"Por ello entonces y posteriormente, estos sectores les interesa
propagar un mensaje revolucionario, contrario a un capitalismo y a una
burguesía, a la que luego sirven a rajatabla por su política
corporativa y su negación total de la lucha de clases."
http://www.antifeixistes.org
“
¿Por qué los fascistas se hacen pasar ante las masas por
«socialistas» y presentan su subida al poder como una «revolución»?
Porque se esfuerzan por explotar la fe en la revolución y la atracción
del socialismo que viven en el corazón de las amplias masas trabajadoras”
J. Dimitrov
Que el fascismo ha sido siempre un elemento usado por las clases
burguesas con el objetivo de destruir el potente movimiento obrero
internacional, eso es algo que nadie puede dudar ya a estas alturas.
Tanto en el caso español, como en los casos originales de Alemania e
Italia, ese movimiento fascista creado por la burguesía para proteger
sus intereses a través de la violencia y del terrorismo, además ha
utilizado siempre una doble estrategia.

El fascismo burgués, consciente debido a su naturaleza de clase, de
que no iba a gozar precisamente de apoyos entre el movimiento obrero,
utilizo desde muy pronto una estrategia que se ha convertido en la
tónica habitual del fascismo: la infiltración en el movimiento obrero,
usurpando e imitando su lenguaje, sus símbolos y su doctrina para, así,
mostrar más atractivo ante la clase trabajadora y gozar de algún tipo de
interés en ella que, de otra forma, no podría lograr, si no fuera por
el robo descarado que hacen de su identidad en todos los países del
mundo.
Los pioneros en esta usurpación de identidad fueron, qué duda cabe,
los alemanes e italianos, aunque no vamos a detenernos puesto que el
objetivo aquí es denunciar a los movimientos fascistas españoles.
En la Alemania de los años 20, la burguesía se encuentra atemorizada
por el alarmante incremento de un potente movimiento obrero que recorre
toda Europa y que había ya influido en el país. La revolución rusa de
1917, la revolución espartaquista alemana de 1919, la revolución húngara
de 1919, la ocupación de fabricas por los obreros italianos en los
primeros años de los 20…..todo ello provoca que la burguesía alemana
empiece a apoyar y financiar proyectos ultranacionalistas que tiene como
programa el orden, la tradición, la defensa de los privilegios y por
supuesto, el combate directo contra todo el movimiento obrero.
Algunos de estos partidos, como el NSDAP de Adolf Hitler, empiezan
así a crecer poco a poco como la espuma, específicamente entre las
clases medias y altas de la burguesía, financiados y apoyados por
grandes industriales, banqueros, jueces y políticos de toda índole que
ven en él un poderoso remedio contra el empuje del movimiento obrero
alemán. Pero Hitler es consciente, observando la poderosa maquinaria
política del Partido Comunista Alemán, que frente a este, el no tiene
nada que hacer en lo referente a la clase trabajadora de los barrios
trabajadores de Alemania, donde sus partidarios no pueden entrar a hacer
propaganda por el peligro físico que corrían al entrar allí.
Para ello, Hitler se ve forzado, para intentar lograr alguna
legitimidad entre la clase obrera que no tenía por su propia ideología, a
copiar aquellos elementos más atractivos y llamativos del movimiento
antifascista y obrero alemán, en el desesperado intento de lograr el
apoyo obrero y lograr crecer copiando las tácticas exitosas de
propaganda política de los comunistas y socialistas alemanes.
Desde el primer momento, no solo incorpora el leguaje obrero,
ubicando oportunamente el concepto “socialista” en la nomenclatura de su
partido que, originalmente cuando se crea, no la lleva, e incorporando,
a su vez, a elementos provenientes del movimiento obrero que incorporan
un lenguaje obrerista y revolucionario al partido, liderado por los
hermanos Otto y Gregor Strasser y las SA de Ernst Röhm, se empieza a
utilizar el concepto de “revolución social y nacional” contra la
burguesía y el capital, presentando al nazismo como una “tercera vía”
entre el marxismo y el capitalismo burgués decadente.
Fruto de ello, es el empuje que, de fachada, los nazis dan al
movimiento obrero alemán, llegando a crear una propia sección sindical
para asuntos laborales, el DAF, que intenta copiar los elementos del
movimiento obrero que han visto a lo largo de los años.
Pero como el lenguaje no es suficiente y quizá incluso poco
atractivo, los nazis, pasaran a copiar también la estética del
movimiento obrero alemán: la utilización del saludo romano (copiado de
los fascistas, y como intento de copiar el atractivo e identificativo
símbolo del puño en alto usado por socialistas y comunistas), la
cartelería (los celebres carteles de Hitler posando de perfil con su
efigie y junto a héroes pasados de Alemania es una copia literal de la
cartelería soviética en que se mostrada a un claramente identificado
Lenin de perfil junto con los héroes de la clase obrera mundial, y que
era un poderoso símbolo del movimiento obrero alemán), incluso el uso de
la esvástica en el brazo (copia del uso de la hoz y el martillo en los
uniformes obreros) , el uso del concepto de camarada o caudillo (como
intento de copiar los saludos de los militantes antifascista) o incluso
los uniformes políticos (que también usaban desde hacia años los
movimientos obreros)… son todo ellos estrategias que evidencian un
intento del fascismo nazi alemán de usurpar y copiar los elementos más
significativos del movimiento obrero para, como decimos, intentar gozar
de algún tipo de legitimidad entre las bases de una clase obrera que
veía a los nazis, como lo que eran: fuerzas de choque, financiadas
(Krupp, Thyssen, Bayer…) y apoyadas por los empresarios, banqueros y la
alta burguesía y aristocracia terrateniente alemana, para combatir al
movimiento obrero alemán e internacional, tan pujante en aquellos años.
No obstante, y aunque los movimientos antifascistas alemanes
alertaron de esta infiltración oportunista de los nazis en el movimiento
obrero, lo cierto es que no se pudo frenar la avalancha nazi que les
lleva al poder en el año 1934 definitivamente. Debido a este exitoso
programa, los fascistas españoles durante los años 30, copiaran paso a
paso toda esta simbología e infiltración en el movimiento obrero español
para tratar de presentarse como la alternativa nazi y fascista en
España.
1) La simbología política
Los partidos políticos pioneros del fascismo español, van a ser las JONS –Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista-, fundadas en octubre de 1931 a través de dos grupúsculos fascistas minoritarios previos, el grupo La Conquista del Estado (fundado por Ramiro Ledesma Ramos en marzo) y las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica (JCAH, fundadas en agosto por Onésimo Redondo).
Posteriormente, las JONS, que incorpora, como veremos, un lenguaje
radical, cercano al movimiento obrero y al fascismo internacional (de
hecho, Ramiro Ledesma era un admirador confeso de Adolf Hitler e incluso
la rumorología popular ubica el famoso mechón de pelo del fascista
español como copia de la estética del caudillo nazi), se va a fusionar
en marzo de 1934 con un partido político fascista fundado el año
anterior por José Antonio Primo de Rivera, la Falange Española (FE), de
contenido algo más moderado que las JONS pero con el que comparten
ámbito ideológico, naciendo así el partido oficial del fascismo español,
y luego el único permitido durante la dictadura, la FE-JONS.
Este partido, desde muy pronto, y al igual que ocurre con el partido
nazi alemán, o el partido nacional fascista italiano, va a tener su
punto fuerte de apoyo entre las clases medias y altas de la burguesía
urbana (incluso los terrateniente del agro inicialmente lo veían ajeno y
preferían otras opciones agraristas o más reaccionarias) entre las
cuales encuentran comprensión, apoyo financiero y político.
No obstante, van a ser ya primero las JONS y luego FE quienes,
imitando Hitler, intenten infiltrarse de alguna manera y ganar así
apoyos entre la clase obrera española que poseía ya en aquella época sus
grandes organizaciones políticas (PCE, PSOE, FAI…) y sindicales (CNT,
UGT) de clase, obreras y antifascistas que especialmente en España
gozaban de gran prestigio y poder social. Para competir con estas
organizaciones, Ramiro y José Antonio entienden que no pueden hacer otra
cosa más que lo único que sabe hace el fascismo: copiar y plagiar los
símbolos obreros, para fomentar la confusión ideológica entre la clase
obrera y que así la gente menos formada del movimiento obrero, por
confusión y equivocación, pase a apoyar y engrosar las filas del partido
fascista recién creado.
