"Es necesario distinguir entre el nacionalismo de la nación opresora y el
nacionalismo de la nación oprimida, entre el nacionalismo de la nación
grande y el nacionalismo de la nación pequeña.ª
Federico Krutwig “La Cuestión Vasca” (1966)
La Haine
Dice Lenin: “El derecho de autodeterminación de las naciones
significa exclusivamente el derecho a la independencia en el sentido
político, a la libre separación política de la nación opresora.
Concretamente, esta reivindicación de la democracia política significa
la plena libertad de agitación en pro de la separación, y de que ésta
sea decidida por medio de un referéndum de la nación que desea
separarse”. (Obras Completas, t. XXII, p. 158).
“El proletariado no puede guardar silencio acerca de la cuestión particularmente desagradable
para la burguesía imperialista, de las fronteras del Estado basado en
la opresión nacional. El proletariado no puede dejar de luchar contra la
retención violenta de las naciones oprimidas dentro de las fronteras de
un Estado dado, y eso significa luchar por el derecho a la
autodeterminación. El proletariado debe reivindicar la libertad de
separación política para las colonias y naciones oprimidas por “su”
nación. En caso contrario, el internacionalismo del proletariado quedará
en un concepto huero y verbal; resultarán imposibles la confianza y la
solidaridad de clase entre los obreros de la nación oprimida y los de la
nación opresora; quedará sin desenmascarar la hipocresía de los
defensores reformistas y kautskistas de la autodeterminación, que no
hablan de las naciones oprimidas por “su propia” nación y retenidas la
violencia en “su propio” Estado” (Lenin, Obras Completas, t XXI, p.
160).
Marx mismo lo decía y Lenin lo comenta: “Marx, teniendo en cuenta
sobre todo los intereses de la lucha de clase del proletariado en los
países avanzados, destacaba al primer plano el principio fundamental del
internacionalismo y del socialismo: el pueblo que oprime a otros
pueblos no puede ser libre”. (XXII, p. 162).
“Precisamente -dice Lenin- en el siglo XX se han desarrollado en
ellos de modo singular los movimientos nacionales democrático-burgueses,
y se ha exacerbado la lucha nacional. Las tareas del proletariado de
esos países, tanto en la culminación de sus transformaciones
democrático-burgueses como en la ayuda en la revolución socialista de
otros Estados, no pueden ser cumplidas sin defender el derecho de las
naciones a la autodeterminación. En ellos es singularmente difícil e
importante la tarea de fundir la lucha de clase de los obreros de las
naciones opresoras y de los obreros de las naciones oprimidas”. (XXII,
p. 164).
Lenin dice de ellos: “Por una parte vemos a los lacayos bastante
descarados de la burguesía que defienden las anexiones alegando que el
imperialismo y la concentración política son progresivos, y que niegan
el derecho de autodeterminación, calificándolo de utópico, ilusorio,
pequeño burgués”. (XXII, p.165).
“No puede haber ya ninguna guerra nacional. Las guerras
nacionales contra las potencias imperialistas no sólo son posibles y
probables, sino también inevitables y progresivas, revolucionarias,
aunque, claro está, para que tengan éxito es imprescindible aunar los
esfuerzos de un inmenso número de habitantes de los países oprimidos… o
que se dé una conjugación especialmente favorable de la situación
internacional (por ejemplo, paralización de la intervención de las
potencias imperialistas como consecuencia de su agotamiento, de su
guerra, de su antagonismo, etc.), o la insurrección simultánea del
proletariado de una de las grandes potencias contra la burguesía”.
(XXII, p. 335, 336).
“Ser enemigo de las anexiones significa estar en favor del derecho de autodeterminación: Estar contra la retención violenta de cualquier nación dentro de las fronteras de un Estado dado… es lo mismo que estar en favor de la autodeterminación de las naciones”. (XXII, p.353).
