"El euskara, como el gallego, ha sido
hasta época reciente, un idioma más bien rural. Hoy ya no lo es, pues la
mayor parte de los vascófonos viven en municipios de más de 5.000
habitantes, pero la caracterización de lo euskaldun (vascófono) como
baserritarra (casero o aldeano) es un estereotipo literario ¿y no sólo
literario? que sigue vigente. Además, sólo tres de las diez ciudades más
pobladas del país se encuentran en la zona actual de lengua vasca."
Mi intención es dar unas
pinceladas sobre la historia social de la lengua vasca y, de paso,
realizar una breve comparación entre las historias literarias del
euskara, del catalán y del gallego, que difieren entre sí bastante más
de lo que una mirada superficial permitiría pensar. Dicho lo cual,
añadiré que voy a entender por "literatura" únicamente "literatura
escrita" (voy a dejar de lado, por tanto, el interesante fenómeno del
versolarismo) y por "vasca", la expresada en esa lengua, obviando la
fundamental aportación de los vascos a la literatura castellana y, en
mucho menor medida, también a la francesa.
La primera diferencia obvia entre
el catalán y el gallego por una parte y el vascuence por otra es que
aquéllas son lenguas románicas, derivadas del latín, y ésta es una
lengua preindoeuropea, sin relación con ninguna lengua conocida. El
euskara en la actualidad es hablado en España en la Comunidad Autónoma
del País Vasco (constituida por las provincias de Álava, Guipúzcoa y
Vizcaya) y en la Comunidad Foral de Navarra, y en Francia en las
antiguas provincias de Labort, Baja Navarra y Sola, incluidas en el
moderno departamento de los Pirineos Atlánticos. Las siete provincias
que he mencionado son normalmente denominadas Euskal Herria en vascuence
y es el territorio al que me referiré cuando aquí hable de Vasconia. Y
ya tengo que mencionar otra diferencia entre Vasconia por una parte y
Cataluña y Galicia por otra. Y es que mientras estas dos ultimas
comunidades quedan en su totalidad dentro de sus dominios lingüísticos
respectivos (de hecho ambos dominios abarcan territorios bastante más
amplios), no existe prueba de que el euskara haya sido hablado en la
totalidad de la Vasconia actual, por ejemplo en el sur de Navarra y la
zona más occidental de Álava y Vizcaya. Paradójicamente, sí que fue
hablado hasta la Edad Media en territorios que hoy nadie considera
vascos, como la Bureba y la Rioja en Castilla, el Alto Aragón, los
valles pirenaicos catalanes más occidentales, Bearne y parte de Gascuña.
Repito: en toda Galicia se habla gallego y en toda Cataluña se habla
catalán (salvo el Valle de Aran), pero no en toda Vasconia se habla
vasco.
No sólo eso. El gallego y el
catalán son hablados por la mayoría de la población de sus comunidades
respectivas. El euskara está, en cambio, en minoría en su propio
territorio, pues sólo una cuarta parta de los habitantes del territorio
que hemos denominado Vasconia son vascófonos. Y las diferencias, sobre
todo con Cataluña, se agudizan al comprobar que el catalán, al menos en
la comunidad autónoma, es la lengua de todos los estratos sociales. En
Vasconia, en cambio, se observa un desapego con respecto al idioma
privativo por una parte muy significativa de las elites y no sólo las de
origen foráneo. Durante generaciones, los que aspiraban a formar parte
de esas elites o, simplemente, los que querían ascender socialmente,
tendieron a olvidarse del euskara. El catalán ha sido durante siglos un
idioma tanto rural como urbano. El euskara, como el gallego, ha sido
hasta época reciente, un idioma más bien rural. Hoy ya no lo es, pues la
mayor parte de los vascófonos viven en municipios de más de 5.000
habitantes, pero la caracterización de lo euskaldun (vascófono) como
baserritarra (casero o aldeano) es un estereotipo literario ?y no sólo
literario? que sigue vigente. Además, sólo tres de las diez ciudades más
pobladas del país se encuentran en la zona actual de lengua vasca.
El catalán y el gallego son
hablados por varios millones de personas. El vascuence posee sólo
700.000 hablantes. Para la existencia de una literatura escrita tan
necesario como que haya escritores es que haya lectores y por eso mismo
sorprende la vitalidad de una comunidad lingüística de apenas 700.000
miembros, la mayoría de ellos analfabetos en su lengua, que, según los
axiomas de la sociolingüística, debería estar cerca del límite de la
masa crítica para mantener una literatura viable. Por otra parte, a
diferencia del catalán y el gallego, hasta la segunda mitad del siglo XX
coexistieron cuatro dialectos literarios euskéricos que compartían la
pequeña clientela que pudiera existir. Hoy ese problema no existe pues
el vascuence estándar (euskara batua) se ha generalizado por doquier.