Para ello, FE-JONS, desde muy pronto incorpora toda una simbología
política en la práctica para resultar identificativos a la vista e
inequívocos…lo malo es que ninguno de los símbolos que crean son algo
novedoso y salvo alguno que otro, los tres más vistosos e
identificativos por las masas son burdas copias de elementos ya
existentes desde hacia años en el poderoso movimiento obrero español,
como:
-La bandera rojinegra: Símbolo del anarcosindicalismo desde
sus orígenes, la bandera rojinegra ha sido imitada por varios partidos
políticos fascistas españoles, por ser este país el de mayor arraigo del
movimiento obrero de cariz anarquista.
Desde el principio, FE-JONS, adoptaron la bandera rojinegra pero
distribuida en tres franjas verticales, siendo la negra la franja
central y las rojas las laterales. La distribución imita a la bandera
francesa, y de alguna manera pretendía presentar al falangismo como
“modernizador” de España., a la cual incorporan en medio un símbolo
típico del fascismo y del tradicionalismo español, el yugo y las flechas
ideadas por las JONS como su símbolo político y que son incorporadas a
la bandera.
De esta forma, FE-JONS incorporaba en su simbología la doble
vertiente que les interesaba atraer: los votos y el apoyo de las masas
obrera (con la bandera rojinegra sindical) y el dinero y la influencia
política del tradicionalismo conservador y reaccionario español (a
través del yugo y las flechas, emblemas, a su vez, copiados del escudo
de los Reyes Católicos y del imperio español)
El interés en plagiar los símbolos del movimiento obrero es tan claro
que incluso otros símbolos, propuestos como alternativa de enseña
falangista y mucho más antiguos y originales, son desechados, tales como
la famosa “garra hispánica” ideada por Ramiro Ledesma, mucho más
combativa, pero con un contenido más reaccionario, tradicionalista y
ajeno a un movimiento obrero que, sin duda, no se habría identificado
para nada con ese símbolo. No así la enseña rojinegra plagiada del
sindicato anarquista CNT, que era muy famosa y popular entre la clase
obrera española por aquellos años, y cuyo plagio, creían los
falangistas, que les iba a granjear apoyos y popularidad entre la clase y
la militancia de base obrera.
-Camisa azul: Es el uniforme falangista por antonomasia, la
camisa azul “mahón”, no hacía otra cosa que imitar el clásico “mono
azul” utilizado por los trabajadores. La FE-JONS adoptó dicho uniforme
imitando, por un lado la estética de los fascistas italianos –camisa
negra- y los nazis alemanes –camisa parda- pero, por otro lado, dándole
un cariz claramente dirigido al trabajador. Este símbolo, había sido
desde hacía mucho tiempo utilizado como un símbolo por parte de los
movimientos obreros como uno de sus más claros e identificativos
símbolos. El ejemplo más claro de ello es que ya, antes de iniciarse la
guerra civil, destacados grupos de choque antifascistas y grupos
milicianos vinculados al PCE como fueron las MAOC (milicias
antifascistas obreras y campesinas, embrión de lo que será luego el
famoso quinto regimiento de milicias populares) emplea ya el mono y la
camisa azul mahón como su estandarte y uniforme oficial, tomándolo del
uniforme de trabajo de los obreros industriales.
A su vez y ya durante la guerra civil, los grupos milicianos
pertenecientes, tanto al PCE, como al PSOE, y a la CNT-FAI usaban el
mono azul mahón como su uniforme oficial, obviamente no copiando al
uniforme falangista, si no como recuperación de un símbolo tradicional
de la clase obrera española. Tan frecuente y común fue el uso de este
símbolo obrero entre las clases y movimientos populares y antifascistas,
que incluso algunas organizaciones libertarias criticaron el uso
formalista y marcial que de ese símbolo obrero hicieron socialistas y
comunist
Como anécdota que ilustra bien esta confusa y antinatural mezcla que
hicieron los falangistas de la simbología obrera y antifascista esta la
muerte del co-fundador de las JONS, Onésimo Redondo, el cual es
fusilado en julio de 1936 por una columna miliciana de la CNT, al haber
sido recibida alegremente brazo en alto y confundida (por sus colores y
su camisa) por el líder fascista con una columna falangista amiga
cercana en Segovia.
-El saludo: Asimismo es común el tuteo entre sus miembros, llamándose generalmente por su nombre de pila y anteponiendo el tratamiento de camarada (Ej.
Camarada Ramiro Ledesma, o incluso usando los cargos, ej. Camarada
Secretario General del Movimiento). También este símbolo es, cómo no,
copiado por los fascistas al movimiento obrero, no ya solo español, si
no internacional.
Tan frecuente llego a ser el plagiado uso del concepto “camarada”
entre las filas falangistas y luego nacionales, que llego a ser usado
como símbolo oficial de apelativo e incluso incorporado a los himnos del
bando nacional (ej., el himno “yo tenía un camarada”). Camarada es
símbolo de estrecha amistad entre soldados y oficiales usados ya desde
el siglo XVI en España y especialmente en el siglo XIX en Prusia.
Inicialmente llevaba y lleva una fuerte connotación militar en los
ejércitos, pero es a partir de la revolucion rusa cuando los comunistas
lo recuperan y popularizan, y lo emplearon profusamente como
alternativa igualitaria a señor y otras palabras similares.
La palabra camarada (y compañero mas usada por
socialistas y anarquistas) fue popularizada por los bolcheviques rusos y
quedó en la Unión Soviética como forma de tratamiento habitual en un
contexto formal, es decir, sustituyendo a señor o señora,
porque camarada tenía una connotación de comunión con el ideario
comunista. Debido a ello, el uso de “camarada” era ya algo frecuente en
los años 20 entre los miembros y militantes comunistas, especialmente
popularizados por los militantes del PCE que lo usaban frecuentemente,
creando un elemento de compañerismo y amistad entre ellos y los miembros
de la clase obrera.
Como vemos, pues, la simbología usada por el fascismo español no es
más que un conjunto de mezclas y copias de elementos ya existentes y muy
popularizados entre la clase trabajadora y las organizaciones políticas
vinculadas a ella. Pero no creyendo, al igual que los nazis alemanes,
que era suficiente con copiar la simbología política antifascista, los
fascistas españoles crearon incluso su propia fuente ideológica, como
una mezcla entre movimiento obrero, fascismo y tradicionalismo español,
aunque dando a la clase obrera protagonismo especial.
2) La ideología política
Como dijimos, con la creación de las JONS en 1931, de FE en 1933 y la
fusión de ambos en FE-JONS en 1934, el movimiento fascista español (que
ya tenía desde hacia tiempo movimientos o partidos de cercana ideología
como JONS, JCAH, PNE, JAP, CEDA…) queda perfectamente unificado
políticamente. Además, como hemos visto, sus símbolos también fueron
fijados, por lo cual era necesario dotarla de un programa político
propio, que va a ser, según sean sus diversas escisiones y evolución
calificada como nacionalsindicalismo, o falangismo, a imitación del
nacionalsocialismo alemán.
Dentro de la ideología nacionalsindicalista, como nos indica los
compañeros de la editorial Strasse, hay varios aspectos que tratan de
recordar vagamente al anarcosindicalismo. Lo primero de todo sería su
pretensión de organizar la economía nacional en “sindicatos”; en su caso
no son realmente sindicatos, sino corporaciones o “juntas” formadas
tanto por patronos como por obreros. Su intención: detener la lucha de
clases, que según ellos disolvía a la nación española. Para los
nacionalsindicalistas la “superación del capitalismo” debía darse
mediante la colaboración entre las clases y no la lucha, en aras de lo
que ellos llamaban “la grandeza de la Patria”.
