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2016/11/17

DONALD TRUMP, UNA OPORTUNIDAD MAS QUE UNA CATASTROFE por Andy Robison

"...la diferencia entre lo que cobran un blanco y un negro en trabajos homologables llegó al 27% durante la administración de Obama, la más alta de los últimos 40 años. Tal vez no sea de extrañar que los votantes negros e hispanos al final no salvaran a Hillary."
 
              Mientras muchos progresistas en Manhattan llamaban al psicoanalista para pedir dos citas a la semana en vez de una, o al agente inmobiliario para quizás vender la casa en los Berkshires y comprar una al otro lado de la frontera canadiense, Bernie Sanders hizo un resumen un poco menos neurótico de la sorprendente victoria de Donald Trump. De paso, enseñó la estrategia para quienes, como yo, no ven el auge irresistible de Donald Trump como una catástrofe sino como una posible oportunidad.
 
Donald Trump ha explotado la rabia de una clase obrera que se siente hasta las narices de la economía del establishment, la política del establishment y los medios de comunicación del establishment, escribió el candidato socialista que estuvo a punto de ganar a Hillary Clinton en las primarias. "La gente está harta de trabajar más horas por salarios más bajos, y de ver sus puestos de trabajo deslocalizados a China y a otros países de bajos salarios, así como de billonarios que no pagan impuestos(...)".
 
Y añadió: "En la medida en que Trump va en serio cuando habla de mejorar las vidas de las familias trabajadoras en este país, yo, y otros progresistas trabajaremos con él; en la medida que adopte políticas racistas, xenófobas, sexistas o dañinas para el medío ambiente, haremos una oposición vigorosa".
 
Creo que éste es el tono que hay que adoptar tras el resultado electoral. La victoria de Trump es un desastre, por un lado, y una oportunidad, por el otro.
 
La amargada, resentida y sobreexplotada clase de perdedores cuyos salarios han ido bajando desde hace un cuarto de siglo no es sólo blanca sino morena y negra también
 
Porque Trump –al igual que el brexit en Reino Unido– ha colocado por primera vez desde hace medio siglo a la white working class (la clase obrera blanca) en la posición dominante del discurso político en Estados Unidos. Ahora el reto es demostrar que, en realidad, la amargada, resentida y sobreexplotada clase de perdedores cuyos salarios han ido bajando desde hace un cuarto de siglo no es sólo blanca sino morena y negra también. Mejor dicho, los perdedores de la globalización son principalmente hispanos y afroamericanos.
 

Discursos moralistas

Aunque Trump puede recordar al personaje brechtiano de Arturo Ui (Adolf Hitler), cultivando una política de odio y violencia a partir de su propios complejos y la crisis existencial de esa clase de perdedores blancos, esto no es un golpe fascista urdido en las salas de consejo de las grandes empresas corporativas. Más bien todo lo contrario.
 

En los consejos de las grandes empresas multinacionales y bancos internacionales no saben qué hacer tras la victoria de Trump. Su candidata era Hillary Clinton. Por eso desplegaron las fuerzas de todos sus grandes medios de comunicación para derrotar a Trump.
 
Pero, como escribió Thomas Frank, un escritor imprescindible para entender lo que está pasando, los medios "convirtieron las tribunas en un vehículo de sermones moralistas (…) tildando a los votantes de Trump de ignorantes y racistas (…)".
 
Y remata: "Quizás ya va siendo hora de darnos cuenta de que hacer discursos santurrones desde una posición de elevado estatus social suele tener efectos contraproducentes". Para saber qué quiere decir Frank, recomiendo leer algunas tribunas en New York Times, The Guardian o El País.
 
Hay que reconocer el peligro de las amenazas de Trump sobre deportar a indocumentados, y organizar la resistencia (los mexicanos en Los Ángeles lo están preparando ya), pero no hay que desesperarse. Como dice Mark Silverman, un abogado especializado en los derechos de inmigrantes en California, la respuesta tiene que ser "mantenernos tranquilos e informados; es muy poco probable que Trump siga adelante con las deportaciones masivas; no hay motivos para el pánico".
 
Cabe recordar que, con Obama, medio millón de padres fueron deportados y separados de sus hijos. El plan de deportar o encarcelar a los indocumentados inculpados por delitos graves que Trump mencionó el domingo en 60 minutes, el programa de CBS, es una reafirmación de la política existente.
 
Cabe recordar también que la diferencia entre lo que cobran un blanco y un negro en trabajos homologables llegó al 27% durante la administración de Obama, la más alta de los últimos 40 años. Tal vez no sea de extrañar que los votantes negros e hispanos al final no salvaran a Hillary.

Una oportunidad

Yo plantearía que el presidente Trump puede constituir una oportunidad por dos motivos:
 
1) Es la consecuencia de la pérdida de control de una élite todopoderosa sobre un sistema político que normalmente entrega los resultados que piden los consejeros delegados del índice Fortune 500, los oligarcas de Silicon Valley y los bancos de Wall Street. Esta vez, no.
 
2) Como siempre ocurre con el populismo de derechas, existen gigantescas contradicciones en el discurso del magnate inmobiliario que pretende abanderar la causa de la clase trabajadora blanca en Michigan o Pensilvania mientras juega al golf en su club de élite en Palm Beach. Pronto incumplirá sus compromisos de revocar los tratados de libre comercio que han disparado los beneficios de las multinacionales y han hundido los salarios. La repatriación de las inversiones estadounidenses quedará en el tintero.
 
Cumplirá, eso sí, sus promesas de no subir el salario mínimo y de recortar el impuesto de sociedades al 15% y el tipo superior del impuesto de la renta a sólo el 25%. Buscará un modus vivendi con Wall Street y los consejeros delegados plutócratas en Silicon Valley, en general. La clase blanca obrera en Michigan y Ohio tomará nota y quizás Sanders u otro candidato de izquierdas podrán levantar la bandera de la clase obrera sin color.

Extraido de:
Periodico Diagonal

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