momento hay discusión alguna sobre soberanía, lo
que estaba en trámite era la gestión de gobierno, la soberanía habia
sido arrebatada manu militari y nunca rebatida. El nacionalismo vasco,
de la mano de Sabino Arana, creyó encontrar en los fueros, restos de
alguna soberanía política pretérita, cuando no la había en ellos, porque
no estaba en duda de quién mandaba y de quién tenía la potestad y el
derecho para otorgar, negociar o quitar, es decir de ser soberano. De
ahí ese “hipotético nacionalismo” creó su versión sobre “el pacto con la
corona”, –cuando no lo es así, no estamos en el Reino Unido, sino en la
España de la monarquía absolutista.
Tras la tercera guerra carlista, el “fuero” quedó reducido a un
asunto de administración fiscal, es decir, quién recoge primero los
impuestos, y qué es lo que tiene que pasar al Estado. La soberanía
política siempre está en poder de los mismos, de los monarcas españoles.
El nacionalismo vasco, creó aquello de los “derechos históricos”,
bajo esa perspectiva. Es decir, es una versión pre-política (con esto
quiero decir, que no incluye la revolución burguesa en su pensamiento
político), digo pre-política, porque pre-establece que “el derecho” para
los vascos, proviene del pasado, que le da un derecho, es decir, un
hipotético pacto, testamentado. Por lo tanto su incumplimiento,
posibilita su renegociación, (su rúptura imposible, si no es reconocida
la soberanía mutua de las partes), y si hiciera falta, hasta arbitraje y
una corte de litigadores para enmendar el contrato (¡jamás la soberanía
está a debate!).
El concepto de soberanía nacional jamás puede ser concebido en
términos de “foralidad” o viceversa. La soberanía nacional es
inalienable, innegociable, imprescriptible, nunca jamás producto de un
pacto, u otorgamiento, puesto que es propia y no derivada, afirmar que
es producto de una transacción significa aniquilar a la nación misma
como sujeto soberano, pues cualquier soberanía sería otorgada, regalada o
concedida por otro, es decir, realmente por el verdadero soberano (un
ente distinto y por supuesto ajeno), en definitiva tal “nación” sería el
país de los lacayos. Y eso es la comunidad autónoma vascongada con su
estatuto y su clase dirigente burguesa subsidiaria de la oligarquía
española, lleve txapela o no, opuesta a los intereses de soberanía por
cuestión de clase y por tanto contrarios a los de la clase trabajadora
vasca que no quiere ser lacaya.
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