El segundo aspecto es el énfasis en el municipalismo, recordando
vagamente a Koprotkin o a Boochkin. Frente a la democracia
representativa, los fascistas proponían una organización social basada
en instituciones naturales como “la familia, el municipio y el
sindicato”, dotando de autonomía al municipio local, pero
subordinándola, desde luego, a la superioridad de la nación central
española, única e indivisible, y obviando los elementos típicos del
anarquismo, tales como la de organización no jerárquica, igualitaria,
horizontal y asamblearia.
Ente las aportaciones y plagios que este fascismo hace al movimiento
obrero español, podemos distinguir dos elementos claros. Por un lado
Ramiro Ledesma Ramos, fundador de las JONS, será quien otorgue la base
ideológica al movimiento fascista. Sera él quien idea el concepto de
nacionalsindicalismo, y quien aporte las claves de la necesaria
infiltración en el movimiento obrero para dotar al partido de éxito
político. Así se desprende de sus propios textos, algunos de los cuales
tomaremos como ejemplo para ilustrar esta idea.
Desde muy pronto, Ramiro se basa en la doctrina política del
anarquismo y de la CNT para incorporarla a su programa ideológico y
mezclar las reivindicaciones tradicionales de la CNT con elementos
propios de la corriente reaccionaria, fascista y tradicionalista del
conservadurismo español. Como ejemplo destaca el llamado “Manifiesto
político” del periódico La Conquista del Estado, firmado por Ramiro
Ledesma, y como embrión de las JONS. En ese programa se establece:
- Intensificación de la cultura de masas, utilizando los medios más eficaces.
-Plena e integral autonomía de los Municipios en las funciones
propia y tradicionalmente de su competencia, que son las de índole
económica y administrativa.
-Estructuración sindical de la economía. Política económica objetiva.
-Potenciación del trabajo.
-Expropiación de los terratenientes. Las tierras expropiadas se
nacionalizarán y serán entregadas a los Municipios y entidades
sindicales de campesinos.
-Justicia social y disciplina social.
-Exclusiva actuación revolucionaria. Métodos de acción directa
sobre el viejo Estado y los viejos grupos políticos sociales del viejo
régimen.
Como vemos, Ramiro utiliza en este manifiesto propuestas políticas
revolucionarias copiadas casi literalmente del programa político y
económico de la CNT en materia sindical y laboral, con el pretendido
objetivo de atraerse, como luego veremos, de una forma clara a la amplia
base obrera de miles de trabajadores que engrosaban las filas de la CNT
y de la UGT.
En aquellos mismos años de la época republicana, el sindicato
anarquista CNT proponía, de esta manera, el programa sindical en el tema
agrario:
-Vivimos en régimen capitalista y tenemos que partir del
Sindicato pero sin olvidar que al lado hay la Comuna, profundamente
arraigada en el pueblo español.
-El Sindicato como asociación, órgano de producción, señalará los principios fundamentales de los órganos de producción.
- La cultura de masas, el cine, la radio, las misiones
pedagógicas, serán excelentes y eficaces auxiliares para una rápida
transformación intelectual y moral de las generaciones presentes y para
desarrollar la personalidad de los niños y adolescentes que nazcan y se
desarrollen ya en un ambiente libertario.
- Expropiación sin indemnización de las propiedades de tierra.
-Confiscación del ganado de reserva, aperos de labranza,
maquinarias y semillas que se hallen en poder de los terratenientes
expropiados.
-Revisión de los bienes comunales y entrega de los mismos a los
Sindicatos de campesinos para su cultivo y explotación en forma
colectiva.
-Entrega proporcional y gratuita en usufructo de dichos terrenos y
efectos a los Sindicatos de Campesinos para la explotación directa y
colectiva de los mismos.
-Solución inmediata del paro obrero, reducción de la jornada de trabajo y nivelación de los sueldos con el coste de la vida.
-Toma directa por los Sindicatos de campesinos de las tierras que
por insuficiente cultivo constituyen un sabotaje a la economía
nacional”.
Como vemos, las reivindicaciones tradicionales e históricas de la
CNT, desde su fundación en 1910 y plasmadas en sus diversos congresos
sindicales de 1910, 1919, 1931 y 1936 se encuentran claramente recogidos
en el manifiesto programático del embrión de las JONS y en la esencia
ideológica misma del nacionalsindicalismo propuesto por Ramiro Ledesma
que, de esta forma, y como vemos, se limita a hacer una mezcla de las
propuestas clásicas libertarias en la lucha obrera, a las que añade
preceptos relacionados con el tradicionalismo y el fascismo
(corporativismo, totalitarismo, ultranacionalismo, catolicismo…), pero
que en la esencia no es más que una copia casi literal de las
reivindicaciones obreras de la CNT y, en general, del movimiento obrero
español.
Pero Ramiro Ledesma es aun más claro en sus intenciones de plagiar y
de infiltrarse claramente en el movimiento obrero español en otros de
sus escritos.
En un texto titulado “La proclamación de la republica” y fechado el 18 de abril de 1931, Ramiro afirmaba:
“La República llega rodeada de alientos liberales. Con más de un
siglo de retraso; el pueblo exalta hoy mitos ineficaces, y hemos de
impedir que se le hurten las verdaderas conquistas de esta época. Nada
de estancarse en la fase mediocre de una socialdemocracia más. Nada de
pelea ante enemigos inexistentes.
La República naciente hará posibles las batallas actuales. ¡Nadie nos niega hoy la libertad, camaradas!”.
Curiosamente, la misma gente que derroco por las armas a la II
Republica en 1939, era la misma que en 1931, como vemos, la saludaba y
recibía con los brazos abiertos y los mayores halagos posibles…por qué?
Simple y llano oportunismo. En abril de 1931, lo popular entre las
clases obreras, y en general, entre las clases medias, era estar a favor
de la proclamación de un régimen republicano, y todos lo aplaudían. Los
fascistas españoles, fieles a su doctrina de estar bajo el sol que mas
calienta, fueron los primeros en recibirla. Luego, cuando cierta parte
de la población estaba en contra, ellos, para no ir contracorriente,
empuñaron las armas los primeros para disolverla. Tan radical y extremo
cambio de opinión en tan solo 5 años de historia…no es casual, como no
lo es nada en FE-JONS.
Tampoco resulta muy casual, a tenor de las coincidencias
programáticas, que en junio de 1931, Ramiro Ledesma publicara en su
periódico un artículo llamado “Congreso extraordinario de la CNT”, en el
que decía literalmente:
“Nosotros tropezamos ahora mismo con el casi millón de adheridos a
la C.N.T. Vamos forzosamente a buscarla y a comprenderla y a
interpretarla con ojos amigos. Hemos de estar junto a la C.N.T., en
estos momentos de inmediata batalla sindical, en estos instantes de
ponderación de fuerzas sociales. Así creemos cumplir con nuestro deber
de artífices de la conciencia y de la próxima y genuina cultura de
España”.
Con este guiño, Ramiro pretendía claramente llamar a ese casi millón
(luego más que eso durante 1936-1939) para que se incorporara a su
proyecto, en el enésimo intento desesperado de infiltrarse entre las
bases sindicales de la CNT y del movimiento obrero, en general. Sabedor
del escaso eco que sus burguesas teorías iban a tener entre la clase
obrera, Ramiro, que iba a estos congresos de la CNT repartiendo
ejemplares de su periódico entre las masas obreras, trataba por todos
los medios de copiar el lenguaje cenetista y de atraerse con palabras
amables a los mismos militantes a los que luego sus seguidores en 1936
calificaban de “anti-España” llamando al exterminio de esta
organización.
Nuevamente, en 1931, en pleno auge del movimiento obrero y
libertario, lo popular entre las masas trabajadores, era estar con la
CNT. En 1936, sin embargo, ya sin necesidad de mostrar una careta y
esconder sus verdaderas intenciones, iban por las calles persiguiendo
cenetistas para ajusticiarlos. Las dos caras de FE-JONS.
