"Los Estados Unidos expanden su despliegue militar por América Latina secundado por sus aliados de la OTAN. "
Jorge Beinstein
Sería erróneo subestimar las especificidades de los casos colombiano y
venezolano pero también sería grave limitarnos a las tramas nacionales o
dotarlas de una autonomía excesiva. Mucho se ha escrito acerca de las
globalización del capitalismo a veces para diluirlo todo en una dinámica
supranacional apabullante pero en ciertos casos con un resultado
opuesto donde lo global aparece como una referencia abstracta, inasible o
bien operando como una fuerza exógena misteriosa sobre lo aparentemente
“concreto” o “tangible”, lo que está al alcance de la mano, tan
complicado y “nacional” que solo puede ser entendido por los que están
sumergidos en esa realidad. Entonces se exagera el nivel de poder real
de las oligarquías y mafias locales, de sus supuestas fracciones
“reaccionarias” o “civilizadas”, de sus contradicciones en países donde
como en Colombia están instaladas bases militares del Imperio o donde
como en Colombia y Venezuela proliferan los negocios transnacionalizados
financieros, mediáticos, narcos, comerciales, etc. y donde importantes
sectores sociales altos y medios son desde el punto de vista
político-cultural simples prolongaciones coloniales de la sociedad
estadounidense.
Los Estados Unidos despliegan actualmente una guerra global cuyo
fracaso significaría el fin del Imperio, la lógica de la reproducción
del parasitismo norteamericano lleva a la superpotencia a una
multiplicación de ofensivas a escala planetaria destinadas a quebrar
los obstáculos que frenan su proyecto de superexplotación devastadora
de los recursos naturales y humanos del conjunto de la periferia. Los
dirigentes del Imperio consideran que ese pillaje desaceleraría la
decadencia en curso, impediría el colapso del dólar, bajaría
drásticamente los costos de mercancías y salarios coloniales engordando
los beneficios de sus empresas, sosteniendo sus mercados internos cada
vez más concentrados.
América Latina y el Caribe constituye un espacio decisivo de dicho
proyecto, su recolonización integral es una pieza clave de una ofensiva
planetaria cuya implementación en la región abarca un amplio abanico de
operaciones convergentes. Se trata de una mega estrategia flexible que
incluye las desestabilizaciones de mediana intensidad en Brasil y
Argentina, la intervención directa encubierta en Colombia, los golpes de
estado en Honduras o Paraguay, la tentativa de desestabilización de
alta intensidad apuntando hacia la intervención militar en Venezuela, el
ensayo de “abrazo-de-oso” buscando desarticular a Cuba, la instalación
de avanzadas militares en Perú, etc. El objetivo final es la
transformación del patio trasero latinoamericano en una región caótica,
sin barreras estatales ni rebeldías significativas a su dominación.
La exacerbación de las intervenciones imperialistas coincide con
(busca aprovechar la) declinación de los gobiernos progresistas cuyas
dificultades abren brechas que facilitan esas embestidas. La agudización
de la crisis global impacta sobre América Latina, las altas tasas de
crecimiento económico han quedado en el pasado, las contradicciones
sociales se agudizan y ponen en jaque a los equilibrios progresistas que
demuestran su fragilidad, un buen ejemplo de ello es Brasil donde el
gobierno derechiza su política económica causando descontento popular
sin por ello calmar el apetito de las elites y las clases medias
reaccionarias cada vez mas reaccionarias que buscan la revancha
apuntando hacia la hiper concentración de ingresos y el sometimiento
integral de los pobres.
Es dentro de ese contexto global-regional que deben ser ubicadas las
operaciones imperiales en curso sobre Colombia y Venezuela.
El hacha de guerra
Venezuela aparece como el objetivo central del capitulo
latinoamericano de la guerra energética global de los Estados Unidos. La
república bolivariana cuenta con el 20 % de las reservas mundiales de
petróleo convencional, el primer puesto global. La confrontación de este
hecho con la información sobre las reservas limitadas y declinantes a
mediano plazo del petróleo convencional y de esquisto en los Estados
Unidos bastaría para medir la urgencia del Imperio por devorar ese
bocado. La propaganda acerca de las supuestas inmensas reservas
norteamericanas de petróleo de esquisto ha terminado por chocar con la
dura realidad: recientemente la Agencia de Energía de los Estados Unidos
dio a conocer que antes del fin de la década actual la producción
norteamericana de petróleo de esquisto llegará a su máximo nivel luego
de lo cual empezará a decaer, en realidad la crisis de ese sector ya ha
comenzado impulsada por la baja del precio del petróleo que ha reducido
sensiblemente sus beneficios (haciéndolos negativos en un número
creciente de casos).