Como vasco no puedo evitar sentir
una sana envidia ante gallegos y catalanes, pues ambos pueblos
generaron una rica literatura en la Edad Media. En Vasconia lo único que
nos queda de los siglos medievales son unos cantares fragmentarios
transmitidos por autores de los siglos XVI y XVII. Tampoco es que lo que
vino después fuera especialmente atractivo para el lector actual: de
los 101 libros originales publicados hasta 1879 sólo 4 poseen valor
literario. El resto, literatura religiosa apasionante para los filólogos
pero totalmente prescindible para el lector corriente.
El gallego fue una lengua
cortesana hasta el siglo XV. El catalán fue un idioma usado no solo para
la creación literaria sino por la Administración hasta el siglo XVIII.
Los documentos producidos por las diversas juntas, diputaciones y cortes
de los países vascos están escritos según el caso en castellano, en
francés o en gascón. Navarra fue un estado independiente hasta el siglo
XVI y la mayor parte de su población fue vascófona hasta el siglo XIX
(hoy los vascófonos a penas son el diez por ciento), pero no hay un solo
documento redactado en vascuence por las instituciones provinciales
hasta que en 1986 se declaró la oficialidad de la lengua en el tercio
norte de la provincia.
Soy muy consciente de que la
moderna historiografía está cuestionando el concepto de Renaixença en
Cataluña y de Rexurdimento en Galicia. Lo que me parece innegable es que
tanto en Cataluña como en Galicia existió un movimiento literario
anterior a la articulación de los movimientos nacionalistas. En Vasconia
el movimiento literario anterior al nacionalismo político fue
extremadamente débil. La nostalgia historicista provocada por la
abolición del régimen foral en la Vasconia occidental en 1876, que es lo
que suele denominarse Pizkundea (Renacimiento), se manifestó mayormente
en lengua castellana. En Cataluña las instituciones del Antiguo Régimen
fueron abolidas en 1716, así que cuando a finales del siglo XIX
aparezca el catalanismo político, éste estará mucho más basado en la
lengua que en la reivindicación de unos supuestos "derechos históricos"
que caracteriza al discurso del nacionalismo vasco originario.
Es cierto que por influjo del
movimiento felibre de Occitania, también en Vasconia, especialmente en
la vertiente francesa, existió un movimiento literario articulado en
torno a los Juegos Florales. Vasconia incluso se adelantó a sus hermanas
ibéricas pues los primeros juegos se celebran en 1851, mientras en
Cataluña se celebran en 1859 y en Galicia en 1861. Con los matices que
se consideren necesarios, creo que se pueden establecer líneas de
continuidad entre los juegos florales catalanes y la Unió Catalanista
(1891) y otras organizaciones, que fueron un elemento de capital
importancia para la recatalanización. O entre los juegos gallegos y las
Irmandades da Fala (1916), que también tuvieron su trascendencia en la
historia gallega. En Vasconia, en cambio, el heredero natural de los
Juegos Florales fue Euskaltzaleen Biltzarra (1902), que tuvo una nula
influencia en la sociedad vasca, al menos en la parte española del país.
La difusión del nacionalismo político, que es uno de los factores que
explican el fracaso del culturalismo al sur del país, es heredero de la
tradición fuerista de lengua castellana que he mencionado anteriormente y
no de la tradición literaria en euskara de los siglos anteriores. El
historiador checo Miroslav Hroch ha señalado que en los diversos pueblos
de Europa el nacionalismo cultural es anterior al nacionalismo
político. En Vasconia, o al menos en su parte española, el proceso es
casi inverso: las reivindicaciones culturales son en gran medida
posteriores a las reivindicaciones políticas y también en gran medida
están supeditadas a éstas. Eso ocurrió así porque el nacionalismo vasco
fue creado por los castellanohablantes a finales del siglo XIX. Sólo
posteriormente se incorporaron los vascófonos en masa al proyecto
nacionalista. El propio modelo de lengua propuesto por el nacionalismo
político era inviable por su purismo extremo. Hasta los años 60 no se
generalizó otro modelo más cercano al euskara real y a la tradición
literaria.