Sin embargo, no solo a los anarquistas y a los republicanos lanzaban
guiños los falangistas en 1931. También a sus archienemigos, los
comunistas y los bolcheviques, les dedicaban, en pleno auge
revolucionario, palabras amables. Eso se desprende del articulo “El
reconocimiento de los soviets” que publico Ramiro Ledesma en varios
números de su periódico a lo largo de 1931, y donde dice:
“Insistimos hoy en nuestro punto de vista, que exponíamos en uno
de los números anteriores. España debe reconocer el Gobierno soviético.
Después de catorce años de régimen, asimilada por el pueblo ruso una
tarea nacional que le adscribe a la función estricta de reconstruirse,
no cabe peligro alguno que aconseje el aislamiento. Rusia es hoy un
pueblo con inmensa capacidad reproductora y es absurdo mantener una
ruptura comercial que sólo puede proporcionar pérdidas a nuestra
economía.
De todos modos, lo que aparece claro es la necesidad de admitir
diálogos de toda índole con Rusia. España, tanto como cualquier otro
país, requiere apurar todos los resortes para la elaboración sistemática
de una economía nacional, sin repudiar intercambios beneficiosos en
nombre de absurdos remilgos, de los que no se debe hacer caso en estos
tiempos. ¿Y hasta qué punto es Rusia un enemigo radical”.
Esta es la tónica habitual de varios artículos positivos que Ramiro
Ledesma dedica a la URSS, donde llama abiertamente a su reconocimiento,
cooperación y amistad, para tender puentes y lazos comunes de amistad. Y
eso, a pesar de que desde su mismo manifiesto programático en 1931, la
FE-JONS y Ramiro en particular, se declaran abiertamente antimarxistas y
contrarios a toda cooperación con un marxismo internacional, al cual
culpan de todos los males de la patria por su materialismo. Sin embargo,
en 1931, junto con ese antimarxismo cabía también, para los fascistas
españoles, pequeños espacios de reconocimiento a una URSS que, ante la
enorme crisis político-económica por la que pasaba el estado español,
gozaba de una amplísima popularidad entre la clase trabajadora de todo
el mundo que la veía como la patria internacional de la clase
trabajadora mundial.
La JONS, como no podía ser menos, en un enésimo alarde de
oportunismo, se sube al carro de esta popularidad, llamando a tender
unos lazos de amistad que luego, tan solo 5 años después ellos mismos
dinamitarían, y poco después, un destacado falangista de primera hora,
Ramón Serrano Suñer, llamaría a la invasión contra la URSS bajo el
famoso lema de ”Rusia es culpable” Pero eso ya seria cuando se
cayeron todas las caretas, cuando ganaron la guerra, aniquilaron a la
clase obrera y sus organizaciones y ya no era necesario ganarse el apoyo
obrero con mentiras.
Pero no es solo Ramiro Ledesma, y las JONS por el fundada quienes
lideran este proceso de oportunismo político. Su “camarada” y amigo,
José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador Miguel, y fundador de
Falange Española, no se queda corto en las reivindicaciones políticas de
su partido, y en seguir la estela de Ramiro Ledesma, a a hora de
infiltrar propuestas del movimiento obrero en su programa político.
En los propios “27 puntos de Falange Española” de octubre de 1934, y
pese a estar suavizados frente a las propuestas de Ramiro Ledesma, aun
se pueden encontrar propuestas populistas y demagógicas tendentes a
encandilar a ciertos sectores del movimiento obrero. En concreto:
-Concebimos a España, en lo económico, como un gigantesco
sindicato de productores. Organizaremos corporativamente a la sociedad
española mediante un sistema de sindicatos verticales por ramas de la
producción, al servicio de la integridad económica nacional.
-Repudiamos el sistema capitalista, que se desentiende de las
necesidades populares, deshumaniza la propiedad privada y aglomera a los
trabajadores en masas informes, propicias a la miseria y a la
desesperación.
- La riqueza tiene como primer destino—y así lo afirmará nuestro
Estado—mejorar las condiciones de vida de cuantos integran el pueblo. No
es tolerable que masas enormes vivan miserablemente mientras unos
cuantos disfrutan de todos los lujos.
-Defendemos la tendencia a la nacionalización del servicio de
Banca y, mediante las corporaciones, a la de los grandes servicios
públicos.
-Para ello adquirimos el compromiso de llevar a cabo sin
contemplaciones la reforma económica y la reforma social de la
agricultura.
-El Estado podrá expropiar sin indemnización las tierras cuya
propiedad haya sido adquirida o disfrutada ilegalmente. (copia del
Manifiesto de las JONS, y copia casi literal de los Congresos
programáticos de la CNT).
Pero no es este el único texto de José Antonio Primo de Rivera en el
que dedica claros guiños políticos a los sectores más radicalizados de
la clase obrera española. En el texto “Señoritismo” de enero de 1934 en
el que afirma:
“A Falange Española no le interesa nada, como tipo social, el señorito. El
“señorito” es la degeneración del “señor”…..Pero que si triunfamos no
triunfarán con nosotros los “señoritos”. El ocioso convidado a la vida
sin contribuir en nada a las comunes tareas, es un tipo llamado a
desaparecer en toda comunidad bien regida.
Y eso es lo que queremos nosotros: que se extinga. Para bien de
los humildes, que en número de millones llevan una vida infrahumana, a
cuyo mejoramiento tenemos que consagrarnos todos. Y para bien de los
mismos “señoritos”, que, al volver a encontrar digno empleo para sus
dotes, recobrarán, rehabilitados, la verdadera jerarquía que malgastaron
en demasiadas horas de holganza.”
La reclamación contra los “señoritos”, contra los sectores ociosos de
la clase burguesa, rentista y explotadores varios que viven del trabajo
ajeno es algo que esta, ya no solo en la CNT, o en el PCE de la
época…es algo que se puede leer ya en Marx, Bakunin, Kropotkin…es decir,
en los más destacados ideólogos obreros del siglo XIX, y una de las mas
simbólicas reclamaciones y objetos de ataque en esos años de la clase
obrera y sobretodo campesina, que sufría mas que nadie los excesos del
típico señorito, burgués o terrateniente. En este caso, FE-JONS no hace
más que copiar a sus reclamaciones otra de las tradicionales e
históricas proclamas del movimiento obrero, aun a pesar de que, como el
mismo reconoce en este texto, sus filas desde primerísima hora estaban
fuertemente nutridas de este sector social parasitario y no productor
con el que simpatizaban.
En la misma idea ahonda otro texto del dirigente falangista, con un
lenguaje populista y demagógico claro levantando nuevamente las banderas
obreras. En el artículo “A los comerciantes, industriales y labradores
de España” de noviembre de 1934 termina el dirigente afirmando:
“¡Basta de política! ¡Basta de partidos! Queremos un Estado
español genuinamente nuestro, nacido de nuestros Sindicatos. No
necesitamos una casta de políticos que se interponga entre nosotros y el
Estado.
Unidos todos en nuestra tarea, sin políticos, sin mediadores,
podremos hacer otra vez una España de todos, fuerte, respetada y rica”.
Una vez más, los fascistas establecen el sindicato como elemento
fundamental de la vida del país que tendera a terminar con las
injusticias y desigualdades sociales de todo tipo, en contra de la
política. El mismo reclamo que venían pronunciando los anarquistas, cuyo
mensaje anti-político, en el cual la liberación del pueblo viene del
sindicato y no del parlamento o de los políticos degenerados viene ya de
la época de Proudhon y de Bakunin en el siglo XIX, cuyos textos José
Antonio conocía perfectamente y consulto más de una vez para elaborar su
teoría con los retales ideológicos del movimiento obrero.
Por último, nos referimos a un panfleto de especial significación en
la tesis mantenida en este artículo. El texto en cuestión se titulaba
“Obreros españoles” fechado en noviembre de 1935, y en él se hace un
constante alegato a la clase obrera, mencionando expresamente al
comunismo y a la URSS:
“El régimen de partidos es incapaz de organizar un sistema
económico que ponga a cubierto a la masa popular de estas angustias; que
tanto unos partidos como otros están al servicio del sistema
capitalista.