Pero no se trata solo de petróleo, pese a la demonización mediática
internacional del proceso venezolano el mismo sigue operando como un
incentivo importante para los movimientos populares de la región, para
los comportamientos estatales independientes respecto de la dominación
estadounidense. Pese a la desaparición de Chavez Venezuela sigue siendo
una pieza decisiva de articulaciones rebeldes ante el poder imperial
como ALBA y otras iniciativas regionales y hacia otros espacios de la
periferia.
La “Orden Ejecutiva” de Obama contra Venezuela declarándola una
“amenaza extraordinaria” a la seguridad nacional de los Estados Unidos
no es un ejercicio retórico sino un paso decisivo de una ofensiva que
busca acorralar al gobierno y a las fuerzas armadas venezolanas, alentar
a la oposición, movilizando a sus grupos conspirativos más radicales.
Con esa decisión Washington da un salto cualitativo en la deligitimación
del estado venezolano ante Occidente abriendo de esa manera un capítulo
de intervenciones directas y encubiertas, de reconocimientos legales o
de hecho a “representantes de la oposición”, de apoyo a posibles
levantamientos armados, a una agresión del ejercito colombiano, etc., es
decir a escenarios conocidos en otros lugares de la periferia como
Siria o Libia. Esa es la linea de acción principal.
No faltan funcionarios de gobiernos progresistas latinoamericanos e
incluso del propio gobierno venezolano proclives a ver el lado moderado
de la tormenta para suponer que la declaración imperial tiende mas bien a
presionar a Venezuela para empujarla astutamente hacia la derecha
buscando la instalación de un “gobierno de unidad nacional” (mezcla
pragmática de chavistas razonables y opositores conciliadores) amigo o
menos enemigo de los Estados Unidos. En realidad esa ilusión forma
también parte de la estrategia estadounidense golpeando por un lado y
ofreciendo al mismo tiempo una salida pacífica intentando así ablandar
al campo enemigo, crear fisuras y deserciones, el juego forma parte del
manual para principiantes en guerras coloniales.
Washington sabe bien que a largo plazo no hay alternativa suave para
Venezuela, cualquier derechización brutal o gradual generaría una
concentración de ingresos acompañada inevitablemente por revanchas
sociales de las clases superiores que automáticamente harían estallar
rebeliones populares. El proceso bolivariano no trajo la transición
socialista prometida, no le quebró la espina dorsal al capitalismo
(despegue imprescindible del camino postcapitalista), se empantanó en
una confusa e interminable “transición” hacia la transición anunciada,
pero lo hizo aportando numerosas conquistas sociales, movilizando a los
de abajo, llenando sus cabezas de esperanzas, forjando identidad
popular, autoestima de los humildes. Eso no se puede borrar fácilmente.
Así como existe en Venezuela un fascismo macizo en las clases medias y
altas que solo se conforma con una contrarrevolución sangrienta también
existe un chavismo profundo en las clases bajas que ha aprendido a
odiar al capitalismo, a los Estados Unidos, que sabe pelear. El chavismo
no aplastó al país burgués imponiendo al país popular y socialista, el
resultado de su conducción desordenada ha sido la creación de dos países
incompatibles entre si.
Para Washington se trata de conquistar Venezuela, ni más ni menos, no
para instaurar un nuevo orden colonial sino para parasitar libremente
sobre el caos, para saquear riquezas nevegando en medio de la
desarticulación violenta de una sociedad estratégicamente sometida. Para
visualizar el futuro venezolano deseado por Washington no sirve leer
los viejos textos acerca del ascenso del fascismo en Italia o de los
neofascismos militares mas recientes de América Latina, alcanza con
echarle una mirada a Irak o Libia.
