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2016/04/16

LA LENGUA VASCA por Zabier Zabaltza Perez-Nievas

"El euskara, como el gallego, ha sido hasta época reciente, un idioma más bien rural. Hoy ya no lo es, pues la mayor parte de los vascófonos viven en municipios de más de 5.000 habitantes, pero la caracterización de lo euskaldun (vascófono) como baserritarra (casero o aldeano) es un estereotipo literario ¿y no sólo literario? que sigue vigente. Además, sólo tres de las diez ciudades más pobladas del país se encuentran en la zona actual de lengua vasca."                
                       Mi intención es dar unas pinceladas sobre la historia social de la lengua vasca y, de paso, realizar una breve comparación entre las historias literarias del euskara, del catalán y del gallego, que difieren entre sí bastante más de lo que una mirada superficial permitiría pensar. Dicho lo cual, añadiré que voy a entender por "literatura" únicamente "literatura escrita" (voy a dejar de lado, por tanto, el interesante fenómeno del versolarismo) y por "vasca", la expresada en esa lengua, obviando la fundamental aportación de los vascos a la literatura castellana y, en mucho menor medida, también a la francesa.

La primera diferencia obvia entre el catalán y el gallego por una parte y el vascuence por otra es que aquéllas son lenguas románicas, derivadas del latín, y ésta es una lengua preindoeuropea, sin relación con ninguna lengua conocida. El euskara en la actualidad es hablado en España en la Comunidad Autónoma del País Vasco (constituida por las provincias de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya) y en la Comunidad Foral de Navarra, y en Francia en las antiguas provincias de Labort, Baja Navarra y Sola, incluidas en el moderno departamento de los Pirineos Atlánticos. Las siete provincias que he mencionado son normalmente denominadas Euskal Herria en vascuence y es el territorio al que me referiré cuando aquí hable de Vasconia. Y ya tengo que mencionar otra diferencia entre Vasconia por una parte y Cataluña y Galicia por otra. Y es que mientras estas dos ultimas comunidades quedan en su totalidad dentro de sus dominios lingüísticos respectivos (de hecho ambos dominios abarcan territorios bastante más amplios), no existe prueba de que el euskara haya sido hablado en la totalidad de la Vasconia actual, por ejemplo en el sur de Navarra y la zona más occidental de Álava y Vizcaya. Paradójicamente, sí que fue hablado hasta la Edad Media en territorios que hoy nadie considera vascos, como la Bureba y la Rioja en Castilla, el Alto Aragón, los valles pirenaicos catalanes más occidentales, Bearne y parte de Gascuña. Repito: en toda Galicia se habla gallego y en toda Cataluña se habla catalán (salvo el Valle de Aran), pero no en toda Vasconia se habla vasco.

No sólo eso. El gallego y el catalán son hablados por la mayoría de la población de sus comunidades respectivas. El euskara está, en cambio, en minoría en su propio territorio, pues sólo una cuarta parta de los habitantes del territorio que hemos denominado Vasconia son vascófonos. Y las diferencias, sobre todo con Cataluña, se agudizan al comprobar que el catalán, al menos en la comunidad autónoma, es la lengua de todos los estratos sociales. En Vasconia, en cambio, se observa un desapego con respecto al idioma privativo por una parte muy significativa de las elites y no sólo las de origen foráneo. Durante generaciones, los que aspiraban a formar parte de esas elites o, simplemente, los que querían ascender socialmente, tendieron a olvidarse del euskara. El catalán ha sido durante siglos un idioma tanto rural como urbano. El euskara, como el gallego, ha sido hasta época reciente, un idioma más bien rural. Hoy ya no lo es, pues la mayor parte de los vascófonos viven en municipios de más de 5.000 habitantes, pero la caracterización de lo euskaldun (vascófono) como baserritarra (casero o aldeano) es un estereotipo literario ?y no sólo literario? que sigue vigente. Además, sólo tres de las diez ciudades más pobladas del país se encuentran en la zona actual de lengua vasca.

El catalán y el gallego son hablados por varios millones de personas. El vascuence posee sólo 700.000 hablantes. Para la existencia de una literatura escrita tan necesario como que haya escritores es que haya lectores y por eso mismo sorprende la vitalidad de una comunidad lingüística de apenas 700.000 miembros, la mayoría de ellos analfabetos en su lengua, que, según los axiomas de la sociolingüística, debería estar cerca del límite de la masa crítica para mantener una literatura viable. Por otra parte, a diferencia del catalán y el gallego, hasta la segunda mitad del siglo XX coexistieron cuatro dialectos literarios euskéricos que compartían la pequeña clientela que pudiera existir. Hoy ese problema no existe pues el vascuence estándar (euskara batua) se ha generalizado por doquier.