El triunfo del comunismo no sería el triunfo de la revolución
social de España: sería el triunfo de Rusia. Y no hay sino mirar la
política turbia que hace Rusia con los grandes estados capitalistas.
El Movimiento Nacionalsindicalista está seguro de haber
encontrado una salida justa: ni capitalista ni comunista. Acabará de una
vez con los intermediarios políticos y los parásitos. Aliviará a la
producción de las cargas con que la abruma el capital financiero.
Superará su anarquía, ordenándola. Impedirá la especulación con los
productos, asegurando un precio remunerador.
Y, sobre todo, asignará la plusvalía, no al capitalista, no al Estado, sino al productor encuadrado en sus sindicatos. El
movimiento Nacionalsindicalista, mantiene el fuego contra todos los
enemigos; contra las derechas, contra las izquierdas, contra el
comunismo, contra el capitalismo.
Por la Patria, el Pan y la Justicia. Impondremos sin
contemplaciones un orden de cosas nuevo, sin hambrientos, sin políticos
profesionales, sin caciques, sin usureros y sin especuladores.
¡Ni derechas ni izquierdas! ¡Ni comunismo ni capitalismo! Un régimen nacional. ¡El régimen Nacionalsindicalista! “
De entra, las dos novedades de este texto, y que van a heredar los
movimientos fascistas españoles desde 1935 hasta nuestros días son: por
un lado la difusión del falangismo o nacionalsindicalismo como una
“tercera vía” obrera frente a los ordenes vigentes, y segundo la critica
la URSS como un estado capitalista y no obrero que no defiende los
intereses obreros.
Y eso aunque, contradictoriamente, en otros textos, tanto José
Antonio como Ramiro Ledesma (este especialmente en sus textos sobre los
soviets) reconozcan claramente los beneficios y el desarrollo de las
fuerzas productivas en Rusia, así como su total transformación desde la
subida al poder de los comunistas rusos.
El fascismo se presenta, así, como la única alternativa de los
trabajadores, siendo el único defensor de sus intereses, y cargando su
mensaje de una verborrea y una dialéctica plagadas de clichés y tópicos
tomados del comunismo y del anarquismo.
Curiosamente, este texto está fechado un año después de la
insurrección obrera de Asturias de octubre de 1934 en la cual FE-JONS
actuó como fuerza de choque paramilitar del estado republicano para
frenar al movimiento obrero y ofreciéndose como “soldados” contra los
trabajadores. Meses después, en este texto, ese mismo partido que fue
verdugo de los trabajadores, se presenta como su alternativa, en un
claro y evidente doble juego que fue la tónica habitual del falangismo
español a lo largo de toda su historia. A su vez, aquí surge la famosa
proclama de “ni izquierdas ni derechas, ni comunismo ni capitalismo” que
tan del gusto es tanto de partidos fascistas abiertas como camuflados
(UPyD) hoy en día.
Una suerte de ambigüedad y engaño ideológico destinado a provocar la
confusión en las filas de la clase trabajadora y sus organizaciones
referenciales y ganar a algún despistado a su causa, como de hecho así
va a suceder.
Muy pronto, los fascistas españoles pasaron de la teoría a la práctica en su discurso de infiltración en las filas obreras.
Ya en 1931, el líder fascista Ramiro Ledesma, como hemos visto,
teorizaba acerca de su supuesta simpatía por la CNT, acudía y se
infiltraba en los congresos del sindicato vendiendo su prensa fascista y
entablando contactos políticos y llamaba a una unidad de acción y una
infiltración masiva de los jóvenes fascistas en los sindicatos de base
de la CNT a nivel estatal.
En esa coyuntura Ramiro, como indica el escritor fascista Ceferino L.
Maestú, aprovecha las diferencias internas de la CNT para hacer lo que
en la teoría ya había plasmado sobre el papel: confundir y dividir a la
potente clase obrera y a su organización sindical para atraerse a
algunos de sus partidarios a sus organizaciones fascistas.
Ramiro Ledesma vio que, en el Congreso de la CNT de 1931, se habían
definido dos posturas violentamente enfrentadas: la de los anarquistas
más ortodoxos y la de los sindicalistas reformistas, representadas por
Durruti y por Ángel Pestaña, que, poco más tarde, desencadenarían la
ruptura de los moderados “treintistas” y la aparición de dos
agrupaciones sindicales que no volverían a reunirse hasta el Congreso de
Zaragoza de 1936, en las fronteras de la Guerra Civil.
Por entonces fue cuando se producen los efectos deseados por los
fascistas y cuando tuvo lugar la primera gran deserción, cuando uno de
los fundadores y más destacados militantes cenetistas, Nicasio Álvarez
de Sotomayor encabezó un proceso de trasvase a las JONS de otros
sindicalistas. Sotomayor (del que hablaremos más adelante), había sido
Secretario del Comité local de la CNT de Madrid. Antiguo estudiante de
medicina, se había radicalizado en la acción revolucionaria y fue uno de
los principales dirigentes de la huelga nacional de la Compañía
Telefónica, la primera acción de alcance subversivo que los anarco
-sindicalistas desataron contra la transición pacífica de la República.
No obstante, la vida de este militante es un fiel ejemplo de la
confusión mental reinante en aquel periodo y que aprovecharon los
fascistas para engordar sus filas: paso de la CNT a la FE-JONS y de ahí
al PSOE. Toda una declaración de intenciones.
Ledesma Ramos, en su libro ¿Fascismo en España?, dijo que su grupo:
“Era anticomunista, sin bien escrutando, con toda fijeza, las
líneas que postulaban una salida social subversiva – por ejemplo la CNT-
en busca apasionada de coincidencias que le permitiesen enlazar con
alguien sus esfuerzos.
El sindicalismo revolucionario está informado por un afán
fortísimo de respetar las características hispanas, y debe destacarse
como merece, este hecho frente a las traiciones de aquellos grupos
proletarios que no tienen otro bagaje que el que se les da en préstamo
por el extranjero…
Nosotros ayudaremos al sindicalismo revolucionario, y lo
proclamamos, hoy por hoy, el único capacitado para dirigir un ataque
nada sospechoso a las instituciones mediocres que se agruparán en tomo a
la política demoliberal de los burgueses”.
Es decir, que ya desde el principio, el líder fascista buscaba una
unidad con la CNT usando una doble estrategia que, en parte, le resulto
efectiva: utilización y plagio de la simbología y el lenguaje obrerista,
por un lado, y explotación del fuerte sentimiento anticomunista que
tanto los fascistas como los anarquistas tenían en mente por aquel
entonces. Basándose en esos dos supuestos que Ramiro supo explotar
adecuadamente, consiguió atraerse a parte de la militancia
anarcosindicalista y tratar así, de debilitar al movimiento obrero, tal y
como deseaban las altas clases burguesas y aristocráticas que temían,
sin duda un potente y unido movimiento obrero y sindical por aquellas
fechas. Ramiro sirvió, pues, para lo que se le quería desde los altos
poderes del estado, y lo hizo lo mejor que pudo en todo momento.
Fruto de la imitación de este lenguaje pseudorevolucionario, de los
contactos establecidos, y de las tensiones internas que se desatan en el
Congreso de la CNT entre el 10 y el 14 de junio de 1931, y,
posteriormente, con el “treintismo” de Pestaña, algunos militantes
confederales como el mencionado Nicasio, uno de los hermanos de
Buenaventura Durruti, Sinforiano Moldes, Guillén Salaya, Olaya,
Llorente, en Madrid, y Gutiérrez Palma, en Valladolid, entraron en las
Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista (JONS) y se pasaron, pues, a
las filas de las organizaciones del fascismo español.
Después de Ramiro, y una vez que se produce a partir de 1934 la
fusión en FE-JONS, es José Antonio el que prosigue en la verborrea
pseudorevolucionaria del “sindicalismo revolucionario falangista” y
continua los contactos entre su partido fascistas y destacados
militantes de la CNT buscando una ya clara y obvia unidad de acción
entre ambas organizaciones.