“Precisamente en la “era del imperialismo” que es la era de la
incipiente revolución social, el proletariado apoyará hoy con particular
energía la insurrección de las regiones anexionadas, a fin de atacar
mañana, o al mismo tiempo, a la burguesía de la “gran” potencia,
debilitada por esa insurrección”. (XXII, p. 357).
Añade Lenin: “Las anexiones “abren un abismo entre el proletariado de
la nación dominante y el de la nación oprimida…” (…) “el proletariado
de la nación oprimida se unirá a su burguesía y verá un enemigo en el
proletariado de la nación dominante. La lucha de clases internacional
del proletariado contra la burguesía internacional sería substituida por
la escisión del proletariado, por su corrupción ideológica”. (XXII,
pág. 361).
Lenin recordaba a los partidos socialistas: “Nosotros decimos: para
que podamos hacer la revolución socialista y derrocar a la burguesía,
los obreros deben unirse más estrechamente, y la lucha en pro de la
autodeterminación, es decir, contra las anexiones, contribuye a esa
unión estrecha”. (XXII, pág. 361).
Lenin consideraba que era primordial la lucha en favor de los pueblos
oprimidos: “El centro de gravedad de la educación internacionalista de
los obreros de los países opresores tiene que estar necesariamente en
la prédica y en la defensa de la libertad de separación de los países
oprimidos. De otra manera, no hay internacionalismo. Tenemos el derecho y
el deber de tratar de imperialista y de canalla a todo social-demócrata
de una nación opresora que no realice tal propaganda”. (XXII, pág.
373).
Decía Lenin: “Para ser socialdemócrata internacionalista hay que
pensar no sólo en la propia nación, sino colocar por encima de ella los
intereses de todas las naciones, la libertad y la igualdad de derechos
de todas. “Teóricamente”, todos están de acuerdo con estos principios;
pero, en la práctica, revelan precisamente una indiferencia anexionista.
Ahí está la raíz del mal”. (XXII, pág. 373).
En una carta a Kautsky le dice Lenin: “Las antipatías nacionales no
desaparecerán tan pronto, el odio -completamente legítimo- de la nación
oprimida a la nación opresora continuará existiendo durante cierto
tiempo; sólo desaparecerá después de la victoria del socialismo y
después de la implantación definitiva de relaciones plenamente
democráticas entre las naciones”. (XXII, pág. 380).
“Tiene razón Mao Tse-tung al decir que la fuerza revolucionaria ha pasado a los pueblos oprimidos por el imperialismo (…).
Si Finlandia, Polonia o Ucrania se separan de Rusia, no hay ningún
mal en ello. ¿Qué mal puede haber? Quien lo afirme es un chovinista.
¡No pueblo ruso, no te atrevas a avasallar a Finlandia: el pueblo que
oprime a otros pueblos no puede ser libre! “. (XXIV, pág. 27).
Por ello Lenin ponía en claro: “Si dijéramos que no reconocemos
ninguna nación finlandesa, sino únicamente a las masas trabajadoras,
diríamos el mayor de los absurdos.
No se puede dejar de reconocer lo que existe: la realidad se impone
por sí misma. El deslindamiento de los campos entre el proletariado y la
burguesía, sigue vías peculiares en los distintos países. En este
camino tenemos que actuar con la máxima prudencia. En especial en
relación a las diferentes naciones, porque nada peor que la
desconfianza de una nación”. (Obras selectas, tomo III, pág. 202).
Por eso Lenin dice: “Nuestro programa no debe hablar de
autodeterminación de los trabajadores, porque es inexacto. Debe decir
las cosas como son. Y por cuanto las naciones se encuentran en
diferentes etapas del camino que va de régimen medieval a la democracia
burguesa y de la democracia burguesa a la proletaria, esta tesis de
nuestro programa es absolutamente exacta. En este camino hemos tenido
muchos zig-zags. Cada nación debe obtener el derecho a la
autodeterminación, y esto contribuye a la autodeterminación de los
trabajadores”. (Obras selectas, tomo III, pág. 202).
