"Un disparo a 50
metros produce un trauma de más
de 45 mm, que llega a los 61 mm si
el disparo se realiza a 20 metros. Su
impacto puede causar, además de la
pérdida del ojo, graves lesiones como
hematomas cerebrales, perforaciones
pulmonares e intestinales,
hemorragias internas y lesiones en
las extremidades. Su trayectoria es
completamente imprevisible..."
Tomas Gisbert
Periodico Diagonal (26/04/12)
En la huelga general en Barcelona dos personas perdieron un ojo por el impacto de proyectiles de goma disparados por los mossos d’esquadra, a dos personas más se les tuvo que extirpar el bazo y otra tuvo dos costillas rotas y una perforación en un pulmón. Pocos días después, Iñigo Cabacas moría en Bilbao por el impacto de una pelota de goma lanzada por la Erzaintza.
Tomas Gisbert
Periodico Diagonal (26/04/12)
En la huelga general en Barcelona dos personas perdieron un ojo por el impacto de proyectiles de goma disparados por los mossos d’esquadra, a dos personas más se les tuvo que extirpar el bazo y otra tuvo dos costillas rotas y una perforación en un pulmón. Pocos días después, Iñigo Cabacas moría en Bilbao por el impacto de una pelota de goma lanzada por la Erzaintza.
Desde 1990, en el Estado español 23 personas han perdido un ojo a
causa de estos proyectiles.
Los proyectiles de goma no son un
arma antidisturbios reciente, como
tampoco lo es la polémica que los
acompaña. El Parlamento europeo
ya instó en 1982, después de que por
su causa murieran 12 personas en
Irlanda del Norte (entre ellas siete niños
menores de 15 años), a que todos
los estados miembros prohibieran
el uso de este tipo de armas contra
la población civil. El Parlamento
europeo volvió a pronunciarse en el
mismo sentido en 1984 y en 1997.
Las balas de goma y los fusiles que
las disparan están considerados como
armas menos letales, pero esta
menor letalidad está seriamente
cuestionada. Uno de los estudios más
importantes fue el realizado en 1997
por el Science and Technology
Options Assessment (STOA), un órgano
oficial del Parlamento europeo
para asesoramiento en cuestiones de
ciencia y tecnología. En este informe
se señalaban los 522 julios de energía
cinética como el límite que distingue
a las armas letales de las menos
letales. Las balas de goma utilizadas
por los cuerpos policiales españoles
adquieren los 830 julios.
Fuerza desproporcionada
Las balas de goma están fabricadas
de caucho macizo, con un peso de
85 gramos y un diámetro de 54mm.
Son disparadas con una escopeta
Fabarm, Sdass Pro Forces, de fabricación
italiana, a una velocidad de
200m/s (720 km/h). Un disparo a 50
metros produce un trauma de más
de 45 mm, que llega a los 61 mm si
el disparo se realiza a 20 metros. Su
impacto puede causar, además de la
pérdida del ojo, graves lesiones como
hematomas cerebrales, perforaciones
pulmonares e intestinales,
hemorragias internas y lesiones en
las extremidades. Su trayectoria es
completamente imprevisible, debido
a que la pelota de goma se deforma
y el rozamiento con la bocacha
de la escopeta le imprime efecto haciendo
que la trayectoria no sea recta
y que los diversos rebotes sean
impredecibles, lo que produce un
impacto completamente aleatorio
que no puede ser controlado.
Las normativas de uso de la policía
indican que debe dispararse a
una distancia mínima de 50 metros
del objetivo, se ha de disparar contra
el suelo para que no impacte directamente
y ha de golpear por debajo
de la cintura. La mera existencia
de estos protocolos muestra que
existe un conocimiento de los peligros
que su uso entraña, pero el elevado
número de víctimas de las balas
de goma impugna la validez de
estos protocolos, toda vez que, como
se ha dicho, los impactos de esta
munición son totalmente aleatorios.
A ello hay que añadir la impunidad
y el corporativismo que rodea las actuaciones
policiales, que esconde a
quien ha realizado los disparos. No
se conoce ninguna sanción interna a
ningún miembro policial por no haber
respetado los protocolos de uso.
El uso de las balas de goma representa
la aplicación de una fuerza arbitraria
sobre un grupo toda vez que
es imposible un uso selectivo. De
conformidad con la normativa internacional
de derechos humanos, los
Estados tienen la obligación de evitar
el empleo arbitrario o excesivo
de la fuerza para hacer cumplir la
ley, así como toda fuerza que se preste
a infligir un daño o dolor innecesario.
Las balas de goma no respetan
el principio de proporcionalidad, ya
que pueden causar un daño mayor a
los daños que se pretendían evitar.
Es por ello urgente, tal como solicitan
las asociaciones de afectados como Stop Bales de Goma, la prohibición
del uso de los proyectiles de goma
como arma policial.
1 comentario:
Con lo que hay que acabar es con las cuerpos represivos, eufemísticamente llamados "de seguridad". El Valle de los Caídos sigue proyectando su sombra, el Palacio del Pardo "sólo" se ha remodelado.
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