El primero en ser tentado, obviamente, fue el flanco más débil,
dubitativo y revisionista de la CNT, el encabezado por los treintistas
de Ángel Pestaña, que entre febrero 1934 y noviembre de 1935 se reúne en
Barcelona con el líder fascista José Antonio Primo de Rivera, el cual
le intenta convencer de una unidad de acción entre fascistas y
anarquistas, para así lograr FE-JONS una hegemonía en el movimiento
obrero que, sin duda, se veía venir que iba a ser el protagonismo de los
futuros acontecimientos políticos que debían tomar el poder en el país
en no muchos años. De esas reuniones, Pestaña se mostro dubitativo pero
partidario de un acuerdo con los fascistas, aunque finalmente se echo
atrás para fundar su Partido Sindicalista que entraría en el frente
popular y no en la coalición fascista.
El que también fue tentado, ante el rechazo de Pestaña, fue el
destacado militante anarquista, este de la facción faísta, Diego Abad de
Santillán que, en 1935 y según cuenta el escritor fascista antes
mencionado, por indicación del propio Pestaña, fue colocado como el
siguiente blanco a tentar. A lo largo de ese año, Santillán recibió un
aluvión de cartas, declaraciones, material impreso para que se formase
una idea del movimiento iniciado en FE-JONS en lo sindical. En este
caso, Santillán, que si había informado a su organización de estas
tentativas, rechazo todo encuentro, y la vía fue cerrada por los
fascistas en su intento de cooptar el apoyo de algo más que de la base
sindical militante de la CNT.
Fruto de ese aislamiento definitivo entre las filas obreras, que a
pesar de los cantos de sirena de los fascistas, no se dejaban embaucar
por las falsas promesas y la verborrea sindicalista de los defensores de
la burguesía, los falangistas se lanzaron, ya a inicios de 1936 a una
campaña a la desesperada para conseguir cazar a los últimos reductos
dubitativos del sindicato anarquistas. Desesperadamente, el semanario
falangista Arriba publicaría mensajes a la militancia de la CNT:
“Obrero de la CNT, la Falange te llama y no con voces de sirena.
Te dice la verdad. Abandona las filas de esos sindicatos que perdieron
su apoliticismo al ir en unión con los que te han perseguido. Abandona
esas filas y ven a las nuestras”.
Sin embargo, y a pesar de todos estos intentos, al final la CNT-FAI y
el Partido Sindicalista optaron por el Frente Popular antifascista
junto a republicanos, socialistas y comunistas que ganaron las
elecciones y tomaron el poder en febrero de 1936.
A los pocos días, los presos estaban en la calle y la reforma agraria
la hicieron los campesinos sin aguardar el menor refrendo legal,
ocupando las tierras yermas de los terratenientes. La FE-JONS fue
declarada fuera de la ley y sus dirigentes encarcelados en la Cárcel
Modelo de Madrid. José Antonio Primo de Rivera fue enviado luego a la
penitenciaría de Alicante, donde sería condenado y fusilado en noviembre
de 1936, apenas unos meses iniciada la guerra civil.
Junto con esta tentativa de los anarquistas, el líder fascista
también intento cooptar a algunos militantes comunistas del PCE a los
que consiguió atraer también a las filas falangistas, tales como Oscar
Pérez Solís, fundador del PCE, Enrique Matorras, que fue Secretario de
las UJCE , Juan Orellana, o Manuel Mateo, que fue secretario de
organización de los comunistas madrileños.
Manuel Mateo, procedente del PCE, compartió junto con el mencionado
Nicasio Álvarez de Sotomayor de la CNT, otro destino además de su
deserción hacia las filas del fascismo. Ambos ex dirigentes obreros
fueron, una vez atraídos por la propaganda pseudorevolucionaria del
fascismo, los encargados de fundar de cero la sección sindical del
falangismo, la CONS.
La Central Obrera Nacional-Sindicalista (CONS) fue creado en 1934
por Falange Española de las JONS, y por iniciativa de Ramiro Ledesma y
creada, como hemos dicho con ayuda de dos antiguos miembros de la
anarquista CNT (Nicasio Álvarez de Sotomayor y Guillén Salaya) y Manuel
Mateo (del PCE).
La CONS, en su propaganda, asumía las reivindicaciones de los
sindicatos de clase, el socialista UGT y el anarquista CNT, cuyos
eslóganes y programas copiaban literalmente, siguiendo las teorías de
Ramiro Ledesma y la experiencia sindical de sus fundador, argumentando
que sólo se diferenciaba de estos por su carácter nacionalista-fascista .
Animados por la propaganda, desde 1934 se le acercaron numerosos
trabajadores en paro a los que se les expedía certificados de trabajo
falsos a los que acudían para crear altercados y enfrentarse a los
militantes obreros de izquierdas. Sin embargo, FE-JONS fracasa
definitivamente en el intento de implantar la CONS, por el rechazo y la
hostilidad de los sindicatos de clase y de la mayoría de la masas obrera
militante que, a diferencia de algunos de sus miembros, no se dejo
embaucar por la falsa propaganda fascista, y siempre tuvo claro a quien
servía realmente el partido fascista, como se demostró después durante
la guerra civil y la dictadura franquista.
En 1940 finalmente, la CONS fue, por orden gubernativa, disuelta e
integrada en la Organización Sindical Española (OSE) el conocido como
“el sindicato vertical”. Hoy en día, algunos sindicatos de corte
ultraderechista radical, como UNT o TNS, se reclaman herederos
ideológicos de la CONS.
Sin embargo y a pesar de que gran parte del núcleo proselitista en el
movimiento obrero fue absorbido definitivamente desde 1939 por el
aparato oficial del régimen del general Franco, algunos de estos
sectores, más proclives a un régimen netamente fascista y
ultraderechista, y no a un mero sistema reaccionario conservador,
siguieron formando sus propias agrupaciones políticas.
Porque aquí debemos aclarar un aspecto. Todos estos sectores
que se acercaron a lo largo de la historia al movimiento obrero, no
pueden, de ninguna manera, considerarse el “ala obrera o izquierdista”
del fascismo español, como los hermanos Strasser y demás, tampoco lo
fueron del nazismo alemán.
Estos sectores mal llamados “obreristas” son, en realidad,
los más peligrosos de todos, precisamente porque son los más
ultraderechistas. Los regímenes más conservadores y menos nazi-fascistas
se contentan con controlar y mantener a raya al movimiento obrero,
ilegalizándolo.
Pero estos sectores llamados
“izquierdistas” por ser precisamente los más ultraderechistas (no en
vano en España, Ramiro Ledesma representaba al ala más ultraderechista, y
era un declarado admirador del nazismo y de Adolf Hitler, y en
Alemania, los Strasser y las SA eran la facción más radical del nazismo
alemán), pretenden infiltrarse en el movimiento obrero, y atraerse a sus
militantes para, gracias a su confuso mensaje pseudorevolucionario,
intentar liquidar al movimiento obrero, desunirlo, dividirlo y una vez
logrado, eliminarlo gracias a la introducción de sindicatos verticales
corporativos proclives a entregar un ambiente laboral domesticado y
controlado al mundo patronal burgués.
Por ello entonces y posteriormente, estos sectores les
interesa propagar un mensaje revolucionario, contrario a un capitalismo y
a una burguesía, a la que luego sirven a rajatabla por su política
corporativa y su negación total de la lucha de clases.
Entre esos sectores mas ultraderechistas que se siguieron
reproduciendo una vez tomado el poder los franquistas figuran los
llamados “mártires y mitos” de la ultraderecha radical española a día de
hoy, como la Junta de Mando falangista encabezada por Manuel Hedilla
Larrey.
Hedilla, fiel continuador de la política de infiltración obrera de
Ledesma y Primo de Rivera, intento mantener a FE-JONS al margen del
mando único franquista con el deseo de implantar un régimen fascista
puro, y debido a lo cual fue arrestado por su propio bando en 1937 y
apartado del poder definitivamente.
Otros, como Narciso Perales, opuestos también a la hegemonía
franquista, crearon en 1939 la llamada “Falange Española Auténtica”, que
aun hoy en día existe y sigue confundiendo con su mensaje pseudo-obrero
a algunos militantes de la izquierda actual.
