"El contexto de sobrecumulación de capital, acortará
la duración de los ciclos expansivos previos a una nueva crisis, o la
acumulación se realizará con bajo crecimiento o estancamiento, pero lo
que es un hecho evidente, es que sin alternativa socialista, lucha de
clases y dictadura del proletariado, el capitalismo sólo tiene como
límite estructural de desarrollo, la propia destrucción del planeta y la
extinción."
El “Proceso ABIAN” de plena actualidad en el campo de
la Izquierda Abertzale, mantiene para los comunistas una importancia
fundamental. La contradicción entre reformismo/oportunismo
pequeñoburgués y posiciones socialistas revolucionarias, parece haber
alcanzado un grado de antagonismo tal, que puede desarrollarse en el
ámbito abertzale un vector socialista.
La confluencia entre reformismo abertzale y
no-abertzale en Euskal Herria sur, es un hecho que ha comenzado a ser
visualizado y que se consolidará en el corto-medio plazo. En un contexto
en el que la Independencia como sujeto ideológico, no es determinante,
se diluye en un etéreo derecho a decidir que establece, las condiciones
para una unidad de objetivos de “parcheo” en el contexto neoliberal
existente.
La repuesta necesaria a esta unidad socialdemócrata en Euskal
Herria, es la confluencia entre sectores revolucionarios abertzales y
no abertzales, en torno a la autodeterminación socialista del Pueblo
Trabajador-Proletariado Vasco.
Esta unidad basada en la lucha por el socialismo, sin
duda no será “pata” de ningún movimiento u organización; ni siquiera
“cuarta pata” de ningún proyecto que no implique la liberación social
del sujeto Pueblo Trabajador-Proletariado Vasco. La lucha de clases, la
contradicción capital-trabajo, son centrales en la configuración de un
vector revolucionario en Euskal Herria que tiene como enemigo principal y
determinante, a la clase capitalista y su bloque en el poder, en el
sentido aportado por Marx, de “ajuste de cuentas” con la clase dominante
en cada marco nacional y/o estatal de lucha de clases.
No, no estamos en una coyuntura en la que el
socialismo sea alternativa real a la explotación, dominación y opresión
del capital. El Movimiento popular y el Movimiento obrero se encuentra,
en el mejor de los casos, en el ámbito predominantemente reformista,
cuando no en el puramente reaccionario. Reformismo y una cierta suerte
de conciencia de necesidad de cambio, aún dentro de los márgenes del
sistema, sin duda insuficiente y precaria, pero que abre líneas de
intervención revolucionaria, tras lustros de hegemonía neoliberal. En
este sentido, la formación de un referente comunista, resulta esencial,
para acometer el necesario proceso de “hacer pie” de nuevo, en el
movimiento popular y el movimiento obrero.
En el ámbito de la Unión Europea, las ilusiones
reformistas se topan inmediatamente con “La Troika”, generándose una
contradicción entre ruptura o sometimiento. Justicia social, programa
democrático y keynesiano son en la presente coyuntura meras fantasías
alentadas por la aristocracia obrera y la pequeña burguesía cuyo
resultado es la propia legitimación de la acumulación del capital y su
dinámica criminal.
El reformismo, tiene la capacidad de presentarse como
“razonable y dialogante”, frente al maximalismo comunista. Frente al
“radicalismo” marxista, que sólo opera en parámetros de confrontación,
el reformismo puede vender su pose dialogante con resultados concretos,
como mejoras relativas y/o absolutas en los presupuestos sociales.
Si los “radicales” comunistas planteamos que los
subsidios y ayudas sociales, ni reproducen siquiera el valor de
reproducción de la fuerza de trabajo y la cronificación de la pobreza y
el desempleo estructural, parece ser un dato a gestionar, pero no a
solucionar por parte del reformismo más cerril, las respuestas son
obvias: no se puede solucionar todo, hay que negociar, hay ritmos, no
hay presupuesto suficiente, se hace lo que se puede… ¡Y nos intentan dar
lecciones de ética y de valores democráticos!.
A ocho años del estallido de la crisis y posterior
ofensiva del capital, lo cierto es que asistimos a una recuperación de
la acumulación de capital. Desde el cuarto trimestre del año 2014 y a lo
largo del 2015, la Formación Bruta de Capital Fijo, ha aumentado de
manera significativa, lo que demuestra que los objetivos del programa de
ajuste neoliberal han sido cumplidos, mejorando la competitividad
mediante una devaluación interna, por la vía de desvalorizar la fuerza
de trabajo esencialmente.
Resulta pueril criticar al capitalismo por
reconstruir las condiciones de valorización y de realización de la tasa
de ganancia, manteniendo altas tasas de desempleo, precarización y
pobreza, como si la dinámica de acumulación implicara una resolución a
dichos problemas. Tan pueril, como pretender que en plena vigencia de la
ley del valor trabajo, la internacionalización del capital y el
dumping, el proceso de desindustrialización en Hegoalde, pueda ser
solucionado con “una política y un marco de relaciones laborales
propio”, como apuntan los nacionalistas locales, incluido el reformista.
El contexto de sobrecumulación de capital, acortará
la duración de los ciclos expansivos previos a una nueva crisis, o la
acumulación se realizará con bajo crecimiento o estancamiento, pero lo
que es un hecho evidente, es que sin alternativa socialista, lucha de
clases y dictadura del proletariado, el capitalismo sólo tiene como
límite estructural de desarrollo, la propia destrucción del planeta y la
extinción.
No hay alternativa keynesiana al neoliberalismo, no
hay márgenes para reconstruir un “capitalismo de rostro humano”, pero
sin referente comunista que gestione el fracaso del reformismo, el
fascismo es la alternativa. La alianza del capital con los sectores de
la aristocracia obrera y de la pequeña burguesía, es coexistente con la
cronificación de la precariedad, la pobreza relativa y absoluta de
sectores del proletariado que, sin una alternativa revolucionaria
socialista, degenerarán en lumpenproletariado, ligados a la reproducción
social del capitalismo, sometiéndose a subsidios y ayudas sociales que
les apartan de la lucha anticapitalista y les convierten en verdaderos
pilares de la legitimación del sistema.
Si no se entiende que el enemigo principal del Pueblo
Trabajador-Proletariado Vasco es el PNV, principal apéndice de la
reproducción del Régimen del 78 en Hegoalde y de la opresión del capital
y brazo político de la oligarquía vasca en Euskadi, poco podremos
avanzar. En Euskal Herria, la opresión, dominación y explotación se
ejerce sobre el proletariado, no sobre “la ciudadanía en general”, ni
sobre “Euskal Herria”.
Si el vector socialista gestado en el campo de la
izquierda abertzale, persiste en un retorno al nacionalismo
revolucionario y a “conciencias nacionales de clase”, si mantiene en su
seno una concepción movimientista que abra las puertas al Caballo de
Troya pequeñoburgués, frente a la necesidad de unificar al conjunto del
Pueblo Trabajador-Proletariado en torno a una estrategia
marxista-leninista, se reproducirán los esquemas que conducen
necesariamente a los mismos errores.
Jon Ibaia es militante de la organizacion comunista marxista-leninista vasca Herri Gorri ( https://herrigorri.wordpress.com/)
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