He mencionado ya la abolición
foral de 1876. Hasta entonces Álava, Guipúzcoa y Vizcaya mantuvieron sus
Juntas Generales, una especie de parlamento provincial. En Navarra las
Cortes del Reino se mantuvieron hasta 1841. En Labort, Baja Navarra y
Sola, sus instituciones persistieron hasta la Revolución de 1789. Ya he
señalado que las instituciones catalanas funcionaban en catalán hasta su
abolición a principios del siglo XVIII. Las instituciones vascas
funcionaban en castellano, en gascón y en francés. Para las
instituciones del Antiguo Régimen, el euskara no era un medio de
comunicación, sino un símbolo, un elemento diferenciador, que servía
para justificar ante Madrid (y en menor medida, también ante París) el
control que las clases pudientes ejercían sobre esas instituciones y
evitar así injerencias externas (creo que el fuerismo y el nacionalismo
político son dos avatares más de esa tradición de particularismo). De
hecho, para cuando el poder central español intentó generalizar la
enseñanza obligatoria por medio de la Ley Moyano (1857), los órganos
"representativos" de los cuatro territorios vascos peninsulares llevaban
siglos impidiendo participar en los mismos a todos los que no supieran
leer y escribir en castellano. Varios escritores de los siglos XVII,
XVIII y XIX no pudieron publicar sus libros por falta de apoyo de las
instituciones vascas, no por una supuesta imposición de Madrid. En la
Vasconia española la nobleza y pronto la alta burguesía optaron por el
castellano desde el principio. En eso la historia lingüística vasca
coincide con la gallega, pero se opone a la catalana.
La historia literaria de la
Vasconia francesa fue muy diferente a la de la Vasconia española.
Especialmente en Labort, existió una incipiente burguesía de lengua
vasca en los siglos XVI, XVII y XVIII. No es casualidad que los mejores
escritores euskéricos de la época procedan de esa zona. Pero esa clase
culta labortana, sea por la pérdida de Terranova, sea por la extinción
de la ballena en el Golfo de Vizcaya, sea por el propio proceso de
nacionalización francesa, estaba ya en decadencia para 1789. La
Revolución no hizo más que poner la puntilla.
Llegados a este punto hay que
mencionar una diferencia fundamental en los procesos de nacionalización
en Francia y en España y, por tanto, entre las dos vertientes de
Vasconia. Francia es la obra de una exitosa revolución. Durante décadas
progresista y francés fueron sinónimos. La identidad vasco-francesa,
privada de instituciones propias, tomó durante el siglo XIX un tinte
clerical y ruralista que en último término se ha demostrado fatal para
su propia permanencia. Hoy la lengua vasca sigue perdiendo hablantes al
norte del Bidasoa. En la Vasconia española se dio también una
identificación entre lo clerical y lo vasco (no hay más que pensar en el
carlismo, que determinó la vida del país durante siglo y medio), pero
la Guerra Civil y la dictadura que le siguió brindaron la oportunidad de
romper ese maleficio al presentar la identidad vasca como un elemento
de resistencia al franquismo. A diferencia de lo ocurrido en la parte
francesa del país, en la Vasconia peninsular lo progresista y lo vasco
fueron sinónimos desde los años sesenta, coincidiendo con la aparición
de un nacionalismo de izquierdas. Creo que esa identificación, con todo
lo falaz que pueda resultar, ha sido beneficiosa para la lengua vasca.
El euskara se ha hallado así atrapado entre un culturalismo apolítico
incapaz de asegurarle un futuro y un nacionalismo que lo ha postergado a
un segundo plano. Y, sin embargo, la lengua está bien viva. Con razón
decía Luis Mitxelena que el verdadero misterio de la lengua vasca no es
el de su origen, sino el de su permanencia.
Voy terminando. Hasta los años 60
del siglo XX la literatura en lengua vasca ha sido, salvo excepciones,
de escasa calidad. La lengua, mucho más que un objeto de cultivo
literario, fue un vehículo de adoctrinamiento, católico primero,
nacionalista después. Creo, sin embargo, que en las últimas décadas, el
euskara se está desprendiendo del lastre ideológico y produciendo obras
de una calidad desconocida en toda su historia.
A pesar de su exiguo tamaño, la
lengua vasca ha dado muestras de una enorme capacidad de resistencia y
de adaptación a las nuevas realidades. No se sorprendan si un próximo
premio Nobel tiene un apellido vasco.
Xabier Zabaltza Pérez-Nievas (Tudela, 1966) es un historiador y escritor
euskalherriasozialista.blogspot.com
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