El anzuelo de la paz
Una pieza clave en la conquista de Venezuela es el ejército
colombiano, la fuerza armada regular con mayor experiencia de combate de
la región, 460 mil personas (incluyendo las tres armas más la policía
nacional). Se trata de lejos del mayor aliado militar con que cuentan
los Estados Unidos en América Latina útil tanto para la realización de
incursiones rápidas como para una invasión a gran escala y como aparato
de respaldo a una guerra prolongada en Venezuela. A estas fuerzas
profesionales es necesario agregar varias decenas de miles de
paramilitares inmediatamente operativos o de fácil reclutamiento.
Pero esa fuerza agresiva potencial está maniatada en el territorio
colombiano por una insurgencia que no ha podido ser doblegada luego de
medio siglo de represión y que en caso de guerra civil o de invasión a
Venezuela podría convertirse en el núcleo principal de una extendida
guerra popular abarcando a ambos países o por lo menos en una aliado
estratégico decisivo de los combatientes venezolanos. Para los
estrategas del Imperio sacar de la escena regional a esa insurgencia es
un objetivo prioritario, no lo han podido hacer por la vía militar
tratan ahora de lograrlo a través de un complejo operativo envolvente de
presiones directas e indirectas y de ofertas tentadoras combinadas con
la amenaza (y la práctica) permanente del garrote bélico. Intentando
convertir a la creciente debilidad (y decreciente legitimidad) del
régimen colombiano en una suerte de trampa letal colocada en los pies de
la insurgencia, “permitiendo” su extensión (tendiendo a la sobre
extensión) política más o menos legal con la finalidad de crearle
ataduras sistémicas de todo tipo (institucionales, políticas,
ideológicas, sociales, etc.) que le impidan salir de la ruta del
apaciguamiento. Al entramado local se agrega un no menos embrollado
juego de presiones regionales y extraregionales más o menos “amistosas”
completando el cerco psicológico. Apaciguar, dislocar, dormir, penetrar a
ese factor perturbador extremadamente peligroso es la obsesión de esos
manipuladores de alto vuelo. La estrategia tiene algo de ciencia y algo
de poker porque se basa principalmente en la capacidad (difícil de
medir) de absorción (de degradación politiquera) del régimen colombiano
cuya evolución se articula cada vez más en torno de dos dinámicas
interrelacionadas que pueden ser maquilladas, adornadas con garantías
democráticas ilusorias pero no eliminadas ya que constituyen el núcleo
duro, sobredeterminante de la reproducción del sistema, de su inserción
en el capitalismo global.
En primer lugar el aparato militar cuyo sobredimensionamiento con
relación a la sociedad colombiana se corresponde con la larga guerra
interna de la que ha sido protagonista pero también con su
vinculación-dependiente con del aparato militar norteamericano y sus
estrategias coloniales. Atravesado por negocios mafiosos propios y lazos
directos con el imperio dispone de significativos márgenes de autonomía
respecto de la camarillas burguesas locales con las que comparte
intereses. No es un secreto para nadie que los Estados Unidos cuentan
con las fuerzas armadas de Colombia para sus futuras operaciones
militares regionales y extraregionales, solo algún progresista iluso
puede creer que el Imperio y sus lacayos locales pueden llegar a aceptar
pacíficamente a democratización y reducción significativa de esa
estructura criminal.
En segundo lugar la creciente hegemonía económica en Colombia del
complejo agro-minero exportador (agricultura casi sin campesinos y
minería ultra-extractivista) expulsor de población y destructor del
medio ambiente, el modelo se va imponiendo en América Latina atravesando
gobiernos neoliberales y progresistas y responde a la lógica global del
capitalismo, de sus polos imperialistas (decadentes pero poderosos)
decididos a saquear los recursos naturales de la periferia.
La eliminación o subordinación democrática de ese núcleo duro
equivaldría en términos concretos a la quiebra de la espina dorsal del
capitalismo colombiano, cuesta creer que los dueños del sistema se
resignen a perderlo mientras el Imperio exacerba su guerra planetaria.
Los crápulas transparentes
Los Estados Unidos expanden su despliegue militar por América Latina secundado por sus aliados de la OTAN.
Veamos algunas noticias recientes. En Paraguay acaba de desembarcar
un contingente de expertos británicos en inteligencia militar, según lo
informado por el gobierno de ese país, que se suman así a una cifra
desconocida de “asesores” norteamericanos formales y de mercenarios de
distinto origen (1). Estados Unidos ha decidido la instalación en
Honduras (en la base de Palmerola) de una denominada “Fuerza de Tarea de
Propósito Especial Aire-Tierra de Marines-Sur” que dotada de la más
alta tecnología estará en condiciones de operar rápidamente en
cualquier zona de la región considerada “en situación de crisis” (2).
