“...es necesario impulsar los métodos de trabajo abiertos y democráticos, fomentando la participación de todos los compañeros y
compañeras, oponiéndonos a las camarillas y a los “cenáculos” que permiten la
toma de decisiones por parte de unos pocos y que favorecen el dirigismo y la
burocratización.“
En primer lugar, queremos aclarar que cuando empleamos el
término “masas”, no lo hacemos con un sentido peyorativo o despreciativo, sino
en su acepción positiva, como sujeto
colectivo de la acción política, oponiéndolo a los comportamientos
individualistas, a las concepciones “elitistas” del poder (en el sentido de
clase dominante), así como a aquellas actuaciones pseudo-izquierdistas que
conducen al aislamiento de los sectores revolucionarios respecto de la gran
mayoría trabajadora.
Lenin y Mao emplearon el término “masas” en numerosas
ocasiones, añadiéndole algún adjetivo, como “masas trabajadoras”, “masas
obreras” o “masas populares”, siendo equiparable dicho término al concepto más
reciente de “pueblo trabajador”. Nosotros lo emplearemos, en ese mismo sentido,
añadámosle o no el consiguiente adjetivo.
Con este pequeño trabajo, desde SUGARRA, pretendemos exponeros las líneas generales de lo que
denominamos línea de masas, que
consiste en un conjunto de criterios con los que consideramos debiera abordarse
el trabajo práctico entre los diversos sectores populares. Ello es así porque
pensamos que la revolución vasca no se hará en un laboratorio y que, para
organizarla, es preciso:
·
Ir a las masas.
Los comunistas debemos trabajar entre las masas, en todos
y cada uno de los lugares en que estas ya se encuentran organizadas, bien sea
en sindicatos, asambleas de parados-as, asociaciones de vecinos-as, colectivos
de estudiantes, grupos ecologistas, colectivos feministas, asociaciones
culturales, grupos de jóvenes, plataformas anti-represivas, etc., etc.
En todos ellos, debemos apoyarnos en los sectores más
avanzados de las masas, para hacer avanzar a los intermedios y elevar el nivel
político de los más atrasados, con el fin de aislar a los elementos
reaccionarios y/o reformistas. Esto implica impulsar, en cada uno de estos
ámbitos, corrientes de orientación
revolucionaria.
·
Integrarnos en ellas.
No debemos aislarnos de las masas. Al contrario, hemos de
ser capaces de trabajar en su seno, de forma paciente y prolongada, desarrollando
una labor de la que no veremos resultados apreciables a corto plazo. Se trata
de realizar un trabajo que muchas veces puede parecer monótono y “gris” (poco
brillante), pero que es imprescindible realizar, de manera infatigable, si nos
queremos ganar a las masas para la revolución.
Debemos ser capaces de desenvolvernos entre las masas como
“pez en el agua”, ya que ellas constituyen nuestro medio natural. Los
comunistas lo seremos todo con las masas pero aislados de ellas no seremos
nada, por muchas palabras bonitas que digamos o por muchas frases
revolucionarias que pronunciemos.
·
Mantener una actitud adecuada.
Nuestro comportamiento ha de ser, en todo momento, en
cualquier circunstancia, intachable. No debemos ser arrogantes, en el trato a
otros compañeros y compañeras, ni engreídos como si nos sintiésemos los
poseedores de la “verdad absoluta”, pensando que ya lo sabemos todo; sino
correctos y humildes. Debemos ser siempre capaces de reconocer nuestros errores
y fomentar el espíritu de la crítica y la autocrítica.
·
Aprender de las masas.
Hemos de ser capaces de aprender de la experiencia de las
masas, tanto de sus aspectos positivos como de los negativos y de ser,
simultáneamente, sus alumnos y sus maestros.
·
Ir de las masas a las masas.
Debemos escuchar a las masas, ser sensibles a sus
preocupaciones e inquietudes, a sus críticas y sugerencias; recoger sus
aspiraciones, sintetizarlas y devolverlas a ellas en forma de consignas
políticas, inscribiéndolas en el marco general de la lucha por la revolución y
el socialismo.
·
Trabajar por la unidad y no por la
escisión.
Para ello es necesario impulsar los métodos de trabajo abiertos y democráticos, fomentando la participación de todos los compañeros y
compañeras, oponiéndonos a las camarillas y a los “cenáculos” que permiten la
toma de decisiones por parte de unos pocos y que favorecen el dirigismo y la
burocratización.
Hemos de ser capaces de trabajar en minoría, con
constancia y con tesón, a pesar de los inconvenientes y las dificultades, así
como de los intentos de aislamiento a que, sin lugar a dudas, nos habremos de
ver sometidos-as. No debemos plantearnos la ruptura al menor contratiempo que
tengamos.
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