"...la oficialidad comunista europea no estaba por la labor de reconocer los marcos autónomos de lucha de clases. Es decir, consideraban que las naciones oprimidas por Estados más grandes y poderosos no obtendrían su liberación nacional si no se daba una revolución en los propios Estados ocupantes. No aceptaban el marco diferenciado y por lo tanto todo quedaba supeditado a las necesidades de la revolución socialista en el Estado opresor."
Históricamente, la lucha revolucionaria, la lucha de clases, nunca ha conocido buenos tiempos en Euskal Herria (EH). No ha conocido tiempos, dentro de la clase obrera, con dinámicas de lucha sostenidas que hayan cuajado y multiplicado conciencias para su reproducción y multiplicación, aun teniendo hitos que todavía hoy son ejemplo de conciencia y entrega. Tampoco ha conocido tiempos de conjugar dialécticamente en un todo la lucha nacional y la lucha de clases. Ni en el plano teórico ni en la prueba de la práctica.
Por una parte a la burguesía vasca o vasco-española, teniendo sus mercados asegurados, nunca le interesó, ni le interesará, un marco autónomo de lucha, sea ésta nacional o de clase. En la guerra civil (1936-1939) la fracción de clase burguesa vasca que se inclinó por el bando republicano también tuvo dentro sus detractores por la decisión tomada. En la retirada hacia Santander no destruyó la industria que pudiera tener un valor estratégico para ella, aunque en ese momento el fascismo se sirviera de la misma para matar a vascos y no vascos y para su desarrollo económico. La intención era clara. Pactar la gestión económica que, a fin de cuentas, como fracción de clase le correspondía.
De otro lado, las expresiones a la izquierda del PNV (con perspectiva nacional, ANV, con estatal PCE, CNT…) dieron la batalla del 36 al 39. Se desangraron en la guerra (civil para unos y revolución para otros), sufrieron muerte, prisión y exilio y no pudieron continuar en la lucha revolucionaria o, simplemente, se fueron poco a poco reformando hasta no ser un serio peligro para los Estados español y francés. ANV, con sus exiguas fuerzas, contribuyó posteriormente al desarrollo de la Izquierda Abertzale (IA).
Hay que tener en cuenta también que en la época, la oficialidad comunista europea no estaba por la labor de reconocer los marcos autónomos de lucha de clases. Es decir, consideraban que las naciones oprimidas por Estados más grandes y poderosos no obtendrían su liberación nacional si no se daba una revolución en los propios Estados ocupantes. No aceptaban el marco diferenciado y por lo tanto todo quedaba supeditado a las necesidades de la revolución socialista en el Estado opresor. Tremenda contradicción pues 3 opresiones se daban al mismo tiempo en esas situaciones y en EH también. La nacional, la de clase y la de sexo.
En Euskal Herria, esto fue así hasta el nacimiento de EKIN y posteriormente de ETA. Más en concreto hasta su V asamblea desarrollada a lo largo de 1967 y 68. La V asamblea dio un salto teórico y práctico de una magnitud impresionante. Definirá a EH como marco autónomo de lucha nacional y de clases. Las dos luchas las unió dialécticamente. Y como es sabido lo hizo en la teoría y en la práctica. Cuestión, esta última, que no se contempla en cualquier esquina de la Historia.
Y la V asamblea acuño el término Pueblo Trabajador Vasco. Este PTV concienciado y consciente de su tarea estaba llamado a ser el sujeto de la revolución vasca, el único sujeto que podía y puede llevar adelante la liberación nacional y social de EH. Es la plasmación y desarrollo de los acuerdos de la V asamblea los que han marcado la base teórica y práctica del devenir de la IA durante decenios.
Gracias pues a los postulados de la V asamblea, a sus aportaciones, a la prueba de su práctica existen hoy en día quienes hacen suyos ese cuerpo teórico y practico, ese bagaje de lucha y entrega por EH y por su clase obrera. Y es así como hemos aprendido desde jóvenes: porque fueron somos y porque somos serán.
Aquí es donde el tan desconsiderado factor subjetivo puede llegar a convertirse en fuerza objetiva. Nuestra fuerza de hoy se nutre del ayer, es decir, de los conceptos y prácticas revolucionarias, de resistir, de auto-organizarse, del trabajo en común, de la solidaridad, de la entrega, del convencimiento de que otros vendrán detrás nuestro como nosotros lo hemos hecho, de que no vamos a revisar nuestro amor por EH y por su clase obrera y por los que más sufren en todo el mundo, de que no vamos a claudicar nunca, de que no hay trato con el capital ni con sus servidores, de que únicamente podemos y debemos contar con nuestras propias fuerzas.
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