Durante 2015 unos 3200 marines norteamericanos están llegando a Perú
prolongando las tareas de apoyo que ya venían realizando destinadas,
según la información oficial... “a combatir las amenazas insurgentes”
(3).
Con relación a la dupla Colombia-Venezuela las noticias no pueden ser
más claras. A comienzos de este año fue anunciada la instalación en el
departamente de La Guajira, fronterizo con Venezuela (próximo de
Maracaibo) de una unidad blindada capaz de desplazarse rápidamente
llamada “Fuerza de Tarea de Armas Combinadas Medianas” (FUTAM). La nueva
unidad militar dispondrá de blindados de última generación, según la
publicación especializada “defensa.com” en el acto oficial de entrega de
los mismos el ministro de defensa de Colombia Juan Carlos Pinzón
“refiriéndose a un escenario futuro de pos-conflicto ante la posibilidad
llegar a la paz con la guerrilla de las FARC, resaltó que las Fuerzas
Armadas de Colombia 'están hoy en capacidad de interoperar con otras
del mundo, especialmente con las de otros países con estándares
internacionales y con misiones que busquen garantizar la paz
global'...”. Los “otros países” son en primer lugar los Estados Unidos y
sus socios de la OTAN & Co que “garantizan la paz” (?) con sus
guerras en Libia, Irak, Afganista?, Yemen, Siria, Palestina, Ucrania...
Esto coincide con lo ocurrido en la “mesa de expertos” convocada por
el ministro Pinzon en torno del tema del futuro de las fuerzas armadas
colombianas donde Mary Beth Long ex subsecretaria de Defensa de los
Estados Unidos señalo que “los militares (colombianos) están estudiando
otras amenazas en la región que pueden representar sus vecinos como es
Venezuela, y prepararse para esas eventualidades, y los felicito por
ello porque hay otros desafíos en el horizonte, y su fuerza pública, su
liderazgo y su policía ya se están preparando para eso” (4).
Pero el departamento de La Guajira no es solo el lugar de una base
operativa destinada a agredir a Venezuela, hace pocos días la agencia de
noticias ADITAL informaba que “Desde que el principal río de la región
fue represado y su agua privatizada por la industria agrícola y por la
mayor explotación de mina de carbono a cielo abierto del mundo, la mayor
comunidad indígena de Colombia, compuesta por los pueblos Wayúu, muere
de hambre y sed. Situada en el extremo norte del país, en la península
desértica de La Guajira, la población sufre por desnutrición,
contabilizando por lo menos 37 mil niños indígenas desnutridos.
Datos
señalan que cerca de 14 mil niñas y niños ya murieron de inanición”.
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(1), “Expertos británicos proveen asistencia de inteligencia en Paraguay”, HISPANTV, 19 de marzo de 2015, http://hispantv.com/newsdetail/Sudamerica/24647/Expertos-britanicos-proveen-asistencia-de-inteligencia-en-Paraguay
(2), "EEUU creará fuerza especial para América Latina con sede en Honduras", ANNCOL, 3 de Abril de 2015, http://anncol.eu/index.php/mundo/politica-economia/item/122-eeuu-creara-fuerza-especial-para-america-latina-con-sede-en-honduras
(3), “Arribó al Perú el segundo contingente de soldados de EEUU”, defensa.com, 19 de febrero de 2015, http://www.defensa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=14742:arribo-al-peru-el-segundo-contingente-de-soldados-de-eeuu&catid=55:latinoamerica&Itemid=163
(4), “Exsubsecretaria de Defensa dice que Colombia se prepara para
eventuales conflictos con Venezuela”, noticias-uno, 28 de marzo de 2015,
http://noticiasunolaredindependiente.com/2015/03/28/noticias/exsubsecretaria-de-defensa-dice-que-colombia-se-prepara-para-eventuales-conflictos-con-venezuela/
(5), Marcela Belchior, "Privatización de río provoca 14 mil muertes de indígenas por inanición", ADITAL, 5 de Abril de 2015, http://site.adital.com.br/site/noticia.php?lang=ES&cod=84561
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