Como vasco no puedo evitar sentir una sana envidia ante gallegos y catalanes, pues ambos pueblos generaron una rica literatura en la Edad Media. En Vasconia lo único que nos queda de los siglos medievales son unos cantares fragmentarios transmitidos por autores de los siglos XVI y XVII. Tampoco es que lo que vino después fuera especialmente atractivo para el lector actual: de los 101 libros originales publicados hasta 1879 sólo 4 poseen valor literario. El resto, literatura religiosa apasionante para los filólogos pero totalmente prescindible para el lector corriente.

El gallego fue una lengua cortesana hasta el siglo XV. El catalán fue un idioma usado no solo para la creación literaria sino por la Administración hasta el siglo XVIII. Los documentos producidos por las diversas juntas, diputaciones y cortes de los países vascos están escritos según el caso en castellano, en francés o en gascón. Navarra fue un estado independiente hasta el siglo XVI y la mayor parte de su población fue vascófona hasta el siglo XIX (hoy los vascófonos a penas son el diez por ciento), pero no hay un solo documento redactado en vascuence por las instituciones provinciales hasta que en 1986 se declaró la oficialidad de la lengua en el tercio norte de la provincia.

Soy muy consciente de que la moderna historiografía está cuestionando el concepto de Renaixença en Cataluña y de Rexurdimento en Galicia. Lo que me parece innegable es que tanto en Cataluña como en Galicia existió un movimiento literario anterior a la articulación de los movimientos nacionalistas. En Vasconia el movimiento literario anterior al nacionalismo político fue extremadamente débil. La nostalgia historicista provocada por la abolición del régimen foral en la Vasconia occidental en 1876, que es lo que suele denominarse Pizkundea (Renacimiento), se manifestó mayormente en lengua castellana. En Cataluña las instituciones del Antiguo Régimen fueron abolidas en 1716, así que cuando a finales del siglo XIX aparezca el catalanismo político, éste estará mucho más basado en la lengua que en la reivindicación de unos supuestos "derechos históricos" que caracteriza al discurso del nacionalismo vasco originario.

Es cierto que por influjo del movimiento felibre de Occitania, también en Vasconia, especialmente en la vertiente francesa, existió un movimiento literario articulado en torno a los Juegos Florales. Vasconia incluso se adelantó a sus hermanas ibéricas pues los primeros juegos se celebran en 1851, mientras en Cataluña se celebran en 1859 y en Galicia en 1861. Con los matices que se consideren necesarios, creo que se pueden establecer líneas de continuidad entre los juegos florales catalanes y la Unió Catalanista (1891) y otras organizaciones, que fueron un elemento de capital importancia para la recatalanización. O entre los juegos gallegos y las Irmandades da Fala (1916), que también tuvieron su trascendencia en la historia gallega. En Vasconia, en cambio, el heredero natural de los Juegos Florales fue Euskaltzaleen Biltzarra (1902), que tuvo una nula influencia en la sociedad vasca, al menos en la parte española del país. La difusión del nacionalismo político, que es uno de los factores que explican el fracaso del culturalismo al sur del país, es heredero de la tradición fuerista de lengua castellana que he mencionado anteriormente y no de la tradición literaria en euskara de los siglos anteriores. El historiador checo Miroslav Hroch ha señalado que en los diversos pueblos de Europa el nacionalismo cultural es anterior al nacionalismo político. En Vasconia, o al menos en su parte española, el proceso es casi inverso: las reivindicaciones culturales son en gran medida posteriores a las reivindicaciones políticas y también en gran medida están supeditadas a éstas. Eso ocurrió así porque el nacionalismo vasco fue creado por los castellanohablantes a finales del siglo XIX. Sólo posteriormente se incorporaron los vascófonos en masa al proyecto nacionalista. El propio modelo de lengua propuesto por el nacionalismo político era inviable por su purismo extremo. Hasta los años 60 no se generalizó otro modelo más cercano al euskara real y a la tradición literaria.