Lenin sobre una única lengua estatal comenta en “Obras completas”
(tomo XX pág. 67) en un artículo que se intitula “¿Es necesaria una
lengua oficial obligatoria?” y oponiéndose tanto a los chovinistas como a
los liberales dirá de éstos: “Pero éstos preconizan al mismo tiempo el
empleo de una lengua obligatoria oficial, necesaria, según ellos, en
interés de la “cultura” de la Rusia una e indivisible”.Y después de
oponerse claramente a la pretensión de llevar a golpe de látigo a todos
los alógenos al paraíso ruso, acaba este artículo diciendo: “Por esta
razón los marxistas rusos dicen que no debe existir una lengua oficial
obligatoria, sino que hay que poner a disposición de la población
escuelas en las que la enseñanza será dada en todas las lenguas locales y
que se debe incluir en la Constitución una ley fundamental que abolirá
los privilegios, cualesquiera que sean, acordados a cualquiera que sea
la nacionalidad, y que suprimirá todas las violaciones, cualesquiera que
sean, de las minorías”.
“Destruyendo las lenguas nacionales y las civilizaciones nacionales,
los imperialistas buscan socavar el potencial de resistencia de los
pueblos colonizados. Quieren hacer desaparecer en ellos la voluntad de
liberación” (del político marxista-leninista F. Leonidow, “Racismo. Arma
ideológica del Imperialismo”, pág. 23).
Merecen citarse las páginas testamentales de Lenin, pues reúnen la
conjunción de todo su pensamiento en el momento final donde resume:
“ACERCA DEL PROBLEMA DE LAS NACIONALIDADES o DE LA CUESTION DE LA
AUTONOMIA” (…): “En mis obras acerca del problema nacional he escrito
ya que el planteamiento abstracto del problema del nacionalismo en
general no sirve para nada. Es necesario distinguir entre el
nacionalismo de la nación opresora y el nacionalismo de la nación
oprimida, entre el nacionalismo de la nación grande y el nacionalismo de
la nación pequeña.
Con relación al segundo nacionalismo, nosotros los integrantes de una
nación grande, casi siempre somos culpables, como lo demuestra la
experiencia histórica, de infinitos actos de violencia; e incluso más
todavía: sin darnos cuenta, cometemos infinito número de actos de
violencia y de ofensas. No tengo más que evocar los recuerdos en mi
estancia en las regiones del Volga para poder mostrar con qué
menosprecio se trata a los alógenos, que la única manera de llamar a los
polacos es “poliachishka”, que para burlarse de los tártaros siempre se
les llama “príncipes”, al ucraniano se le llama “khokhol” y al
georgiano y demás naturales del Cáucaso los llaman “hombres del
Cáucaso”.
Por eso, el internacionalismo por parte de la nación opresora, o de
la llamada nación “grande” (aunque sólo sea grande por sus violencias,
sólo sea grande como lo sea un esbirro), no debe consistir solamente en
respetar la igualdad formal entre las naciones, sino también en observar
una desigualdad que, de parte de la nación opresora, de la grande
nación, compense la desigualdad que prácticamente se produce en la vida.
Quien no haya comprendido esto, no ha comprendido la posición
verdaderamente proletaria entre el problema nacional; en el fondo sigue
manteniendo el punto de vista pequeñoburgués, y por ello no puede menos
de deslizarse a cada instante al punto de vista burgués (…). Y el mañana
de la historia universal será el día en que se despierten
definitivamente los pueblos oprimidos por el imperialismo, que ya han
abierto los ojos, y cuando empiece la larga y dura batalla por su
emancipación”. (31.XII.22). Tomado taquigráficamente por M.V. (Obras
Selectas, tomo III, pág. 889 a 895)”. Este escrito es seguramente lo
último que dictó el gran jefe de la Revolución Rusa.
* Federico Krutwig “La Cuestión Vasca” (1966)
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