Opuesto siempre a la línea oficial, Perales va a fundar un sinfín de
siglas a lo largo de su vida, siempre orientadas a mantener vivo el
espíritu del fascismo ortodoxo, del anticomunismo, y de su intento de
infiltrarse en la clase trabajadora: Alianza Sindicalista (en 1945 y
nuevamente después de engañar a militantes de la CNT), Círculos
Doctrinales José Antonio, Frente Nacional de Trabajadores, Frente
Sindicalista Revolucionario, Frente Nacional de Alianza Libre, o
Movimiento Falangista de España.
Aun durante el periodo franquista, aparecerían algunas últimas
aberraciones ideológicas, fruto del desesperado e insistente interés del
sector más fascista y ortodoxo del falangismo de atraerse el apoyo de
la clase obrera. Ejemplos de ello fueron el llamado “Cincopuntismo”,
pactos establecidos en 1960 entre el Sindicato vertical del Franquismo
(OSE) y un sector reaccionario procedente de la CNT, liderado
por Lorenzo Íñigo, Francisco Royano, Saturnino Carot, Sebastián Calvo y
Enrique Marco Nadal.
Recibe su nombre de un pacto en que se formulaban cinco puntos de
acuerdo y que fue firmado entre junio y julio de 1965 por miembros de la
CNT del interior y representantes de la Confederación Nacional de
Sindicatos, un organismo oficial franquista.
En noviembre de 1965 la prensa franquista difundía el contenido de
estos acuerdos. Mientras tanto, la firma de estos acuerdos fue objeto de
un rechazo mayoritario por parte de la mayoría de la CNT, quien tomaba
como ejemplo de honradez la figura de su ex militante Joan Peiró, el
cual es fusilado por los franquistas en 1942 después de rechazar
tajantemente participar en la organización del sindicato vertical
franquista, al cual fue tentado.
Con esta operación el franquismo perseguía vaciar de contenido a la
CNT y aprovechar el prestigio histórico de ésta entre los trabajadores
para legitimar las organizaciones del Sindicato Vertical, que fue
siempre el objetivo de los sectores más radical del fascismo español
desde Ramiro y José Antonio.
Aun a finales de los años 70, algunos sectores de esta facción
radical aun seguían manteniendo su particular lucha, y siguieron
recuperando las siglas de la vieja y desaparecida CONS, en el último
intento (en una época en el que el panorama sindical estaba ya
monopolizado por la izquierda con CNT, UGT, CCOO…) por ganar un apoyo
entre la fuertemente conciencia clase trabajadora española de finales de
los 70.
Así destaca una propuesta programática de la CONS en diciembre de
1977, en la cual reproduce los mismos argumentos propagandísticos de
siempre:
“La central obrera se constituye como medio de lucha de los
trabajadores españoles para transformar esta sociedad en otra en que
sean los sindicatos los de tentadores del poder, en que la economía se
regule en régimen autogestionario y en que el hombre se entienda como
libre, digno y trascendente. Es decir, es la consecución de un Estado
Sindical. De esta forma, nos constituimos como una opción más dentro del
movimiento obrero.
Firmemente convencidos de la necesidad de la unidad sindical;
pero sin vanguardias ni dirigismos, y lucharemos contra cualquier
intento que por controlar el movimiento obrero se haga por parte de
grupos políticos, de presión y entidades centralistas y burocráticas.
La unidad sindical sólo se logrará con el reconocimiento de la
pluralidad ideo lógica que existe en la base obrera, con el respeto a
las opciones existentes y con una firme voluntad unificadora de
esfuerzos. La C.O.N.S. propone la celebración de un congreso obrero
constituyente, que conduzca a la unidad sindical, y se prestará al
diálogo crítico y constructivo con todas las centrales sindicales.”
Un similar programa que presenta la hoja de afiliación de la
CONS en todo el estado en esas mismas fechas.
Como vemos, la verborrea revolucionaria, copiada históricamente de la
CNT y de la UGT, mezclada con una ambigüedad ideológica totalitaria,
hace que, presentado así, este programa pueda ser firmado por cualquier
obrero antifascista del mundo, si no fuera por lo que esconde detrás el
programa fascista español, que nunca dice y que se guarda para sí mismo,
para sacarlo a relucir cuando toman el poder, como ocurría en España
desde 1939 hasta nuestros días.
3) Las nuevas tendencias
Desde 1945 y una vez derrotado el nazi-fascismo de Europa, surgen, no
obstante, nuevas corrientes renovadores en el seno de la ultraderecha
más radical. Entre estas tendencias esta la llamada vía
“nacional-revolucionaria” o NR, inspirada en Ernst Niekisch, Gregor y
Otto Strasser, Jean Thiriart o Sorel, que intenta superar el chovinismo
nacionalista local por un europeísmo de corte neonazi, superando las
viejas tradiciones fascistas locales de cada país europeo, y dedicándose
a recuperar un proyecto más nacionalista europeo, según ellos, similar
al Nuevo Orden que el dictador nazi Adolf Hitler quiso imponer a los
pueblos de Europa.
Esta corriente, que a pesar de su nacionalismo neonazi europeo, no
renuncia a las tradiciones fascistas locales, ha dado lugar a autenticas
aberraciones ideológicas como las creadas por el nacionalsindicalismo,
entre las que se encuentran el nacional-bolchevismo (o “nazbol”,
especialmente fuerte en la antigua URSS, y que trata de mezclar racismo,
nazismo, y nacionalismo soviético) o el nacional-anarquismo (destacable
en España, recuperando la tradición falangista).
En España, las raíces de esta corriente neonazi o NR se encuentran ya
desde antiguo, cuando en Barcelona se funda en 1966 el llamado Círculo
Español de Amigos de Europa (CEDADE), influido ideológicamente por Léon
Degrelle, y Jean Thiriart , y que tenía un componente claramente
neonazi.
Sin embargo, el más destacable de todos es el llamado grupo Bases
Autónomas, que se crean en Madrid en septiembre de 1983 con el inicio
del curso académico, por parte de estudiantes de la UAM vinculados a las
desaparecidas Juventudes Nacional-Revolucionarias (JNR), e integrado
por militancias conocidos neonazis como Fernando Fernández Perdices, o
Carlos Ruiz de Castro.
Se presenta de forma muy innovadora, al renovar el lenguaje y la
simbología tradicional de la ultraderecha fascista, con una ideología es
nacional-revolucionaria, alejada del falangismo tradicional, y
adoptando como símbolos elementos muy ajenos y rupturistas, como
la rata negra del GUD francés y la cruz celta (alejada del falangismo
tradicional, pero sin atraer el rechazo abierto de la esvástica nazi)
como símbolos políticos
También se muestras innovadores en su propaganda, con eslóganes confusos y ambiguos del tipo “Un patriota es un idiota” o yendo a las manifestaciones puño en alto cantando el himno anarquista “A las barricadas”, en una mezcla de provocación, ambigüedad y rupturismo.
BBAA llegan a crear sus propias secciones estudiantiles (pues su
perfil de militancia es joven y ajeno al mundo laboral), a través de la
CENR (Coordinadora de Estudiantes Nacional-Revolucionarios) y en 1985
editan sus primeros boletines, “A por ellos”, y “La peste negra” o “Cirrosis”,
donde muestran su verdadera cara como boletín interno, ofreciendo datos
personales y objetivos políticos de militantes de la izquierda
antifascista que se debían eliminar.
Desde muy pronto, BBAA intenta ocupar el terreno ideológico radical y
ultraderechista que presentaba en su día Ramiro Ledesma, aunque con
menos contundencia ideológica, pero con la misma ambigüedad y confusión
ideológica tendente a realizar guiños históricos a la izquierda. Como
evidencia, sus militantes participan el 20-N de 1986 en recuerdo
de Francisco Franco, repartiendo octavillas contra esté, la derecha y
los reaccionarios.
Son legalizadas asociaciones culturales universitarias en la
Complutense (Disenso) y en la Autónoma (TOYLO, acrónimo de Tontos y
Locos), así como la asociación juvenil Tritón, la de vecinos Neptuno o
posteriormente Teoría y Praxis en la UCM.