He mencionado ya la abolición foral de 1876. Hasta entonces Álava, Guipúzcoa y Vizcaya mantuvieron sus Juntas Generales, una especie de parlamento provincial. En Navarra las Cortes del Reino se mantuvieron hasta 1841. En Labort, Baja Navarra y Sola, sus instituciones persistieron hasta la Revolución de 1789. Ya he señalado que las instituciones catalanas funcionaban en catalán hasta su abolición a principios del siglo XVIII. Las instituciones vascas funcionaban en castellano, en gascón y en francés. Para las instituciones del Antiguo Régimen, el euskara no era un medio de comunicación, sino un símbolo, un elemento diferenciador, que servía para justificar ante Madrid (y en menor medida, también ante París) el control que las clases pudientes ejercían sobre esas instituciones y evitar así injerencias externas (creo que el fuerismo y el nacionalismo político son dos avatares más de esa tradición de particularismo). De hecho, para cuando el poder central español intentó generalizar la enseñanza obligatoria por medio de la Ley Moyano (1857), los órganos "representativos" de los cuatro territorios vascos peninsulares llevaban siglos impidiendo participar en los mismos a todos los que no supieran leer y escribir en castellano. Varios escritores de los siglos XVII, XVIII y XIX no pudieron publicar sus libros por falta de apoyo de las instituciones vascas, no por una supuesta imposición de Madrid. En la Vasconia española la nobleza y pronto la alta burguesía optaron por el castellano desde el principio. En eso la historia lingüística vasca coincide con la gallega, pero se opone a la catalana.

La historia literaria de la Vasconia francesa fue muy diferente a la de la Vasconia española. Especialmente en Labort, existió una incipiente burguesía de lengua vasca en los siglos XVI, XVII y XVIII. No es casualidad que los mejores escritores euskéricos de la época procedan de esa zona. Pero esa clase culta labortana, sea por la pérdida de Terranova, sea por la extinción de la ballena en el Golfo de Vizcaya, sea por el propio proceso de nacionalización francesa, estaba ya en decadencia para 1789. La Revolución no hizo más que poner la puntilla.

Llegados a este punto hay que mencionar una diferencia fundamental en los procesos de nacionalización en Francia y en España y, por tanto, entre las dos vertientes de Vasconia. Francia es la obra de una exitosa revolución. Durante décadas progresista y francés fueron sinónimos. La identidad vasco-francesa, privada de instituciones propias, tomó durante el siglo XIX un tinte clerical y ruralista que en último término se ha demostrado fatal para su propia permanencia. Hoy la lengua vasca sigue perdiendo hablantes al norte del Bidasoa. En la Vasconia española se dio también una identificación entre lo clerical y lo vasco (no hay más que pensar en el carlismo, que determinó la vida del país durante siglo y medio), pero la Guerra Civil y la dictadura que le siguió brindaron la oportunidad de romper ese maleficio al presentar la identidad vasca como un elemento de resistencia al franquismo. A diferencia de lo ocurrido en la parte francesa del país, en la Vasconia peninsular lo progresista y lo vasco fueron sinónimos desde los años sesenta, coincidiendo con la aparición de un nacionalismo de izquierdas. Creo que esa identificación, con todo lo falaz que pueda resultar, ha sido beneficiosa para la lengua vasca. El euskara se ha hallado así atrapado entre un culturalismo apolítico incapaz de asegurarle un futuro y un nacionalismo que lo ha postergado a un segundo plano. Y, sin embargo, la lengua está bien viva. Con razón decía Luis Mitxelena que el verdadero misterio de la lengua vasca no es el de su origen, sino el de su permanencia.

Voy terminando. Hasta los años 60 del siglo XX la literatura en lengua vasca ha sido, salvo excepciones, de escasa calidad. La lengua, mucho más que un objeto de cultivo literario, fue un vehículo de adoctrinamiento, católico primero, nacionalista después. Creo, sin embargo, que en las últimas décadas, el euskara se está desprendiendo del lastre ideológico y produciendo obras de una calidad desconocida en toda su historia.

A pesar de su exiguo tamaño, la lengua vasca ha dado muestras de una enorme capacidad de resistencia y de adaptación a las nuevas realidades. No se sorprendan si un próximo premio Nobel tiene un apellido vasco.
Xabier Zabaltza Pérez-Nievas (Tudela, 1966) es un historiador y escritor
euskalherriasozialista.blogspot.com

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