El 20-N de 1988 organiza una concentración contra las “fuerzas
nacionales” en la Plaza de Chamberí que desemboca, metro a través, en
un ataque contra los puestos de la izquierda radical de Tirso de Molina,
dando lugar a la movilización anual antifascista celebrada desde
entonces por la Coordinadora Antifascista de Madrid.
Tras el asesinato fascista contra el político y parlamentario de HB,
Josu Muguruza el 20-N de ese año, la fuerte presión policial sobre las
Bases hace que en enero de 1990 proclamen su autodisolución en rueda de
prensa pública. En 1991 crean el partido Área Inconformista, y la
Asociación Bernal Díaz del Castillo, integradas por militantes de Bases,
y CEDADE.
En general, BBAA ocupan un espacio político extraño e innovador,
dentro de la esfera NR que mezcla los símbolos históricos del fascismo,
del nazismo y del movimiento obrero antifascistas,, tomando lemas,
símbolos, canciones o personajes de la izquierda (caso de Durruti con la
cruz celtica y el símbolo anarquista) según ellos, para diferenciarse
de la derecha franquista, a imitación de las las JONS (la garra
hispánica, el yugo y las flechas bajo bandera rojinegra…).
El ejemplo de BBAA y de la esfera NR como alternativa tradicional del
falangismo o del franquismo se extiende hasta nuestros días, con
diversas organizaciones que han continuado esa senda, aunque mezclándola
algo más con la simbología y el lenguaje falangista o franquista
tradicional.
Los continuadores, hoy en día, mas destacados de esta nueva corriente
serian el grupo MSR (Movimiento Social Republicano), cuyo símbolo es
una llama con los tradicionales colores rojinegros, e integrado por una
sección neonazi catalana dirigida por Juan Antonio Llopart, y de una
sección radical juvenil, integrada por un núcleo madrileño representado
por Alberto Ayala Cantalicio, que ha formado diversos grupos con una
propaganda igualmente cercana al izquierdismo y al nazismo: Nación y
Revolución (NyR, que poseía una bandera rojinegra calcada de la
anarcosindical), Asociación Combat España y más tarde el Movimiento
Patriota Socialista (MPS), conjunto con el núcleo juvenil de las
Juventudes Canillejas (JJCC) que lograron con cierto éxito infiltrar el
mensaje ultraderechista en un barrio tradicionalmente obrero y
trabajador de Madrid.
En estos grupos se mezcla un conjunto de preceptos basados en el
racismo de corte neonazi, el nacionalismo europeísta, parte de un
discurso tradicional falangista, y reivindicaciones obreristas e
izquierdistas a favor de los derechos de los trabajadores
Otro grupo lo forma la plataforma Alianza Nacional (AN) dirigida hoy
por el abogado Pedro Pablo Peña, que paso por la prisión por su
actividad terrorista y su llamada a la lucha armada contra el
separatismo vasco-catalán. Este sector, heredero de la plataforma
falangista Alianza por la Unidad Nacional (AuN) fundada por Ynestrillas,
ha derivado hacia posturas cercanas con el fascismo ortodoxo y el
neonazismo, el cual combinan con reivindicaciones tradicionales
franquistas y un reclamo hacia la juventud y la clase trabajadora.
Los otros partidos de la actual esfera ultraderechista (la nueva
plataforma “La España en Marcha”, España 2000, FE, NPE, PxC, CTC…) se
vinculan en una tradición algo más alejada del movimiento obrero y más
cercana a las posturas franquistas tradicionalistas.
Caso aparte merece el líder fascista Ricardo Sáenz de Ynestrillas,
hijo de un militar golpista y franquista, se vincula en su juventud a
Fuerza Joven, rama juvenil de Fuerza Nueva, y a las juventudes del
sindicato Fuerza Nacional del Trabajo. Posteriormente se vincula a la
actividad terrorista en la “Legión de San Miguel Arcángel”, y participa
en el asesinato del diputado de Herri Batasuna, Josu Muguruza.
Tras salir en libertad, funda diversas organizaciones falangistas,
como el Movimiento Social Español, y la Alianza por la Unidad Nacional,
en un intento de unificación de diversas fuerzas políticas fascistas.
También ha participado en La Falange, Auxilio Azul y Mesa Nacional por
la Revolución (MNR).
A lo largo de su trayectoria, Ynestrillas ha pasado, en un claro
recuerdo al ya mencionado Nicasio Álvarez de Sotomayor, desde las filas
más tradicionalistas y conservadoras del franquismo, hasta posturas
abiertamente ambiguas, representadas en su blog virtual de internet y
sus declaraciones políticas, defendiendo abiertamente a la CNT, la II
Republica, militantes históricos del PCE, y una reclamaciones de valores
republicanos, socialistas y obreristas, conjuntamente con una simpatía
por el catolicismo, el nazismo, el fascismo y el nacionalismo español a
ultranza.
Ynestrillas, como otros políticos ultraderechistas actuales
evidencian un panorama claro de confusión intencionada, presentándose
como una “alternativa obrera” o “de izquierdas” de tipo nacional o
patriota, para confundir, desubicar y engañar a los trabajadores y sobre
todo a los nuevos jóvenes estudiantes que se inician en la actividad
política actual.
Una corriente que tanto en España como en Europa, se esconde bajo
eufemismos de “nacionalismo revolucionario” “libre, social y nacional”
“nacionalismo autónomo” , o “socialismo patriota”, recuperando los
estandartes tradicionales del movimiento obrero español (bandera
rojinegra) e incluso internacional (como la apropiación de un símbolo
clásico del movimiento antifascista europeo, como es el símbolo de las
banderas roja y negra en círculo, creada originalmente por la
organización alemana “Antifaschistische Aktion”, fundada en 1932 por el
Partido Comunista de Alemania, y desde entonces emblema oficial de los
diversos grupos y colectivos sociales antifascistas a lo largo de todo
el mundo que, sin embargo, ha sido usurpado también por estos nuevos
fascistas, que la usan (sobretodo el modelo de las dos banderas negras,
en referencia a su origen fascista y a los uniformes paramilitares
tradicionales) en sus colectivos políticos, con el objetivo de gozar de
la simpatía y apoyo popular que este histórico símbolo del movimiento
obrero mundial ha despertado siempre en los trabajadores.
Hoy en día, esta nueva ultraderecha fascista, trata, como hacían
Ramiro o José Antonio en su día, de mezclar sus posiciones políticas en
el movimiento obrero, mezclando sus símbolos (muchos de ellos
pertenecientes a viejas divisiones europeas de las
Waffen-SS en la guerra, viejas
runas
o símbolos germánicos tradicionales, o los símbolos históricos del
falangismo) con la simbología obrera tradicional (bandera roja, bandera
rojinegra…) y utilizando un lenguaje demagógico y populista, al más
viejo estilo del nacionalsindicalismo falangistas, mezclando
nacionalismo, paganismo, a veces catolicismo, racismo y xenofobia, y
reivindicaciones a favor de los derechos de la clase trabajadora
Pero los trabajadores de hoy, al igual que los de la época de
Hitler, de Mussolini, de Ramiro Ledesma o de José Antonio, no deben
esconder su rechazo hacia lo que realmente significan estas supuestas
corrientes “obreristas” del fascismo, que en realidad, son, las mas
anti-obreras y las mas ultraderechistas.
Basta nada más que echar un vistazo a los regímenes donde el
fascismo, el nazismo, o el corporativismo se ha impuesto en el mundo
(España, Alemania, Italia, Argentina, Chile…) para ver la verdadera cara
del fascismo, especialmente de la facción “radical u obrera” del
fascismo, y lo que supone para los trabajadores de todo el mundo:
totalitarismo, chovinismo, racismo, machismo radical y homofobia, y destrucción del
movimiento obrero y sindical para entregarlo apaciguado y destruido a
las manos de la burguesa empresarial dirigente que, de ese modo, obtiene
lo que siempre quiso de este fascismo: la destrucción del movimiento
obrero, como ya nos alertaba el dirigente obrero búlgaro Jorge Dimitrov.